miércoles, 8 de agosto de 2012

Miley's Little Secret cap.11




Cuando retiraron el plato principal, Billy Cyrus se puso en pie y
golpeó su vaso de agua con el tenedor.
—Señoras y señores. Quiero decir cuánto significa este día especial
para Tish y para mí…
Jerry escuchó con paciencia varias rondas de brindis, pero para
entonces ya otros niños empezaban a congregarse en el umbral de la puerta o a desaparecer en el vestíbulo principal.
Jerry se inclinó hacia su madre.
—¿Puedo ir a jugar con los niños?
Ella le dejó ir después de hacerle prometer que se quedaría en la
entrada principal o en el salón de baile, donde ella pudiera encontrarlo.
—No salgas fuera; lo digo en serio.
—No saldré, mamá. Te lo prometo.
Media hora más tarde, cuando todo el mundo hubo hecho su brindis, Billy se levantó y anunció que el grupo de música se trasladaba al salón de baile. Fuera tronaba y los relámpagos iluminaban el cielo oscurecido.
Billy soltó una carcajada.
—Estamos en Texas, amigos. Y ninguna tormenta nos va a estropear la diversión.
La multitud se echó a reír. Algunos aplaudieron.
Nick apartó la silla y le ofreció la mano a Miley .
—El primer baile es para mí —dijo.
Y ella aceptó su mano.

Eran poco más de las ocho, aunque fuera, debido a las nubes, parecía ya de noche. Llovía con fuerza y se veía todavía algún relámpago que otro. Miley bailaba en brazos de Nick y tenía la sensación de haber retrocedido en el tiempo y de que volvía a revivir la noche del baile de graduación.
Era otra vez aquella noche…
Pero mejor.
Porque esa vez no había farsa. Esa vez Nick no la llamaba Hannah,
sino que sabía con quién bailaba. Esa vez la magia era real.
Y se prometió que, cuando terminara la canción, lo llevaría a un
rincón tranquilo y le contaría el secreto que había guardado tanto tiempo.
Seguramente eso lo estropearía todo, pero ella no podía mentirle
más. Seguramente se pondría furioso, pero no lo pagaría con Hannah y Liam, no les estropearía la fiesta. Él no era ese tipo de hombre. Se acercó más a él.
—Me pregunto…
Él la abrazó por la cintura.
—¿Qué? —le susurró al oído—. Lo que tú digas.
—Unos minutos a solas…
Él soltó una risita.
—Yo pensaba lo mismo —le soltó la cintura pero no la mano, y echó a andar con ella entre las parejas.
Primero probaron en el vestíbulo principal, pero allí estaban la mayor parte de los niños, jugando en las escaleras o persiguiéndose entre los sillones.  Miley vio a Jerry jugando con un par de chicos cerca del mostrador de recepción. Llevaba la corbata casi quitada y la chaqueta no estaba a la vista. Miley lo saludó con la mano y él le dedicó una sonrisa feliz y volvió a su juego.
Pasaron un arco y entraron en un pasillo, pero no estaba vacío. La
gente iba y venía de un salón situado al final.
Probaron en el comedor, pero los camareros seguían ocupados con la tarea de limpiar después del banquete.
—¿Desean algo, señor Miller? —preguntó uno de ellos.
—No, no —repuso Nick.
Entonces les llegó la voz de Billy desde el salón de baile, amplificada por los altavoces del club.
—Y ahora el gran momento. Vamos a cortar la tarta…
Nick tiró de Miley de vuelta al salón. Con tantos invitados por todas
partes, no era fácil encontrar un rincón tranquilo, así que Miley se resignó y pensó que aquél no era el mejor momento.
Pero se lo diría esa noche, más tarde. Enviaría a Jerry a casa con sus padres y lo acompañaría al rancho o donde fuera. No importaba. Sólo necesitaban un lugar donde no los molestaran.
Sí, eso sería mejor que intentar explicárselo todo en ese momento, en mitad de una fiesta. Mucho mejor si estaban los dos solos de verdad donde no podían interrumpirlos. Eso sería preferible.
Además, si esperaba a después de la fiesta, tendría unas horas más
de magia con él antes del momento de la verdad.
En ese momento llegaron al salón de baile y Nick siguió andando
hacia las puertas dobles que daban a la galería. Lo cual era una locura, ya que fuera había rayos y truenos y llovía sin cesar.
Miley clavó los talones en el suelo.
—No podemos ir ahí.
Él apenas la miró.
—Está bajo techo. Lo peor que puede ocurrir es que el viento te
alborote el pelo.
Tiró de ella, que tuvo la sensación de que todo se volvía de pronto
loco y salvaje, tan salvaje como el viento que podía oír aullar detrás de las paredes del club. Uno de los camareros se acercó a su padre, que estaba en el escenario al lado de la mesa de la tarta, y le susurró al oído. Miley oyó a Billy decir:
—Amigos. Amigos, atención, por favor. Tenemos un problemilla,..
No oyó el resto. Nick había empujado la barra que abría la puerta y
los dos salían por ella. La puerta se cerró instantáneamente y estuvo a punto de pillarle la falda larga del vestido, pero Miley consiguió rescatarla en el último momento.
Un golpe de viento le levantó primero la falda y después la aplastó
contra sus piernas. El pelo se soltó de las horquillas y le voló sobre los ojos y la boca.
Más allá del tejado del porche llovía con violencia y las gotas gruesas de lluvia se mezclaban con granizo. Seguían los relámpagos y los truenos.
El personal del club había retirado los cojines de los sillones y sofás y los esqueletos de hierro de los muebles parecían formar un baile extraño sobre las tablas de madera.
Miley se apartó unos mechones de pelo de la boca.
—No creo que…
—Por aquí —él la llevó al rincón donde la pared del salón se
prolongaba hacia los escalones anchos de la entrada y la apoyó en la pared de modo que quedara protegida del viento. Colocó una mano a cada lado de ella.
—¿Mejor?
Miley no sabía qué decir. Lo miró y supo que iba a besarla y también que ella no lo iba a detener. Aun así, intentó hacer un esfuerzo.
—Creo que deberíamos.
—¡Chist! —susurró él.
Nick ignoró la furia de la tormenta. Él le rozó la sien con los labios.
—Juro que pensaba ir despacio —susurró—. Pero ya no quiero hacerlo. Quiero besarte. Por favor. Dime que está bien.
—¿Bien?
Estaba más que bien… excepto porque ella debería decirle antes lo
de Jerry. Debería decírselo y después, si él todavía quería besarla, ella no se lo impediría.
Pero había un problema.
Se ahogaba en los ojos cálidos de él. La tormenta, los trescientos
invitados del otro lado de la pared todo eso dejó de existir. El mundo se volvió silencioso e inmóvil. Habían entrado en el centro de su tormenta privada y allí sólo existía Nick, que quería besarla. Y Miley, que ansiaba ese beso.
Levantó el rostro hacia él.
—Di que sí —susurró Nick.
Y ella lo dijo.
—Sí.
Y él bajó los labios.



1 comentario:

  1. aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
    (grito de desesperacion!)
    mitchie por que lo dwjas ahi!
    en lo mas emocionante
    aaaaaaaaahhhhhhhhhhh!
    ahora me voy a volver loca en pensar si miley se lo va a decir o no!!

    snif..
    por favor sigela :)
    me encanta :D
    por favor amiga sube lo mas pronto posible C:
    y si puedes subes White Lies tambien esta bunisisisiisima :D las amo♥

    bueno eso es todo amiga byee
    tqm♥ besitos
    espero que ya estes bien C:

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