El cielo de la noche, sin una sola nube, estallaba con los fuegos artificiales: cometas con brillantes colas, cohetes, estrellas que reventaban... La fiesta del Cuatro de julio en Las Vegas, y Joe Jonas estaba a punto de saltar con su moto por encima del volcán artificial que entraba en erupción cada quince minutos frente al casino Mirage.
La multitud parecía no tener fin amontonada en el paseo y Joe se agachó en medio de la calle para caldear el ambiente como sólo él sabía hacer y después saltó sobre la moto para hacer unos cuantos caballitos. Con un salto rápido y ágil se puso de pie sobre el asiento y tras equilibrar la moto como si fuese el palo de un artista del alambre, se irguió y soltó lentamente el embrague.
La muchedumbre lo aclamó con estrépito, vitoreándolo con sus pequeñas banderas americanas y sus sombreros de barras y estrellas al viento.
Joe volvió a sentarse en el sillín y murmuró algo entre dientes. Hacía un calor de mil demonios dentro de aquel casco y el traje de cuero adornado con estrellas brillantes que L. W. le había encargado para aquel salto. Una gota de sudor se le coló en los ojos y parpadeó varias veces para disipar el escozor.
«Este es mi último salto», pensó. «Después, habré terminado».
El pensamiento le hizo preocuparse un poco más por hacerlo bien delante de aquella gente por última vez.
A lo largo de los años, la gente se había portado bien con él, y se merecían un buen show. Todavía nadie sabía que estaba decidido a dejarlo.
Entonces la voz que le llegaba por un micrófono al interior del casco le dijo que faltaban dos minutos para que el volcán entrase en erupción y Joe aceleró la moto, soltando lo justo el embrague para que los neumáticos chirriasen sobre el asfalto al dar la vuelta para ponerse en la dirección correcta y después volvió a acelerar. La moto, que él mismo había modificado para aquel salto, sonaba bien, muy bien.
-Jo-e, Jo-e, Jo-e...
Mil voces sonaban al unísono animándolo a lo largo del paseo.
-Un minuto -le advirtió la voz por el micrófono, y empezó la cuenta atrás-.
Cincuenta y nueve segundos, cincuenta y ocho...
Joe volvió a soltar el embrague y el grito de la muchedumbre quedó reducido a nada, oculto tras el rugir de la moto al coger velocidad para llevarlo a la rampa de despegue que se elevaba sobre el lago al pie del volcán. Delante de él, la erupción comenzó con un chorro de fuego.
Despegó de la rampa y se vio lanzado a la nada a ciento veinte kilómetros por hora, con el volcán escupiendo fuego hacia el cielo, y siguió subiendo y subiendo, aferrándose al manillar de la moto e inclinado hacia delante, con los ojos puestos en la rampa de aterrizaje, calculando mentalmente su trayectoria, el arco que debía describir con su cuerpo y la máquina. Y entonces empezó a descender, directo hacia el aterrizaje.
Sintió una fuerte sacudida cuando la rueda trasera tocó el borde de la rampa, y por una fracción de segundo, creyó estar ya en casa, a salvo.
«¡Demasiado rápido!», se dijo de pronto. «¡Voy demasiado rápido!».
El pensamiento ocurrió al mismo tiempo que la moto cobró vida debajo de él, resistiéndose a seguir sus órdenes, hasta que el manillar se soltó de sus manos.
Sintió cómo se despegaba de la moto y era catapultado hacia el aire. Después empezó a caer, consciente de alguna manera de que la lava se había desbordado y comenzaba a caer por las paredes del volcán para poner el lago en llamas. Cayó en la rampa al lado de la moto, y la máquina y él empezaron a rodar enredados, dando vueltas y más vueltas hasta llegar al final.
La última cosa que oyó antes de quedar inconsciente fue la voz burlona de su padre muerto:
-Es tu último salto, sí, tú última proeza de mierda, porque eres ahora un hombre muerto...
Estaba en su pueblo natal, Red Dog City, California, delante del porche de los Lovato. Estaba anocheciendo y hacía frío. Tenía diecisiete años y Demi Lovato estaba diciéndole que se marchara.
-Lo único que te pedí es que trajeras a mi hermana a las nueve a casa, Joe. Una minucia, que ni siquiera has sido capaz de cumplir.
Selena, la hermana de Demi y su novia del instituto, estaba cogida de su brazo, y él quería impresionarla a ella y demostrarle a su hermana Demi que no era tan dura como pretendía ser.
Abrió los labios para decirle a Demi Lovato lo que pensaba de ella, pero ni un sólo sonido salió de su boca.
El porche se perdió en una especie de bruma y oyó que alguien decía no se qué de constantes vitales. Unos rostros con mascarillas verdes de quirófano lo miraban con ojos preocupados, y de detrás de esas máscaras le decían palabras de ánimo, diciéndole que todo iba a salir bien.
Y entonces volvió a estar frente al porche de los Lovato y Demi Lovato estaba apuntándole con el rifle de doble cañón de su padre.
Entonces fue cuando supo que aquello no era real. En la realidad, Demi no había llegado a apuntarle con un arma; se había limitado a amenazarlo con hacerlo.
En el sueño, o en la alucinación, o lo que quiera que fuese, podía hablar.
-¿Por qué te preocupas de lo que haga tu hermana? -preguntó él-. ¿Por qué te preocupa que vuelva a casa de noche?
-Alguien tiene que preocuparse por ella -contestó Demi-. Alguien tiene que mantener unida a esta familia. No es un trabajo para el que me haya ofrecido voluntaria, Joe, pero es el trabajo que me ha tocado hacer. Mañana hay clase, y dijiste que la traerías a las nueve.
Él seguía mirando la salida de aquellos dos cañones y vio cómo Demi quitaba el seguro y ponía dos dedos en los gatillos.
-¡Eh! -gritó él con los brazos en alto-. ¡No irás a dispararme sólo porque he traído a Selena una hora tarde!
Pero Demi apretó el gatillo, y el dolor le atravesó de parte a parte, blanco y abrasador. Y alguien dijo:
-¿Dónde está el anestesista? Sólo nos falta que llegue el anestesista...
Mucho más tarde volvió a recuperar la consciencia. El dolor ahora era distinto. Seguía estando ahí, seguía comiéndolo vivo, pero debían haberle dado algún calmante fuerte para mitigarlo, porque ahora parecía estar consumiéndolo a distancia. Sabía que era intenso, el peor que había experimentado jamás, pero estaba por ahora bajo control en alguna parte, esperando que la medicación empezase a dejar de hacer efecto para volver a saltar sobre él y devorarlo.
Giró la cabeza y abrió los ojos lentamente. Había una botella de suero conectada a su brazos y sujeta a un palo metálico adosado a su cama. Había también una máquina que hacía ruiditos continuos como burbujas cantando bajo el agua. El aire olía a desinfectante mezclado con el aroma de algunas flores. Había flores
por todas partes, destinadas, sin duda, a animar al inválido: a él.
Y unas voces venían desde el otro lado de la habitación. Hablaban en susurros.
-Dios mío, L. W. Simplemente no puedo.
-Sí que puedes, y lo vas a hacer. Jonas te necesita ahora.
-Los médicos dicen que es probable que no vuelva a caminar nunca; que es posible que tenga que quedarse en una silla de ruedas para el resto de su vida. Es demasiado horroroso, y yo no puedo...
-Por amor de Dios, Natashia. Contrólate. Se está despertando.
Miró en dirección a las voces y dos rostros familiares aparecieron ante sus ojos: Natashia, la mujer con quien iba a casarse, y L. W., el hombre que había hecho que su nombre fuese conocido en todo el mundo. Los dos estaban mirándolo, sonriendo para animarlo.
De alguna forma, sintió lástima por ellos. Ahora no iba a serles de mucha utilidad, igual que ninguno de ellos iban a servirle de mucho a él, porque no quería engañarse. Había tenido accidentes en bastantes ocasiones para tener una vaga idea de lo que lo esperaba. Había sobrevivido a su último salto, pero el infierno seguía esperándolo, un infierno en vida.
Una nostalgia acuciarte pareció partirlo en dos, peor en cierto sentido que el dolor que esperaba para devorarlo. Era una nostalgia de su casa, y una nostalgia de contar con la clase de mujer que pudiera enfrentarse a los malos tiempos, una mujer lo bastante fuerte para permanecer a su lado mientras durasen los meses de tormento y esfuerzo sobrehumano que le quedaban por delante.
Aqi les dejo el prologo para qe le vallan entendiendo
besitos las amo♥
excelente sube pronto
ResponderEliminarO.o loco me encanto te felicito espero que la sigas pronto ;)
ResponderEliminarwow
ResponderEliminarahora joe
es adicto a la adrenalinaaa
me encanta ....
continuaaaa...