domingo, 29 de julio de 2012

Miley's Little Secret cap.7









—No sé si tu madre o Hannah te han contado lo que descubrimos el año pasado sobre Jonas Miller. 
—Me lo contaron las dos. Creo que todo el pueblo habló de eso.
La historia era que Jonas Miller, el secuestrador del hijo de su
hermano, era también el padre de Joe y Nick. Se suponía que 
había muerto justo después de concebir a Joe, pero no había sido así. En realidad había vivido treinta años más, oculto en Oklahoma. Y él era el hombre con el que se había fugado Denise Miller cuando se quedó embarazada de Nick.
—Imagínate —dijo éste con ojos brillantes—. Tengo familia que no
sabía que tenía. Un montón de primos Miller en Wyoming y una en Hill Country, casada con un veterinario. Tengo medio hermanos en Nevada y otro en Oklahoma. Dos primas en el norte de California y la rama más famosa de la familia, los Miller de Los Ángeles. Son más ricos que nosotros, muy ricos. Y no olvidemos a Dekker, el bebé Miller al que secuestró mi padre hace tantos años. Ahora tiene treinta años y es detective privado en Oklahoma City.

—Te encanta —sonrió ella—. Te gusta tener tanta familia.
—Sí. A Joe al principio le costó aceptar que nuestro padre fuera tan
embustero, pero a mí no. Para mí fue muy importante saber al fin quién era y saber que tengo familia por todos los Estados Unidos me hace sentir… no sé, como que tengo vínculos. Después de todo, todos estamos aquí para algo.
—¿Para qué? —sonrió ella—. ¿Para qué estamos aquí?
Nick se inclinó hacia ella, que hizo lo mismo sin pensar. Él le miró la boca y después los ojos.
—Yo volví el año pasado al pueblo para buscar algo… algo que
llevaba toda mi vida buscando.
—¿Y ese algo es…?
—No me metas prisa —susurró él—. Ya voy.
—Bien.
—En los dos últimos años empecé a pensar que vagar por el mundo
no me llevaba a ninguna parte, que estaba buscando lo que tenía justo aquí, de donde había partido.
—¿Y qué era? —no pudo evitar preguntar ella.
Él sonrió.
—No tenía ni la más remota idea.
—Un momento. A ver si lo entiendo. ¿Volviste aquí a buscar algo pero no sabías lo que era?
—Exacto. Sólo sabía que si venía a casa lo encontraría por fin.
—¿Y cómo sabías eso?
—Miley. Lo que importa es que lo sabía, no cómo.
—Ah. ¿Uno de los misterios profundos de la vida?
—Exacto.
—Simplemente lo sabías.
—Sí.
—¿Y lo has encontrado?
—Buena pregunta —rió él. Se puso serio—. Para mí ha sido
importante instalarme en casa de mi abuelo, descubrir quién soy,
enterarme de toda la familia que tengo… —movió la cabeza y la miró con admiración, primero a los ojos y luego la nariz, la boca, la barbilla, hasta subir de nuevo a los ojos.
Miley sintió un escalofrío. Se echó a reír, en parte por nervios.
—Todavía no me has contestado. ¿Lo has encontrado?
—¿Te das cuenta de que todos esos años, cuando éramos niños, no te vi nunca? Ahora me cuesta creerlo. ¿Cómo pude ser tan tonto?
A pesar de la magia del momento, Miley oyó por fin campanas de
advertencia. Se apartó un poco de él y se sentó recta.
—Bueno, hace años era Hannah la que…
Él movió la cabeza.
—Una locura. Es imposible.
Miley no se atrevió a preguntar el qué.
—Pero después de tantos años, te vi salir del coche en la gasolinera
—continuó él—. Y al verte, pensé…
—No —dijo ella.
Nick parpadeó. Pero guardó silencio. Sus ojos oscuros se llenaron
de preguntas, preguntas que ella sabía que no iba a responder esa noche.
Era demasiado. No tenía que haberse inclinado hacia él ni haberle
suplicado que le hablara de esa cosa misteriosa que estaba  buscando.
No tenía derecho a oír lo que él había estado a punto de decir.
—No digas nada más, por favor.
El tomó su muñeca y por un momento ambos se miraron a los ojos.
Miley tuvo la sensación de que caía…
Y caía.
Se puso tensa y apretó la mano en un puño.
Y él se llevó ese puño a la boca y le besó los nudillos apretados.
Una ola de calor le subió por el brazo y le produjo piel de gallina por todo el cuerpo.
Antes de que pudiera controlarse lo suficiente para apartarse, él la
soltó.
—Perdona —dijo—. Me parece que voy muy deprisa.
—Tenemos que irnos —repuso ella con rapidez—. ¡Jerry!
Su hijo se sentó en la hierba.
—¿Sí?
—¡Ven! Tenemos que irnos.
—¡Ah, mamá…!
—Va en serio. Ven.
Jerry se levantó y fue hacia ellos arrastrando los pies y con Elvis
trotando detrás.
—Mamá, por favor.
—Es tarde, hijo. Vístete en la caseta.
—Pero Elvis y yo…
Miley adoptó una expresión severa.
—Date prisa.
Jerry gruñó un poco, pero se alejó hacia la caseta con Fargo pegado
a los talones.
—¡Vaya! —comentó Nick—. Qué dura!
Miley hizo una mueca.
—Mucho —bromeó—. Así que no te metas conmigo.
—Espero que podamos repetir esto —comentó él.
—Sí. Ah, eso estaría bien…
—¡Eh! ¡Mírame!
Miley se obligó a mirarlo a los ojos.
—Me lo he pasado muy bien y Jerry también —dijo. Apartó la vista—. Tengo que vestirme.
—Lo sé —él le sonrió de un modo que ella no supo interpretar del
todo. En parte era aprecio y en parte era algo más…
Algo muy, muy peligroso. Algo íntimo y tierno.
Miley se levantó de un salto y se dirigió a la caseta, muy consciente de tener la mirada de él clavada en la espalda.
Nick la observó alejarse maravillado.
¿Cómo podía haber ocurrido eso? ¿Cómo podía estar tan seguro de
pronto? No lo sabía.
Y además, el cómo no importaba. Hacía pocos días que la conocía
porque el pasado no contaba para él. Cuando eran adolescentes, él no conocía a Miley… no como ahora.
Cuando la miraba ahora, ya no veía a Hannah. Ahora la veía a ella, a Miley , totalmente independiente de su hermana gemela. Y podía verlos a los tres… a Miley, Jerry y él mismo. Podía verlos claramente.
Los veía como una familia. Veía las veladas como ésa que tendrían a menudo, veía sus vidas, la de Miley y la suya, criando juntos a Jerry.
Y después, cuando él fuera mayor y se marchara, veía a los dos
solos… a menos, claro, que hubiera más hijos que criar, cosa que también le parecía bien.
Todo le parecería bien siempre que pudiera tener a Miley a su lado el resto de su vida.
Era algo extraño y muy nuevo para él, porque nunca se había visto
así con otra persona. Había conocido a bastantes mujeres y vivido algunas aventuras apasionadas, pero la pasión no había durado y él no había esperado que durara, no por nada, simplemente porque no se veía quedándose, porque siempre sabía que llegaría el día en el que se marcharía.
En el último año, sin embargo, había cambiado. Había echado raíces en su pueblo natal y ahora no le costaba trabajo verse como un hombre de familia; se veía como marido de Miley y padre de Jerry.
Y le gustaba lo que veía.


3 comentarios:

  1. OH... OH...
    ME SUENA A PROBLEMAS Y SENTIMIENTOOOS ENCONTRADOS EN LOS PORX. CAPS.
    JIJIJ

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  2. aaaaawwwwww me enccanto!
    como siempre :D

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  3. OOOOOWWW ME ENCANTOO ESTA ES MI NOVE PREFERIDA!!! Y TE AMO POR SUBIRLAS!!!

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