domingo, 29 de julio de 2012

The Ex-Boyfriend Of His Sister cap.7











La antena parabólica no llegó al día siguiente, pero los libros de Joe, sí.
Le encargó a Demi el trabajo de medir y estimar el coste de estanterías nuevas en el salón de la primera planta y también en la planta baja, en la gran zona central. Después, decidió que aquel mismo día tenían que ir a Reno para comprar la madera. Además, insistió en que tenían que ir los dos, ya que ella era la que iba a construir las estanterías y él quién iba a comprarlas.
Demi le dijo que no era necesario que fuese con ella, pero él sonrió de una forma que incluso pareció tímida.
-Sí que la hay. Quiero elegir yo mismo la madera.. ¿no te importa?
No cabía duda de que estaba utilizando todo su encanto, y lo peor del caso era que funcionaba, aunque ella no quisiera admitirlo.
-No lo entiendo -replicó ella, mirando a su alrededor al montón de cajas abiertas llenas de libros-. ¿De dónde viene este nuevo interés por los libros?
-Hombre, Demi... ¿tú te crees que queda bonito que me digas una cosa así?
Ella lo miró sorprendida.
-¿Por qué lo dices?
El pretendía parecer herido.
-Lo dices porque casi me echaron del instituto el último curso, ¿verdad? No puedes entender cómo un zoquete como yo puede haber llegado a necesitar una casa llena de estanterías para libros.
-Yo no he dicho que fueses un zoquete.
-No, pero lo has pensado, y bueno, no me importa. Fui un niño conflictivo, y no es un secreto, pero ya no soy un niño. Y me gusta leer. Cuando empecé a hacer de doble en el cine, fueron los libros los que me ayudaron a no perder la cabeza.
-¿Por qué los libros? -le preguntó Demi, aunque se había prometido a sí misma la noche anterior que cuando volviese a trabajar para él hablaría únicamente del trabajo que estuviesen realizando.
Joe parecía precisamente encantado de no hablar del trabajo que estaban realizando.
-En las películas se pasa uno el tiempo o corriendo o esperando. A veces tienes que esperar horas, días incluso, a que el tiempo mejore, o a que preparen lo necesario para una determinada toma. Aprendí a llevar siempre conmigo un libro y así, cuando tenía que esperar, tenía algo en lo que ocuparme.
Demi formuló otra pregunta que no tenía nada que ver con el trabajo y sin darse cuenta.
-¿Seguiste estudiando después?
Él se agachó, algo rígido, a coger un libro de una de las cajas. Miró el título del lomo y lo abrió con cuidado por la primera página.
-Qué va. Nunca me puse a ello... y supongo que ninguna universidad de renombre hubiera querido aceptarme. ¿Y tú? -preguntó él, mirándola-. ¿Llegaste a ir a la universidad?
-No -replicó ella, preguntándose por qué demonios se le habría ocurrido preguntarle nada.
-Por qué no? Creo recordar que eras un auténtico cerebro. Hasta incluso ganaste una beca, ¿no?
Demi se metió las manos en los bolsillos y miró por la ventana.
-Sí.
-¿A qué universidad ibas a ir? No recuerdo el nombre.
Hubiera querido decirle que no quería hablar de ese tema con él, pero eso habría supuesto darle importancia, y si le daba importancia, él se daría cuenta de las veces que había lamentado no haber tenido la oportunidad de ir a la universidad. No quería que él lo supiera. Era algo demasiado personal.
-Demi, ¿qué universidad era? -le preguntó por segunda vez.
-Stanford. Una beca para ingeniería.
-Eso es, Stanford. ¿Y por qué no fuiste?
-Tuve que cambiar de planes cuando murió mi padre... lo que estoy segura que recordarás.
-Sí, ahora que lo mencionas, lo recuerdo -contestó él con una sonrisa angelical.
El metro de Demi estaba sobre la mesa y lo cogió, atravesó la habitación y lo dejó caer en su caja de herramientas.
-¿Y después?
Demi se arrodilló a cerrar la tapa.
-¿Qué?
-¿Por qué no fuiste a la universidad más tarde?
No estaba dispuesta a que él notase que aquella conversación estaba agotando su paciencia.
-¿Qué importa?
-Siento curiosidad, eso es todo.
-Pues simplemente por que no hubo oportunidad. Miley y Dallas eran muy jóvenes y mi madre... bueno, pasó bastante tiempo hasta que se recuperó. Se había casado con mi padre cuando tenía dieciocho años y no sabía vivir sin un hombre a su alrededor.
-Así que tú tuviste que convertirte en el hombre de la casa, ¿no?
Demi se incorporó.
-¿Es alguna indirecta?
-No. Es sólo una pregunta. Una pregunta directa.
-De acuerdo. Entonces la respuesta es sí. En muchos sentidos, cuando mi padre murió, fui yo quien ocupó su lugar. Tuve que tomar decisiones que mi madre no estaba en condiciones de tomar, y cuidé de mis hermanas. Además aportaba dinero a casa para que pudiéramos llegar a fin de mes.
Joe asintió, como si estuviese reconociendo un trabajo bien hecho y después cerró el libro que tenía en la mano.
-¿Y ahora?
-¿Ahora, qué?
-Podrías ir ahora a la universidad.
-Ya es demasiado tarde.
-No necesariamente -replicó, al tiempo que volvía a meter el libro en la caja.
-Sí que lo es -su voz había sonado tranquila y razonable, de lo cual se alegraba bastante. Hubiera querido decirle que dejase de meter las narices en sus cosas, pero no lo hizo. Tenía demasiado orgullo, y no quería hacerle ver que estaba tocándole un punto débil-. Me gusta mi vida tal y como es. Tengo mi libertad y mi intimidad.
-Podrías seguir teniendo libertad e intimidad y al mismo tiempo, ir a la universidad.
Aquello fue la gota que colmó el vaso. No estaba dispuesta a escuchar ni una sola palabra más.
-Sí que podría, pero eso es asunto mío, ¿no te parece?
El volvió a sonreír y Demi estuvo tentada de tirarle sus preciosos libros a la cabeza.
-Sí, tienes razón. Es asunto tuyo -dijo, y después miró su Rolex-. Se nos está pasando el tiempo charlando. Deberíamos irnos ya.
-¿A dónde?
-A Reno. Las estanterías... ¿recuerdas?

Cogieron la camioneta de Demi para poder traerse las maderas a la vuelta.
Llegaron a Reno alrededor de las doce, pero Joe dijo que estaba muerto de hambre así que hizo que Demi condujese una media hora más hasta que encontraron un restaurante que le gustó, un asador que parecía informal y agradable desde fuera.
Por dentro resultó ser igual... excepto en los precios. Demi echó un vistazo a la carta y decidió pasar con una ensalada.
-No pongas esa cara -dijo Joe mirándola por encima de su menú-. Soy el jefe y pago yo.
Demi comenzó a discutir. Ella siempre se pagaba su propia comida, aunque, al fin y al cabo, él tenía razón. Era el jefe, y había sido él quien había insistido en que comiesen allí. Ella se habría contentado con comerse un perrito caliente en su camioneta.
Por fin decidió pedir una ensalada tal y como había pensado, pero dejó que él pagase la cuenta.
Sin embargo, cuando el camarero llegó y ella le dijo que quería una ensalada, Joe la interrumpió y pidió carne para ella.  esperó a que el camarero se hubiera marchado para decirle que ella se bastaba solita para pedir su propia comida.
-Tienes razón -contestó él, con aire arrepentido-. ¿Quién demonios me he creído que soy? Lo siento. ¿Quieres que vuelva a llamar al camarero?
Demi se lo quedó mirando sin contestar. ¿Qué demonios tendría aquel hombre para cogerla siempre a contrapié? Cada vez que tenía intención de ponerle las cosas en su sitio, él la desarmaba dando marcha atrás, de manera que ella tenía la impresión de estar haciendo una montaña de un granito de arena..
-No. No importa.
Joe sonrió y las líneas de alrededor de sus ojos lo hicieron parecer más atractivo que nunca.
-Estupendo.
Cuando estaban en mitad de la comida, dos mujeres muy atractivas y vestidas con trajes de chaqueta, se acercaron a su mesa. Una de ella, la más alta, carraspeó ligeramente.
-Mm... perdone, pero ¿no es usted Joe Jonas?
Joe sonrió.
-El mismo.
La más alta le dio con el codo a la otra.
-Yo tenía razón. ¿Puedes creértelo, Elaine?
Elaine le tendió a Joe una servilleta del restaurante.
-Sé que debe estar harto de estas cosas, pero ¿le importaría...?
-Estaré encantado, señorita.
Elaine le entregó un bolígrafo y Joe le firmó un autógrafo en la servilleta, que después le devolvió con otra de sus devastadoras sonrisas.
La otra mujer, que había estado mirándolo como un muerto de hambre miraría un filete, intervino después.
-¡No se olvide de mí! -exclamó, y le puso sobre la mesa otra servilleta, que Joe firmó inmediatamente.
-Gracias. Muchas gracias.
Con las mejillas coloradas y casi balbuceando, las dos mujeres se alejaron.
Demi se quedó mirándolas, pensando en que nunca había visto a dos mujeres hechas y derechas actuando como crías enamoradas y en que cómo sería para Joe que la gente lo reconociese donde quiera que fuese. Desde luego a ella no le gustaría estar siempre en el punto de mira. Tenía en demasiada estima su intimidad.





2 comentarios:

  1. Enseriooo estoy demasiado intrigada....
    Que ira a pasar Michelle??
    subi, carajo!

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  2. el pensamiento de demi aveces puede ser loco y que triste por ella haber tenido que ser el papel de padre siguela pliss

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