Ella estaba tan tensa, que la espalda se le quedó rígida.
—Sí, exactamente. Sé que te parecerá terrible, pero no tenía mala intención cuando acepté ocupar su lugar.
Sergei apretó los puños, fuera de sí. No podía creer que hubiera pagado una pequeña fortuna para casarse con una mujer y que le diera un hijo y que lo hubieran estafado un par de aprovechadas. La simple idea bastó para que la ira le
embargara. Esas cosas no le pasaban a él. De hecho, contaba con toda una legión de profesionales que se dedicaban única y exclusivamente a impedir que alguien lo
estafara.
Miley se sintió dividida entre el alivio por su silencio y el pánico a lo que pudiera decir a continuación.
Por fin, dio un paso adelante y dijo:
—Hope y yo somos gemelas. Mi hermana y yo somos gemelas idénticas.
Miley comprendió inmediatamente lo sucedido. Ahora lo entendía todo, desde las diferencias físicas entre Miley y la mujer de las fotografías hasta sus diferencias evidentes de carácter.
Maldijo para sus adentros y pensó que él era el único culpable del engaño. Debería haber pedido que la investigaran más a fondo, pero la deseaba tanto, que había
olvidado hasta su instinto de supervivencia.
—¿Eres consciente de que tu hermana y tú habéis cometido un fraude? —preguntó Nick.
Miley se quedó blanca como la nieve y lo miró con horror. No se le había ocurrido que podía ser culpable de un delito.
—¿Fraude?
—¿Quién pasó por el proceso de selección de candidatas?
—Hope.
—¿Por todo el proceso?
Miley asintió.
—Sí.
—¿Y quién firmó el contrato?
—Hope... con mi nombre —respondió—. Como te he dicho hace un momento, hasta falsificó mi firma.
Miley contuvo un grito de ira y se preguntó si, a la luz de lo que Miley le acababa de contar, seguía siendo legalmente su esposa.
Sin embargo, había una cosa de la que estaba completamente seguro: tanto si sus intenciones habían sido buenas como si no, no permitiría que se alejara de él ni
cinco minutos. No correría el riesgo de que huyera y se llevara todo el dinero que le había pagado.
Sacó el teléfono móvil, se metió en una habitación para impedir que Miley lo oyera y llamó a Borya, su jefe de seguridad, a quien dio instrucciones detalladas sobre lo
que debía hacer durante su ausencia, desde redactar un informe exhaustivo sobre las dos hermanas gemelas hasta grabar las conversaciones telefónicas de su esposa y seguirla a todas partes.
Miley esperó a que Nick volviera con ella. La posibilidad de haber cometido un fraude la aterrorizaba.
—Eres una impostora —dijo él con frialdad.
Miley se mordió el labio inferior.
—Sí.
—Y una mentirosa.
—¡No te he mentido nunca!
—¿Que no me has mentido nunca? Desde la primera vez que nos vimos, has fingido ser tu hermana. ¿Acaso te parece que eso no es mentir? —declaró el—. ¿Por qué,
Miley? ¿Por qué lo has hecho?
Miley intentó tranquilizarse y respiró profundamente. La ira de Nick era tan obvia, que la podía sentir como si fuera algo físico.
—Cuando Hope ya había presentado la instancia, conoció a un hombre, se enamoró de él y se quedó embarazada. Después de eso, ya no se podía casar contigo; pero
se había gastado el dinero y...
—¿Cómo? ¿Se ha gastado todo el dinero?
Sergei la miró con incredulidad y añadió:
—Ni la mayor derrochadora del mundo podría gastarse una cantidad como ésa en tan poco tiempo.
—¿Una cantidad como ésa? Vamos, Nick, no sé cuánto le diste, pero seguro que no fue para tanto...
—No te hagas la inocente, por favor. Tu hermana y tú habéis jugado fuerte para quedaros con ese dinero, pero será mejor que reconsideres tu actitud. Nunca he
permitido que alguien me estafe y se marche sin más —dijo él con voz peligrosamente suave.
Ella se estremeció, alarmada.
—Yo no pretendía engañarte...
—Claro, no pretendías engañarme —se burló—. Entonces, ¿cómo es posible que haya pagado una fortuna a una impostora y a una mentirosa que espera que la crea cuando afirma que ni siquiera sabía lo que decía el contrato que su propia hermana firmó?
—No lo sabía, Nick. No llegué a leer ese contrato —respondió a la defensiva.
Nick abrió el cajón de un mueble, sacó su ordenador portátil, lo encendió y abrió un documento.
—Aquí tienes tu lectura recomendada para esta noche. Es el contrato, Miley. Si me estás diciendo la verdad, de lo cual dudo bastante, ¿no crees que sería extraño que firmaras el contrato sin leerlo antes?
—Pero si ya te he dicho que yo no lo firmé...
—¿Quién se quedó el dinero?
—Hope. Lo usó para pagar las deudas de mi madre, que debía dar una parte de la casa y del negocio a mi padre —contestó.
—¡Oh, vaya! ¡Al final va a resultar que es una santa? —ironizó Nick—. Pues si vas a decir lo mismo de ti, ahórratelo... Sinceramente, las historias tristes y
lacrimógenas me dejan frío.
Miley alzó la barbilla, desafiante.
—No iba a decir lo mismo de mí. Pero lo de Hope es verdad; quería ese dinero para ayudar a mi madre —declaró—. De hecho, habría cumplido su parte del contrato y se habría casado contigo si no se hubiera quedado embarazada antes.
—Será mejor que te inventes otra historia, Miley.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Según has dicho tú misma, tu hermana falsificó tu firma y puso tus datos personales en la instancia; pero si los datos eran falsos, si se estaba haciendo pasar por ti... ¡jamás podría haberse casado conmigo! —estalló—. Desde un punto de vista legal, habría sido imposible.
Miley no podía pensar con claridad. Las acusaciones de Nick y la evidencia de que su hermana la había engañado, eran demasiado para ella. Tenía que marcharse de allí.
—Ya has dicho bastante, Nick...
—No, sólo acabo de empezar.
—¿Y qué vas a hacer ahora? —preguntó ella, nerviosa.
—Sólo te puedo decir que yo no soy quien va a salir perdiendo de todo esto. Te lo advierto, Miley... es muy posible que os denuncie a tu hermana y a ti por fraude —
afirmó.
Miley se frotó las manos, aterrorizada.
—Nick... nadie intentaba engañarte. Las cosas se complicaron, eso es todo. A Hope le entró miedo y...
Él la miró con frialdad.
—Si no estás dispuesta a acatar los términos del contrato, me estarás engañando y no lo aceptaré. Mañana, cuando haya tomado una decisión al respecto, te lo haré saber —la amenazó.
Miley sintió que la sangre se le helaba en las venas.
—¿Es verdad que Hope aceptó tener un hijo contigo? —se atrevió a preguntar.
—No aceptó tener un hijo conmigo, sino tener un hijo para mí —puntualizó él—.
Estudia detenidamente el contrato. Y no pongas esa cara... tienes suerte de que no te eche a patadas ahora mismo. Por lo que sé hasta ahora, no eres más que una
ladrona especialista en estafas.
Nick abrió la puerta que comunicaba su suite con el dormitorio de Miley y ella se marchó con el ordenador portátil.
La puerta se cerró de golpe a sus espaldas. Caminó hasta la cama, se sentó y estudió el documento. Era un contrato muy largo, y cuando terminó de leerlo, estaba pálida y asombrada por las mentiras que su hermana Hope había usado para convencerla de que ocupara su lugar.
Nick había sido absolutamente sincero con ella. Había pagado a Hope una suma asombrosa, muchísimo más de lo que jamás habría imaginado. De hecho. La malicia de su hermana llegaba hasta el extremo de que sólo había gastado una tercera parte en las deudas de Tish; el resto se lo había quedado ella. Ahora era una mujer rica a su costa.
Aquello era terrible desde cualquier punto de vista. Incluso se preguntó si Hope no lo habría planeado todo desde el principio para engañarla y quedarse con el dinero.
Pero por muy dura que fuera esa posibilidad, la lectura del contrato la dejó aún más alterada.
El documento decía claramente que Nick no buscaba sólo una esposa para dar una alegría a su abuela, sino también un hijo. Por eso se había tomado tantas molestias. Por eso había pagado tanto dinero.
Miley se tumbó en la cama y se estremeció. Se había metido en un lío terrible, en un lío del que no sabía cómo salir.
Hasta entonces había creído que su hermana había mejorado mucho con el paso de los años. Pero evidentemente, se había equivocado. Hope era tan irresponsable, que ni siquiera se había planteado la posibilidad de que, al firmar un contrato con datos falsos, pudiera estar violando la ley. Y hasta ella misma lo había pasado por alto. Ahora no tenía más remedio que dar un hijo a Nick.
Aquella noche, cuando Miley ya había sucumbido al cansancio y se había hundido en un mar de pesadillas, Nick seguía pensando en lo sucedido.
El fuego de su furia, enfriado tras varias horas de consultas frustrantes con sus abogados, seguía entrelazado con la indignación. Él, que no había creído en ninguna mujer desde Delta, que se había enfrentado en multitud de ocasiones a la deslealtad y a la avaricia de tantas mujeres, empezaba a creer a Miley.
Pero aunque su historia fuera cierta, no la exculpaba. Seguía siendo una mentirosa y una estafadora, cuyo atractivo lo había cegado hasta el punto de dejarse engañar
por ella.
Tendría que encontrar la forma de salir con bien de todo aquello. Para él, la derrota nunca era una posibilidad aceptable.
En algún momento de la noche, cuando las conversaciones con los abogados lo sacaron de quicio, llegó a estar tan nervioso, que pegó un puñetazo a la pared. Pero ya se había tranquilizado y volvía a pensar con claridad.
Pasara lo que pasara, él no iba a perder nada en absoluto. Empezando por la atractiva esposa que dormía en la habitación contigua.
una capi mas muchos Besosss!!!!
ME ENCANTÓ!!!
ResponderEliminarsiguela♥
besos(: