lunes, 30 de julio de 2012

A Great Love cap.9






En los días siguientes, Kevin advirtió una diferencia notable en su vida. Cuando iba a la ciudad, Danielle ya no aparecía detrás de él en las tiendas, ni se asomaba sonriente desde la ventana de la inmobiliaria para saludarlo. Asistió a varios actos sociales, e incluso se llevó a Nina con él, pero Danielle no acudió a ninguno.
Debería haberse sentido rebosante de felicidad, pero, de algún modo, le dolía que Danielle ya no tuviera el menor interés por él, y por mucho que empezara a enumerarse mentalmente las causas por las que no quería tener una relación con ella, no servía de nada.
Dos semanas después de la fiesta, Danielle estaba en una boutique de la ciudad, cuando entró Nina en el local llenando el ambiente con su caro perfume.
— ¡Vaya hola, Danielle! — la saludó con una sonrisa... — ¡Bueno, así que Kevin finalmente te ha ganado la partida¡ No te vimos en la fiesta de los Anderson el otro día ni tampoco en la barbacoa de los Bieber... Me di cuenta que nada más llegar, Kevin se pasó varios minutos mirando de reojo todo el tiempo, por si aparecías. ¡Pobre hombre!, le has causado manía persecutoria — concluyó riéndose.
Danielle contrajo el rostro enojada por semejante retrato de sí misma.
— Bueno, ya he dejado eso atrás. He decidido dar una oportunidad a mi relación con Randall.
— Humm... El doctor de las manos largas, ¿eh? — Murmuró Nina sarcástica, mientras examinaba uno de los vestidos más caros de la tienda—. Espero que te des cuenta de que no te será fácil conseguir que te sea fiel, porque imagino que habrás oído que llevó a Cindy Grayson a la fiesta que los Ford dieron este fin de semana, ¿no? Y que ella no regresó a su casa hasta el amanecer.
Danielle miró a la mujer con puro odio.
— ¿Sientes placer atormentándome, Nina? — le espetó—. Ya tienes a Kevin. ¿Qué más quieres?
La modelo enarcó sus finas cejas.
— No tengo a Kevin... todavía — le contestó—. Simplemente me pidió que le ayudara a mantenerte alejada de él. Me dijo que haría lo que fuera para librarse de ti— añadió, observando a Danielle con altivez—. Aún tienes mucho que aprender, querida — dijo chasqueando la lengua—. Tendrías que haberte dado cuenta de que Kevin es de esa clase de hombres a los que no les gusta que los persigan. Te perjudicaste a ti misma con esa estrategia tan poco sofisticada.
Cómo odiaba a aquella mujer...
— Pues ya lo he dejado tranquilo — dijo la pobre Danielle, con un nudo en la garganta y las mejillas ardientes.
Nina se encogió de hombros.
— Me temo que él no está tan convencido. Aunque a mí eso me viene de perlas — dijo con una sonrisa perversa—, porque mientras siga sintiéndose amenazado por ti, continuará recurriendo a mí. Es realmente increíble en la cama, ¿sabes? — añadió con toda la intención, observando encantada la expresión de angustia en el rostro de la joven.
Danielle volvió a colgar la falda que iba a probarse y salió de la tienda apresuradamente.
Nina la observo alejarse con una sonrisa diabólica. Había sido tan fácil como quitarle un caramelo a un niño. Inexplicablemente, la joven se había dado por vencida en el primer asalto, pero Kevin parecía preocupado desde que empezara a ignorarlo, así que la única posibilidad que tenía de conseguir que la olvidara era hacer que ella lo odiara. Bueno, parecía que al haberle mentido, sugiriendo que se estaba acostando con él había funcionado. Sonrió satisfecha, y descolgó el vestido, tarareando una canción mientras se dirigía al probador.
Por la tarde, Danielle no consiguió concentrarse en el trabajo, y en cuanto fue la hora de salir, se fue directa a la galería Taylor, decidida a cambiar su vida de una vez. Brand Taylor, el dueño, tenía buen ojo para las obras de arte y un profundo conocimiento del mercado. Conocía a Danielle desde niña, y había seguido sus progresos pictóricos y su creciente interés por el arte.
— Tenía la esperanza de que algún día te acercaras por aquí para ofrecerte a ayudarme — le dijo visiblemente satisfecho cuando Danielle le hubo explicado el motivo de su visita—. Tener que
llevar esto yo solo se me hace cada vez más cuesta arriba. No, no me vendría mal una ayudante.
Tú tienes vista para los detalles, y podría enseñarte a evaluar pinturas, y el funcionamiento del mercado.
— Eso me encantaría. Tengo muchas ganas de empezar— le dijo Danielle entusiasmada.
Él asintió
— Bien, entonces. ¿Cuándo podrías empezar?
— El lunes que viene. Esta noche le diré a mi madre que busque a alguien que me reemplace.
— ¿Y eso no le causará a ella mucho estropicio?
— No, no, no se preocupe — contestó Danielle negando con la cabeza—. Al contrario, estará encantada. Lleva años diciéndome que tengo que buscar mi propio camino, lo que de verdad
quiera hacer.
Y en efecto, su madre se sintió muy feliz por ella cuando le dio la noticia al llegar a casa.
— Ya era hora, hija — le dijo—, pensé que ibas a quedarte siempre en la oficina. Me encantaba tenerte allí, naturalmente, pero...
— Pero las dos sabemos que si te pedí ese puesto era para poder ver más a Kevin — concluyó Danielle, frunciendo los labios—. Sí, mamá, esa es la razón por la que dejo la inmobiliaria.
Si quiero cortar para siempre con mi actitud hasta ahora, tengo que hacerlo del todo.
— Además, el señor Taylor es un hombre encantador y ya sabes que el arte me apasiona. Quiero hacer algo útil con mi vida, algo que me llene. El matrimonio... bueno, quizá algún día, pero
todavía no.
— Buena chica — aprobó su madre acariciándole la mejilla—. Aún eres joven. Tienes mucho tiempo por delante.
— Sí, tengo mucho tiempo por delante — repitió Danielle con una mirada triste en sus ojos. Se sentía un poco perdida, pero no quería ponerse a suspirar por cada rincón de la casa —. ¿Qué te parece si nos vamos a cenar fuera, para celebrar lo de mi nuevo empleo? — propuso.
— Me parece una idea magnífica — dijo su madre sonriendo—. ¿Dónde quieres que vayamos?, ¿Al Beef Palace?
Danielle contrajo el rostro. Aquel era el restaurante favorito de Kevin.
— ¿No te apetece más ir a un chino?
Angela se encogió de hombros.
— Como quieras.
Horas después, cuando salían del restaurante, charlando animadamente, Kevin, que pasaba por allí en coche con Nina, las vio. «Qué extraño», se dijo, «creía que a Danielle no le gustaba la
comida china...».
— ¿No son esas Danielle y su madre? — Murmuró Nina con cierta aspereza—. ¡Fíjate qué raro! ¿Por qué habrán ido a ese chino? Yo había esperado que la encontrásemos en el Beef Palace. Como dicen que siempre va allí para revolotear a tu alrededor...
Kevin la miró irritado.
— No es necesario que la ridiculices — le dijo en un tono suave pero peligroso.
La modelo se quedó mirándolo sorprendida.
— ¿Por qué no? Todo el mundo lo hace. De hecho es lo que ella ha estado haciendo hasta ahora, ponerse en ridículo a sí misma. Además, ella lo reconoce — murmuró.
Kevin entornó los ojos suspicaz.
— No le habrás dicho nada, ¿verdad?
Nina cruzó sus elegantes piernas.
— Me la encontré a mediodía en una boutique, y simplemente le dije que estabas harto de ella, cosa que ya sabía — le dijo tan tranquila.
Kevin contrajo el rostro disgustado. Nina no era precisamente un dechado de tacto cuando se trataba de decir las cosas, y estaba seguro de que Danielle habría pensado que la había enviado él.

2 comentarios:

  1. Micheeeeeeeeeeeeeeeeelle, cógeme o me meto a la historia y mato a Ninaaaa
    Como la odiooo carajo!
    Enserio
    Y ahora que va a pasar?
    Se van a encontrar y van a iniciar conversacion??!
    Diooooooooooos
    no la corteeees acáaa
    subi pronto

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