Después de una intensa noche de pasión, Joe tenía a Demi en sus brazos y respiraba el dulce aroma de su cabello. Una sábana los cubría hasta la cintura, pero las mantas yacían en el suelo desde hacía mucho tiempo.
–Esto es maravilloso –dijo ella, poniendo una mano sobre el cabecero de madera labrada y contemplando las hermosas filigranas del techo.
–Esto sí que es maravilloso –dijo él, deslizando la punta de un dedo sobre su vientre hasta llegar a la curva de sus caderas.
–No sabía que había gente que vivía así –ella le agarró la mano y le dio un beso en la palma.
–A mí me llevó un tiempo darme cuenta de que hay gente que no vive así – admitió él.
–¿Fuiste un niño mimado? –le preguntó ella, apoyándose en un codo.
–Yo no diría tanto –dijo él, dibujando el contorno de su cadera con la mano hasta llegar al dorso de su rodilla–. Pero tenía unos cinco años cuando me di cuenta de que no todo el mundo tiene su propio castillo.
Los ojos de Demi se velaron. Ambos permanecieron en silencio un momento.
–Yo tenía unos cinco años cuando me di cuenta de que casi todo el mundo
tenía padres –dijo ella por fin.
Aquellas palabras produjeron una reacción inmediata en Joe. Su mano se detuvo allí donde estaba.
–¿Creciste sin tus padres?
Ella asintió y se volvió boca arriba, intentando esconder la emoción que la embargaba.
–¿Qué pasó?
–Mi madre murió cuando yo nací. No tenía familia, o por lo menos yo nunca los conocí.
–Demi –dijo él, apenado.
–No sabía quién era mi padre, o nunca me lo dijo –Demidibujó un cuadrado con las manos–. Desconocido. Eso dice mi partida de nacimiento. Padre… Desconocido.
Automáticamente la mano de Joe se cerró sobre su piel.
–Yo no sabía… –dijo, y entonces se dio cuenta de que aquello no tenía mucho sentido.
No sabía nada porque nunca se había molestado en preguntarle. En ningún momento había deseado saber algo acerca de su vida, sino que había hecho todo lo posible por terminar con todo y deshacerse de ella cuanto antes.
–Solía preguntarme quién era en realidad –murmuró Demi, casi como si hablara consigo misma–. Una princesa a la fuga, una huérfana, quizá una prostituta –su voz se endureció en ese momento–. A lo mejor mi padre era uno de
sus clientes. ¿Qué crees que significa eso?
Joe le apartó un mechón de pelo de la cara.
–Creo que significa que tienes una gran imaginación.
–Podría ser cierto –dijo ella, insistiendo.
–Supongo –dijo él, volviendo a trazar formas caprichosas sobre su vientre con las puntas de los dedos–. Yo soy un temible pirata y tú eres la doncella ultrajada. Pero no tengo ningún problema con ello. Me parece muy bien.
Ella agarró una almohada y le dio en la cabeza.
–A ti todo te parece bien.
–Sólo contigo –apartó la almohada y le acarició la cara, sabiendo que lo decía de verdad–. ¿Fuiste adoptada?
Ella guardó silencio un momento y él se arrepintió de haberle hecho la pregunta.
–Estuve en varios orfanatos –le dijo finalmente.
Demi se sintió como si acabaran de darle un golpe en el pecho.
–Lo siento mucho. No sé cómo he podido hacer tanta ostentación de…
–No lo sabías.
–Ojalá lo hubiera sabido.
–Bueno, yo quisiera haber crecido en un castillo, pero así son las cosas.
–Tenemos muchas habitaciones de huéspedes y todo –le dijo él en un tono bromista, intentando aligerar la conversación.
–¿Por qué no me encontraste antes?
–Ojalá lo hubiera hecho –dijo él, de corazón.
La sonrisa de Demi se desvaneció lentamente, pero tampoco se transformó en tristeza.
Sucumbiendo a la exigencia del deseo una vez más, joe la besó en los labios y la estrechó entre sus brazos.
–¿Tan horrible fue? –se atrevió a preguntarle.
–Estaba muy sola –susurró ella, y entonces soltó una carcajada–. No puedo creer que te esté contando todo esto precisamente a ti… de entre todas las personas…
–¿Qué pasa conmigo?
–Tú eres el tipo que me está arruinando la vida.
–¿Qué?
Ella miró a su alrededor y extendió los brazos.
–¿Qué demonios hemos hecho?
–Estamos casados.
–Nos casó Elvis –de repente ella se levantó de la cama.
Joe no quería que se fuera; no podía dejar que se fuera.
–¿Y mi albornoz?
–Abajo.
Ella masculló un juramento.
–No tienes que irte –le dijo él.
Se volvió hacia él, todavía desnuda, gloriosa; la persona más increíble que jamás había conocido.
–Esto ha sido un error.
Él también se puso en pie y la miró a los ojos.
–Puede que haya complicado un poco más las cosas –admitió.
–¿Un poco más?
–Las cosas no tienen por qué cambiar.
–Todo acaba de cambiar –vio la camisa de él y la recogió del suelo–. No deberíamos haber sucumbido a la química que hay entre nosotros. Y para que lo sepas, esto no significa que me has ganado la partida.
–¿Qué? –preguntó él sin entender.
–Tengo que llamar a Miley–miró alrededor–. Probablemente esté abajo.
Probablemente se esté preguntando dónde estoy.
–Miley no está abajo –le dijo Joe con seguridad.
Demi se puso su enorme camisa por la cabeza.
–¿Y cómo lo sabes?
Joe rodeó la cama y se acercó a ella.
–Miley no va a venir esta noche.
–Pero… –Demi se detuvo y sólo le llevó un segundo entender la expresión de sus ojos–. ¿En serio?
–En serio.
–¿Estás seguro de que lo hicieron?
–Oh, estoy seguro.
–Quiero mis diez dólares –dijo Demi, intentando contener una sonrisa sin mucho éxito. Levantó la vista y lo miró de frente–. Voy a reformar el edificio. A mi manera.
–Supongo que añadir la condición de que te acuestes conmigo antes de sellar el trato sería inapropiado, ¿no?
–Y también ilegal.
–Soy un pirata. Lo legal me trae sin cuidado.
Ella no le contestó, pero tampoco retrocedió.
–Duerme conmigo, Dems –le dijo, apretando los puños para no tocarla.
Ella vaciló y él contuvo la respiración. Ella miraba hacia todos lados, mordiéndose el labio inferior. Finalmente, Joe se dejó llevar por sus impulsos. La agarró de la camisa y la estrechó entre sus brazos.
–No puedo dejarte ir todavía.
«Quizá mañana. O quizá nunca…».
Como estan? espero qe muy bn aqi esta un capi mas muchos Besos y saludos!!!!!
ME SIPER ENCANTO EL CAPI!!! ESTUVO INCREIBLE!!! SEGUILAAAA!!! ESPERO EL PROXIMO PRONTO, BESOTES
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