domingo, 12 de agosto de 2012

A Great Love cap.14






Al día siguiente iría a la galería, la invitaría a almorzar, y admitiría su derrota. Solo esperaba que ella pudiera perdonarlo.
Cuando terminó el concierto, Randall acompañó Danielle a su casa andando, ya que se encontraba solo a un paseo del centro cívico.
— Ya no queda nada para que termine las prácticas en el hospital — iba diciéndole Randall mientras caminaban—, y el año que viene me estableceré por mi cuenta. Sí, señor, pienso tener mi consulta privada e Houston. Si nos casamos en... digamos diciembre, podríamos mudarnos a finales de enero.
Danielle se detuvo, y lo miró fijamente.
— Quieres decir que tendrás una consulta si mi madre nos da una cantidad sustancial como regalo de bodas — lo corrigió.
Sin embargo, en su voz no había reproche. Conocía de sobra las ambiciones de Randall, y lo cierto era que estaba tan desesperada por alejarse de Kevin, que ya todo le daba igual, pero el joven no se había esperado aquello.
— Danielle, yo...
— Sé que no te mueres exactamente de amor por mí, Randall — lo cortó ella quedamente—. Y sé que no eres un hombre de una sola mujer. No me importa. Estoy dispuesta a casarme contigo.
Al ver la mirada apagada en sus ojos, Randall se sintió culpable por primera vez. Era verdad que no la amaba, pero sentía afecto por ella.
— Haces que suene como si fuera una transacción comercial.
— ¿Y acaso no es eso lo que será? — Replicó ella—.Tú tienes tus ambiciones, y mi madre te avalará. Trabajarás duramente y te convertirás en un médico de renombre. Yo me dedicaré a
pintar, me encargaré de dar instrucciones a nuestra ama de llaves sobre la casa, y seré la perfecta anfitriona en nuestras fiestas — añadió renunciado a sus sueños de una vida junto a Kevin y un
hogar en el campo, rodeada de las risas de sus hijos.
Randall dejó escapar un suspiro y la tomó entre sus brazos.
— Yo... Tú te mereces algo mejor, Danielle — le dijo de pronto, sorprendiéndola.
La joven apoyó la mejilla en su pecho y sonrió.
— Cuando quieres eres un verdadero encanto, Randall.
— Soy consciente de mis defectos, Danielle — murmuró él—. Sé que no soy perfecto, pero me siento muy a gusto a tu lado. Contigo siento que puedo ser yo mismo, que no tengo que fingir.
Cuidaré de ti, te lo prometo, e intentaré ser discreto a partir de ahora.
— No me importa, Randall, de verdad — le dijo ella. Y era la verdad. No lo amaba, y sus infidelidades no podían siquiera magullar su ya maltrecho corazón—. Se lo diremos a mi madre
cuando lleguemos a casa.
Randall asintió, la tomó de la mano con una sonrisa, y continuaron caminando. Danielle le había devuelto la sonrisa, pero por dentro se sentía cada vez más desolada ante semejante perspectiva de futuro.
— ¿Qué os vais a casar? — balbució la señora Deleasa cuando le dieron la noticia. Lo cierto era que ninguno de los dos parecía particularmente entusiasmado.
— Exacto — confirmó Randall con una sonrisa—. Espero que nos dé usted su bendición, señora Deleasa. Voy a cuidar muy bien de Danielle.
Angela Deleasa se habría sentido un poco más feliz si al menos le hubiera dicho que amaba a su hija. Miró a Danielle, y sintió deseos de llorar al ver lo resignada que parecía y su mirada apagada.
Sabía que estaba dispuesta a dar aquel paso únicamente para olvidar a Kevin, estaba segura, pero su hija tenía edad suficiente para decidir qué quería hacer con su vida.
— Por supuesto que tenéis mi bendición — les dijo forzando una sonrisa—. Espero que seáis muy felices. Bueno, ¿y cuándo pensáis casaros?
— En navidades — contestó Danielle quedamente. Randall asintió.
— Me tomaré un par de días libres y nos iremos de luna de miel.
— Randall quiere establecerse por su cuenta en Houston — añadió Danielle. Al menos allí no vería a Kevin a diario.— Oh, me parece algo muy loable — dijo su madre con cierta tirantez—. Está muy bien que los jóvenes tengáis ambiciones y deseos de prosperar. Por supuesto puedes contar con mi ayuda para lo que necesites, Randall — le dijo, observando el alivio que se dibujó en el rostro del estudiante de medicina.
Se sentía como si le estuviese entregando una dote por su hija, pero tampoco quería verla vivir con estréchese. Además, era obvio que Kevin no estaba interesado en ella. Últimamente se lo veía siempre acompañado de Nina, e incluso había oído que pasaban todas las tardes por delante de la galería, como si quisiera que Danielle los viera. Nunca había pensado que Kevin Jonas pudiera ser un hombre cruel, pero parecía que Danielle había hecho aflorar esa vena en él. La señora Deleasa frunció los labios. Tal vez aquel matrimonio fuera lo mejor. Así, al menos, cuando Kevin se enterase de que Danielle iba a casarse, tal vez dejaría de atormentarla.
— Mañana mismo iremos a comprar el anillo de compromiso — le dijo Randall a Danielle—. ¿Qué clase de anillo te gustaría?
La joven sonrió débilmente.
— Algo sencillo, una esmeralda — contestó.
— ¿Una esmeralda? — repitió él, enarcando las cejas..
— No hace falta que te gastes mucho dinero — le dijo ella—. Después, cuando ya estés bien colocado, puedes comprarme algo ostentoso si quieres.
Randall contrajo el rostro. Lo hacía sentirse ruin.
— Danielle, te compraría un arcón lleno de diamantes si pudiera — dijo de corazón—, tú vales eso, y mucho más.
Angela Deleasa lo miró gratamente sorprendida y sonrió. Aquello sonaba un poco más prometedor. Tal vez después de todo, Randall no resultaría un mal marido para su hija. ¡Si tan solo Danielle pudiera llegar a amarlo a él...!
— Podemos ir a comprarlo cuando yo salga de trabajar — sugirió Danielle—. Acércate a recogerme e iremos desde allí.
Después del trabajo... La hora a la que Kevin solía pasar por allí con Nina del brazo... La señora Deleasa tuvo que darse la vuelta para que Randall no viera la sonrisa maliciosa que se había dibujado en sus labios. Bien por Danielle. No iría mal que le demostrara a Kevin que ya no estaba muriendo de amor por él.



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