jueves, 2 de febrero de 2012

LEGALLY MARRIED "JEMI" cap.15


–Por aquel entonces –dijo Ginny desde su tumbona–. Sadie era un bombón.
Apoyadas en el borde de la piscina, Demi y Miley escuchaban con atención aquellas divertidas anécdotas de juventud. El agua estaba fresca a pesar del intenso calor de la tarde. La brisa marina agitaba las hojas de los árboles y los pájaros cantaban en los jardines cercanos.
Serenity Island era lo más parecido a un paraíso en la Tierra.
–Las cosas han cambiado mucho –dijo Ginny, gesticulando con la mano que sostenía un enorme vaso de té helado–. Entonces no había helicópteros ni nada de eso. Cuando estabas en la isla, estabas atrapada en ella hasta que llegara el próximo barco con provisiones. Nos pasábamos la vida tramando y haciendo planes para escapar de aquí –Ginny soltó una carcajada–. Cuando Milton Jonas,
el abuelo de Joe, vio a Sadie, vestida con aquellos luminosos vestidos que nos habíamos traído de París, perdió la cabeza, y poco después ya estaba embarazada.
Demi trató de ocultar su sorpresa. En los cincuenta aquello debía de haber sido todo un escándalo.
–Ayúdame, querido –dijo Ginny, llamando a su nieto Nick.
Él acudió de inmediato. La sujetó del codo y la ayudó a incorporarse.
–Ahora que estás aquí… Pensé en llamar a Sadie… –de repente se detuvo y una mirada confusa se apoderó de ella–. Qué tonta. Quería decir que quisiera ir al jardín de flores. Me gustaría visitar el jardín de rosas de Sadie.
Nick miró a Miley con algo de tristeza en los ojos.
–Yo puedo llevarla, tía Ginny.
Demi salió de la piscina y se ajustó el bikini verde menta que llevaba puesto. Esa misma tarde había conducido uno de esos pequeños carritos de golf de una casa a la otra, y era bastante fácil. Podía llevar a Ginny sin ningún problema.
–Gracias, querida –dijo Ginny mientras Demi se secaba el cabello con una toalla–. Eres una buena chica. Deberías seguir adelante y acostarte con Joseph.
Demi se detuvo y parpadeó, perpleja.
–Los Jonas no son de los que se casan –dijo Ginny.
–Joe ya se ha casado con Demi –dijo Miley sin pensar–. Quiero decir…
Demi disfrutó de un largo paseo por el jardín, amenizado con infinidad de anécdotas; fiestas que duraban todo el fin de semana, huéspedes notables, amaneceres dorados… Sadie debía de haber sido muy feliz en aquel lugar; una
joven despreocupada que se había convertido en una mujer seria y responsable, respetuosa de sus raíces y del concepto de la familia.
Ginny recogía flores mientras hablaba y Demi terminó llevando un enorme ramo de rosas de todos los colores. Al final del camino Ginny se declaró exhausta y le pidió a Demi que llevara las rosas al cementerio y que las depositara sobre la tumba de Sadie. Demi la llevó de vuelta a la casa de los Gilby y entonces, siguiendo sus instrucciones, se dirigió al cementerio, situado en lo alto de una colina. Desolado y azotado por el viento, el cementerio estaba en el punto más alto de la isla, al final de un sendero rocoso por el que el carrito apenas podía avanzar. Allí había un pequeño prado lleno de lápidas de las familias Miller y
Jonas, además de otras cuyos nombres no conocía. Abriéndose camino entre la hierba salvaje, Demi leía las inscripciones y casi podía oír el eco de las voces de
otras generaciones. Algunos habían vivido mucho, mientras que otros habían tenido una corta existencia. Tristes mensajes de amor y nostalgia estaban inscritos en la piedra a modo de epitafio. De repente se topó con dos lápidas
recientes, el mármol blanco, pulido y limpio relucía al borde del cementerio. Eran Drake y Annabelle Jonas. Ambos habían muerto el 17 de junio de 1998…
Aquellos extraños sólo podían ser los padres de Joe. Aunque las rosas eran para Sadie, Demi dejó una rosa blanca sobre cada lápida y se sentó un momento sobre la hierba para contemplar el océano más allá del acantilado, tratando de imaginar cómo hubiera sido la vida en un lugar como ése. Ella no tenía raíces tan profundas, pero sí tenía proyectos e ilusiones. De pronto, una gota de lluvia le
cayó sobre el dorso de la mano. Parpadeando, levantó la cabeza y miró por encima del hombro. Dos enormes nubarrones negros se acercaban cada vez más, vaticinando una tormenta y convirtiendo la diáfana luz del sol en un resplandor crepuscular. No sin reticencia, se puso en pie y, mientras se limpiaba la ropa, empezó a sentir las primeras gotas de lluvia por todo el cuerpo. Después de echarle una última mirada al cementerio, volvió al carrito. Se subió en él, pisó el freno, giró la llave y pisó el acelerador…
Pisó con más fuerza, pero no ocurrió nada. El carrito no se movía. Comprobó la llave, la giró en sentido contrario y volvió a intentar arrancar. Hizo el mismo procedimiento una vez más, pero el vehículo estaba muerto. La lluvia ya caía
copiosamente y las negras nubes habían ahogado hasta el último vestigio de sol.
El viento soplaba cada vez con más fuerza y la cubierta del carrito ya no la protegía del agua. Sacó el teléfono móvil y apretó el botón de llamada rápida de Miley. Sin embargo, la llamada fue transferida automáticamente al buzón de voz, así que no tuvo más remedio que dejar un mensaje. Sólo podía esperar que Miley no estuviera acurrucada en un rincón en los brazos de Nick. Ojalá hubiera apuntado el número de teléfono de Joe esa mañana… Miró hacia el
prado del cementerio. Las lápidas se habían convertido en sombras funestas.
Todavía faltaban un par de horas para la puesta de sol, así que quedaba mucho tiempo para que Miley viera el mensaje. De repente el rugido de un rayo retumbó sobre ella y una violenta ráfaga de viento lanzó la lluvia contra su rostro.
Los relámpagos desgarraban el horizonte una y otra vez y el estruendo posterior resultaba ensordecedor. En ese momento reparó en un pequeño detalle. El carrito estaba hecho de metal y además estaba en el punto más alto de la isla… Decidida a no quedarse allí ni un segundo más, echó a andar por la senda. Todavía había mucha luz y el camino era cuesta abajo. Además, no podría llevarle más de tres
cuartos de hora llegar a la casa de Nick.

–¿Qué quieres decir con que no está aquí? –Joe miró a Nick y después a Miley. Ambos tenían el cabello alborotado y era fácil adivinar lo que habían estado haciendo.
–. ¿Dónde está?
Una hora antes había ido al jardín de su abuela y también había recorrido el castillo entero, incluyendo el ático y las habitaciones del servicio.
Además, Nick acababa de confirmarle que Ginny estaba durmiendo la siesta en su habitación, así que Demi no estaba con ella.
–A lo mejor fue a la playa –se atrevió a decir Miley, alisándose el cabello.
–¿Cuándo la visteis por última vez?
Nick y Miley se miraron con ojos culpables.
–No importa –dijo Joe–. Dime su número de teléfono, Miley.
Miley se lo dijo de memoria y Joe lo guardó en su móvil antes de llamar.
Demi tardó unos segundos en contestar. Su voz sonaba temblorosa y el viento le impedía oírla bien.
–¿Hola?
–¿Estás bien? –le preguntó él, gritando sin poder evitarlo.
–¿Joe?
–¿Dónde estás?
–Eh…
–¿Demi?
–Creo que estoy a medio camino de la casa, por el sendero del cementerio.
–¿Qué estabas haciendo allí? –Joe echó a andar hacia el garaje.
–Las rosas –dijo Demi, casi sin aliento–. Ginny me pidió que dejara unas flores en la tumba de Sadie.
–¿Seguro que no estás herida? –le preguntó Joe. Un chorro incontrolable de adrenalina corría por sus venas.
El viento aullaba a través del auricular.
–¿Demi?
–Puede que esté sangrando un poquito.
A Joe se le cayó el alma a los pies.
–Tropecé y me caí. La batería del carrito murió, así que voy andando. Estoy empapada y está oscuro. No veo muy bien, pero la pierna me pica y me duele…
Joe apretó el botón de la puerta del garaje y Nick lo ayudó a quitar el forro de unos de los carritos.
–Quiero que dejes de andar –le dijo Joe–. Estés donde estés, quédate quieta y espérame. Estaré ahí en diez minutos.
–Te esperaré justo aquí.
Joe colgó y arrancó el carrito de golf. Ella estaría bien. Estaría empapada y fría, pero eso tenía remedio. Sin embargo, aun así, tenía la certeza de que se sentiría muchísimo mejor cuando estuviera segura en sus… De repente cortó sus pensamientos por lo sano.
¿En sus brazos?
¿Qué significaba aquello?
Tal y como le había prometido, diez minutos más tarde las luces del carrito la encontraron. Estaba calada hasta los huesos y tenía las piernas cubiertas de barro. Su cabello chorreaba agua y tenía la blusa blanca pegada al cuerpo.
Al detener el vehículo Joe pudo ver que estaba temblando. Ojalá hubiera llevado una manta consigo…Antes de que pudiera salir a ayudarla, ella se subió al carrito, así que se quitó la camisa y se la puso sobre los hombros mojados.
–Gracias –dijo ella, abrazándose a sí misma para guardar el calor.
–¿Dónde te has hecho daño? –le preguntó él, agarrando una linterna y apuntándosela a las piernas.
Ella giró el tobillo y entonces él vio la herida que tenía en la pantorrilla. La sangre estaba mezclada con barro y agua de lluvia.
–No parece nada grave –se aventuró a decir ella.
Sin embargo, a Joe se le encogió el estómago, sabiendo lo mucho que tenía que doler.
Dejó la linterna en el suelo del carrito y arrancó a toda prisa. Le puso un brazo sobre los hombros y la atrajo hacia sí para intentar darle algo de calor.
–¿Qué pasó? –le preguntó, dirigiéndose hacia el camino de tierra en sentido descendiente.
–Ginny quería poner unas flores sobre la tumba de Sadie, pero después del
paseo por el jardín estaba muy cansada –Demi hizo una pausa–. Es muy bonito el cementerio.
–Supongo –dijo Joe. Eso era lo último que le importaba en ese momento.
–Gracias por rescatarme –le dijo ella de repente.
Joe sintió que algo se le encogía en el pecho, pero decidió ignorar la sensación. Ella era su invitada y en la isla había auténticos peligros, como los acantilados. Era natural sentir alivio.
–No fue nada –le dijo, sin creérselo del todo.

Un capi mas saluditoss!!



1 comentario:

  1. AWWWW POBRE DEMI :( ME ENCANTO EL CAPI ESTUVO INCREIBLE! SEGUILA Y JAJAJA ME CAUSO GRACIA QUE MILEY Y NICK APARECIERAN CON EL PELO ALBOROTADO xD QUE HABRÁN HECHO?? JAJA , BESOTESSS

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