sábado, 11 de febrero de 2012

BOYFRIEND OF LIES NILEY cap.2


—¿Miley?
—Hola —dijo ella con voz estrangulada. De nuevo, volvía a ser la Miley tímida y torpe que había sido. Pero ya no lo era. La tímida adolescente se había convertido en un genio de los ordenadores con unnegocio propio, se repetía a sí misma—. Entra —consiguió decir por fin.
Nick solo había aceptado llevar a Miley a la reunión para hacerle un favor a Sel, su antigua novia del instituto. Pero la Miley que recordaba no se parecía en absoluto a la mujer que había frente a él.
En sus recuerdos, era una adolescente que se comía las uñas, tímida, un poco gordita y muy irritante. La hermana a la que tenía que soportar cada vez que iba a casa de los Cyrus para ver a Sel. La chica que solía pasar por delante de su casa una docena de veces al día. La que lo seguía
como una sombra.
Obviamente, Miley había cambiado.
Tanto, que su sola visión había provocado una repentina llamarada de deseo. Hacía tiempo que no le ocurría aquello y lo sorprendió.
Se había cortado el pelo y los delicados rizos rubios parecían tan suaves que le hubiera gustado alargar la mano para tocarlos. 
Miley llevaba una sencilla blusa amarilla, falda blanca y sandalias planas. Se había pintado las uñas de los pies de color rosa y se quedó boquiabierto al ver que llevaba un moderno anillo de plata en uno de los dedos.
Un ligero bronceado acentuaba el color rubio de su pelo y el azul de sus ojos. Parecía un anuncio.
A Nick se le hacía la boca agua. Aunque a su cerebro le resultaba difícil creer que aquella criatura tan deseable fuera Miley Cyrus, su cuerpo no parecía hacerse preguntas.
—Estás… guapísima —susurró, observando con sorpresa que ella no se había quitado la mano del ojo.
—Sí. Y tuerta.
—¿Qué te pasa?
—Nada. Son estas malditas lentillas —contestó Miley. Aquello explicaba que no llevara sus horribles gafas de miope. Pero, ¿cuál era la explicación para el resto de la transformación? Era como si un gusano se hubiera convertido en mariposa. Nick no podía dejar de mirarla mientras cerraba la puerta—. ¿Por qué no me esperas en el salón mientras yo subo a colocarme bien la lentilla? Me está destrozando el ojo.
Antes de que él pudiera contestar, Miley empezó a subir las escaleras de dos en dos. Nick la observaba, admirando sus largas piernas y la suave curva de su trasero. Y aquel pensamiento lo sorprendió. ¿El trasero de Miley Cyrus?
—Por favor —musitó para sí mismo, pasándose la mano por el cuello mientras se dirigía al salón.
Otra sorpresa.
No sabía por qué, pero no había imaginado que Miley pudiera vivir en una casa tan elegante.
Había dos sofás blancos uno frente al otro y, en medio, una mesa de madera noble llena de revistas. Un par de sillones, mesitas de lectura y elegantes lámparas decoraban la bien iluminada habitación. Las ventanas llegaban hasta el techo y desde ellas podía verse el mar a lo lejos. Una de las paredes estaba cubierta de estanterías con libros y en la otra había una elegante chimenea.
El suelo de madera pulida reflejaba la luz del sol.
Una sorpresa tras otra, pensaba. Cuando había aceptado llevar a Miley a Oregón, había esperado encontrarla en un pequeño apartamento apartado del mundo. Pero había sido una estupidez pensar que Miley no habría cambiado en diez años.
Nick no podía dejar de preguntarse si su personalidad habría cambiado tanto como su aspecto exterior.
Miley subió a la carrera, se golpeó el muslo con la esquina de la cómoda y, mordiéndose los labios, entró en el cuarto de baño murmurando una maldición. Otro cardenal, pensaba. Se había hecho tantos que cualquiera podría pensar que era una mujer maltratada.
Pero no era torpe. Simplemente, hacía las cosas muy deprisa.
Siempre estaba pensando en lo próximo que debía hacer.
En aquel momento, estaba pensando en los tres días que tendría que pasar en el coche, y en algún motel, con Nick Jonas.
Apoyando las manos en el lavabo, se inclinó hacia adelante y respiró con fuerza.
—¿Por qué tiene que seguir siendo tan guapo?—murmuró para sí misma—. ¿Por qué no le ha salido una joroba o se le han estropeado los dientes?
Sentía mariposas en el estómago. Una sola mirada y su corazón se había acelerado de tal forma que no le habría sorprendido verlo salir volando de su pecho.
No quería ni imaginarse qué habría pasado si él se hubiera
presentado con el uniforme de marine. 
¿Qué tenía Nick Jonas que la afectaba tanto?, se preguntaba. Incluso de niña, Miley sonaba con que rompía con su hermana Sel para salir con ella. Se acostaba cada noche besando la almohada como si fuera él. Había
llenado docenas de diarios detallando cada palabra que él le decía, lo cual no era nada difícil porque la mayoría de sus conversaciones se limitaban a un «Hola, Nick». A lo que él contestaba con un escueto «Hola, ¿dónde está tu hermana?».
No mucho, desde luego, pero lo suficiente como para calentar el corazón de una quinceañera torpe y feúcha como ella.
Y diez años más tarde, él le había dicho un piropo. Obviamente, el dinero que se había gastado en un cambio de imagen había valido la pena.
Miley levantó la cara y se miró en el espejo.
—Desde luego, eres una belleza —se dijo a sí misma.
Abriendo mucho el ojo izquierdo, empezó a masajear el párpado hasta que por fin consiguió colocar la lentilla en su sitio.
Mientras estudiaba su reflejo, Miley se preguntaba si todo aquello merecería la pena. No sólo las lentillas. Estaba empezando a dudar de si el Plan valía la pena. Su Plan. Una mentira.
Mily apagó la luz del cuarto de baño y volvió a su habitación. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas azules y se reflejaba sobre el edredón de rayas de su cama. Como las barras de una prisión, excepto que las suyas eran horizontales en lugar de verticales y, seguramente, en
las prisiones no habría almohadas de plumas. Además, no se iba a la cárcel por mentir, pensaba.
Pero su conciencia culpable la molestaba de nuevo.
—Perfecto —murmuró, dirigiéndose hacia la cama para tomar las maletas—. Menos mal que no te has convertido en criminal. O en espía. No tienes estómago para eso.
¿A quién estaba intentando engañar?, se preguntaba. No era la idea de mentir en una reunión escolar lo que hacía que tuviera un nudo en el estómago. Era volver a ver a Nick. Era volver a recordar los sentimientos que él había despertado. Era darse cuenta de que algunas cosas, pasara el tiempo que pasara, no habían cambiado.
Con el porta-trajes colgado de un hombro, la pesada maleta en una mano y el neceser en la otra, Miley se dirigía hacia la escalera a trompicones.
Como alguien a quien han enviado a galeras.
—Miley, por favor, cálmate —murmuró para sí misma. Si iba a pasarse las próximas dos semanas sudando por cada pequeña mentira, perdón, «exageración», moriría de angustia. Y tenía que aprender a controlar el ataque de nervios que sentía cada vez que estaba a un metro
de distancia de Nick Jonas. Sólo le estaba haciendo un favor por su hermana. Sólo estaba siendo amable.
No era su cita. Ni su amante. Aquel pensamiento envió un escalofrío por su espina dorsal. Lenta, deliberadamente, Miley tomó aire, esperando estabilizar su debilitado sistema nervioso. Cuando le pareció que había recuperado el control, levantó la barbilla—. Puedes hacerlo, Miley. Sólo
serán unos días a solas con él y después no volverás a verlo. No va a ser tan difícil.
Algo le decía que aquella frase aparecería en su diario como las famosas «últimas palabras».

Hey Como estan?? Hoy subire Dos capis de las Noves Niley espero les Gusten Besos!!!

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