viernes, 3 de febrero de 2012

A son to the magnate "Niley" cap.5



Nick Jonas Musician Nick Jonas attends the Super Bowl 2011 Audi Celebration at the Audi Forum Dallas on February 4, 2011 in Dallas, Texas.


Nick frunció el ceño y miró las fotografías por enésima vez en la mañana.
Después de estudiar los informes sobre Miley Barlett, a quien estaba esperando, había llegado a la conclusión de que no le convenía en absoluto.
Él nunca había sido un hombre indeciso, pero ya no tenía claro que la decisión de casarse con aquella mujer fuera una buena idea. Por lo visto, sus abogados no habían hecho bien su trabajo. Miley Barlett cumplía todos los requisitos que había impuesto, incluidos los físicos, pero sólo tuvo que echar un vistazo a las transcripciones de las entrevistas y a su perfil psicológico para saber que no le
gustaba. Era egoísta, extremadamente voluble, fría como el hielo desde un punto de vista emocional y, a pesar de su educación universitaria, algo estúpida.
En otras circunstancias, no le habría importado; a fin de cuentas, nunca había querido nada serio con una mujer. Pero lo de Miley Barlett resultaba inadmisible:
toda una acumulación de defectos de carácter. Además, Yelena no era idiota y sólo tendría que mirar su cara para saber lo que llevaba en el corazón.
De hecho, Nick había cambiado sus planes originales y había decidido conocerla antes de la boda porque no quería dejar cabos sueltos ni llevarse sorpresas desagradables en el último minuto. Y ahora, mientras esperaba, se maldijo para sus adentros y deseó que faltara a la cita; así podría romper el contrato y poner fin a aquella locura.

Miley suspiró y se miró en el espejo con inseguridad.
—Ésta no soy yo —objetó.
—Ni tienes que serlo. Se supone que soy yo quien se casa —le recordó Hope—.
Además, no puedes presentarte con andrajos cuando se supone que debía
comprarme todo un vestuario nuevo antes de la boda. Tendré que darte toda mi
ropa si queremos que salgas con bien de esta farsa.
—No quiero tu ropa No es de mi estilo...
—¿De tu estilo? Tú no tienes estilo, hermana —declaró con ironía—. Lo único que haces es ponerte ropa cómoda, ancha y barata. Sí quieres ganarte la aprobación del ruso, tendrás que ser elegante.
—¿A esto lo llamas elegancia? Parezco un arbolito de Navidad —dijo, mortificada con su aspecto.
Miley se movió inquieta y la falda corta del vestido negro dejó ver la enagua de encaje rosa que llevaba debajo y que le producía picor en las piernas. Además, los zapatos de tacón alto le hacían daño y el cuerpo del vestido le apretaba más de la cuenta porque tenía bastante más pecho que su hermana.
—¡Es demasiado pequeño para mí! —protestó.
—Te queda bien, Miley. Es cierto que yo estoy más delgada y que me sienta mejor a mí, pero qué se le va a hacer... de todas formas, me alegro de que te quedes con mi ropa. Dentro de poco mi embarazo será evidente y no podría lucirla de todas formas. Ah, y asegúrate de no dejar el abrigo en cualquier sitio; el mundo está lleno de ladrones —comentó Hope.
Un hombre enormemente alto y de hombros casi tan anchos como su altura, llamó a la puerta de la casa para anunciar que el coche la estaba esperando abajo. Hope se escondió para que no la viera y su hermana le preguntó su nombre, cuánto tiempo llevaba trabajando para Nick y adónde iban. El hombre era extranjero y apenas conocía su idioma, así que no se entendieron; pero cuando ya habían subido al coche, se giró hacia el asiento de atrás y dijo:
—Borya.
—Encantada... yo me llamo Miley —declaró ella.
El vehículo se detuvo frente a un club famoso, con docenas de personas de aspecto elegante que esperaban entrar. Borya la escoltó hasta el vestíbulo; ella se detuvo en recepción y se quitó el abrigo para dejarlo en el vestidor a pesar de la advertencia de su hermana.
Al ver que la recepcionista tosía, se interesó por su estado.
—¿Se encuentra bien? —le preguntó.
—Sí, es que me he acatarrado —contestó la joven.
A lo sintió mucho por ella. Cuando estudiaba en la universidad, había tenido que hacer trabajos como ése para sobrevivir, incluso estando enferma.
Encontró a Nick en una sala privada, rodeado de sus ayudantes y de todo un equipo de seguridad; estaba viendo un partido de fútbol en una pantalla de televisión gigantesca, pero se giró inmediatamente en cuanto Borya y Miley entraron.
Al verla, se sorprendió un poco. Era la mujer de las fotografías, pero no parecía la misma. En persona era mucho más atractiva; de rasgos delicados y unos ojos
preciosos, entre azules y verdes, profundos y misteriosos como el mar, resultaba enormemente femenina. Tenía un cabello largo y rubio y llevaba un vestido ajustado que enfatizaba su minúscula cintura y la generosidad inesperada de sus senos. En cuanto le miró el escote, se excitó. Y en ese mismo instante, todas sus dudas desaparecieron.
Por su parte, Miley se quedó tan helada al ver a Nick que tuvieron que empujarla para que se acercara a él. Medía poco menos de metro noventa, tenía un cuerpo perfecto y profundamente masculino y la mirada de sus ojos, de color dorado oscuro, era tan intensa que casi daba miedo. Al contemplar su cabello negro, su nariz recta y su poderosa mandíbula, se estremeció.
—Ven, siéntate —murmuró Nick, cuyo acento ruso aumentaba su atractivo—. Estaba viendo un partido de mi equipo. ¿Te gusta el fútbol?
—No, nada de nada —admitió Miley, sin dejar de mirarlo.
Sergei llevaba una camisa de rayas y pantalones de traje, de rayas; había dejado la chaqueta en una silla y la corbata, en la mesita. Miley pensó que seguramente sería un hombre desordenado y con poca tolerancia hacia cualquier tipo de
imposición en tal sentido.
—¿No te gusta el fútbol? —preguntó él, extrañado con la sinceridad contundente de su respuesta.
Miley se quitó la chaqueta, la dobló cuidadosamente y la dejó a un lado para poder
sentarse. Adoptó una posición tan rígida, en el borde del sofá y manteniendo las distancias con él, que Nick se preguntó a qué vendría tanto nerviosismo.
—Bueno, la verdad es que no he tenido ocasión de saber si me gusta o me disgusta
—puntualizó—. Me temo que en el colegio no fui de las que jugaban... no me gustaban mucho los deportes.
A Nick no le extrañó en exceso; su cuerpo era de aspecto tan frágil y delicado, que no pudo imaginarla pegando patadas a una pelota.
Chasqueó los dedos y un segundo después apareció un camarero con una botella de vodka. Miley aceptó la copa que le ofrecieron y probó un sorbito, pero le resultó tan fuerte que hizo una mueca de asco.
—¿Tampoco te gusta el vodka? —preguntó él.
Consciente de haber empezado con mal pie. Miley se bebió el resto de un trago; quería estar a la altura de las expectativas del ruso. Pero el camarero se acercó entonces con otra botella y otras dos copas.
—Espero que el whisky le guste más que el vodka —dijo él—. Es escocés...
Miley se aferró a su copa vacía para dificultar que le pusieran una más.
—La verdad es que no bebo mucho —se excusó.
—Deberías disfrutar del alcohol mientras puedas.
Miley se preguntó qué tipo de consejo era ése y qué pretendería decir con esa afirmación: incluso consideró la posibilidad de que tuviera intención de prohibirle el alcohol cuando se casara con él. Pero olvidó el asunto cuando el resto de los hombres, que seguían viendo el partido, se pusieron a gritar.
—Oh, vaya, han marcado un gol, ¿verdad? —dijo Miley, intentando demostrar alegría para encajar mejor—. Qué estimulante...
—Miley, el equipo que ha marcado no es el nuestro, es el otro —afirmó Nick, muy serio.
Ella se ruborizó.
—Ah...
En ese momento, Nick la tomó de la mano y tiró de ella hasta que se quedó sentada junio a él.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Miley, asustada.
Sergei alzó una mano y le apartó el cabello de la cara con seguridad absoluta.
Miley se puso tan nerviosa, que se le aceleró la respiración, lo cual dejó perplejo al ruso, no era la reacción que esperaba de una mujer experta y supuestamente acostumbrada a coquetear.
—¿Qué crees que estoy haciendo? —respondió con humor.
Ella lo miró a los ojos y sintió un calor tan repentino en la parte baja del vientre, que su incomodidad aumentó. Además, sus pezones se endurecieron. Era obvio que su
cuerpo se sentía atraído por él, y no le gustó nada de nada: pero intentó convencerse de que el deseo era una cuestión puramente física, sin ninguna relación con la mente.
Nick acarició la curva voluptuosa de su labio inferior La reacción de Miley lo había excitado mucho.
—Eres muy sexy —dijo con voz aterciopelada—. Ven conmigo esta noche... No hay razón por la que debamos esperar...








El momento esperado se conocieron!!!!...
espero les haya gustado Besos!!!!

1 comentario:

  1. JAJAJAJA QUE RAPIDO ES NICK!!!! JAJAJA ME SUPER ENCANTO EL CAPI!!! SEGUILLLAAAAA!!!! JAJAJA , BESOTESS

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