viernes, 24 de agosto de 2012

Miley's Little Secret cap.19




El jueves a las cuatro y media de la tarde, Nick estaba sentado en
su estudio del Doble T, con un whisky con hielo al lado del codo y Miley en la cabeza. Sonó el teléfono.
—¿Diga?
—Soy Miley.
—Te iba a llamar ahora —comentó él.
Ella tardó un momento en responder.
—Ya estoy bien —dijo—. Y tenemos que hablar. Tenemos que llegar a un acuerdo razonable sobre Jerry y sobre el futuro y lo que queremos…
Nick no necesitaba oír eso.
—Miley…
Hubo un silencio.
—¿Qué? —preguntó ella al fin con voz tensa.
—Ven al rancho.
—¿Ahora?
—Sí. Llama a la puerta de mi lado. Yo vivo en el ala sur.
—Pero…
—¿Sí o no?
Otro silencio.
—Sí. Dame veinte minutos.
Miley colgó y Nick se quedó mirando el auricular. Se sentía
preparado para el combate; preparado e impaciente.
Seguramente sería mala señal.
Una mujer a la que Miley no conocía le abrió la puerta y la acompañó a una sala de estar espaciosa, decorada en tonos marrones y dorados. La otra ocasión en la que Miley había visto la estancia, la había encontrando relajante.
Ahora no.
Nick estaba sentado en un sofá color café y no se levantó.
—Gracias, señora Haldana —dijo a la mujer gruesa de cabello gris.
Tomó el vaso de whisky que tenía en la mesita baja, pero cambió de idea y volvió a dejarlo en su sitio—. ¿Quieres tomar algo?
—No, gracias.
Nick miró a la señora Haldana.
—Ya no la necesitaré esta noche.
La mujer asintió con la cabeza y se marchó. Nick miró a Miley.
—Siéntate.
La joven se sentó enfrente, en un sofá idéntico al que ocupaba él.
—Ese ojo todavía tiene mal aspecto —dijo Nick—. ¿Cómo va la
herida?
Miley se encogió de hombros.
—A veces escuece y a veces quema, lo que significa que se cura bien, así que no me quejo. Cada día que pasa me siento mejor, pero no he venido a hablar de eso.
Guardó silencio. Tenía tanto que decir que no sabía por dónde
empezar. Nick no la ayudó. Se quedó mirándola y esperando.
—Sé que no hay disculpas para lo que he hecho —se lanzó al fin ella —. Sabía desde el principio que estaba mal. En alguna ocasión intenté localizarte. Cuando Jerry era bebé, me enteré de que vivías en Austin y fui a buscarte, pero ya te habías ido. Te escribí cartas, pero tú te fuiste a Europa y no sabía dónde enviarlas. Probé la dirección de Austin con la esperanza de que te las remitieran, pero me las devolvieron. Te envié una aquí, al rancho, segura de que tu abuelo te la enviaría. Y supongo que lo hizo.
Pero la carta volvió a mí sin abrir y llena de sellos franceses.
Nick lanzó un gruñido de furia.
—¿Y por qué no viniste aquí y le dijiste a mi abuelo que habías tenido un hijo mío? ¿Eso no se te ocurrió?
—No, pero…
—Me basta con el «no». No viniste aquí, aunque sabías que si mi
abuelo se hubiera enterado de que tenía un biznieto, me habría buscado sin descanso para hacerme volver aquí y obligarme a casarme contigo.
Miley sabía que él tenía razón. Su comportamiento era inexcusable;
pero no podía evitar intentar hacerle entender cómo había vivido ella aquello.
—Yo era muy joven y me sentía muy sola —dijo—. Tu abuelo me
daba miedo; se lo daba a todo el mundo y lo sabes. Y yo ni siquiera te conocía mucho. Aquella noche, la noche del baile…
—Sí, aquella noche —él estaba sentado muy quieto y hablaba con una rabia fría—. Aquella noche ocupaste el lugar de tu hermana y me dejaste llamarte Hannah una y otra vez. Aquella noche sonreíste, suspiraste y te viniste conmigo a un motel. Aquella noche me dejaste desnudarte y acariciarte y llamarte Hannah mientras hacía el amor contigo. ¿Qué tienes que decir de aquella noche?
Miley no tenía nada que decir.
—Hice mal y lo sé. Tenía que…
—¿Crees que me importa lo que deberías haber hecho? Sólo sé que
yo te hacía el amor y te llamaba Hannah. Que la segunda vez, cuando ya había gastado el preservativo que llevaba, pensé que no importaba si hacíamos un hijo. No importaba porque de todos modos me iba a quedar en el pueblo y a casarme contigo. Y que al día siguiente, después de aquello, yo fui a tu casa y tú dejaste que Hannah abriera la puerta y me dijera que me fuera.
—Yo no… pensaba con claridad. Cuando llegué a casa y vi a Hannah, me sentí muy mal, como si hubiera hecho algo terrible a sus espaldas.
—Y lo habías hecho. 
Miley hundió los hombros.
—Sí. Lo sé.
—Y a la noche siguiente… ese chico que todo el mundo dice que
conociste. ¿Qué me dices de él?
—No hubo ningún chico —repuso ella.
Nick lanzó un gruñido de disgusto.
—Ningún chico.
Miley carraspeó para aclararse la garganta.
—No. Sólo tú. Me habías gustado siempre, desde que éramos niños.
Te veía en el pueblo y rezaba para que te fijaras en mí. Pero no lo hacías. Tú sólo veías a Hannah y fue con ella con quien saliste. Yo lo acepté… o creía que lo había hecho. Y cuando ella rompió contigo y me dijo que no quería ir al baile…
Nick movió una mano en el aire.
—Volvamos al otro chico. Al que no existió. 
Miley asintió con la cabeza.
—De acuerdo. ¿Qué pasa con él?
—Tú no vacilaste en decirle a la gente lo que te resultó más fácil,
¿verdad? Cuando te quedaste embarazada, el pueblo entero sacó
conclusiones falsas y tú los dejaste. Dejaste que todos pensaran que el padre de Jerry era un forastero.
—Nick, mi padre no dejaba de gritarme y amenazarme. Decía que iba a descubrir al que me había dejado embarazada y le iba a…
—No quiero oírlo. Tengo más preguntas.
A Miley la boca le sabía a serrín y tenía la sensación de que le clavaban agujas en la herida de la sien, pero sabía que tenía que seguir sentada allí y soportar lo que él quisiera decirle; sabía que eso era lo mínimo que podía hacer.
Y tenía que creer que aquello era un primer paso. Porque si él estaba tan enfadado era porque le importaba. Si no le hubiera importado, no se habría sentado a hablar con ella; le habría informado de lo que pensaba hacer sobre Jerry y punto.
—Tu marido —dijo él—. ¿Qué mentiras le contaste sobre mi hijo?
—No le conté mentiras. Henry sabía la verdad. Se la dije antes de que nos casáramos.
—¿Y te dijo que no te preocuparas y que le parecía bien que el padre de Jerry no conociera su existencia?
—No. Jerry sabe que tiene un padre biológico y que Henry era su
padrastro.
Nick la miró con ojos entrecerrados.
—¿Y qué cree Jerry que le pasó a su padre biológico?
—Le dije que las cosas no salieron bien entre su padre y yo, que su
padre se marchó antes de saber que esperábamos un hijo y que algún día, cuando llegara el momento oportuno, buscaríamos a su padre —explicó ella.
—¿Cuándo le dijiste todo eso?
—Hace años. Él tenía tres. Fue justo antes de que me casara con
Henry.
—¿Y desde entonces?
—No ha hecho preguntas. ¡Oh, Nick! Tienes que entenderlo. Él ha
tenido una vida feliz. Quería a Henry y lo aceptaba como padre, pero siempre he sabido que algún día haría preguntas, que algún día querría conocerte.
—Algún día…
—Tienes que entender…
—Pues no, Miley, no lo entiendo. No entiendo nada. Me estás diciendo que tu esposo me robó a mi hijo intencionadamente.
—No es verdad. Es sólo que… Henry era estéril y siempre había
querido hijos. Tú llevabas tres años fuera y pensó que era mejor dejar de momento las cosas como estaban. Me avergüenza decirlo, pero entonces era justo lo que quería oír. Nos casamos y Henry trató a Jerry como a un hijo. Fuimos… felices los tres.
—Felices —Nick lo dijo como si fuera un insulto.
—Sí.
—¿Y renunciaste a buscarme?
—Sí. Estuvo mal, lo sé. Y Henry también lo sabía. Su último deseo
antes de morir fue que te buscara y te dijera la verdad.
—¿Quieres decir que, cuando al fin me lo dijeras, suponiendo que lo hubieras hecho, habría sido por él?
—No, yo no he dicho eso.
—¿Y cuánto tiempo hace que murió tu esposo? ¿Más de un año? Y ese tiempo yo estaba aquí.
Lori se esforzó por no apartar la vista y mirarlo a los ojos.
—No espero que lo comprendas. Yo quería a mi marido. Había llegado a mi vida en un momento en el que me sentía muy mal conmigo misma y por el desastre en que había convertido mi vida. Estaba desconectada de mi familia, trabajaba muchas horas para mantenernos a Jerry y a mí e intentaba ser una buena madre. Henry… me enseñó a vivir. Con él crecí y tomé las riendas de mi vida. Cuando él murió, pasé un tiempo muy afectada. No podía… lidiar con nada que no fuera el día a día. Antes de que él muriera, sabía que te lo diría, pero después de perderlo, necesitaba tiempo para afrontar esto.
—Más excusas, más mentiras —Nick sonrió con frialdad—. Es hora de admitir la verdad; tú no pensabas decírmelo nunca.
—Te lo iba a decir el lunes —repuso ella con seriedad—. Para eso pedí una cita contigo.
—No te creo.




Hola niñas hoy prometi a mi qeridisisisisma amiga Mayi qe subira capitulo Niley y aqi esta esta nove dedicado a ti amiga!! tQm
las qiero mucho niñas comenten!!♥

3 comentarios:

  1. ooooooooowwwwwwww!
    amiga es verdad me lo prometiste y yo tmb te prometi algo y lo a cumplir !:D
    muchisiisisisiismas gracias amiga♥ ame los 3caps!
    muy emotivos
    wuaaaaaa♥ hasta me hicieron soltar lagrimitas :')
    yo tambien te quiero muchisisisisimo♥
    otra vez garcias
    sube prontito C:
    byee besitos xooxox

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  2. woooooooooow!!!!
    esta nove se pone cada vez mejor tenes que seguirlaaa!!! me encantoo el capiss ya quiero ver que pasara!

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  3. wow me encantooo
    nick no cree
    que miley le queria decir la vdd de que es padre...
    please siguelaaaa

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