Joe encontró a Demi en la galería, contemplando un retrato de su abuela.
–Hey –le dijo, acercándose por detrás y agarrándola de la cintura.
–¿Crees que era feliz?
–Sí.
–¿Amaba a tu abuelo?
–Ven. Quiero enseñarte algo –sin responder a su pregunta, Joe la condujo hacia la escalinata.
–¿Tu habitación?
–No. Pero me gusta que pienses así –la guió hacia el primer piso y finalmente llegaron a la salita de estar de Sadie.
–¿Qué estamos haciendo?
–Quiero demostrarte que era feliz.
Sentó a Demi en un taburete y sacó un viejo álbum de fotos de la estantería de libros.
–Ésa es ella –dijo, señalando la foto de una joven vestida con un vaporoso vestido y un enorme sombrero de seda. La muchacha tenía una sonrisa radiante. Su esposo estaba a su lado.
–Sí parecía feliz –admitió Demi ante la evidencia.
Demi pasó la página y encontró más fotos de fiestas. Los invitados reían, bebían ponche, jugaban al croquet y paseaban por los hermosos jardines. Había una orquesta tocando en una glorieta y algunas parejas estaban bailando. En algunas de las fotos aparecían niños, jugando y corriendo; entre ellos, Joe.
–Yo nunca he tenido un jardín –dijo ella de repente.
–Entonces supongo que no te ensuciabas tanto como yo –le dijo él, intentando bromear un poco.
–Una vez me di cuenta de que… –ella se detuvo y agarró el borde del álbum con fuerza.
–¿Demi? –él se lo quitó de las manos con sutileza.
–Iba a decir que… –dijo, cerrando los ojos un momento–. Iba a decir… Una vez me di cuenta de que la gente podía regalarme, deshacerse de mí –su voz se quebró–. Yo traté de ser buena, muy buena.
Joe sintió que se le rompía el corazón. La rodeó con el brazo y la atrajo hacia sí.
–Lo siento, Demi –le susurró contra el cabello.
Ella sacudió la cabeza a un lado y al otro.
–No es culpa tuya.
–Has pasado mucho tiempo sola –le dijo él, respirando profundamente.
–Estoy acostumbrada –le dijo ella, pero no era cierto. Nadie tenía por qué acostumbrarse a no tener una familia–. Mira… –dijo, secándose una lágrima solitaria–. Hay luna llena.
Él se volvió y miró por la ventana.
–Sí.
–¿Quieres ir a la playa?
–Sí –respondió él sin vacilar.
El agua salada y fría acariciaba la piel de Demi, pero Joe le daba calor con su cuerpo, sujetándola contra su pecho. Por encima de su hombro izquierdo, podía ver las luces de la casa de los Miller a lo lejos, y al otro lado divisaba el castillo de los Jonas en todo su esplendor.
Pasaron unos minutos en silencio. Las olas frescas batían contra sus cuerpos y el sonido de la espuma de mar, al impactar contra la orilla, iba y venía con la brisa marina.
–Miley va a quedarse unos días más. ¿Quieres quedarte tú también? –le preguntó Joe suavemente, meciéndola en sus brazos.
Demi se puso rígida, sin saber muy bien qué le estaba preguntando.
–Con Miley, unos días más… Podrías trabajar desde aquí.
–¿Y qué pasa contigo?
–Si tú te quedas… –le dijo él, esbozando una sonrisa cálida–. Entonces no me voy.
–De acuerdo –dijo ella, devolviéndole la sonrisa.
–¿Sí?
–Sí.
Él la hizo girar en el agua y ella enroscó las piernas alrededor de su cintura, agarrándole de los hombros para no perder el equilibrio.
La luna brillaba desde lo más alto del firmamento, rodeada de un manto de estrellas. Era la misma luna que había guiado a Lyndall hasta la isla; la misma que Sadie había contemplado de niña, y después como madre.
Joe bajó el ritmo y entonces se detuvo. Demi contempló los jardines iluminados que tanto había amado Sadie. La abuela de Demi había sido la guardiana del castillo, la que custodiaba la herencia de la familia… El edificio Jonas era mucho más reciente, pero el espíritu de Sadie también estaba en él. A lo mejor él tenía razón. A lo mejor un cambio radical en el diseño no era tan buena idea después de todo…
–¿Joe?
–¿Mm?
Demi sintió la vibración de sus labios sobre el cuello.
–¿Podrías darme una copia de los diseños de Hugo Rosche?
Él retrocedió y levantó las cejas.
–¿En serio?
–Sí.
–Claro –asintió–. Claro que puedo.
–No te prometo nada –dijo ella.
–Lo entiendo.
–Sólo voy a mirarlos –Demi no tenía ni idea de qué hacer a partir de ese momento. Su carrera estaba en juego, pero de alguna forma sentía que tenía un compromiso con la familia Jonas.
–De acuerdo –dijo Joe, esbozando una sonrisa.
–No quiero despertar falsas esperanzas.
–Oh, Dems–dijo él, y entonces le dio un húmedo beso en los labios–. Mis esperanzas llevan despiertas algún tiempo. Ella sucumbió a la tentación y parpadeó con un gesto de flirteo.
–¿Y qué es lo que esperas exactamente?
–A ti. Desnuda.
Ella se miró y luego lo miró a él, de arriba abajo.
–Eso me gusta.
–En mi cueva de piratas –la besó de nuevo en el cuello, en la mandíbula, en la mejilla…
–¿Quieres un consejo, Joe?
–¿Que acelere un poco?
Ella se rió.
–Por cierto, para el futuro, eso que me acabas de decir probablemente sea más efectivo si cambias lo de la cueva por un castillo.
Él le agarró un pecho, frío y erecto en el aire húmedo.
Ella gimió.
–Cueva –repitió él en un susurro gutural.
–Muy bien. Sí. Lo que sea.
Chicas el final de esta nove se esta acercando jajajaja no tan cerca pero si ya casi... estoi pénsando en subir otra nove una Niley(pronto subire el argumento jiji)...pero no se si tambn subir una Jemi ustedes qe opinan ... espero os haya gustado... gracias por los coments aunqe sean pokitos jeje...pero eso me anima a seguir... os kiero ♥♥
PRIMERO: ME ENCANTO EL CAPI!!! ESTUVO INCREIBLE! SEGUNDO: POBRE DEMI!!!
ResponderEliminarTERCERO: NO IMPORTA SI ES NILEY O JEMI LA LEERÉ IGUAL JAJAJA
CUARTO: BESOTESSSS Y ESPERO EL SIGUIENTE CAP DE LA NOVE ;)