Tal como había esperado Danielle, a las ocho menos diez de la tarde del día siguiente, Kevin pasó por delante de la galería como de costumbre, solo que aquella vez, Nina no lo acompañaba,
y además, entró en la tienda. Danielle frunció el entrecejo extrañada, y se puso a revisar unos albaranes, fingiendo estar atareada. Por suerte, el señor Taylor estaba allí también.
— Ah, buenas tardes, Evan — lo saludó el dueño con una sonrisa—. Me alegro de verte.
¿Estás buscando algo en particular?
A Kevin la presencia de Brand Taylor lo había pillado por sorpresa ya que, la mayor parte de los días anteriores, cuando había pasado con Nina por delante de la galería, Danielle estaba sola. Ya era mala suerte...
— No, solo quería echar un vistazo — contestó.
— Bien, bien, adelante. Danielle te informará de los precios si ves algo de tu agrado.
Kevin miró en dirección a la joven, pero ella ni siquiera se dignó a levantar la cabeza de los papeles que tenía en las manos. Él empezó a pasearse por entre los cuadros expuestos, y observó con curiosidad que Danielle lanzaba de vez en cuando furtivas miradas hacia la puerta, como si esperara ver aparecer a alguien que la rescata. Lo cierto era que no le extrañaría si así fuera, después del modo en que la había tratado.
Mientras la observaba, advirtió que parecía haber perdido peso, que estaba algo pálida, y que tenía ojeras. Se acercó hacia ella, sintiéndose como una sabandija cuando vio que daba un
respingo, como si le tuviera miedo. ¿Cuánto daño podía hacérsele a alguien sin pretenderlo?
— ¿Puedo ayudarte en algo? — le preguntó ella en un tono tirante, obligándose a mirarlo.
Kevin pudo leer el dolor en sus ojos azules.
— Danielle, yo... — comenzó inseguro.
Sin embargo, en ese momento se oyó la campanilla de la puerta al abrirse, y los dos giraron la cabeza. Era Randall, que saludó al señor Taylor antes de acercarse a Danielle.
El joven sabía muy bien cuáles eran los sentimientos de Danielle hacia Kevin, y también sabía lo que estaba sufriendo por su causa. Tal vez por eso, se despertó de pronto en él un instinto protector que ignoraba que tuviera, y rodeó la cintura de Danielle y la besó dulcemente en la mejilla, consciente de que el ranchero lo estaba mirando como si quisiera matarlo.
— Hola, cariño — le dijo a la joven—. ¿Lista para irnos?
— Sí — musitó Danielle—, iré a por mi bolso — y fue a la trastienda.
— Vamos a comprar los anillos — le dijo Randall a Kevin, observando la expresión de su rostro—. Danielle y yo vamos a casarnos en Navidad.
«Vamos a casarnos, a casarnos, a casarnos...». Las palabras se repitieron como un eco en la mente de Kevin hasta casi enloquecerlo. Danielle iba a casarse con Randall... Iban a comprar los anillos... No, era imposible. Él había ido a la galería para pedirle perdón a Danielle, a ponerse de rodillas ante ella si era necesario, a pedirle que tuvieran su primera cita, a construir una relación
con ella... Pero Randall se le había adelantado.
Todo era culpa suya. La había herido, atormentado... incluso él mismo la había alentado a aceptar la proposición del estudiante de medicina. Durante el resto de su vida iba a tener que vivir con aquello, y con el conocimiento de que ella no amaba a Randall pero iba a casarse con él.
— ¿No vas a darnos la enhorabuena? — Lo provocó el joven—. Voy a hacerla muy feliz.
« ¿Y cómo crees que vas a conseguirlo cuando es a mí a quien ama?», Se dijo Kevin con amargura. Se metió las manos con rabia en los bolsillos y se mordió la lengua, girándose atormentado hacia Danielle cuando regresó con su bolso.
— Cuando quieras, Randall — le dijo al joven con voz queda.
Kevin seguía mirándola fijamente y, al mirarla de cerca, casi le costó trabajo reconocer a su Danielle en la chica que tenía delante. El brillo de sus ojos se había apagado, como si el espíritu travieso y alegre que siempre le había parecido que habitaba en su interior la hubiera abandonado. Daba la impresión de que de la noche a la mañana se había convertido en una mujer de mediana edad.
— Bueno, pues nos vamos — dijo Randall sonriendo, mientras la tomaba del brazo—. Hasta luego, Kevin.
Este los vio salir de la galería con los ojos de un hombre al que fueran a ahorcar. Iba a casarse con Randall...
— ¡Dios, no! — masculló en voz baja, saliendo del estado de trance en el que estaba. Tenía que detenerla. Pero cuando salió de la tienda, sin despedirse siquiera de Brand Taylor, se tropezó
con Nina, que doblaba la esquina en ese momento.
— ¡Ah, aquí estás! — lo saludó alegremente, colgándose de él.
Danielle, que iba caminando calle abajo con Randall la oyó, pero no se dio la vuelta. Por un instante, había pensado que tal vez Kevin había ido a la galería para verla, pero solo había quedado allí con la modelo, para atormentarla a ella, como los días anteriores. Entrelazó su mano con la de Randall y la estrechó con fuerza, siguiéndolo como una zombi, y escuchando sus planes para el fin de semana sin oír en realidad una palabra.
Durante los días que siguieron, Kevin estuvo muy callado e irritable, ahogando sus penas con el trabajo en el rancho, como para castigarse por lo que había hecho, y agotando también a sus
hombres, como si tuvieran que sufrir con él.
— No había visto a tantos de nuestros peones un domingo en la iglesia desde hacía tiempo — murmuró Denise Jonas divertida una noche mientras cenaban en familia—. Seguro que todos habían ido a pedirle a Dios «por favor, señor, líbranos de Kevin, y no nos dejes caer en la tentación, amén».
Los demás se rieron, pero Kevin frunció el ceño molesto.
— No tiene gracia — masculló.
Demi lo miró sorprendida. No parecía el mismo hombre jovial al que había conocido un año atrás.
— Demonios, me recuerdas a mí mismo, tal y como solía comportarme antes de que se cruzara en mi camino este ángel — dijo Joe, acariciando amorosamente cabello de su esposa
—todo espinas y pinchos.
Kevin no contestó, sino que apuró su café y se levantó de la mesa.
— Os veré luego.
— ¿Sales otra vez con Nina? — inquirió Nick.
— ¿Con quién sino? — contestó Kevin sin mirarlo saliendo por la puerta.
Fueron a Houston, a ver un musical, y con quién irían a encontrarse sino con Randall, y acompañado el una joven que no era Danille, sino una rubia alta con un vestido que no dejaba nada a la imaginación.
En el intermedio, Kevin se acercó a ellos, mirándolo con ojos relampagueantes, como si quisiera matarlo.
— Pensaba que estabas comprometido — le dijo con aspereza.
— Y lo estoy, esta es mi prima Wendy — contestó Randall.
— Seguro que sí.
— Escucha, Kevin — le dijo Randall—, Anna y yo tenemos un pacto, así que mis asuntos no son de tu incumbencia.
— ¿Sabe que has salido con tu «prima»? — insistió Kevin.
— No, pero pienso decírselo. No tengo intención de engañarla — le respondió Randall con sinceridad—. Al menos, Danielle estará mejor conmigo que contigo — añadió fríamente—. Yo nunca
la heriría del modo en que tú lo has hecho.
Kevin explotó y lo agarró por las solapas de la chaqueta, pero un par de empleados del teatro lo sujetaron al ver que podía armarse una pelea, y Kevin se apartó antes de que lo pusieran en la
calle. Giró sobre sus talones resoplando, y regresó junto a Nina entre los murmullos de los demás asistentes.
— ¿A qué ha venido eso? — exigió saber la modelo, cruzándose de brazos. Estaba empezando a estar harta de los arranques de celos de Kevin—. ¿Otra vez intentando controlar la vida de Danielle?
Los oscuros ojos de Kevin le dirigieron una mirada de advertencia.
— Danielle es asunto mío.
— Querrás decir de Randall — le espetó Nina, sin dejarse intimidar—. Es con él con quien se ha comprometido.
wow me encantooo
ResponderEliminarkevin por fin reaxiono
muriendooooo en
ResponderEliminar5
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¿como me haces esto?
seguilaaaaaa, Micheeee por favoor
y graciiiiiiiiiiiiiiiias
:´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´(
:''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''(
y muchos besossss
lagrimoosos.
Estuvo muy triste estos dos caps
:´´´´´´´´´´´´´´''''''''''''''''''''''''(
muero