martes, 14 de febrero de 2012

BOYFRIEND OF LIES NILEY cap.6


Miley creía ser una de las pocas vírgenes que quedaban en el mundo y, a la madura edad de veintiocho años, aquello era un vergonzoso secreto.
—Vaya —susurró Nick, admirado, cuando ella terminó de hablar.
Miley se enfadó consigo misma recordándose que, en aquel viaje, no era el genio de los ordenadores, sino la nueva y atractiva Miley Cyrus.
Pero no sabía cómo hacerlo.
—Lo siento —se disculpo ella—. A veces me pongo a hablar de mi trabajo y se me va el santo al cielo.
—A mí me pasa lo mismo. Te sorprendería saber cómo aburro a las mujeres hablándoles sobre mi trabajo —dijo Nick. Miley sonrió. Él la comprendía. Nick entendía lo que era amar el trabajo de tal modo que podría estar hablando sobre él durante horas—. Bueno, admito que no he
entendido la mitad de las cosas que has dicho. Las matemáticas, la geometría y los ordenadores no son lo mío —añadió. Miley se sintió repentinamente avergonzada. Seguía siendo una empollona para él—. Pero estoy impresionado.
—¿De verdad? —preguntó ella, sin poder evitarlo. Le hubiera gustado descubrir si Nick lo decía de verdad o sólo estaba intentando ser amable.
Pero en los ojos del hombre había admiración y Miley, que no estaba acostumbrada, no sabía cómo reaccionar.
—¿Trabajas para alguna compañía?
—No —contestó ella. Le habían hecho muchas ofertas pero, como su madre solía decir, a ella no se le daba bien jugar con otros niños. Nunca le había gustado trabajar a horas determinadas o tener que someterse a las opiniones profesionales de otros—. Tengo mi propio negocio.
—Siempre fuiste una chica muy inteligente, Miley —sonrió él, impresionado—. Entonces, ¿eres tu propio jefe?
—Sí —contestó ella, orgullosa—. Y me encanta. Trabajo en mi casa y no tengo que ponerme un traje de chaqueta para ir a la oficina.
Nick la miró de arriba abajo con indisimulada admiración.
—No necesitas ponerte un traje de chaqueta. Me encanta tu forma de vestir —dijo él. Miley había enrojecido a su pesar. Si Nick la hubiera visto como solía estar en casa, en vaqueros y camiseta, probablemente cambiaría de opinión, se decía.
Pero durante aquella semana no pensaba ser la vieja Miley Cyrus. Era la nueva y renovada versión, la mujer que un profesional de la imagen había creado. Y a juzgar por la mirada de Nick, el proceso había sido un éxito. Le hubiera gustado que él la admirase por lo que era en realidad.
Pero no quería torturarse a sí misma—. ¿Tienes algún novio escondido por ahí? —preguntó Nick entonces.
—No —contestó ella, incómoda.
—¿No tienes novio? —volvió a preguntar él, sorprendido. Miley negó torpemente con la cabeza—. ¿Seguro que nadie va a darme un puñetazo por tenerte para mí estos tres días?
—Seguro —intentó sonreír Miley. Nick la miraba a los ojos, como si intentara imaginarse por qué no estaba comprometida—. Nunca he tenido tiempo para eso —añadió. Aunque sabía que no era cierto. La realidad era
que nunca había tenido hombres haciendo cola a la puerta de su casa.
—Me sorprende que ningún hombre haya podido convencerte — sonrió él. Miley estaba encantada con aquellos cumplidos, a los que no estaba acostumbrada—. Entonces, los dos iremos solos a la reunión. ¿Te
das cuenta de que vamos a tener que aguantar a nuestros antiguos compañeros enseñándonos las fotografías de sus hijos?
—Sí —contestó ella. En realidad, ésa era la razón por la que había urdido su Plan.
—Estaremos rodeados por álbumes familiares —insistió el, con un exagerado escalofrío— y no tendremos munición para escapar.
Deberíamos unir nuestras fuerzas, Miley —añadió, con una sonrisa.
Por un segundo, Miley disfrutó de la idea. Le gustaba tener algo en común con Nick y le habría encantado que fueran un equipo. Pero ella tenía su Plan. No quería acudir a la reunión como «la pobre Miley Cyrus, aún soltera después de tantos años».
Imaginar la cara de pena de sus compañeros de clase hacia que su resolución se mantuviera firme.
—Perdona, Nick —dijo por fin, después de tomar aire—. Pero no puedo hacerlo.
—Gracias, compañera —dijo él. Miley creía haber visto un brillo de desilusión en los ojos del hombre mientras se inclinaba hacia atrás en la silla y cruzaba los brazos sobre su impresionante torso—. ¿Qué ha sido de la camaradería?
—No tengo nada contra ti —dijo ella, intentando sonreír—. Pero es que tengo mis propios planes.
Nick se incorporó abruptamente y la miró a los ojos. La planta que colgaba del techo parecía extender sus plásticos tentáculos hacia él. 
—Muy bien, doña Genio. Estoy intrigado. ¿Qué planes son ésos? — preguntó. Miley abrió la boca para confesar lo que probablemente a él le parecería una locura, pero no tuvo oportunidad.
—Perdonen que haya tardado tanto —anunció la camarera, colocando los platos frente a ellos—. ¿Quieren un poco mas de té?
—Sí, gracias —sonrió Nick—. ¿Y tú, Miley?
—Yo también. Gracias Bonnie.
—De nada —sonrió la mujer.
—¿La conoces? —preguntó Nick cuando la camarera volvió a la barra.
—No. Pero lleva una etiqueta con su nombre en el uniforme.
—Ah —murmuro él, sorprendido—. Bueno, volvamos a nuestra conversación. ¿Cuál es tu plan, Miley?
Miley miró la pechuga de pollo que había frente a ella y se dio cuenta de que no podría probar bocado hasta que se lo hubiera contado todo. En realidad, era como una prueba. La reacción de Nick le daría una idea de cómo podrían reaccionar sus antiguos compañeros de clase.
Miley asintió, respiró profundamente y metió la mano en su bolso. Se sentía incómoda bajo la atenta mirada del hombre y tardó unos segundos en encontrar la cajita de terciopelo negro. ¿Y si Nick se reía de ella?, se preguntaba. De repente, se sentía ridícula. Pero había ido demasiado lejos
como para echarse atrás.
Por debajo de la mesa, abrió la cajita y se puso el impresionante anillo que ella misma había comprado. Un segundo después, armándose de valor, sacó la mano y se la mostró a Nick.
Él tomó su mano y miró el diamante, sorprendido. Se había quedado sin palabras.
—¡Dios mío! —oyeron la voz de Bonnie, que se acercaba a la mesa con los vasos de té helado—. ¿No me digan que acaban de prometerse? ¿Puedo ver el anillo? —dijo, entusiasmada. Sofocada, Miley levantó la mano hacia la camarera. La mujer miraba el diamante con los ojos tan
abiertos como si estuviera viendo un extraterrestre—. Es maravilloso. Se han prometido aquí mismo, en mi mesa. No me había pasado nunca. Felicidades a los dos.
—Gracias, pero… —empezó a decir Miley.
—Están invitados al postre —insistía Bonnie—. ¿Tarta de manzana o de chocolate?
Miley no sabía qué decir. No quería herir los sentimientos de la mujer, pero tampoco quería mentir y miró a Rick, como esperando que él le diera una respuesta.
Él le devolvió la mirada y después se volvió hacia la sonriente camarera.
—Muchas gracias, Bonnie. Creo que mi prometida y yo tomaremos tarta de manzana.

Dos capis mas de esta nove!!

1 comentario:

  1. NUEVA LECTORA Y SEGUIDORA DE TU BLOG :D ME ENCANTO LEI TODAS TUS NOVES YA :D Y ME ECNATARON ♥ SEGUI ESTA PRONTO PORFA, ESTA GENIAL, ME REI MUCHO, ME IMAGINJE LA CARA DE NICK AL VER EL ANILLO, JAJA FUE GENIAL SEGUILA BESOTOS (:

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