martes, 14 de febrero de 2012

The way you are Jemi cap.6


Joe no era un mal hombre, tenía algunas cualidades maravillosas. Se había quedado dos noches con el viejo Ben Hamm y su mujer en su rancho cuando la pareja se puso enferma. Les había dado de comer además de haber pagado todas sus facturas del mes, ya que Ben no había podido trabajar. Sí, Joe era un hombre bueno. Lo que pasaba era que tenía una coraza exterior extremadamente dura, y Demi pensó que debía de tener multitud de razones para habérsela formado. ¿Cómo sería el hombre que había en su interior? Se quedó dormida pensando en ello. El lunes, muy temprano, Demi llamó a Angie para decide que ese día no iba a ir a la oficina. 
-Me voy a pescar. Ya llamaré más tarde para ver si hay algún recado. . 
-¿A pescar? -le preguntó Ángie sorprendida. 
-¿Y por qué no? . -Perdone, señorita Bush. Lo que pasa es que no sabía que a usted le gustara pescar. . 
-Bueno, ya lo veremos después de hoy. Hasta luego.
-Hasta. luego.
Demi no tenía siquiera un par de vaqueros viejos, así que se puso unos de última moda, una camiseta a rayas de muchos colores y unos mocasines. Cuando se miró al espejo pensó que, por lo menos, esa ropa era menos formal que la que llevaba habitualmente Joe no estaba esperándola fuera cuando llegó al rancho y ella se quedó dudando un momento cuando la llamó desde el interior invitándola a entrar en la casa. No le gustaba mucho estar a solas con él en la casa;. pero se aguantó y entró. 
-Un momento -le dijo él desde la puerta de atrás de la casa. Los dormitorios debían de estar por ahí, pero ella no los había visto nunca. 
-No te preocupes -le contestó ella. Al cabo del rato, oyó la puerta de la habitación, Demi se dio la vuelta y, al volverse tuvo que esforzar en apartar la vista de nuevo. Evidentemente, acababa de darse una ducha. Estaba completamente vestido, a excepción de la camisa, que llevaba en la mano, lo que le proporcionó una amplia visión de su musculoso y bronceado torso. Ya había visto sin camisa a Joe otras veces, pero no podía explicarse por qué le turbaba tanto vede así ahora. 
-Estás elegante hasta con pantalones vaqueros -murmuró él
-¿Es que no has podido encontrar algo más viejo?
 -Esto está viejo -le dijo volviéndose hacia él y encontrándoselo más cerca de lo que se había imaginado. De repente, le llegó el aroma de la colonia que le había echado Joe; era una de sus favoritas.. 
-Hueles bien.
-¿Sí? ¿Por qué estás tan nerviosa? -le preguntó mientras se ponía la camisa y se acercaba más a ella. Has estado a solas conmigo otras veces. Siempre habías estado vestido. 
-Ah, ¿es por eso? -le dijo él mientras se dejaba deliberadamente los botones superiores de la camisa sin abrochar-. 
-¿No me digas que esto te turba? -Demi se quedó sin respiración sin saber por qué. La boca se le secó, pero casi. ni se dio cuenta de ello. Entonces, él la cogió las manos y se las llevó al pecho, de forma que ella pudiera sentir la dureza de sus músculos. 
- Vaya músculos que tienes! -le dijo ella sonriendo, tratando de no dado importancia, pero las piernas casi no podían sostenerla en pie. 
-Claro, mi trabajo es muy duro -le dijo él mientras empezaba a mover sus manos y las de ella de una forma sensual por todo el pecho-. 
-¿Cómo es que no te has traído ropa para pescar?
 -Es:.. es que no tengo -le contestó ella. Era increíble que pudieran estar así, manteniendo esa conversación tan tonta, mientras que sus actos se hacían cada vez más íntimos. . El pecho de Joe subía y bajaba cada vez con más rapidez. Llevó las manos de Demi hasta sus propios pezones, de forma que pudiera notar cómo le latía el corazón. Él se le acercó aún más y su respiración le llegó a mover los cabellos de las sienes. Ella deseaba su boca desesperadamente y sabía que él se había dado cuenta. No podía comprender esa súbita e imperiosa '" necesidad por Joe y su extraña reacción ante su proximidad y contacto. No entendía nada. La habitación pareció volverse oscura y privada. No se oía nada en ella, excepto sus respiraciones y el ruido del reloj de la pared. En ese momento, Joe acercó su boca a la frente de Demi, mientras hacía que bajara las manos desde el pecho hasta la cintura. Ella protestó levemente con un gesto. 
-No luches conmigo -le dijo él suavemente-. No tienes nada que temer. .
¡Pero sí que lo había! Su propia reacción ante lo que él estaba haciendo era aterradora. Notó cómo las piernas de ambos se juntaban y, entonces, emitió un leve gemido de placer, que no le pasó desapercibido a Joe. Su cabeza se acercó aún más. Los ojos de Demi se cerraron y notó- cómo la calidez' de su respiración pasaba a lo largo de todo su rostro, desde la frente hasta la boca, pasando por los ojos y la nariz. Sin preocuparse por su posible respuesta, echó hacia atrás la cabeza y abrió la boca invitándole. Esperó, respirando su aliento mientras esa ansiada boca se acercaba. ¿Sería más agradable esta vez o volvería a hacerle daño? Se. preguntó ella. 
-¡Señor Wayne! El grito sonó como un cañonazo. Joe levantó entonces la cabeza, como volviendo de otro mundo
 -¿Qué pasa, Jake? -preguntó mientras se abrochaba la camisa y se dirigía hacia el porche. Demi les oyó hablar, le parecía algo completamente irreal. Todavía estaba temblando, y su boca todavía deseaba el beso que no había recibido. Miró a Joe con admiración, dejando que sus ojos recorriesen la tremenda masculinidad de su espalda y caderas. Recordaba, perfectamente en contacto de su piel, su olor... Cuando se cruzo de brazos, se dio cuenta de que tenía los pezones completamente endurecidos: Trató de mantener bajo control su cuerpo. Era evidente que le deseaba. Deseaba todo lo que él podía darle, él contacto de su piel, de su boca... Casi lo dijo en voz alta, dada la fuerza de ese deseo, esa urgencia que no había sentido nunca antes. Los dulces recuerdos del hombre que había quedado en su pasado se habían evaporado completamente durante ese reciente acceso de pasión y habían sido reemplazados por una emoción muy diferente, una violenta necesidad que. nunca antes había experimentado. . ¿Qué actitud podría ahora adoptar frente a Joe, después de habérsele entregado tan completamente? Él era un hombre y, seguramente, no dudaría en tomar aquello que se le ofreciera, a pesar de su antigua amistad. Si ella se dedicaba a actuar como una mujer seductora, ¿qué podría esperarse? Él era humano. Se aclaró la garganta cuando él volvió a entrar en la habitación. Si pudiera encontrar una excusa para volverse a casa... 
-Voy a buscarte una caña de pescar -le dijo sonriéndole-. ¿Tienes un sombrero?. 
-No. 
-Aquí tienes uno -le dijo acercándose al ropero y arrojándole uno que le vendría bien -Era mío. Bueno, vámonos. 
La acompañó a la puerta antes de que tuviera la más mínima oportunidad de protestar y, minutos más tarde, estaban dando saltos con el coche, atravesando los pastos en dirección a la poza donde él solía bañarse y pescar. 
-Antes nos bañábamos aquí -le dijo él cuando llegaron y se sentaron en una fresca sombra al Iado de la orilla-. Todavía lo hacen algunos chicos; pero para lo que es muy bueno este sitio es para pescar. Cuando él cogió el bote de los gusanos y ensartó uno al anzuelo,  Demi le miró con una cierta cara de asco.
-Por favor... le dijo suavemente. Sus miradas se encontraron y se quedaron así durante unos instantes, antes de que ella volviera a mirar el bote de la carnada. 
-Ahora te enseñaré cómo hacerla. 
-Pero Joe.
-Calla y mira... 
La expresión de asco de Demi se hizo más evidente mientras él le preparaba .su anzuelo. 
 -Mira que tienes el corazón blando -le dijo-. Creo que no vaya poder llevarte nunca a cazar conejos. 
-Bueno, ya sabes que no iría, así que no se te ocurra pedírmelo.
-Ashley va a dar una fiesta el próximo viernes por la noche -le dijo él mientras lanzaba el sedal al agua. 
- ¿Sí? 
-Una de esas reuniones sociales, según creo. Para enseñarle el local a los amigos. 
-Está orgullosa de él. Pasó mi rato antes de que volvieran a hablar. 
-¿ Vas a ir? -le preguntó ella. Joe soltó una leve risa. 
-Ya sabes que a mí no me gustan esas cosas. 
-Yo podría enseñarte a comportarte allí -le dijo ella mirando al suelo. 
-¿Sí? 
-Ahora ya tienes la ropa adecuada.
 Todo lo que necesitas saber es unos cuantos pasos de baile y cómo hablar con la gente. Él se la quedó mirando durante un largo instante. 
-Sí, es cierto. 
-Bueno. ¿Quieres o no? 
-¿Que si quiero qué? 
-¿Que si quieres que te enseñe? 
-Creo que tal vez seas tú la que necesita que te enseñen. 
El rostro de Demi se encendió; sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo Joe. Se sentía como una jovencita en su primera cita. 
-Yo ya sé bailar.
 -Ya estás volviendo a confundir deliberadamente lo que te quiero decir le contestó él riéndose suavemente.
 -Creía que habíamos venido a pescar. 
-y lo estamos haciendo.
 -¿Quieres aprender a bailar o no? -le preguntó ella impacientemente. 
-Supongo que sí. 
-Podrías venir a casa mañana por la noche, si quieres –le dijo-. Voy a hacer sopa. 
Él se la volvió a quedar mirando otro largo rato.
 -De acuerdo. En ese momento, Demi vio que el corcho empezaba a moverse y apenas pudo disimular su excitación cuando sintió que el pez mordía el anzuelo. Tiró de la caña demasiado pronto y el anzuelo fue a engancharse en su camiseta.
-¿Pero qué haces? ¿Es que quieres mandado a la Luna? 
-Mi camiseta favorita -dijo ella al ver que el anzuelo se le había clavado justo encima de su pecho. 
-Quédate quieta, ya te lo saco yo -replicó él poniéndose de rodillas junto a ella. Demi no pensó en lo íntimo que iba a ser eso. Para tratar de recuperar el anzuelo, la mano de Joe se deslizó por el Interior de la camiseta. Demi no llevaba sujetador y ese descubrimiento hizo que Joe se sobresaltara.

2 comentarios:

  1. Amo Jemi.. y esta novela esta super interesante asi que espero que prontoo puedas seguir subiendo caps :)!
    xoox

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  2. amo como demi se sonrja por todo y eso que joe es un salvaje y como que no lleva sujetador jajaj

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