White Lies cap.6

Nick caminó hasta la entrada del centro de acogida, a una distancia prudencial del despacho de Summer pero lo bastante cerca como para verla si ella salía. Respiró hondo y recordó que tenía a Kevin esperándolo al teléfono.
–Bueno, Kev, ya puedo hablar. ¿Qué pasa?
–Sólo era para recordarte que hemos quedado en la sala de juegos del club el jueves por la noche, para echar una partida de billar.
Nick sonrió. Si Kev estaba llamando a todo el mundo para recordarles que habían quedado, eso significaba que pensaba que iba a ganar.
–No lo olvidaré.
–¿Dónde estás? –quiso saber Kevin.
–En Helping Hands. He decidido instalar el sistema de seguridad yo mismo, ya que soy quien va a encargarse de preparar su sistema de contabilidad en la intranet del Club de Ganaderos. Además, todos mis hombres están ocupados en otros proyectos –explicó Nick. Entonces, recordó algo–. Acaba de salir tu nombre en una conversación que he tenido con la trabajadora social del centro, Miley Martindale. Has quedado con ella esta semana, ¿verdad?
–Sí, no me lo recuerdes. Se supone que Huntington era quien tenía que hacerlo, pero me lo ha encargado a mí porque se cree que él es el rey y yo soy uno de sus vasallos. Ese hombre me pone de los nervios.
Nick comprendió cómo se sentía su amigo. Joe, Zac, Justin y él sentían lo mismo. Los cinco, junto con Jake Montoya, habían sido los últimos en entrar en el Club de Ganaderos de Texas. A algunos de los viejos miembros del club no les había sentado bien, sobre todo a Sebastian Huntington y sus acólitos, que pensaban que los jóvenes no merecían formar parte del club social más exclusivo de todo Texas.
–Ánimo, hombre, habíamos acordado ignorar a Huntington y a sus estúpidos seguidores –le recordó Nick.
–Sí, pero, a veces, me saca de mis casillas. No quiere respaldar del todo el proyecto del centro de acogida porque fue idea nuestra financiarlo, no suya.
–Pero ha votado a favor, así que, al final, tendrá que apoyarlo –observó Nick–. Y, si no lo hace, peor para él. Quizá sea mejor que te haya encargado a ti que te ocupes. Si lo hiciera él, no haría más que encontrarle fallos a todo.
–Seguramente tienes razón. Bueno, ¿has conocido a la señorita Martindale?
–Sí. Es Miley, la chica con la que solía salir antes de mudarme a Somerset.
–Maldición… ¿esa Miley?
–Sí, esa Miley.
Kevin no sabía todo lo que había pasado entre ellos pero, al igual que Joe, sabía que Miley le había jugado una mala pasada, razón por la que Nick había querido irse de Houston y empezar una nueva vida en Somerset.
–Necesito que me hagas un favor –pidió Nick.
–Claro. ¿Qué necesitas?
Joe, Kevin y Nick siempre se habían comportado así entre ellos, desde que se habían conocido en la universidad. Kevin había accedido a hacerle el favor, incluso antes de saber de qué se trataba. Los tres se tenían una gran confianza.
–Te contaré los detalles cuando nos veamos el jueves por la noche pero, cuando te reúnas con Miley Martindale, si mi nombre sale a relucir, no quiero que menciones que soy miembro del Club de Ganaderos.
–Claro.
Nick había tomado la decisión de no decirle la verdad a Miley hasta que estuviera preparado. No podía esperar a ver su cara cuando se diera cuenta de que se había convertido en un hombre muy rico.
Kevin y él hablaron sobre las noticias que había tenido del incendio que había tenido lugar en la refinería de los Brody. Nick estaba escuchando la opinión de Kevin, que pensaba que Jake Montoya era responsable, cuando oyó pisadas acercándose. Levantó la vista y vio que Miley salía de su despacho. Oculto tras una columna, pudo observarla a sus anchas.
Miley caminó hasta unos archivadores y él recordó que siempre le había excitado mucho su forma de andar. Movía las caderas con sensualidad con cada paso. Llevaba unos pantalones marrones y una blusa azul pálido que resaltaban a la perfección la firmeza de sus pechos y las curvas de sus caderas. Él no pudo evitar quedarse allí, mirándola como un tonto. Observó los cambios que el tiempo había obrado en su cuerpo y, muy a su pesar, tuvo que reconocer que ella le resultaba todavía más apetecible que antes.
Miley parecía más segura de sí misma, una mujer que había tomado las riendas de su vida y no se rendía con facilidad, reflexionó Nick. Había sido obvio que no le había costado nada intentar ponerlo en su lugar tras el beso. Al menos, lo había intentado. Pero, en lo que a él respectaba, ella no tenía ningún poder sobre su persona.
«No debí haberla besado», se dijo Nick. Sin embargo, no había podido evitarlo, ésa era la verdad. Y, después de haberlo hecho, sólo quería repetirlo. Deseaba besarla, tenerla entre sus brazos. Llevársela a la cama.
Nick apretó el puño, furioso por la forma en que sus pensamientos corrían desbocados y más enojado todavía por desear hacer todas aquellas cosas con la misma mujer que le había roto el corazón. Pero la forma en que Miley había reaccionado a su beso le había tomado por sorpresa. Al sentir cómo ella se había rendido entre sus brazos, se había sentido más excitado de lo que lo había estado en muchos años.
Nick se había forzado a apartar su boca de la de ella antes de hacer algo estúpido, como hacerle el amor sobre el escritorio. Tan lejos había llegado su pasión. Y ella lo había correspondido, a pesar de que luego había querido fingir que no.
–¿Nick? ¿Estás ahí?
La voz de Kevin sacó a Nick de sus pensamientos e intentó recordar lo que su amigo acababa de decir.
–Escucha, Kev, te llamaré después. Tengo que hacer algo antes de que sea demasiado tarde.
–De acuerdo.
Después de colgar, Nick caminó hacia Miley. Ella lo miró con gesto de sorpresa.
–Pensé que te habías ido.
Nick se forzó a sonreír.
–Seguro que te habría gustado. Pero yo no soy la clase de persona que se va sin explicar por qué, a menos que algo me obligue a ello. No como otras.
Miley lo miró fijamente.
–¿Qué se supone que significa eso?
–Piensa en ello. Cuando lo pienses, lo sabrás. Volveré mañana.
Sin darle oportunidad de decir nada más, Nick se fue.

Nick intentó mantener la compostura mientras se metía en el coche. Momentos después, tras haberse alejado a toda velocidad del centro de acogida, camino a su casa, soltó la maldición que había estado conteniendo. No había duda de que Miley estaba fingiendo ser inocente, al aparentar que no había tenido ni idea de lo que estaba hablando él cuando le había lanzado su pulla. ¿Qué más cosas estaría maquinando? No era tan difícil que Summer ya estuviera al tanto de que era un hombre rico, miembro del Club de Ganaderos de Texas.
Nick apretó las manos sobre el volante. A pesar de la profunda animosidad que sentía contra ella, su cuerpo se negaba a ocultar que la deseaba. Summer era capaz de encender en él una pasión incontrolable sin decir ni una palabra. Lo único que necesitaba era una mirada suya, su presencia o su aroma para hacer que su libido se encendiera al máximo.
Tenía que hacer algo con ella, se dijo. Miley había invadido su espacio.
Durante seis años, Nick había vivido en Somerset, disfrutando de la paz y armonía del lugar. De todas las ciudades del mundo donde ella podía haberse mudado, había elegido Somerset también. ¿Por qué?
Evitar encontrarse con ella no era una opción, pensó Nick, aunque le haría la vida mucho más fácil. Su mera presencia bastaba para desequilibrarlo.
Sumido en sus pensamientos, respiró hondo e intentó controlar la rabia que, otra vez, amenazaba con apoderarse de él. Si Miley quería fingir, entonces los dos fingirían. Él podía enseñarle la lección que ella precisaba aprender. Miley había querido encontrar un marido rico y, a su manera, él podía mostrarle cómo había dejado escapar a uno.
Se acostaría con ella, se ganaría su amistad y su confianza y, cuando Miley pensara que las cosas iban de maravilla entre ellos, le haría lo mismo que ella le había hecho, planeó Nick.
Se iría sin mirar atrás.

Hola Hoy dos capitulos especialmente por qe Mayi qe estamos conversando y riendonos

espero les gusten
comenten 
las qiero besitos!*