martes, 28 de agosto de 2012

The Ex-Boyfriend Of His Sister cap.19




-Natashia y yo vivimos juntos dos años -le explicó Joe cuando estuvieron sentados en el sofá-. Hablamos de matrimonio, pero de alguna forma nunca llegamos a casarnos. Yo quería tener una familia.
-¿Y ella no?
-De ninguna manera. No estaba dispuesta a atarse con niños. A Natashia le gustan los fuegos artificiales y la diversión.
-¿Por eso rompisteis? ¿Porque tú querías niños y ella no?
-En parte supongo que sí, ahora que lo pienso. Pero hubo algo más inmediato que fue la gota que colmó el vaso.
-¿El qué?
-Después del accidente de Mirage, parecía que no iba a volver a andar.
-¿Y?
-Digamos que no fue capaz de digerirlo.
-¿Rompió contigo entonces?
-No. No fue tan sincera.
-No lo comprendo.
-No lo entenderías -contestó, y le acarició la mejilla-. Y decirte esto es hacerte un cumplido.
Su mano era tan cálida...
-Gracias. Continua.
-Natashia buscó consuelo en L. W.
-¿L. W. Creedy? ¿Que empezó a salir con él? Pero si debe tener sesenta años.
Joe se echó a reír.
-No menosprecies al bueno de L. W. Le encanta divertirse, tiene mucho dinero y él podía andar, a diferencia de cómo estaba yo en aquella época.
-¿Y cómo lo averiguaste?
-Un amigo me lo dijo. Los vio juntos, muy juntos en un club en Century City. La verdad es que no fue una gran sorpresa. Yo ya sabía que lo de Natashia y yo no iba bien. Cuando le dije lo que ese amigo me había contado lo de ella y L. W., se echó a llorar y me dijo que se sentía fatal. No me preguntes cómo ocurrió, pero luego me encontré consolándola yo a ella. Cuando por fin se calmó, estuvimos de acuerdo en que lo nuestro ya había terminado antes.
Demi se encogió con escepticismo.
-Lo aceptaste de maravilla.
-Por aquel entonces, ya no quedaba mucho entre nosotros. Ya te he dicho que yo me había dado cuenta de que todo había terminado ya. Lo peor para mí ya había pasado.
-¿Cuál fue la peor parte?
-Justo después del accidente, la primera vez que vino a verme al hospital. Había estado en el quirófano durante doce horas y aún estaba semiinconsciente, pero la oí hablar con L. W. antes de que se diera cuenta de que me había despertado. No es una mujer que sepa aceptar la debilidad de un hombre. Entonces supe ya que todo había terminado, así que, cuando me enteré de lo de los dos, ya había estado haciéndome a la idea.
-Entonces, ¿por qué se presentó en tu casa hace dos semanas? ¿Quería que lo volvieseis a intentar?
-En cierto modo, podría decirse que sí -contestó
Joe con ironía.
-¿En cierto modo?
-L. W. le mandó que viniera.
-¿Qué?
-Era una especie de oferta. Se suponía que tenía que engatusarme con sus encantos para después hacer me cambiar de opinión sobre lo del salto de Mount Shasta -le explicó, y se echó a reír-. Tu cara lo dice todo. Te he dejado de piedra.
-Pero si es su novia, ¿cómo iba a mandarle hacer una cosa así? Es decir, ¿se supone que tenía que... -Demi tragó saliva-... que seducirte?
-Esa era la idea en general.
-Por eso te enfadaste tanto cuando te dije que estaba en la puerta.
-Sí. Inmediatamente supe qué estaba tramando L. W., y no me gustó lo más mínimo. Pero más que L. W., Natashia y sus retorcidos esquemas, me preocupabas tú. Ver a Natashia te asustó de tal manera que saliste corriendo.
-Sí -admitió ella-. La verdad es que me molestó muchísimo. Apareció de pronto, como surgida de la nada, y era tan bonita que yo... bueno, supongo que... 
-¿Te pusiste celosa?
Demi le apretó la mano y confesó.
-Sí. Y confundida. Pero no me has contado qué ocurrió cuando os encontrasteis.
-No mucho. Le dije simple y llanamente que no iba a caer en la trampa de L. W.
Demi no se pudo resistir a seguir preguntando.
-¿Cocinaste algo para ella?
Joe pareció ofendido.
-Claro que no. Me deshice de ella inmediatamente.
-Bien.
-¿Por qué?
-Pues porque no se merecía probar tu cocina.
El bajó los ojos. Era evidente que se sentía complacido.
-En lo único que pensaba en aquel momento era en cómo iba a explicártelo a ti cuando llegases al día siguiente.
Demi se sintió culpable.
-Y yo no te dejé explicar nada.
-Es un fallo que tienes -le contestó, mirándola a los ojos.
-Lo sé. Estoy intentando corregirme.
-Bien. ¿Alguna otra pregunta?
-No. Por ahora, no.
Joe asintió.
-De acuerdo.
Por un instante se quedaron allí sentados, cogidos de la mano, sin decir nada, y Demi disfrutó mucho de aquel silencio. Por primera vez desde la aparición de Natashia, volvían a sentirse cómodos el uno con el otro. En el exterior, la tormenta continuaba con toda su furia.
Un poco más tarde, Demi le enseñó una de las dos habitaciones del piso superior. Le dijo dónde estaban las sábanas con cierta incomodidad. Todo aquello de dónde iba a dormir la hacía sentirse rara.
Pero él no parecía dispuesto a presionarla, y ella no pensaba echarse en sus brazos, así que después de mostrarle la habitación, le indicó dónde estaba el único baño de la casa, que estaba junto a la cocina, cerca de su propio dormitorio.
-Si quieres darte una ducha, hazlo ahora -le aconsejó-. El calentador es eléctrico, y si seguimos sin luz, nos vamos a quedar sin agua caliente.
-Sí que me apetece darme una ducha. Lo haré deprisa para que te quede agua caliente a ti también.
Mientras Joe aprovechaba su turno en el cuarto de baño, Demi se las arregló para bajar la cuna, con niña incluida, a la cocina. Allí estaría más caliente durante la noche, cerca de las brasas de la chimenea.
Demi se dio después una ducha y se metió en la cama, pero no consiguió quedarse mucho rato. Menos de una hora después, echó atrás la ropa y metió los pies en sus mocasines. Había oído que la niña empezaba a quejarse, pero se quedó junto a la cama, escuchando, para ver si volvía a dormirse, pero no tuvo tanta suerte. Las quejas crecieron en intensidad y se combinaron con gritos y gimoteos.
Demi encendió la lámpara de su dormitorio y se apresuró a entrar en la cocina.
-Vale, vale, ya estoy aquí. Tranquilízate.
Tardó otro instante en encender la otra lámpara y en coger a la niña en brazos para llevarla a su dormitorio y cambiarle los pañales. Eso le dio un momento de tranquilidad, pero la niña enseguida empezó a llorar de nuevo. Estaba claro cuál era el problema: hambre.
Se puso a la niña apoyada contra su hombro y le dio unas palmaditas en la espalda.
-Bueno, ya está. Ya sé lo que quieres. Vamos a ver qué podemos hacer.
Volvió a salir hacia la cocina, y en la puerta del salón se encontró con Joe, que se había metido sólo los vaqueros y los calcetines y que sonreía medio dormido.
-Estás preciosa con ese pijama -le dijo, pero antes de que ella tuviera tiempo de enrojecer, añadió-: ¿Qué le pasa?
Demi se recordó que debía prestar atención a la niña, y no al pecho y a los brazos de Joe.
-Creo que tiene hambre.
-¿Y qué vamos a hacer?
Demi acunó a la niña mientras intentaba decidir.
-Vamos a probar con plátano machacado y después le daremos leche rebajada con agua para beber.
-Bien.
Joe se puso manos a la obra con el plátano y después cogió a la niña para que Demi pudiese darle de comer. Todo parecía ir bastante bien.
Después, pusieron la leche tibia en uno de los biberones. Al principio, la niña hizo una mueca, pero después de unos minutos, empezó a tragar. Mientras Joe terminaba de darle el biberón, Demi atizó el fuego y puso dos enormes cacerolas con agua encima para poder tener después agua caliente para lo que pudieran necesitar.
Al final, hora y media después de que se hubiera levantado, la niña volvió a dormirse. Joe se la puso a Demi en los brazos, quien la metió en la cuna y la tapó con la manta.
Cuando la niña estuvo arropada, Demi se incorporó con intención de decirle a Joe que ahora podrían tener unas horas de tranquilidad, pero las palabras se que quedaron atascadas en la garganta porque Joe estaba observándola, y la expresión de su rostro la dejó sin respiración.



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