—Ya podemos salir—dijo él.
Los flashes de las cámaras y las preguntas de los reporteros se sucedieron durante los segundos siguientes mientras se abrían paso entre la multitud. Nick la llevaba
de la cintura, protegidos ambos por los guardaespaldas.
Miley contuvo la respiración hasta que entraron en la limusina y encontró la protección de las ventanillas ahumadas. Estaba mareada; era incapaz de creer que
la hubiera besado por segunda vez, que se lo hubiera permitido y que le hubieragustado tanto.
—Me ha dado la impresión de que no disfrutas con la atención de la prensa — comentó él—. Parece que te asuste... ¿Por qué?
—Supongo que soy poco exhibicionista —respondió.
—No es lo que me pareciste cuando leí los informes sobre ti.
Miley se había sentido segura hasta entonces porque pensaba que los informes sólo incluían cuestiones más o menos generales sobre su personalidad; pero evidentemente, se había equivocado. Nick esperaba a una mujer como Hope, abierta y desinhibida.
—Bueno, todo el mundo intenta causar la mejor impresión cuando lo entrevistan para un trabajo —se excusó.
Nick no dijo nada al respecto, pero notó que ocultaba algo y se preguntó qué podía ser.
—Tendrás que aprender a relajarte. Falta menos de una semana para que subamos a un avión y nos casemos en Rusia.
—En Rusia... —repitió ella con debilidad.
Cada vez estaba más nerviosa. Tenía miedo de no ser capaz de llegar hasta el final, de no poder seguir con la farsa.
De repente, Nick le dio un paquete pequeño.
—Esto es para ti —dijo—. Así podremos estar comunicados... lamento haberme mantenido alejado durante todo el proceso, milaya moya.
El paquete permaneció cerrado durante veinte minutos, hasta que Miley llegó a casa y cayó en manos de su hermana, que se moría de curiosidad. Contenía un
teléfono móvil.
—¡Dios mío! ¡Mira esto! ¡Te ha regalado uno de los teléfonos más caros de todo el mercado! Tiene diamantes de verdad...
—¿Ah, sí?
Miley lo dijo sin entusiasmo alguno. Además, le parecía absurdo y pretencioso que decoraran un teléfono móvil con diamantes.
—No sé si eres consciente de ello, pero este teléfono vale varios miles de libras esterlinas. ¡Y tengo más derecho que tú a quedármelo! —declaró, mirándola con resentimiento—. Fui yo la que eche la instancia, yo la que conseguí el trabajo... y ahora, tú le quedas con todos los regalos que deberían ser para mí.
Miley hizo caso omiso de los comentarios de su hermana. Estaba mucho más preocupada por la boda.
—¿Por qué crees que Nick quiere una esposa? —le preguntó—. ¿No sientes curiosidad?
—No, ninguna en absoluto. Pero ahora que lo preguntas, supongo que querrá casarse porque sacará algún beneficio económico o fiscal de estar casado, o tal vez porque una esposa mantendría alejadas al montón de mujeres que lo persiguen allá donde va —respondió.
—No sé... Nick no me parece de la clase de hombres que se quieren casar. Incluso me ha pedido que pasara la noche con él.
Hope la miró boquiabierta.
—¿Te lo ha pedido? ¿Te ha encontrado atractiva? Dios mío, le habrás sentido como si te hubieran dado al mismo tiempo todos los regalos de Navidad de toda tu vida...
Pero, ¿por qué diablos has vuelto a casa? ¿Por qué no te has marchado con él? Eres un caso perdido, Miley.
Su hermana no hizo el menor caso.
—¿Por qué me lo habrá pedido? —se preguntó, en voz alta—. ¿Es que el sexo forma parte del acuerdo matrimonial?
Hope, que seguía jugando con el teléfono móvil, miró a Miley con una mezcla de sarcasmo y asombro.
—Piensa lo que estás diciendo, hermana. Vas a casarte con él. Y cuando la gente se casa, mantiene relaciones sexuales.
—Yo pensaba que el acuerdo consistía en otra cosa, que sólo tenía que acompañarlo a sus actos sociales y cosas así.
—No es posible que seas tan ingenua. Es obvio que querrá que lo acompañes a esos actos y que te comportes como una esposa feliz, pero eso no tiene nada que ver...
Sin embargo, supongo que en lo que pase entre vosotros, en la intimidad de vuestro dormitorio, podrás elegir.
—¿Insinúas entonces que no estoy obligada a acostarme con él?
—Por supuesto que no lo estas. ¿Por quién me has tomado? —preguntó Hope—.
Pero si pones a una mujer y a un hombre atractivo en la misma habitación, la naturaleza suele seguir su curso —observó.
Al ver que Miley no decía nada, su hermana la miró fijamente y comprendió lo que sucedía.
—No puede ser ¡No me digas que sigues siendo virgen!
Miley se ruborizó.
—Bueno, ¿qué tiene eso de malo? —dijo a la defensiva—. Es que todavía no he conocido a la persona adecuada...
—Me parece increíble que tú y yo seamos hermanas gemelas. Somos completamente distintas —declaró, frustrada—. ¿Por qué te da miedo el sexo? No me extraña que estés sola. Ningún chico con dos dedos de frente se acercaría a ti, Miley... Esto va a ser un desastre. No va a funcionar.
—¿Qué quieres decir?
—Que tú no puedes ser la esposa de Nick. No tienes ni la actitud ni el carácter necesario para ello. Y como no puedo devolverle el dinero, no tendré más remedio que abortar —contestó.
Miley se levantó de la silla, horrorizada.
—No puedes hacer eso —dijo.
—¿Es que tengo otra opción? O te casas con él o tendré que abortar y acatar el contrato que firmé.
—Pero me voy a casar con él.
Hope la miró con enfado.
—¿Casarte con él? Si te asusta hasta la menor tontería... hasta tienes miedo de hacer el amor con tu futuro esposo.
—Yo no diría que acostarme con un desconocido sea una tontería —se defendió.
—Adelante, sigue insultándome, sigue insinuando que las mujeres que tenemos una vida sexual sana somos una especie de prostitutas —bramó Hope, indignada con
ella—. Sí, es verdad que me he acostado con muchos hombres. ¿Y qué? ¿Crees de verdad que tienes derecho a sentirte superior porque tú no has tenido el valor de acostarle con ninguno?
—¡Yo no me siento superior! —protestó.
—Pues si no te sientes superior, será mejor que tomes una decisión rápidamente.
¿Quieres ayudar a mamá? ¿O no?
Miley consideró cuidadosamente la situación. El día anterior había conocido a Liam, el prometido de Hope, y le había gustado mucho; era obvio que estaba sinceramente enamorado de ella. Si se negaba a casarse con Nick y Hope se veía obligada a romper su compromiso, no se lo perdonaría nunca: además, tendría que abortar y ella no podría ser tía.
Casarse con un desconocido podía ser un error, pero no tenía más remedio. Era la única forma de asegurar la felicidad de su madre y de su propia hermana.
Por fin, respiró a fondo y contestó:
—Por supuesto que quiero ayudar a mamá. Seguiré adelante con esto. Cueste lo que cueste.
Uno mas Besos!!!!
ESTUVO BUENISIMO EL CAP!!!!!! ME ENCANTO!!! , PORFISSS SEGUILA!! JAJA ESPERO EL PROXIMO PRONTO , BESOTESS
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