Nick apareció en el yate más tarde de lo que había planeado. En sus ojos todavía resonaba la voz de Yelena, con quien había hablado una hora antes. Su abuela había visto a Miley en televisión, sola, y estaba enfadada con él por haberse marchado a Londres inmediatamente después de la boda, Nick pensó que su esposa le había causado una impresión más que buena, porque, de lo contrario, Yelena no se habría atrevido a meterse en su vida sentimental.
EL yate había anclado en una de las islas griegas, en el puerto de una pequeña localidad de casas blancas y cipreses afilados. Nick no se había molestado en llamarla por teléfono para avisarla de su llegada; llegó en helicóptero a la localidad y subió al barco enseguida. Su esposa se encontraba en cubierta. Llevaba el cabello suelto y se había puesto un vestido largo y sedoso, de color azul.
Al verla, sonrió de oreja a oreja sin poder evitarlo. La sonrisa de Nick la desconcertó tanto como su aparición súbita y el profundo impacto que le causaba aquel hombre de piernas largas, caderas estrechas y hombros anchos.
Llevaba un traje negro que le quedaba a la perfección e irradiaba carisma y energía.
Nick Antonovich le gustaba tanto que sintió un calor intenso entre las piernas y sus pezones se endurecieron al instante.
—¿Champán? —preguntó él.
Nick descorchó la botella que había pedido de camino a cubierta, llenó dos copas y le dio una.
—¿Qué estamos celebrando?
Él arqueó una ceja.
—Dímelo tú. Doy por sentado que tu presencia en el barco significa que has decidido quedarte conmigo...
Miley pensó en una docena de respuestas posibles, todas las cuales incluían el hecho de que no tenía más remedio que quedarse con él. Pero entonces se acordó de que a Nick siempre le había molestado que se escondiera tras toda una gama de excusas con tal de no admitir que lo encontraba atractivo, así que decidió ser más directa.
—Sí. Me voy a quedar.
—Veo que el sentido común ha triunfado, milaya moya —dijo él—. Nos necesitamos el uno al otro.
Ella bebió un sorbito de champán.
—Sólo siento estar de vuelta por una cosa —continuó él—. Ahora que estás a mi lado, ya no tendré sueños eróticos en los que imagino que te retengo como prisionera, atada a los pies de mi cama...
Miley se excitó un poco más y su corazón se aceleró. Le pareció increíble que la idea de ser prisionera de Nick le resultara excitante, pero era verdad.
—Créeme. No he pensado en nada más —añadió Nick.
—Oh, vamos, seguro que has dedicado todo tu tiempo a comer, dormir y hacer negocios —bromeó.
—Sí, eso es verdad, pero sólo porque quería volver contigo cuanto antes. Tú eres la única recompensa que quiero.
Nick la besó en la boca con sensualidad y hundió los dedos en su cabello.
Mientras la besaba, bajó una mano y la cerró sobre sus senos, que a continuación empezó a acariciar. En pocos segundos, Miley estaba tan fuera de sí que gemía de
placer. Nick suspiró entonces, la tomó entre sus brazos y la llevó al interior de la embarcación.
Ya habían llegado al camarote y le estaba separando las piernas para levantarle el vestido y explorar su sexo con los dedos cuando le preguntó:
—¿Tendré que atarte?
Ella volvió a gemir cuando sintió que le acariciaba el clítoris.
—Sí, creo que será lo mejor... —acertó a contestar
Nick la alzó en vilo y la sentó en una mesa.
—Patse lux min-ya... bésame —ordenó él, sentándola en el borde de la mesa.
Ella obedeció su orden, encantada. La mesa estaba fría, pero no le importó en absoluto. Estaba demasiado ocupada intentando quitarle el cinturón para desnudarlo rápidamente y sentirlo dentro.
Nick decidió ayudarla y se desabrochó los pantalones. Después, con un suspiro de placer, la penetró sin más preámbulos. Ella empezó a jadear a medida que los
movimientos de Nick la iban acercando al clímax.
—No te pares... ¡No te pares! —le rogó.
Nick la agarró con fuerza y aumentó el ritmo y la intensidad de las acometidas.
Cuando Miley llegó por fin al orgasmo, fue como si todo su cuerpo ardiera por dentro. Y Nick la acompañó segundos después.
—Nunca me cansaré de ti, angil moy —dijo él cuando apenas habían transcurrido un par de minutos—. Acabamos de hacerlo y ya me has excitado otra vez...
Miley todavía sentía las últimas olas de placer cuando se dio cuenta de que habían hecho el amor sobre una mesa, y parcialmente vestidos. Nick se apartó un momento para dejar en una silla la ropa que se había quitado, pero la amontonó sin orden ni concierto.
—Deberías ser más cuidadoso —dijo ella.
—Tengo cosas más importantes que hacer que ser cuidadoso con la ropa —dijo él, mirándola con humor—. Pero me sorprendes, Miley.. no puedo creer que ya te
comportes como una esposa.
—¿Quieres que me comporte como una esposa? —preguntó, sorprendida.
—Da... Sí. Quiero el paquete completo. Pero lo que verdaderamente quiero en este momento es una ducha.
Nick la tomó en brazos otra vez.
—Ya sabes que no puedo concederte todo lo que quieras. No te atrevas a dejarme embarazada.
Nick frunció el ceño.
—No sin tu consentimiento. Además, siempre he usado preservativo... menos la primera vez, por supuesto. Y entonces pensaba que habías leído el contrato y que
estabas de acuerdo en darme un hijo.
Cuando Nick la desnudó y la metió en la ducha, Miley se había quedado pálida. Ni siquiera había caído en la cuenta de que la primera vez no habían usado protección.
Estaba demasiado excitada para notarlo.
—Espero que no pase nada...
—Yo también, Miley. Al principio había pensado en esperar un año, y ahora ya sé que no quieres tener un hijo conmigo. Aunque es posible que más tarde, cuando me conozcas mejor, cambies de idea...
—¡De ningún modo! No cambiaré de idea. Un hijo necesita una madre.
Nick abrió el grifo de la ducha y se metió con ella bajo el agua.
—Eres tan sexy... pero dime una cosa: ¿qué harías con mi hijo? ¿Usarlo como arma contra mí? ¿Obligarme a afrontar una serie interminable de juicios por la custodia del niño para sacarme todo el dinero que puedas?
—No tienes muy buena imagen de las mujeres, según veo,
—Me temo que algunos de mis amigos han pasado por un infierno por culpa de sus ex esposas. Yo no cometeré el mismo error. Las mujeres tienden a ser muy vengativas cuando sus relaciones amorosas se rompen.
Miley sacudió la cabeza.
—No sé cómo serán las demás, pero yo no haría eso nunca. Tomaría las decisiones en función de lo que fuera mejor para mi hijo.
—Siempre dices lo correcto, milaya moya. Y sé que también le has dicho lo correcto a tu hermana, aunque no haya servido de mucho.
Nick salió de la ducha.
Miley tardó un momento en darse cuenta de lo que había pasado.
—¿Cómo sabes que he hablado con mi hermana?
—Porque ordené que grabaran tus conversaciones. Quería saber si me estabas
diciendo la verdad.
—¿Me has espiado? ¡Eso es horrible! —protestó.
—A diferencia de ti, yo no miento ni engaño ni estafo a nadie. Siempre te diré la verdad, Miley; de eso puedes estar segura. Pero no voy a mantenerme en la ignorancia en lo relativo a las cosas que me importan.
Miley se secó y entró en el dormitorio, donde eligió un pijama y se lo puso antes de meterse en la cama.
—¿Vamos a dormir juntos todas las noches? —preguntó ella—. Dijiste que no eres un romántico...
—Pero has conseguido que aprecie cosas que antes no apreciaba. Durante las próximas semanas lo compartiremos todo, como los recién casados que somos — declaró.
Miley no entendió lo que pretendía; sí no iba a darle un hijo, careca de sentido que se mostrara tan amable. Y Nick demostró conocerla mucho mejor de lo que ella pensaba, porque adivinó sus pensamientos y dijo:
—Deja de darle vueltas y más vueltas a todo. No eres perfecta, es verdad, pero nunca esperé que lo fueras. Y por otra parte, te deseo tanto que me he vuelto más tolerante. Anda, cierra los ojos y duerme un ralo.
Miley se durmió enseguida. Despertó en mitad de la noche y se descubrió entre sus brazos, así que intentó liberarse; pero sus movimientos despertaron a Nick, que se excitó enseguida y no tardó en quitarle el pijama y hacerle el amor otra vez.
Durmió hasta el alba, cuando volvió a sentir el contacto de las manos de Nick en sus pezones hipersensibilizados. Él la penetró enseguida y le hizo el amor de un modo tan maravilloso que la dejó completamente satisfecha.
Después, se abrazó a él y aspiró el aroma de su sudor, que de repente le parecía el olor más bello del mundo. Su cuerpo ya no era suyo; era de él. Cuando la tocaba, no
se podía resistir a sus caricias.
bueno chicas un capi mas de esta nove qe talvez este fin en el maraton llegue el final o talvez despues...
espero les haya gustado comenten un Beso!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario