EL ECO DE TEXAS
Todas las noticias que debes conocer… ¡y mucho más!
Quizá sean imaginaciones nuestras, pero cierto miembro del Club de Ganaderos de Texas está pasando mucho tiempo en el centro de acogida para mujeres Helping Hands. Al principio, parecía que este vaquero multimillonario sólo quería ser un buen vecino, amable y filántropo. Pero hemos podido conocer a la nueva defensora del centro de acogida. Y no es posible que el millonario del que hablamos no se haya percatado de su belleza. ¡Después de todo, es un texano de sangre caliente!
¿Y qué sucede con esta joven que acaba de llegar a la ciudad? Sin duda, no ha podido pasarle inadvertido el alto y atractivo ex policía que tanto va a visitarla. Y todos sabemos cuántas mujeres han estado intentando ganarse el amor de este soltero de oro. Es rico y guapo, ¿quién iba a resistirse? La joven en cuestión trabaja en Helping Hands por razones humanitarias… ¿o lo hará sólo para cazar a un millonario?
–¿Qué estás haciendo aquí, Miley?
Al oír aquella voz, Miley Martindale se quedó petrificada, con los ojos clavados en el documento que tenía delante. Era una voz que llevaba casi siete años sin oír y, sin embargo, recordaba a la perfección su timbre sensual. Su vibración seguía siendo capaz de excitar sus sentidos como antaño, de un modo que ella nunca había podido explicarse.
Aunque desearía haber podido olvidar aquella voz.
Miley respiró hondo y, tras un instante, levantó la vista y se topó con los ojos oscuros e intensos de Nick Franklin. Un escalofrío la recorrió al percibir la frialdad de su mirada.
Ella podría haberlo mirado de la misma manera, sin más, pero se negó a dejarle saber lo mucho que la afectaba verlo de nuevo. Lo que habían compartido en el pasado había terminado. Él se había asegurado de que así fuera y ella no podría perdonarlo nunca por el modo en que lo había hecho. Nick le había causado mucho dolor y se había jurado a sí misma no volver a experimentar tanto sufrimiento nunca más.
–Podría preguntarte lo mismo, Nick –respondió Miley al fin, con el mismo tono cortante que él había empleado.
Nick, con su imponente estatura de casi un metro noventa, estaba parado en el quicio de la puerta, con los brazos cruzados y la mirada fija en Miley.
Ella pensó lo mismo que había pensado la primera vez que lo había visto: Nick Franklin, con su complexión fuerte y morena, el pelo corto y negro, ojos de color marron, era un hombre muy atractivo. Pero percibió en él algunos cambios evidentes: sus mejillas parecían más pronunciadas y, sus labios, más firmes.
Por la mirada de él y la manera en que se le había tensado la mandíbula, Miley adivinó que no se alegraba de verla. Y, para ser sincera, ella tampoco se alegraba. Miley mentiría si dijera que no había pensado en él durante todos esos años, porque lo había hecho, y mucho. Sin embargo, al mismo tiempo, no había podido olvidar todo lo que Nick le había hecho pasar, las humillaciones, el sufrimiento… y eso le hacía lamentar el haberle entregado su corazón en una ocasión.
Nick se apartó de la puerta y Miley observó todos sus movimientos, deseando no sentirse tan atraída por su él y rezando por que el deseo que la invadía se desvaneciera. Aunque él no estaba tan delgado como solía, seguía siendo muy masculino. A través de su camisa de trabajo de cambray, podían adivinársele los músculos del pecho y los hombros. Y los vaqueros ajustados que llevaba le marcaban unos muslos y unas caderas fuertes y firmes. Antaño, él la había apretado con fuerza con esos muslos, mientras la penetraba una y otra vez, recordó ella.
Miley se esforzó por alejar esos recuerdos de su mente. Subió la mirada a los ojos de él e intentó no encogerse ante la frialdad que reflejaban. Algo dentro de ella tembló y se preguntó cómo el hombre del que había estado tan enamorada podía tratarla con tanto desprecio.
–Vivo aquí, en Somerset –dijo él.
La voz de Nick la sacó de sus pensamientos. ¿Vivía en Somerset? ¿En el condado de Maverick? De inmediato, esa información llenó a Miley de aprensión y temor, además de curiosidad. ¿Cuándo habría Nick abandonado el departamento de policía de Houston? ¿Y por qué?, se preguntó.
–Yo también vivo en Somerset –dijo Miley–.
Me mudé el mes pasado porque estoy empleada en Helping Hands como trabajadora social.
–¿Trabajadora social? –preguntó él, sorprendido.
–Sí.
Miley comprendía su sorpresa. La última vez que la había visto, hacía siete años, él tenía veinticuatro años y había sido detective en el departamento de policía de Houston. Y ella tenía diecinueve años y lo único que quería era escapar de las garras de un ex novio maltratador llamado Liam Whitman. Después de haber roto su compromiso, Liam se había negado a dejarla en paz. La había acosado durante meses, hasta que al fin la había sorprendido sola en su apartamento y, durante tres horas, la había amenazado con una pistola en la cabeza, diciéndole que iba a volarle los sesos.
Mientras la patrulla de asalto de la policía había intentado hablar con Liam y convencerlo de que se rindiera, Nick había entrado en el apartamento, rompiendo una ventana del baño. Había capturado a Liam y había salvado a Miley. Esa noche, Nick se había convertido en su caballero andante.
Al día siguiente, Nick se había pasado por su apartamento para reparar la ventana y, poco después del juicio, tras saber que un juez incompetente había dejado a Liam en libertad condicional, se había convertido en su protector. Ella había empezado a acostumbrarse a verlo a diario porque Nick había empezado a ir a verla siempre al terminar su turno de trabajo, para demostrarle que la consideraba alguien especial.
Era el mismo hombre que, en aquellos tiempos, durante una noche, había sido su amante, recordó Miley.
–¿Así que fuiste a estudiar a la universidad? –inquirió él.
Durante una milésima de segundo, Miley creyó percibir un atisbo de admiración en su voz, pero su fría mirada le dijo que se equivocaba.
–Sí –repuso ella, orgullosa de sus logros.
Entonces, Miley recordó que Nick había sido una de las personas que la había animado a estudiar y la había convencido de que era capaz. Él la había ayudado a creer en sí misma. Y, al mismo tiempo, ella había creído que los dos podían haber tenido un futuro juntos. Pero se había equivocado.
–Felicidades.
–Gracias –replicó ella con brusquedad, dejando a un lado el documento que había estado leyendo–. ¿Por qué has venido, Nick? Aunque los dos hemos dejado claro que vivimos en Somerset, estoy segura de que esta ciudad es lo bastante grande para los dos. ¿Qué te trae a Helping Hands?
–He venido a instalar el sistema de seguridad y el software de contabilidad –respondió él, como si eso lo explicara todo.
Miley asintió.
–Me informaron de que el Club de Ganaderos de Texas enviaría a alguien para hacerlo –señaló ella, intentando concentrarse en la conversación.
Miley había oído hablar mucho del Club de Ganaderos de Texas, un grupo de hombres que se consideraban a sí mismos los protectores de Texas. Sus miembros eran los hombres más ricos del estado, la mayor parte de ellos de familias muy ricas. El club era famoso por colaborar con muchas buenas causas sociales y Helping Hands, un centro de acogida para mujeres recientemente abierto en una zona pequeña y pobre del condado de Maverick, era una de ellas. Ellos eran quienes proveían toda la financiación.
Miley había sido entrevistada para su puesto de trabajo en el centro de acogida y, cuando le habían ofrecido el empleo, había pensado que sería una buena manera de empezar de cero. Se había mudado desde Austin, donde había estado viviendo los últimos seis años.
–¿Cómo conseguiste el trabajo? –preguntó ella, sin poder contener su curiosidad.
Nick se encogió de hombros.
–Poseo una compañía de seguridad.
Miley arqueó las cejas, sorprendida porque él hubiera dejado la policía. Había sido un buen detective y ella había dado por hecho que se dedicaría siempre a ello.
–¿Cuánto tiempo llevas viviendo en Somerset? –quiso saber ella.
–Alrededor de seis años.
Lo mismo que ella había vivido en Austin, pensó Miley. Se había mudado allí un año después de que Nick y ella hubieran roto. Entonces, se dijo que lo cierto era que no habían roto, en el sentido estricto de la expresión, pues nunca habían estado verdaderamente juntos… Al menos, no como ella había creído.
–Si has terminado con tu interrogatorio, me gustaría seguir con mi trabajo –dijo él.
–Bien. Me quitaré de en medio para dejarte hacer –se ofreció ella, levantándose de su escritorio.
Verlo después de tanto tiempo había causado una honda impresión en Miley, que se sentía invadida por un torrente de sentimientos agridulces. Pero estaba decidida a no dejarse dominar por los recuerdos.
–Si necesitas algo, díselo a la secretaria del centro de acogida, Marcy Dillard. Yo aprovecharé para irme a almorzar.
Miley agarró su monedero del cajón del escritorio y pasó junto a él a toda velocidad, hacia la puerta.
–¿Miley?
Ella se detuvo justo antes de llegar a la puerta y se giró.
–¿Sí?
Nick seguía mirándola con gesto severo.
–Te daría la bienvenida a la ciudad, pero no sería sincero si lo hiciera.
–Entonces, parece que tendremos que aprender a tolerarnos el uno al otro, ¿no crees?
Sin esperar a que él respondiera, Miley se dio media vuelta y salió de la oficina.
estrenando!!!
dedicado a todas las lectoras de este blog las amo!!!
jajjaja mucha tension habiaa ahiii y el capis super emocionante
ResponderEliminarwow primer capitulo
ResponderEliminary ya se estan peleandoooo
El primer capitulo y ya me dio coraje
ResponderEliminar...
ahhhhhhhh
ok
que pasoo?! Seguilaaaaaa
xoxox
OMG! me muero x.x
ResponderEliminarbien muerta .....
amiga recien comento por que ayer estuve ocupadita subiendo jijiji
pero hoy me lei todo A New Woman ♥ > porcierto quiero decirte que me encanto ^^ y hoy empence aleer esta
y amiga con toda sinceridad te quiero decir que ....
me encantoooooooooooooooooo!!!
ame el cap me dejaste intrigada o.O
que paso para que se odien asi ??
me late es esta fue una pasion arrebatadoraaaaaa hahahhha >D
a hora a leer el siguiente >D