domingo, 29 de julio de 2012

A Great Love cap.6








A pesar de la compañía de Randall, se sentía rechazada y vacía por dentro, pero hizo de tripas corazón y mantuvo la sonrisa en su rostro todo el tiempo, para que nadie supiera lo dolida que estaba.
Cuando las últimas personas se retiraban, Angela Deleasa se detuvo junto a su hija y le dirigió una sonrisa afectuosa.
— Bueno, no ha ido mal del todo — dijo.
— Oh, ha sido una fiesta maravillosa — respondió Danielle en un tono despreocupado, sonriendo ampliamente, aunque sentía ganas de vomitar—, ¿verdad que sí, Randall?
Él la miró con una ceja enarcada.
— ¿Cuánto ponche has tomado, Danielle?
— No sé, cuatro o cinco tazas, tal vez seis, ¿y qué? — respondió ella, encogiéndose de hombros.
— Sí, ¿qué tiene de malo que haya tomado ponche? — inquirió su madre extrañada.
— Uno de los invitados le echó whiskey — explicó Randall.
— Oh, cielos... ¿Estás bien, cariño, no estás mareada? — le dijo la señora Cochran a su hija, poniéndole una mano en el brazo.
— Estoy perfectamente, mamá, ¿no lo ves? Deja de tratarme como a una niña pequeña — replicó ella apartándola. Su madre frunció los labios y meneó la cabeza.
— Ahora comprendo por qué Kevin se sirvió una hace un rato, y después de olerlo volvió a echar el contenido en el bol.
— ¿Y cómo no? Seguro que se escandalizó, el señor Abstemio... — masculló Danielle con ironía.
— Bueno, debo irme ya — dijo Randall mirando su reloj. Tengo turno de noche en el hospital y es casi medianoche. Gracias por invitarme, señora Cochran. Te llamaré mañana, Danielle — le dijo
a la joven besándola en la mejilla.
Mientras se alejaba, Danielle se dio cuenta de que su madre estaba observándola preocupada.
— Lo superarás, cariño — le dijo—, ya lo verás. No es el fin del mundo. Además, Kevin es de esa clase de hombre a los que no les gusta sentirse atados.
— Yo solo estaba flirteando con él, nada más — repuso Danielle obstinadamente, como si de repetir esa mentira fuese a convertirse en realidad—. No iba en serio, pensé que él lo sabía.
Angela no contradijo a su hija, pero podía leer claramente la angustia en sus ojos.
— ¿Sabes qué? Lo que necesitas es descansar. Mañana Randall te llamará y a lo mejor salís por ahí. Te hace falta distraerte.
— Supongo que sí.
— Eres muy joven aún, pero poco a poco irás comprendiendo que en la vida es mejor tomar lo que se nos ofrece que desear imposibles — le dijo la señora Deleasa suavemente.
— Sí, mamá — murmuró Danielle, esbozando una pequeña sonrisa. Sin embargo, no pudo evitar pensar en cuántos días tardaría en superar aquella noche.
Kevin y Nina se acercaron a ellas para despedirse, y Anna sintió que el estómago le daba un vuelco. Quería salir corriendo, desaparecer de allí, pero era como si se hubiese quedado clavada
al suelo.
— Ha sido una fiesta magnífica — felicitó Nina a Angela.
— Gracias, querida — contestó la madre de Danielle. — Se volvió hacia el ranchero— Kevin, me alegro que al final te decidieras a venir. Nina, tienes que hacer que salga más a menudo.
— Pienso hacerlo — casi ronroneó ella, apoyándose en el hombro de él.
Danielle estaba callada, y Kevin notó que estaba acalorada y daba la impresión de que los ojos le pesaran.
— ¿No habrás estado bebiendo ponche, verdad? — inquirió como si fuera su padre. Se volvió hacia la señora Deleasa—. Parece que alguien...
— Sí, un invitado le añadió alcohol, ya lo sabemos— lo cortó Danielle con fastidio—, y sí he estado tomando ponche toda la fiesta.
— Debería haber hecho que la gente del catering le retirara y trajera más — le dijo Kevin a la señora Deleasa—, porque no le parecerá bien que Danielle tome bebidas alcohólicas, ¿verdad?
Angela suspiró y frunció los labios.
— Evan, mi hija tiene diecinueve años, es mayor de edad, no puedo impedirle que beba.
— Pero el alcohol puede matar — insistió Kevin—. Y ahora está aquí en su casa, pero, ¿y si va a una fiesta en otro sitio y luego se le ocurre conducir?
— Para tu información, nunca bebo si tengo que conducir — le respondió Danielle irritada—, y si tanto te molesta que haya alcohol en nuestra fiesta, ¿por qué no te vas a casa?
Nina soltó un silbido por lo bajo, y Kevin miró a la joven de hito en hito.
— ¡Danielle!, ¿qué modales son esos? — la reprendió su madre azorada. Se volvió hacia Kevin —. No se lo tengas en cuenta, por favor. Adolescentes, ya sabes como son...
La joven, entretanto, se había servido otra taza de ponche para fastidiar a Kevin, y la apuró de un trago, limpiándose los labios con el dorso de la mano y mirándolo desafiante.
— Debería usted hacer algo con ella — le dijo Kevin a la señora Deleasa.
— Mi madre hace mucho que ya no me dice lo que tengo que hacer — le espetó Danielle.
Kevin estaba mirándola como si no la reconociera. ¿Qué había sido de la chiquilla dulce e inocente?
— En cualquier caso no deberías beber — le dijo con aspereza—. Está claro que no estás acostumbrada al alcohol
— Eso es lo que estoy haciendo, acostumbrarme — respondió ella con una sonrisa cínica.
La había herido, y quería devolverle todo ese daño—. Nada de lo que haga o deje de hacer es asunto tuyo, para que te enteres.
Se giró en redondo sobre los talones y se marchó sin mirar atrás. El whiskey estaba revolviéndole el estomago, pero se sentía liberada, y eso era mejor que seguir lamentándose.
Aunque se mereciera el rechazo de Kevin por haber estado persiguiéndolo como lo había hecho, podía habérselo dicho en privado en vez de humillarla de semejante manera.
Afuera, Kevin se había quedado en el sitio con el ceño fruncido. Era la primera vez que Danielle se había enfrentado a él. Estaba tan acostumbrado a su ciega adoración que aquella cruda hostilidad era algo nuevo y, para su sorpresa, excitante.
— Es el efecto del alcohol, Kevin, no le hagas caso— dijo Angela, tratando de aliviar la tensión del momento—. Por cierto, ahora que me acuerdo, tengo una nueva propiedad en la que tal vez podrías estar interesado. ¿Por qué no te pasas por nuestra oficina mañana para echarle un vistazo al folleto de las características y las condiciones de compra? Aunque es sábado quiero ir para revisar algunos asuntos que quedaron pendientes, así que...
— Sí, mañana me va bien — respondió él, abstraído.
— Vámonos, Kevin — le dijo Nina, agarrándose de su brazo—, estoy cansada, y mañana por la mañana tengo una sesión fotográfica.
— Claro — murmuró él, distraído aún por lo que acababa de ocurrir—. Buenas noches, señora Deleasa.
Angela los despidió con la mano, observando curiosa cómo Kevin giraba la cabeza varias veces hacia la ventana de la habitación de Danielle mientras se alejaban. Por un momento una idea cruzó por su mente, pero inmediatamente meneó la cabeza, como diciéndose que era absurdo.
Al paracer para Kevin Jonas era imposible que pudiera tener interés alguno por su hija.




1 comentario:

  1. Marina, muriendo en 5.. 4... 3... 2... 1
























    AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO A KENIELLE ENSERIO
    ES DECIR JEMI Y NILEY SON INCREÍBLES, PERO EN KENIELLE ES MAS QUE MI SIMPLE FANTASÍA DENTRO DE MI PROPIO MUNDO.
    ES DECIR, SON TAN REALES.
    NO QUIERO DECIR QUE JEMI Y NILEY NO LO HALLAN SIDO EN SU MOMENTO; PERO PARA MI PROPIA DECEPCIÓN Y LA DE MUCHAS OTRAS ELLOS NO VAN MAS. O QUIEN SABE QUE DEPARE EL FUTURO


    PERO MIENTRAS TANTO KENIELLE CONTINUA, SIEMPRE FIRME.
    Y CON SU MATRIMONIO Y CADA VEZ QUE SE MIRAN YO SIENTO MORIRRR













    :3
    OK CALMA

















    HAHAHAH
    ME ENCANTOO MICHEEE
    XOXO

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