Miley abrió los ojos poco a poco, pero solo podía ver una nube blanca. Sentía como si la hubiese atropellado un camión, pero… ah, qué sensación tan maravillosa.
Tardó un momento en darse cuenta de que tenía la cara enterrada en la almohada y se incorporó con gesto impaciente para mirar alrededor.
Estaba sola en la habitación, su ropa cuidadosamente doblada a los pies de la cama; un sutil recordatorio de que debía marcharse en cuanto despertase.
Miley arrugó la nariz. Nick no se había quedado para decirle adiós y nada indicaba que había pasado la noche con ella porque su lado de la cama estaba frío. No quedaba ninguna señal de que hubieran pasado la noche revolviendo las lujosas sábanas.
Suspirando, se cubrió con el embozo de la sábana y tuvo que sonreír al pensar que estaba siendo ridículamente pudorosa.
Pero Nick lo había dejado bien claro: no quería encuentros matutinos.
Miley dejó escapar un suspiro, sintiendo un cosquilleo al recordar lo que había pasado por la noche.
Sentía la tentación de darse una ducha porque su último intento había sido interrumpido por Nick, pero él quería que se fuera por la mañana y Miley no tenía intención de quedarse.
Eran las nueve, comprobó, mirando su reloj. Debería haberse marchado mucho antes, pero no había logrado dormir hasta el amanecer.
Cuando se levantó de la cama todos sus músculos protestaron. En realidad, le dolían músculos que nunca antes había usado.
Después de vestirse, entró en el cuarto de baño para intentar hacer algo con su pelo. Llevaba maquillaje en el bolso, pero no iba a molestarse. No tenía que impresionar a nadie y el coche la dejaría en su apartamento.
Después de desenredarse un poco el pelo, se hizo un moño que sujetó con un prendedor y se puso las gafas de sol.
Respirando profundamente, salió del dormitorio y se asomó a la escalera. No sabía si Nick estaba en casa, pero lo último que deseaba era encontrárselo, de modo que bajó de puntillas… y cuando llegó al vestíbulo se encontró con un hombre alto y serio de entre cuarenta y sesenta años.
–Señorita Cyrus, el coche está esperando.
–Ah, lo siento. ¿Lleva mucho tiempo esperando? El hombre sonrió.
–No, en absoluto. Venga, la acompaño.
Miley dio un paso adelante… y se detuvo bruscamente al recordar que había olvidado su abrigo. Pero cuando se volvió, el hombre tenía el abrigo en la mano.
–¿Me permite? –Gracias.
Nick le había dicho que hacía tiempo que no tenía relaciones, pero Miley tenía la impresión de que no era la primera mujer que pasaba por allí. El mayordomo, o lo que fuera, parecía tener los movimientos bien ensayados.
Cuando abrió la puerta se quedó sorprendida.
–¡Ha nevado! –Desde luego que sí. Al menos diez centímetros según las noticias.
El hombre le ofreció su brazo y Miley lo aceptó para bajar los escalones.
Seguía llevando los zapatos de tacón que había llevado por la noche y, aunque eran muy sexys, no eran apropiados para la nieve.
El mayordomo abrió la puerta del coche negro que la esperaba y se despidió con una sonrisa.
–Que tenga un buen viaje, señorita.
–Gracias –dijo ella.
El conductor arrancó y Miley se volvió para mirar la casa a la luz del día.
Era una construcción grande, pero no daba miedo como había pensado por la noche. Se parecía a las demás mansiones de la zona. La propiedad estaba rodeada de altos muros y debía ser muy grande porque no veía ninguna otra casa.
Sí, aparentemente Nick vivía una vida de recluso. Y después de haber disfrutado de su pasión, se preguntó cuántas veces llevaría a una mujer a su guarida.
Ese pensamiento la hizo reír. Pensaba en Nick como si fuera un monstruo cuando era todo lo contrario. Nicholas Jonas era pecaminosamente guapo y perfecto.
Y hacía el amor de maravilla. Tanto que sufriría los efectos de esa noche durante una semana.
Miley miró la imponente casa por última vez cuando el coche tomó la carretera y luego, suspirando, echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
Nick miraba el coche alejándose por el camino desde la ventana de su estudio.
Y siguió mirando durante unos segundos cuando desapareció de su vista.
Estaba inmóvil, con las manos en los bolsillos del pantalón. Le molestaba no saber qué iba a hacer. Sentía el deseo de hacer algo, pero no sabía qué. Solo sabía que estar en su casa, solo, de repente le parecía insoportable.
Era esa maldita mujer, pensó. Lo había pillado desprevenido. Tal vez había esperado alguien como Demi: dulce, tímida, inocente y necesitada de protección. Tal vez se había acostado con Miley porque su ego masculino lo necesitaba. O tal vez había pensado que estaba haciéndole un favor, cuando en realidad había hecho lo que llevaba deseando hacer desde el día que la conoció.
Pero Miley había puesto su mundo patas arriba. Miley Cyrus era una mujer segura de sí misma, que no tenía miedo de tomar lo que quería y la noche anterior lo había querido a él. Su ego debería estar tranquilo, pero se sentía raro porque los papeles se habían cambiado.
Era casi como si le hubiera dicho: «Estoy dispuesta a acostarme contigo, pero no quiero saber nada de ti».
Miley había tomado el control y él había actuado como un adolescente enloquecido la noche anterior. Nada que ver con el hombre serio y controlado que le gustaba mostrar ante el mundo.
Y eso le molestaba mucho.
Sacudiendo la cabeza, Nick volvió al dormitorio y entró sin hacer ruido; lo cual era una estupidez porque la había visto salir de su casa.
Pero la presencia de Miley seguía allí y podía oler su perfume… Miró entonces las sábanas arrugadas, una de ellas en el suelo.
Deberían haber dormido en el cuarto de invitados, pensó entonces.
Él no llevaba mujeres a su dormitorio. Nunca. Si hubiera pensado con la cabeza la noche anterior se habría quedado en el piso de abajo para no invadir la zona privada de su casa.
Pero en lo único que podía pensar la noche anterior era en llevarla a su cama lo antes posible.
El deseo era un asco, una amante controladora y voluble de la que no se podía escapar. Pero tal vez después de haber hecho el amor con Miley durante horas no perdería la cabeza cada vez que la viese.
El instinto le decía que eso no era verdad, pero tenía que creerlo.
Nick entró en el baño.
Había tirado todo lo que había sobre la encimera para sentar allí a Miley y hacerle el amor de nuevo.
Y había al menos dos preservativos en el suelo.
Suspirando, Nick tomó un pañuelo de papel para recogerlos y tirarlos a la basura cuando se le aceleró el corazón.
Se quedó inmóvil, incapaz de creer lo que estaba viendo… y luego masculló una serie de palabrotas, con el estómago encogido y la frente cubierta de sudor.
Cerró los ojos, deseando que no fuera verdad, pero cuando volvió a abrirlos vio la prueba irrefutable en su mano.
Uno de los preservativos estaba roto.
Hola Niñas Lamento no haber subido mas capis pero mi compu murio :(
pero solo por unos dias estoi subiendo de una compu emprestada y estos capis ya los tenia comenzados como borrador asi qe dije poes los subo pronto subire mas capis
las qiero un mucho!!!
gracias por sus comentarios
bueno me voi las qiero♥ de aqi al cielo y de regreso :*
CARAJOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
ResponderEliminarMIERDAAAAAAAAAA
PERDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON
QUE PASA CON TU ACTITUD MICHELLE (VOZ DE MAMÁ)
COMO ME DEJAS AHI? (VOZ DE MARI DE NUEVO) HAHAHAHA
DIOOOOOOOOOOOS
ESTA MUY BUENA HAHAHA
NO SE SI REIRME O PONERME A LLORAR
LA VERDAD ES QUE ME DA RISA TODO
HASTA LAS SITUACIONES MAS INOPORTUNAS
ME HACEN GRACIA, INCLUSO LAS MAS SERIAS
A VECES RIO DE TRISTEZA
LO SE SOY RARA
HAHAHAHA
BUENO NO, ULTIMAMENTE ESTOY TOMANDO LAS COSAS MAS
RELAJADAMENTE
BUENO YA EMPECE A HABLAR PENDEJADAS
HAHAHA
AMIGA ME GUSTA MUCHO ESTA NOVE Y ESPERO QUE LA CONTINUES PRONTO.
XOXOX
AWWWW COMO SE TE OCURRE DEJARLA AHI AUNQUE TE ENTIENDOO QUE MAL LO DE TU NOVE ESPERO Q SUBAS PRONTO Y CUIDATE...
ResponderEliminarBESOS LINDA