Miley's Little Secret cap.15

Menos de un minuto después de que Hannah le contara la verdad sobre aquella noche de once años atrás, el doctor Jover, que se había hecho cargo de Miley a su llegada al hospital, apareció en la puerta de la sala de espera.
Hannah se puso en pie.
—¿Podemos verla? Sólo unos minutos, por favor.
El médico le sonrió.
—Ahora descansa tranquila. Y en cuanto a la visita, ¿cómo podría
negarle nada a una novia tan hermosa?
Liam se levantó enseguida y apretó a Hannah contra su costado para dejar claro que aquella novia ya tenía dueño.
—Gracias. ¿En qué habitación está?
Hannah miró a Nick, que seguía sentado.
—Vamos. Ya podemos entrar…
Él se levantó despacio; se sentía mareado. Se acercó al médico.
—¿Seguro que está bien?
El guapo doctor sonrió.
—Muy bien. Creo que ya podemos decir que está fuera de peligro.
Hannah se estremecía de impaciencia.
—Vamos, Nick…
Pero él no quería ir. No podía verla en ese momento porque no podía fiarse de no…
—Creo que será mejor que vaya a ver a tus padres y les dé la buena
noticia. Y también a Jerry, si está despierto todavía.
A Jerry… a su hijo…
Pero un momento… Todavía había otro hombre de la noche siguiente a la que Miley había pasado con él.
¿O no lo había? ¿Quién podía saberlo? Sólo Miley, quien hasta ese
momento le había contado una mentira tras otra. Tenía muchas cosas que decirle y ninguna bonita… y por eso no se atrevía a verla tumbada en una cama y con puntos en la cabeza.
—Pero Nick, no hace falta que vayas a casa. Podemos llamar a mis
padres y seguro que Miley quiere verte y…
—No —él retrocedió un paso y levantó una mano—. Tengo que irme. Dile que la veré… muy pronto. Dile que se mejore rápidamente.
Se volvió y salió al pasillo sin dar tiempo a Hannah a contestar.
Un minuto después salía a la oscuridad de la noche. Había dejado de llover; el viento había empujado las nubes y el cielo se había quedado raso y cuajado de estrellas. Se metió la mano al bolsillo para buscar las llaves y se dio cuenta de que su coche estaba en el aparcamiento del club de campo, tal vez enterrado entre escombros o aplastado por un roble. No lo sabía y en ese momento no le importaba.
Le importaba llegar a casa de los Cyrus y ver a Jerry. Pero el
hospital estaba a quince kilómetros del hospotal y en la zona no
había taxis. Se quedó mirando las estrellas y pensó un momento. Podía llamar a su hermano, pero no quería sacarlo de la cama a esa hora.
Guardó las manos en los bolsillos y echó a andar aunque pensaba que era una estupidez. Tardaría horas en llegar a casa de los Cyrus.
Pero en ese momento no le importaba lo que tardara, sólo sabía que
iba allí y que cuando llegara vería a Jerry y…
¿Y qué? No lo sabía.
No sabía nada; pero, por otra parte, había viajado por todo el mundo sin saber nunca adónde iba. Por lo menos esa noche su destino estaba claro.
Sentía el viento en la cara, cálido y oloroso a lluvia. Se quitó la
chaqueta, se la echó al hombro y siguió andando.

Hannah le dio una palmadita a Miley en el hombro.
—El doctor Zastrow dice que te pondrás bien. No te imaginas lo
aliviada que me siento. Nos has dado un buen susto.
Miley miraba el umbral vacío por el que esperaba que entrara Nick.
Se llevó una mano a la venda que tenía en la cabeza. Eso no era lo único que le dolía, sentía el cuerpo entero rígido y dolorido y tenía además una sensación extraña de irrealidad.
¿Y por qué no iba Nick a verla?
Se tocó la boca, donde sentía todavía el recuerdo de sus besos. No lo entendía.
—¿Nick ha dicho que iba a casa de papá y mamá?
Hannah sonrió.
—Así es. Ha dicho que te vería muy pronto y que te mejores
rápidamente.
Miley cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos, Hannah seguía allí,
mirándola sonriente, a pesar de que tenía el pelo revuelto, una mancha de barro en la mejilla y de que su vestido estaba roto en la manga y sucio de lodo.
Miley pensó que era afortunada de tener una hermana así.
Una hermana que la llamaba aunque ella no le devolviera las
llamadas, que nunca dejaba de intentar mantener el contacto familiar, que no dudaba en pasar su noche de bodas en el hospital con su vestido de novia roto para darle una palmadita en el hombro y decirle que se pondría bien.
—Eres la novia más hermosa que he visto nunca —susurró.
A Hannah se le humedecieron los ojos.
—Sí, estaba bastante guapa, ¿eh?
—Todavía lo estás. Guapísima…
Hannah le dio un pellizco suave en el hombro.
—¡Oh, cállate!
—Tengo suerte de tener una hermana como tú.
—Lo digo en serio. Me voy a echar a llorar.
—No siempre te he apreciado en lo que vales y lo sé. Pero te prometo que eso va a cambiar. A partir de ahora me voy a esforzar tanto como tú por mantener este vínculo especial que tenemos.
—Estupendo —musitó Hannah—. Vuelve a casa.
—Eso no lo sé… todavía.
—¡Vaya! Deberías darte un golpe en la cabeza más a menudo. No, yo no he dicho eso —Hannah la miró con remordimientos—. No puedo creer que haya dicho eso. Ha sido horrible y yo no quiero que se repita nunca.
—Ya conoces el dicho. Mala suerte en tu boda es buena suerte el
resto de tu vida de casada.
Hannah miró a Liam, que se había sentado en la silla del rincón.
—Entonces el nuestro va a ser el matrimonio más afortunado de la
historia.
—De eso no hay duda —Miley miró de nuevo la puerta y suspiró.
—¿Qué? —preguntó Hannah.
—Me gustaría que Nick hubiera venido aquí antes de marcharse.
—Oh. Bueno… —Hannah se mordió el labio inferior.
Y Miley empezó a captar al fin que algo no iba bien.
—¿Hannah?
—¿Sí?
—Creo que es mejor que me cuentes lo que pasa.