Temblorosa, apartó escasos milímetros sus labios de los de Nick,
moviéndose sensualmente debajo de él, tratando de pegarse aún más a él, y éste
jadeó.
—Por favor —le rogó desesperada, sin saber qué estaba pidiéndole—, por
favor, Nick... necesito... te necesito...
Él tomó su rostro entre sus manos, que también temblaban, y con el rostro
contraído y el cuerpo tenso como un arco tensado al límite, la miró
atormentado.
—No puedo —le susurró, apartándose de ella. Se tendió a su lado, y la
atrajo hacia sí, abrazándola con ternura, acariciándole la espalda para
calmarla, para acallar las voces del deseo en ella.
—Nick... —murmuró Miley contra su garganta, empapada por el sudor—.
Nick...
—La próxima vez... —le prometió él al oído— no me detendré. Llegaremos
hasta el final.
—Pero, ¿por qué, Nick? —gimió ella confundida—. No quería que pararas.
Él se rió suavemente.
—Lo sé, pero no quiero ni pensar en qué diría la señora Peake si entrara
y me encontrara aquí contigo, dando rienda suelta a mis instintos.
—¿La señora Peake? —repitió Miley, que en ese momento se había olvidado
del resto del mundo.
—Le he pedido que te suba unas fresas con nata, ¿recuerdas? —le dijo él
incorporándose y abrochándose la camisa.
Miley emitió un gemido ahogado.
— ¡Oh, lo olvidé! —murmuró incorporándose también en la cama, como un
resorte.
Los ojos de Nick descendieron al pecho de la joven, y ella se sonrojó
como una adolescente, apresurándose a taparse.
—No seas tímida conmigo, Miley —la reprendió él suavemente—. Eres
preciosa.
Ella sonrió como una boba y se sonrojó aún más.
—Nick... —le dijo al cabo de un rato, alzando la mirada hacia él—. ¿Por
qué?
—¿Por qué, qué? —murmuró él.
—¿Por qué has hecho esto? —dijo ella—. ¿Qué quieres de mí?
—Todo —le respondió él quedamente.
Miley escudriñó sus ojos confundida.
—¿Por cuánto tiempo?
Nick se encogió de hombros.
—¿Quién sabe?
—¿Y qué hay de lo que «yo» quiero?
No le estaba ofreciendo un compromiso; sólo estaba dándole a entender que
quería algo físico con ella, quizá de unas cuantas noches, pero sin ningún tipo
de ataduras.
—Sé lo que tú quieres —le dijo él con una sonrisa malévola—: me quieres a
mí.
Miley, sin embargo, siguió muy seria.
—¿Y a ti... te bastaría el deseo? —le preguntó desafiante.
Nick le dirigió una extraña mirada.
— Supongo que tendrá que bastarme —le respondió enigmático, pasándose una
mano por el cabello.
En ese momento entró la señora Peake, con una bandeja cargada con té frío
y el cuenco de fresas con nata que Nick le había prometido.
—Bueno, señora Peake, la dejo en sus manos — le dijo él a la mujer—.
Asegúrese de que se lo come todo. Yo tengo asuntos que atender.
Miley le sonrió cuando se paró en la puerta para despedirse con un gesto
de la mano.
—Gracias por la terapia —le dijo con picardía.
Durantes los días siguientes, Nick volvió otra vez a su actitud amistosa,
educada, y nada más. Parecía como si quisiera dejarle espacio para respirar,
tiempo para considerar ese paso final, para decidir si podía conformarse con la
única relación que estaba dispuesto a ofrecerle.
A Miley la asaltaban las dudas. Aun amándolo como lo amaba, no estaba
segura de poder conformarse con un romance. Si aceptaba, luego le costaría
todavía más separarse de él cuando se cansara de ella.
Al responderle que tendría que bastarle con el deseo, prácticamente había
admitido que eso era todo lo que sentía por ella. Pero, ¿y para ella?, ¿Le
bastaría a ella con el deseo? ¿Podía tener éxito una relación basada sólo en el
aspecto físico? Desde luego su vida sexual sería maravillosa, de eso no tenía
duda, pero ella se sentía atraída por él también en un sentido que nada tenía
que ver con lo físico. Le encantaba sentarse a ver la televisión con él,
cabalgar a su lado, charlar... La novedad del deseo se agotaría pronto, y
entonces, ¿qué les quedaría? Se sentiría como un zapato viejo arrojado a la
basura, y no creía que pudiera soportarlo.
Aquella sería la decisión más difícil de su vida, pero no podía dejarse
llevar por el corazón si no quería acabar sufriendo. Además, se sentía ya mucho
mejor, y pronto sería capaz de volver a hacer su vida normal. El médico de
cabecera de los Jonas le había quitado los puntos de la pierna, y ya podía
caminar bastante bien. La cicatriz de la mejilla podría disimularse con
maquillaje si la llamaban de la agencia para algún trabajo... porque tenía que
volver a trabajar para salir adelante. Y quizá, se dijo sin convicción, quizá
el trabajo llenaría el vacío insoportable que quedaría en su vida cuando se
alejara de Nick.
Cortarse una mano le habría dolido menos, pero sabía que aquello era algo
que no podía eludir.
Después del desayuno lo siguió fuera, dejando a Selena y a su madre
desayunando.
—¿Qué ocurre? —le preguntó Nick volviéndose, al ver que había salido
detrás de él—. ¿Quieres algo, Miley?
— Sí —musitó ella, pasándose la lengua por los secos labios—. Mañana
vuelvo a Nueva York.
Nick se quedó mirándola aturdido, como si lo hubieran golpeado en la
cabeza con una barra de metal.
—¿Qué?
—Que mañana me marcho —repitió ella—. Tengo que volver a trabajar, y por
suerte mis cicatrices se están curando bastante rápido. Pueden disimularse con
un poco de maquillaje y...
—¿Vas a dejarme? —explotó él—. ¿Así?
Miley vaciló, sorprendida por su repentino arranque de ira.
—Yo... —comenzó.
—¿Qué? ¿Es ese maldito contable después de todo? —le gritó él—. ¿O sólo
que eres incapaz de comprometerte?
— ¡Mira quién va a hablar de compromisos! —le espetó—. ¡El señor
«libre-como-el-viento»!
— ¡Por amor de Dios! ¿Qué esperabas?, ¿un contrato de noventa y nueve
años? —rugió.
— ¡No, gracias! —le contestó Miley irritada—, ¡no creo que pudiera
soportarte durante noventa y nueve años!
—¿Qué?, ¿Acaso me tienes miedo?
—No te tengo ningún miedo —replicó ella, poniéndose muy seria—. Es sólo
que quiero más de lo que tú estás dispuesto a ofrecer, eso es todo.
—¿Cómo qué? —le espetó él con los ojos relampagueándole —, ¿portadas de
revistas, pasarelas y hombres mirándote de manera lasciva mientras desfilas?
— ¡No te atrevas a meterte de nuevo con mi trabajo! ¡Es tan digno como
cualquier otro! —le gritó Miley.
Las facciones de Nick se endurecieron hasta tal punto que parecían roca
esculpida.
— Sea entonces, vuelve a ese mundo de cámaras y lujo si es lo que quieres
—le dijo él en un tono gélido—. De hecho, no tendrás que esperar a mañana. Esta
misma tarde te llevaré al aeropuerto.
Miley se quedó sin aliento.
— ¿Qué?
Había una verdadera tormenta en los ojos de Nick, y estaba lívido
de rabia, aunque Miley no alcanzaba a comprender por qué.
— Ya me has oído —masculló —. ¡Haz ahora mismo la maleta!
Se giró sobre los talones, bajó los escalones de la entrada y se alejó
hacia los establos como un gigante furioso...
Otro capi mas... Besos!!
OTRA VEZ SE PELEARON!!!!! JAJAJA ME ENCANTO EL CAPI!!! SEGUILAAAA PORFISSSSS!!!!!! ESPERARE EL PROXIMO CAPI CON DESESPERACION JAJA , BESOTESSS!!
ResponderEliminarpero que voluble es Nicholas! haha XD
ResponderEliminarHola! soy nueva acá(:
ME ENCANTÓ esta nove♥
siguelaaa!!!
si puedes pásate por mi nove(:
besos