domingo, 5 de agosto de 2012

White Lies cap.5







Nick miró a Miley. Aunque deseaba estar en cualquier otro sitio, no pudo dejar de mirarla y recordar. Como ella se había puesto a leer de nuevo, aprovechó para observarla, fijándose en la manera en que el pelo le caía sobre la cara. Ella se lo apartó con aire ausente, dejando su rostro al descubierto. Ese rostro que lo había enamorado desde el principio…
Nick podía recordar a la perfección la primera vez que la había visto. Cuando se había colado por la ventana del baño para entrar en su apartamento, Miley lo había visto antes de que lo viera Whitman. A través de gestos, él la había animado a calmarse y a no delatarlo. Con su experiencia y su destreza, había conseguido vencer a Whitman con sólo un par de patadas. Whitman había caído al suelo antes de darse cuenta de qué había pasado.
Entonces, Miley, en estado de shock, se había lanzado a sus brazos, abrazándolo como si su vida dependiera de ello. Incluso después de que la policía hubiera entrado y esposado a Liam Whitman, ella había seguido aferrada a él, como si estuviera demasiado conmocionada para soltarlo. Después, él había escoltado al coche patrulla que la había llevado al hospital para que la examinaran. También había ido a verla a su casa al día siguiente, para reparar la ventana rota.
Durante las semanas siguientes, Nick había buscado una excusa u otra para verla y, cuando había sabido que su ex novio había sido puesto en libertad bajo fianza en espera de juicio, se había propuesto pasarse por casa de Miley un par de veces cada noche para asegurarse de que estuviera bien. La mayor parte del tiempo lo habían pasado sentados en su salón, charlando.
En aquellos tiempos, Miley le había contado muchas cosas de su vida. Nick sabía que había sido criada por su tía y que había dejado su pueblo natal de Birmingham, en Alabama, para perseguir su sueño de ser actriz en California o, mejor aún, casarse con algún millonario.
Por aquel entonces, él había pensado que ella había bromeado pero, meses después, había descubierto que lo había dicho en serio.
Después de haberse enamorado de Miley, había descubierto que ella había estado buscando a un hombre mucho más rico que él.
De pronto, la rabia se apoderó de él y Nick intentó controlarla. A pesar de que habían pasado siete años, seguía sintiéndose furioso. Maldijo para sus adentros, pero ella debió de oírlo porque levantó la vista y sus miradas se encontraron de nuevo.
Nick quiso apartar la mirada pero no pudo. Cerró el armario y se propuso salir directamente del despacho. Sin embargo, por alguna extraña razón, no lo hizo.
Guiado por un impulso, Nick cruzó la habitación hacia el escritorio. Seguía molesto porque ella lo hubiera dejado por otro hombre. Un hombre que, por lo que le habían dicho, había sido lo bastante viejo como para ser su padre.
Miley se puso en pie.
–¿Qué te pasa? –preguntó ella, retrocediendo hasta tocar la pared con la espalda.
Nick esbozó una sonrisa forzada.
–No me pasa nada, Miley.
–¿Qué crees que estás haciendo? –musitó ella.
–Sigues haciendo demasiadas preguntas –murmuró él, segundos antes de besarla.

En el momento en que sus bocas se tocaron, Miley supo que debía apartarse y rechazar ese beso. Tenía todo el derecho a hacerlo. Sin embargo, aquel pensamiento se desvaneció enseguida mientras él la besaba como solía hacerlo antaño.
Darius deslizó la lengua en su boca y, cuando las dos lenguas se entrelazaron, Summer supo que estaba perdida. Los recuerdos del pasado desaparecieron y se sintió poseída por las sensaciones del momento. Era increíble el efecto que Darius podía causar en ella.
Y no se trataba sólo de su lengua, era mucho más que eso, pensó Summer, sintiendo su calor corporal y sus brazos sosteniéndola de la cintura con fuerza. Ella le rodeó el cuello con los suyos.
Miley llevaba siete años sin haber besado a ningún hombre. Siete años en los que se había negado ese placer, además de otros muchos. El deseo de todo aquello que se había perdido volvió de golpe a su mente, gracias a él.
Entonces, cuando Nick la apretó contra su cuerpo, Miley tuvo que admitir para sus adentros que, después de todo aquel tiempo, todavía se sentía atraída por él y él por ella. Había cosas que no cambiaban, pensó. Entre ambos había química, atracción física, tensión sexual. El deseo era una fuerza poderosa, sobre todo cuando se veía acompañado por un largo tiempo de abstinencia.
Nick se movió un poco para besarla en más profundidad y la sujetó de la cintura con más fuerza. La saboreó de un modo que no había hecho nunca antes. Deslizó la lengua de un lado de su boca al otro, como si quisiera reconocer su sabor.
Entonces, capturó la lengua de ella con la suya y empezó a moverla y a acariciarla, haciendo que a ella le temblaran las rodillas. El deseo crecía y crecía dentro de ella, apoderándose de cada poro de su piel, desbocando su pasión.
Miley le recorrió los hombros y la espalda con las manos y él se estremeció.
A pesar de que ella no le quería dejar ir, Nick separó sus bocas. Miley tomó aliento. El beso había sido inesperado por completo y la había dejado sin respiración y sin palabras.
Entonces, Miley se dio de bruces con la realidad. Se puso tensa y se dijo que no debía dejar que Nick creyera que podía hacer con ella lo que quisiera. Ni que podía ser de nuevo el dueño de su corazón con el único propósito de llevársela a la cama.
Era demasiado tarde, pero Miley empezó a lamentar lo que había hecho. Nick la observó con intensidad y ella se preguntó si, con ese beso, él habría querido demostrar algo. Era probable, pensó, pero se equivocaba si pensaba que ella iba a echarse a sus pies.
–Si quieres conservar tu trabajo, Nick, te aconsejaría no volver a hacerlo nunca más –le espetó ella en tono cortante–. Si lo haces, informaré de ello al Club de Ganaderos de Texas. Estoy segura de que pueden contratar a cualquier otra compañía de seguridad para hacer tu trabajo.
Miley creyó ver una sonrisa en sus labios antes de que él esbozara un gesto muy poco amigable.
–¿Y qué pasa si tú me has besado también? Has gemido en mi oído. Has frotado tu cuerpo contra el mío –señaló él en tono de burla.
Miley se sonrojó. ¿Sería cierto que había hecho todo eso mientras la había besado? De acuerdo, era verdad que le había correspondido con el beso, tal vez había gemido un par de veces… ¿pero también había frotado su cuerpo con el de él? Había sentido una pasión tan intensa que también había sido posible, reconoció para sus adentros. Sin embargo, no significaba que le fuera a dar carta blanca para besarla siempre que él quisiera. Tenía que asegurarse de que Nick lo comprendiera.
–Yo te he avisado, Nick. Kevin Novak, del Club de Ganaderos, va a reunirse conmigo esta semana para ver cómo van las cosas en el centro de acogida y hablaremos de posibles mejoras. Estoy segura de que este trabajo te viene muy bien y odiaría tener que pedir que te echaran, pero lo haré si no mantienes tus manos lejos de mí.
Nick la miró a los ojos durante más tiempo del necesario y dio un paso atrás. Era evidente que se había dado cuenta de que hablaba en serio, pensó Miley. Hubo un largo silencio mientras se miraban el uno al otro. Entonces, para su sorpresa, él sonrió.
–Has disfrutado del beso tanto como yo y es lo que pienso decirle al señor Novak si me pregunta algo. Si estás pensando en dejarme sin trabajo, entonces tú me acompañarás al paro. El Club de Ganaderos te contrató para cumplir con tu tarea, igual que a mí –señaló Darius y la miró con gesto severo–. Y tengo que recordarte que llevo viviendo en Somerset mucho más tiempo que tú. La gente de por aquí sabe que soy un buen profesional y elijo bien a mis amigos. Tengo una reputación inmaculada. Ésta es una ciudad bonita y sus habitantes están muy unidos. Tú eres la extraña aquí, Miley, no yo. Pero voy a complacerte. Serás tú quien dé el primer paso para el próximo beso. Hasta entonces, estarás a salvo conmigo.
Miley levantó la barbilla, preguntándose cuándo se habría vuelto él tan arrogante, tan seguro de sí mismo. Era un gesto de altanería asumir que intentaría acercarse a él.
–Eso no pasará nunca.
Nick sonrió.
–Pues supongo que, entonces, estarás a salvo conmigo.
Miley estaba a punto de darle una réplica cortante cuando sonó un móvil.
–Si me disculpas… –dijo él.
Miley observó cómo Nick se sacaba el móvil del cinturón de trabajo. Sería alguna mujer quien lo llamaba, pensó.
Nick murmuró unas palabras al teléfono y la miró.
–Tengo que atender esta llamada. Recuerda lo que te he dicho –le advirtió él. A continuación, se giró y salió del despacho.





esto es todo de esta nove si mas tarde puedo continuo con las demas !!
besos las amo♥


1 comentario:

  1. wow me encantoooooooooooo el mini maraton..
    ya quiero saber lo que verdaderamente pasoooo...
    please siguelaaa..

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