-Te lo digo en serio, Miley, lo que tú necesitas es una cánula.
-¿Qué?
-Una de ésas que se usan para regar el pavo cuando lo metes en el horno.
Miley Cyrus levantó la mirada de la caja de velas aromáticas que estaba guardando en la estantería y fulminó a Demi Lovato, su demenciada socia, con la mirada.
-¿Que me fecunde con una cánula? Lo dirás de broma.
-Si tanto te disgusta el sexo, ¿por qué no? Miley hizo una mueca cuando dos chicas que estaban eligiendo sujetadores se miraron, divertidas. Hablar de sexo seguramente sería normal cuando la tienda era un sex shop, pero desde que ella la transformó en Secretos íntimos, una boutique de ropa interior, la mercancía sexual era algo del pasado. El lenguaje descarado de su socia era, sin embargo, algo a lo que Miley todavía no había podido poner freno.
-No me disgusta el sexo -le dijo en voz baja-. Me disgusta «ése» tipo de sexo. Y aunque considerase la idea de fecundarme con un artilugio de cocina, que no pienso hacerlo, ¿de dónde voy a sacar el... material genético?
Sin pensar en las dientas, Demi contestó:
-No lo sé. ¿En un banco de esperma?
La respuesta fue una risita al otro lado de la tienda.
Miley hizo una mueca.
-No creo que una pueda entrar y decir: «Hola, quiero retirar un depósito». Además, me parece una cosa rarísima.
—Bueno, pues olvidemos lo de la cánula —suspiró Demi, sacando una caja de cerillas para encender una vela de sándalo-. ¿Por qué no haces lo que habíamos pensado desde el principio, fecundarte artificialmente?
-El médico me ha dicho que las posibilidades de éxito son de un diez a un quince por ciento por cada ciclo menstrual y se supone que es uno de los especialistas más importantes de Michigan. Así que podría costarme una fortuna. Me ha recomendado que lo haga de la forma natural.
-O sea, que o te gastas una fortuna o lo haces como todo el mundo.
—Exactamente. Y por culpa de la endometriosis, podría tardar meses en concebir.
Demi apoyó los codos en el mostrador.
-Lo que tú necesitas es un hombre que quiera mantener relaciones sexuales sin compromiso.
-Sí, supongo que sí -suspiró Miley, con un nudo en el estómago. Irónicamente, a su madre le habría encantado. Un hombre diferente cada noche y estaría en la gloria.
-¿Y qué hombre no aceptaría eso? -rió Demi-. En Royal Oak por lo menos tiene que haber doscientos.
Eso era lo que ella se temía. La idea de mantener relaciones sexuales con un extraño le parecía tan... asquerosa. Desgraciadamente, se estaba quedando sin alternativas.
Lo que había empezado en su adolescencia como un par de días desagradables en cada ciclo menstrual era ahora un dolor insoportable. El chequeo anual con su ginecólogo
reveló lo que ya sospechaba: que la operación era inevitable. Y si quería tener un niño, tendría que hacerlo rápidamente.
Los medios artificiales le habían parecido la respuesta hasta que descubrió que costaba un dineral y que el porcentaje de éxito era más bien pequeño. La adopción de un niño
extranjero también costaba una fortuna y que una chica soltera adoptase un niño del país era casi imposible.
Siempre existía el convencional «casarse y tener familia», pero los ochos divorcios de sus padres le habían enseñado una lección: la felicidad marital no era para ella. Cuando
se fue a la universidad ya había perdido la cuenta de los «tíos» que vivieron con ella y su madre. Tíos que, cuando Miley empezó a desarrollar, la miraban de una forma que
la ponía enferma.
Nunca se atrevió a dormir sin echar el cerrojo en su habitación. Por si acaso.
En sus circunstancias, debería haber olvidado lo de tener niños, pero últimamente cada vez que se cruzaba con una madre empujando un cochecito la habitual punzada de
envidia se convertía en un angustia infinita. Miley deseaba con todas sus fuerzas tener el cariño incondicional de un hijo y darle todo el amor que llevaba guardado en el
corazón.
Pero, ¿acostarse con un extraño? ¿Podría bajar tanto el listón cuando llevaba toda la vida evitando esa frívola existencia?
—No sé si puedo hacerlo —le dijo a Demi—. Y si pudiera, tendría que ser alguien con quien quisiera acostarme. Y, sobre todo, un hombre al que quisiera como padre de mi
hijo.
—Tiene que haber alguien —suspiró su socia y amiga, apartándose un rizo de la frente-. A ver, dime qué estás buscando.
Miley se sentó en el taburete que había tras la caja registradora.
-Bueno, para empezar, debería estar sano y no tener ninguna enfermedad genética.
-Me parece razonable. Tendrías que pedirle un historial médico. ¿Algo más?
-Tendría que ser atractivo. No hace falta que sea guapísimo, sólo razonablemente guapo. Y agradable. No podría acostarme con alguien que no me gustase.
-Eso no suena tan difícil -dijo Demi, contando con los dedos: guapo, agradable, sano...
¿a quién conocemos que responda a esa descripción?
En ese momento sonó la campanita de la puerta y Miley levantó la cabeza para saludar a la nueva cliente... pero no era una cliente. Era su mejor amigo, Nick. Con cara de
agobio por el asfixiante calor de julio, camisa hawaiana y sandalias.
Chicas!!!!! aqi el primer capi...
comenten si les gusta BEsos!!!!
AAAAAAA ME ENCANTO :D SEGUILA BESOS
ResponderEliminarME ENCANTOOOOOOOOOOOOOO EL CAPI!!!!!!!!!!!!! PERDONAMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE NO PUDE COMENTAR POR QUE MI COMPU ANTERIOR SE ROMPIO Y TUVBE QUE ENTRAR A MI OTRA COMPU EN LA CUAL NO QUERIA ENTRAR A MI CUANTA GOOGLE JEJE SEGUILAAAAAA PORFISSS ME ENCANTOOOOOOOOO JEJE , BESOTESSSSSSSS
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