Cuando Miley llegó del trabajo, la casa estaba en silencio. Thurgood apenas levantó la cabeza de su lugar en el sofá. La joven deseaba estar un rato a solas antes de ver a Nick, pues no sabía bien cómo estaban las cosas entre ellos después de la noche pasada.
Había dormido muy poco, prefiriendo contemplar a Nick a la luz nocturna que entraba por la ventana. ¿Cuántas veces había fantaseado con una situación así? Y sus fantasías siempre habían estado llenas de romanticismo, palabras elocuentes y gestos galantes, pero en la realidad había sido todo pasión... lujuria desinhibida.
Por primera vez en su vida, se había rendido por entero y dejado que un hombre la llevar a lugares a los que había tenido miedo de ir en el pasado. La mera idea de lo que habían hecho bastaba para ruborizarla. El modo en que se habían tocado y besado... No
se habían dicho palabras bonitas ni declaraciones, pero habían compartido una conexión que no se podía negar.
De camino a su cuarto, se sacó el suéter por la cabeza. El día había sido agotador, sobre todo por la falta de sueño. Fue a mirar el reloj, pero no lo llevaba en la muñeca. Se lo había quitado la noche anterior en el cuarto de Nick y había olvidado ponérselo esa mañana. Calculaba que tendría una hora o así hasta que él volviera.
-Una siesta o un baño -murmuró.
Optó por la siesta. Se quedó en ropa interior y apartó la sábana, pero cuando iba a meterse, decidió recuperar el reloj y la ropa que había dejado en el cuarto de Nick.
Cruzó el pasillo. La cama estaba como la habían dejado, con la ropa revuelta. Imágenes de lo sucedido la noche anterior cruzaron por su mente. Subió a la cama con una sonrisa y enterró el rostro en la almohada.
Cerró los ojos y dejó vagar sus pensamientos, llenando su mente de recuerdos: la sensación de la piel de él bajo los dedos, el sonido de su voz, el olor de su pelo, húmedo en la nuca. Se colocó boca abajo con un gemido y tendió la mano para buscar su reloj en la mesilla, pero sus dedos tropezaron con una cajita.
La tomó y se incorporó sobre los codos. La abrió con curiosidad y dio un respingo. En el terciopelo negro había un diamante enorme montado en platino, el mismo anillo que ella había señalado en Bloomingdale's. Cerró la caja y volvió a dejarla en la mesilla,
pero no pudo resistir la tentación de echar un segundo vistazo.
El anillo era exquisito. Aunque lo había elegido en un capricho, tenía que admitir que
era el anillo más hermoso del mundo. ¿Pensaría dárselo Nick? De no ser así, no tendría sentido que lo hubiera comprado. ¿Y qué diría ella si se lo ofrecía? Se lo colocó en el dedo. Definitivamente, no era una joya que pasara desapercibida.
-Sí, estamos prometidos -dijo a una persona invisible-. Y éste es mi prometido extendió la mano ante ella y suspiró.
Aun suponiendo que se lo ofreciera, no podría aceptarlo. Lo guardó en la caja y la devolvió a la mesilla. Nick había dejado claro que, de no ser por las presiones de su padre, no habría pensado en el matrimonio. Para él era un buen negocio conseguir la compañía de su padre a cambio de una esposa, pero Miley quería ser algo más que el medio para conseguir un fin. Quería ser el premio que vale la pena ganar, no un ascenso laboral.
No podía confiar en que la amara y no podía permitirse amarlo.
-¿Por qué, entonces, seguir con esto? -murmuró al salir de la cama-. Márchate ya, antes de que sea tarde.
Fue a su cuarto, se puso los vaqueros y un jersey y bajó a la planta baja. Había llevado consigo tierra y decidió replantar sus plantas. Cuando estaba limpiando la cocina después de terminar, oyó abrirse la puerta de atrás y Thurgood se incorporó y salió a recibir a Nick. Miley se quedó un momento sin habla al verlo. Aunque iba completamente vestido, con traje y corbata, ella sólo veía al hombre con el que había hecho el amor la noche anterior.
-Hola -murmuró.
Nick le sonrió.
-Hola -se acercó y le dio un beso en los labios-. Esta mañana te he echado de menos.
-Tenía que madrugar -mintió ella-. ¿Qué tal tu día?
-Largo. Desde que he llegado al despacho, sólo he podido pensar en volver a casa.
-¿Y eso por qué? -pregunto Miley. Sacó una botella de vino del frigorífico.
Nick le masajeó los hombros con gentileza y le besó el cuello.
-¿Y tienes que preguntarlo?
Miley cerró los ojos para disfrutar mejor de su caricia. Sabía que, si se volvía, él estaría allí, dispuesto a darle otro beso apasionado que sólo podía conducir al dormitorio y a una repetición del encuentro de la noche anterior. Pero ya se había rendido una vez al deseo y no podía permitir que volviera a ocurrir.
-¿Quieres beber algo? -se apartó unos pasos.
-¿Estás bien? -preguntó él.
Miley se sirvió un vaso de vino y tomó un trago largo.
-Sí. Estaba pensando en...
-¿Nosotros?
-No, las fiestas. No hay mucho trabajo y creo que me gustaría tomarme unos días de vacaciones por Acción de Gracias. Y quizá también en Navidad.
-Unas vacaciones estarían muy bien - dijo Nick-. Podemos ir a algún lugar cálido.
¿Adónde te apetece ir? Hawai puede ser magnífico en esta época del año.
-Yo estaba pensando en ir sola. Creía que te gustaría tener algo de tiempo para ti.
-Miley -dijo él-. Si quisiera estar solo, no te habría pedido que te mudaras aquí. Creo que, si quieres irte de vacaciones, deberíamos ir juntos, después de las fiestas.
Ella se encogió de hombros.
-Era sólo una idea. Se me ha ocurrido que, si me iba de la ciudad, no tendría que lidiar con mi madre. Ahora que cree que estamos prometidos, querrá celebrar estas fechas a lo grande. Y tengo miedo de que intente darnos una fiesta.
Nick suspiró y se pasó una mano por el pelo con aire distraído.
-Esperaba que invitáramos aquí a tu familia y la mía en Acción de Gracias - dijo-. Así tendrían ocasión de conocerse.
Miley lo miró de soslayo y soltó una carcajada.
-Supongo que es una broma.
-No.
-¿Tienes idea del trabajo que lleva preparar una comida así? Días de planificación, de compras y de cocinar. No sale de la cocina ya preparada y lista para servirse.
-Yo puedo ayudarte -dijo él-. Sólo creo que sería bueno reunir a nuestras familias y el día de Acción de Gracias me parece la oportunidad perfecta. Y no será para tanto. Tus padres, el mío, mi hermana, su marido y sus tres hijos... Contigo y conmigo, seremos sólo diez personas.
-¿Por qué te empeñas tanto en esto?
-Y si no quieres cocinar, podemos traer la comida hecha.
-No puedes comprar hecha la comida de Acción de Gracias. No está bien.
-¿No puedes? -preguntó Nick. Apartó la vista.
Miley lo miró largo rato y sintió un nudo en el estómago.
-¿Qué has hecho? -preguntó.
-Tu madre llamó a mi padre para invitar a nuestra familia a su casa, pero mi padre quería que fuéramos todos a la suya y ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder, así que yo he invitado a tu familia y a la mía a venir aquí, a nuestra casa.
Miley soltó un gemido.
-No, no, no, no. No puedes hacer eso. Creí que habías aprendido la lección cuando invitaste a mi madre y a la organizadora de bodas.
-Yo no la invité, se invitó sola. Vamos, Miley. Todo esto forma parte del conocerse mejor, ¿no crees? Tenemos que ver cómo lidiamos con situaciones de presión y estas fechas lo son.
-Estoy segura de que tendremos estrés suficiente la próxima hora, mientras discutimos por qué los prometidos o los maridos o los amigos invitan a diez personas a comer en la casa de los dos sin comentarlo antes con el otro.
-¿Es imprescindible que tengamos una discusión? ¿No puedes simplemente gritarme un poco y luego nos besamos y hacemos las paces?
-No intentes seducirme, amiguito -le advirtió ella-. No dará resultado.
-Anoche sí funcionó -Nick la abrazó por la cintura-. Adelante. Grítame. Estoy preparado.
Miley suspiró. ¿Por qué se molestaba en intentar combatir aquello? Estaba perdida antes de empezar. Sólo tenía que tocarla y su enfado se evaporaba. Su única defensa era mantener las distancias, alejarse de sus manos y sus labios.
-Si vamos a hacer aquí la comida de Acción de Gracias, tengo mucho trabajo - dijo . No tienes cazuelas, sartenes, vajilla, cristalería ni manteles y servilletas. Ni siquiera tienes
una mesa de comedor decente. ¿Dónde vamos a dar de comer a toda esa gente?
-Podemos hacer un bufé.
Miley imaginó a diez personas de pie en la cocina con platos y tenedores de plástico y se echó a reír. Si quería probarle a Nick lo malísima esposa que sería, tenía la oportunidad perfecta el día de Acción de Gracias.
¿Pero estaba dispuesta a renunciar a él? ¿O en el fondo de su corazón creía todavía que era, y sería siempre, el hombre perfecto para ella?
Bueno niñas esto es todo lo qe subire hoy
espero os guste las amo♥ besitos a todos!!
comenten mucho!!
me encantooo y miley tarde o temprano caera devuelta enamorada de nick...
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