viernes, 20 de julio de 2012

A New Woman cap.20




Demi miró el cuentakilómetros del coche y se dio cuenta de que
estaba conduciendo demasiado deprisa. Estaba furiosa y,
además, se sentía avergonzada. Todavía podía notar el calor en
las mejillas. Se obligó a aminorar la velocidad.
Por una parte, Demi comprendía que, tal vez, Joe no la había
engañado. Quizá, él estaba esperando a ver a Nessa en persona
para romper su compromiso. Y, si Joe sentía por ella al menos
la décima parte de lo que ella sentía, a él también le habría
resultado muy difícil vencer la tentación e ignorar la atracción
que había entre los dos.
Pero lo que más le molestaba a Demi eran sus propias reacciones.
Se había olvidado de quién era. Su ropa nueva y su nuevo
peinado le habían hecho sentir que era una persona diferente.
Y había sido justo cuando se había ocultado en una esquina del
despacho de Joe, intentando vestirse a toda prisa, cuando se
había dado cuenta de que estaba cometiendo un error.
El amor no debería avergonzarla, pensó, mientras entraba en el
garaje de su casa. Aparcó el coche y entró en su casa.
El amor debería ser celebrado y compartido. Y ya estaba cansada
de que su amor por Joe fuera como un pequeño y vergonzoso
secreto. No se había dado cuenta, hasta entonces, de que ella
misma había permitido que eso se convirtiera en la norma en su
relación. Se había acostumbrado a ocultar sus sentimientos y
había consentido que Joe la ocultara a ella.
La semana anterior había sido maravillosa. Sin embargo, Demi
acababa de darse cuenta de que quería más.
Se miró la pulsera que Joe le había regalado. Sabía que él no la
tenía en menos estima que antes de tener una aventura con ella.
Pero no tenía ni idea de qué quería de ella. ¿Pretendería Joe
dejar que la aventura siguiera su curso, sin más?, se preguntó.
Además, Demi había aceptado seguir trabajando para él... Y
durmiendo con él.
Ese era el problema de ser una mujer moderna, pensó. Las
fronteras morales eran borrosas. Y ella no sabía qué hacer.
Demi bajó el aire acondicionado y se dirigió al baño. Se duchó,
deseando poder deshacerse con el agua de los recuerdos de
Joe, de la intimidad que habían compartido hacía sólo unos
minutos.
Luego, se puso un vestido veraniego y se dirigió hacia el salón.
Había decorado su casa con antigüedades que su madre y ella
habían encontrado en Cantón, un pueblo cercano a Dallas, y tenía
fotos de su familia en las paredes. Pero no había nada realmente
suyo en su casa, igual que la ropa que se había comprado no era
más que pura fachada. Había diseñado su hogar tal y como había
imaginado que sería la casa de una chica de ciudad.
Sin embargo, nunca se había sentido a gusto con la vida de una
chica de ciudad. Pero debía hacerlo. Lo necesitaba, si quería
albergar una remota esperanza de sobrevivir a su relación con
Joe.
Demi no había descubierto lo profundo que era su amor por él
hasta hacía un mes. Amaba el modo en que él le sonreía cuando
nadie más podía verlos. Amaba la manera en que él se esforzaba
para sorprenderla y hacerla sentirse como si fuera la única mujer
del mundo con la que quería estar.
Y esa clase de amor... Bueno, no iba a desaparecer de la noche a
la mañana, reflexionó. Así que tenía que buscar una salida.
¿Podría continuar su aventura con Joe mientras él siguiera
comprometido?
Una hora más tarde, alguien llamó a su puerta y Demi supo quién
era incluso antes de mirar por la mirilla.
Abrió la puerta.
-Joe -saludó ella, sin dejarlo pasar.
-¿Puedo pasar?
Demi inclinó la cabeza, pensándoselo. Joe había estado antes
en su casa, pero nunca como amante. Todos sus encuentros
sexuales habían tenido lugar en casa de él.
Al fin, decidió dejarlo entrar. Era obvio que tenían que hablar.
-Claro. ¿La investigación va bien?
-Sí. El señor Martin me pidió que tranquilizara a algunos
empleados que estaban poniéndose nerviosos con el tema del
incendio.
Demi se encaminó al salón y lo oyó cerrar la puerta principal. Se
sentó en una mecedora que había sido de su abuela y le dio un
trago a su vaso de limonada.
-¿Quieres algo de beber?
-Una cerveza, si puede ser -pidió Joe, que llevaba la cesta del
picnic en la mano-. ¿Has cenado ya?
-No.
-Prepararé esto mientras vas a por la cerveza. Me muero de
hambre. Ha sido un día muy largo.
-Así es -repuso Demi.
Acostarse con su jefe le hacía perder mucha energía, pensó Demi.
Y eso no le gustaba. Encontró una cerveza en la nevera y se la
llevó. El sonrió al agarrarla.
Joe dio un trago de la botella y la depositó sobre la mesa.
La cena consistía en pasta fría y ensalada de pollo. Era
exactamente la clase de comida que a Demi le gustaba en las
noches calurosas de julio y sabía que Joe lo había tenido en
cuenta.
Era la clase de hombre que reparaba en los detalles, pensó ella.
-Gracias por la cena -dijo Demi y se sentó a su lado en el sillón.
Demi habló de trabajo y de Zac, que estaba a punto de regresar
de Washington D.C. hacia finales de semana. Hizo todo lo que
pudo para que no tuvieran oportunidad de hablar de su confesión
amorosa.
Sin embargo, cuando habían terminado la comida, Joe se
recostó en el sofá, estiró los brazos a lo largo del respaldo y la
miró.
-¿Así que me amas?

Joe no había podido pensar en otra cosa mientras había
conducido a casa de Demi. Ninguna mujer le había dicho nunca
que lo amaba. Y eso incluía a su prometida y a su madre. Él no
era el tipo de hombre al que le gustaran los sentimentalismos.
Solía tomar lo que quería, sin más.
Y quería que Demi lo amara.
Después de que ella le había confesado su amor, Joe quería
escucharlo de nuevo. Y deseaba poseerla y hacer que se lo dijera
mientras estuviera dentro de su pequeño y sensual cuerpo.
-Yo... sí, te amo. Pero eso no significa que vaya a dejar que hagas
lo que quieras conmigo.
-Ni se me había ocurrido tal cosa. La verdad es que no sé qué es
lo que significa.
-¿Qué dices?
-Pues que no he tenido mucha experiencia en mi vida con el
amor.
-Bueno, tú eres el único tipo al que he amado y me parece que
ninguno de los dos es muy experto en este terreno -reconoció
Demi.
Pero Demi conocía el amor mejor que él, pensó Joe. Por mucho
que ella se quejara, provenía de la clase de familia que estaba llena
de amor.
-Y no estoy segura de que eso sea bueno.
-¿Por qué?
-Porque el amor debería ser cosa de dos.
-Escucha, Demi, no puedo prometerte algo de lo que soy incapaz.
No estaba preparado para perder a Demi, pensó Joe. Después
de haberla tenido, no sabía si podría dejarla marchar.
-Y te lo agradezco, Joe. Pero tengo que pensar en lo que es
mejor para mí. No puedo seguir amando a un hombre para quien
no soy importante.
-Eso no es justo. Eres importante para mí.
-Sí, pero sólo cuando estamos a solas en tu casa o en tu
despacho -repuso ella.
Demi estaba cansada de ocultar su relación, reflexionó Joe.
Y eso él lo entendía. Lo que no quería era que ella creyera que
podía manipularlo o inducirle a hacer su voluntad. Era importante
para él que Demi le dejara llevar las riendas de su relación.
-¿Qué puedo decir?
Demi se mordió el labio inferior y se inclinó hacia delante,
apoyando los codos en las rodillas, para que él no pudiera verle la
cara.
-Si necesitas que yo te lo diga, entonces supongo que no hay
nada que decir.
Joe no estaba seguro de qué quería Demi. Diablos, no era
cierto, se reprendió a sí mismo. Sabía con exactitud lo que ella
quería.
-No voy a decir que te amo, Demi. Ya te he dicho que es un
sentimiento con el que no tengo ninguna experiencia.
-No comprendo cómo puedes, decir eso. Has salido con muchas
mujeres.
-Ninguna de las cuales me amaba.
-Bueno, tu madre te amaba. Y tu padre, ¿no? Y Zac te quiere.
Joe se encogió de hombros. Los sentimientos que compartía
con su hermano no encajaban dentro del patrón de lo que él consideraba amor. El suyo era sólo un vínculo entre hermanos,
forjado a fuego lento desde su crianza.
-No lo sé. Lo que hay entre Zac y yo no es como cuando tú me
dices que me amas.
-¿Por qué no? -quiso saber ella.
-Porque yo quiero que me ames. Me siento bien así, Demi. Una
parte de mí piensa que me perteneces. Me equivoque o no, es así
como lo siento.
-¿Que te pertenezco?
Demi asintió. ¿Qué haría si ella decidiera romper su relación?, se
preguntó él. Acababa de decirle que era suya. Y lo era. Y eso era
lo más que era capaz de sentir por una mujer.
-Me gusta pensar que soy tuya, Joe. Pero me siento
confundida.
-Me doy cuenta de ello. ¿Qué necesitarías para aclararte?
-Sigues comprometido con Nessa.
-Voy a romper ese compromiso, Demi. No puedo casarme con otra
mujer mientras esté contigo.
En ese momento, Joe se dio cuenta de que estaba dispuesto a
hacer cualquier cosa que Demi le pidiera, si estaba en sus manos.
Quería resolver todos los problemas de su relación. Ya era hora
de que eligiera su camino como un hombre adulto, se dijo.
Y todo señalaba a Demi como compañera.
-Me parece que voy a necesitar algún tiempo para pensarlo -dijo
ella-. Me siento como si te hubiera amado desde siempre y, tal
vez, ha llegado el momento de pensar lo que eso significa para
mí... y para ti.
A Joe no le gustó cómo sonaba aquello. Pero no estaba
dispuesto a suplicarle su afecto. Había presenciado demasiadas
peleas entre sus padres por lo mismo.
-No me gustan estos juegos, Demi. Si quieres estar conmigo, si me
amas, entonces creo que puedes esforzarte un poco en mantener
a flote nuestra relación.
Demi se cruzó de brazos. Miró a Joe y él supo que había hecho
el comentario equivocado.
-Llevo amándote mucho tiempo, Joe Brody, y tú ni siquiera te
habías fijado en que estaba viva. Así que haz lo que tengas que
hacer. A mí tampoco me gusta jugar con estas cosas. Sólo quiero
pensar en mi bien. Y no me gusta que me presiones.
-No te presiono.
Debía haber adivinado que el amor de Demi no era real, pensó
Demi. Lo más probable era que ella lo confundiera con la
sexualidad y con el hecho de que él había sido el primer hombre
que la había hecho sentirse mujer.
Demi negó con la cabeza.
-No te acuso de nada -señaló ella-. Lo único que pasa es que
necesito tiempo. Y tú debes romper tu compromiso con Nessa. No
voy a dejar de amarte de la noche a la mañana, Joe.
-Bueno, no estoy tan seguro de eso. Parece que tienes una lista
de cosas que quieres que yo haga para ganarme tu amor -le
espetó Joe, se puso en pie y se dirigió a la puerta-. Creo que no
has cambiado tanto como crees, porque sigues parándote en la
cuneta de la vida, esperando de brazos cruzados a que las cosas
sucedan sin más.



Hola niñas se qe estado un pokito alejadita pero eh tenido cosas qe hacer 
hoy qe eh tenido tiempo dejo dos capis de dos noves 
bien las adoro niñas!*♥

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