En cuanto llegaron al hotel donde ofrecían la recepción, Sergei la tomó en brazos y entró con ella al vestíbulo entre los vítores y aplausos de los invitados, Miley se quedó bastante sorprendida, porque las bodas inglesas eran mucho más formales y menos animadas.
En cuanto se sentaron en el salón, un hombre se levantó de repente y propuso un brindis en honor a los recién casados, que fue seguido entre gritos de ¡Gorko!
¡Gorko!
—Ahora tenemos que besarnos durante tanto tiempo como nos sea posible —le explicó Nick.
Al ver la mirada de perplejidad de su esposa, añadió:
—¿Es que no has leído la información que te enviamos?
Miley maldijo a su hermana para sus adentros; por lo visto, había hecho bastante más que negarle el informe de la joven morena.
Nick la besó entonces, con una delicadeza que Nick no esperaba. Pero cuando sintió su lengua en los labios, perdió el control y pasó los brazos alrededor de su cuello, incapaz de contenerse por más tiempo.
Los invitados empezaron a cantar. Miley no les prestó ninguna atención; sólo sentía las caricias de Nick, que poco a poco iba derruyendo todos sus muros defensivos.
Cuando por fin se apartó de ella, tuvo la impresión de que se habían estado besando durante un siglo.
Unos segundos después, miró a su alrededor y se quedó pálida al reconocer a uno de los invitados a la fiesta, que se levantó inmediatamente para saludarla. Era el príncipe Jasim.
—Miley, cuánto me alegro de que me invitaras a tu boda —dijo a la mujer—.
Cuando llegó la invitación, estuve a punto de no mirar el nombre de la novia. Jamás habría imaginado que eras tú...
—¿Elinor no ha venido contigo? —acertó a preguntar.
El príncipe Jasim, heredero al trono del Reino de Quaram, se acercó a saludar a Nick antes de responder a Miley.
—No, me temo que no. Sami tiene la varicela y Elinor no ha querido dejarlo solo con los médicos —explicó.
Miley asintió.
—Lo comprendo perfectamente. Si Sami está enfermo, necesitará la compañía de su madre.
A continuación, Miley preguntó al príncipe por su hija pequeña, Mariyah. La última vez que se habían visto, la niña sólo era un bebe.
Más tarde, cuando se quedaron a solas, Nick comentó:
—No sabía que conocieras al príncipe Jasim y a su esposa...
—Nos conocimos cuando ella estaba embarazada de Sami y vivía en Londres. Yo todavía estaba en la universidad y compartí piso con Elinor y con otra chica durante una temporada —le explicó—. Hace meses que no nos vemos... es una de mis mejores amigas, pero está muy ocupada desde que se casó con el príncipe. Ahora que lo pienso, debería llamarla por teléfono más a menudo. Por cierto, ¿de qué conoces a Jasim?
—De las reuniones de la OPEP. No conozco a su mujer, pero me han dicho que es toda una belleza...
Miley sonrió.
—Sí, lo es —declaró—. De hecho, ¿sabes por qué aprendí a tejer? Para hacerle un jersey a Sami... era un bebé verdaderamente precioso.
Alguien volvió a proponer un brindis y la gente volvió a gritar ¡Gorko! ¡Gorko! Nick la tomó otra vez entre sus brazos y la besó. Ella se sintió como si cayera desde una altura asombrosa y ardiera por dentro durante la caída.
Cuando empezaron a servir la comida, Miley tomó más champán y picoteó un poco, sin demasiado apetito, mientras un cantante famoso se subía al escenario para interpretar una canción.
El ambiente era de fiesta y todo el mundo comió poco y bebió mucho, Miley se tomó unas cuantas copas más, de modo que estaba algo mareada cuando Nick la sacó a la pista para bailar. Ni siquiera sabía cómo era posible que un hombre al que prácticamente acababa de conocer le provocara emociones tan intensas. Sentía el cuerpo de Nick como si fuera el suyo, y le bastaba con aspirar su aroma para tener una sensación extraña en el estómago, como si un montón de mariposas
revolotearan en él.
—Dime una cosa... ¿querías casarte otra vez para dar una alegría a tu abuela? —le preguntó mientras bailaban.
Nick se puso tenso y la miró con frialdad.
Miley alzó la barbilla, orgullosa.
—Deja de mirarme como si creyeras que voy a salir corriendo para contárselo a los periodistas —protestó.
—Será mejor que no —murmuró él en tono de amenaza— No permitiría que hagan daño a Yelena.
—Yo jamás haría nada que dañara a Yelena. Parece tan feliz...
Miley estaba segura de haber acertado. Con toda seguridad, Nick había decidido no volver a casarse tras el fracaso de primer matrimonio; pero quería tanto a Yelena, que al final había optado por darle una alegría. Sin embargo, a Miley le
pareció una decisión tan quijotesca como, tal vez, contraproducente. Su abuela se llevaría un gran disgusto cuando se volviera a divorciar.
—Será mejor que te avise para que no montes una escena, milaya moya —susurró él—. Estás a punto de que te rapten y te alejen de mí. Es una tradición. Pero no te preocupes... pagaré tu rescate.
Tal como le había avisado, un grupo de invitados se la llevaron segundos más larde y la encerraron en lo que en principio le pareció un armario, aunque después se dio
cuenta de que era el cuarto donde la señora de la limpieza guardaba sus cosas.
Se apoyó contra los estantes y se preguntó cuánto tiempo tardaría Nick en pagar su rescate.
Sólo tuvo que esperar unos minutos. Nick abrió la puerta, la abrazó y la volvió a besar con toda su energía y su sexualidad desbordante.
Cuando ya salían, alguien le pisó el vestido
sin querer y se oyó el sonido de la tela al rasgarse.
—Se me ha roto el vestido... —murmuró, espantada.
Nick se inclinó para examinarlo. A continuación, la tomó en brazos e hizo un gesto a alguien.
Diez minutos después, Hope se encontraba en el dormitorio de una suite fabulosa, sin más prendas que la ropa interior. Se habían llevado el vestido y lo estaban arreglando en ese mismo momento.
La puerta se abrió de repente, sin advertencia previa. Era Nick.
Miley cruzó los brazos sobre el pecho, pero no antes de que su esposo pudiera admirar sus curvas y se apoyara en la puerta, encantado con la vista.
—¿Por qué te escondes de mí? —le preguntó con voz ronca—. Deja que te vea bien, milaya moya...
El pulso de Miley se aceleró. La admiración de Nick la había excitado en extremo y había conseguido algo muy poco habitual en ella: que se sintiera orgullosa de su cuerpo. Pero aún tenía miedo de dejarse llevar por lo que sentía. Y seguía sin poder creer que él, un hombre acostumbrado a estar con verdaderas bellezas, la deseara.
Avergonzada e incómoda, se sentó en la cama y mantuvo los brazos sobre sus pechos, intentando ocultar todo lo que podía.
Nick se cansó de esperar. Ya había esperado demasiado tiempo con ella: de hecho, le había dedicado una paciencia y una delicadeza mucho mayores que a ninguna otra mujer.
Con un movimiento rápido, se quitó la chaqueta y se aflojó la corbata.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella, atónita.
—Lo de obedecer órdenes no se te da muy bien, ¿verdad? —murmuró él con su tono ronco y profundo—. Tienes una vena independiente y salvaje con la que tendremos que trabajar...
—Pero... pero no deberíamos ir más lejos... —acertó a decir.
—¿Ir más lejos? —preguntó él mientras la levantaba de la cama—. Ya hemos ido muy lejos, Miley. Te deseo desde la primera vez que te vi. No es lo que yo había planeado, ni lo que quería. Yo nunca mezclo los negocios con el placer...
—Y esto es un negocio —le recordó, nerviosa.
Miley intentó apartarse, pero descubrió que los ojos dorados de Nick la mantenían clavada en el sitio, inmóvil, como si le hubiera puesto unas esposas o unos grilletes.
—Sí, lo es, es verdad, pero tendremos que hacer una excepción... porque te deseo más de lo que haya deseado nunca a una mujer
—Sólo intentas justificarte —dijo ella, desesperada.
—Por supuesto que intento justificarme. No habría hecho una fortuna si no fuera un hombre que se adapta con facilidad a las circunstancias —declaró él—. Ahora estamos casados y vamos a tener una relación profundamente íntima... es lo más lógico y razonable.
Miley se estremeció al sentir su mirada de deseo, aunque no encontraba nada lógico ni razonable en el hecho de sentirse brutalmente atraída por un hombre tan distinto a ella, tan rico y poderoso.
—No, Nick, sólo serviría para complicar las cosas.
Nick conocía bien a las mujeres y supo que el momento de la victoria estaba cerca. Había notado que Miley era incapaz de dejar de mirarlo, que sus pupilas se habían dilatado, que había entreabierto los labios y que su voz sonaba tan baja que casi no se oía.
—No complicará nada. Confía en mí.
Nick se inclinó y la besó suavemente en la comisura de los labios. Al instante, ella giró la cabeza hacia él y abrió la boca para recibir el beso que esperaba, para volver a sentir su lengua.
Cuando por fin lo recibió, soltó un gemido de placer. Nick se apretó contra ella y Miley sintió la fuerza de su erección. Después, le quitó el sostén, contempló sus preciosos senos y se los acarició con delicadeza, casi de un modo reverencial,
—Eres una obra de arte —declaró.
Los pezones de Miley se endurecieron bajo su contacto. Él estaba tan excitado para entonces que ya no pudo soportarlo más: la tumbó en la cama, suspiró y le empezó
a lamer los pechos.
Miley ya no podía pensar. Se arqueó contra él, fuera de sí, y se aferró con fuerza a su espalda. Quería más, mucho más.
Nick se quedó maravillado con la intensidad de su respuesta. Acababa de echarse hacia atrás para quitarse la camisa cuando ella se abalanzó sobre él y empezó a desabrocharle los bolones con una falta de destreza y de refinamiento que a él le pareció enormemente atractiva.
Tras quitarle la camisa sin más incidente que la pérdida de un botón, Miley contempló su torso moreno y el vello negro que le cubría el pecho y se sintió como si se derritiera. Pasó las manos sobre su estómago, notó la contracción de sus
músculos y apretó los labios contra uno de sus pezones mientras aspiraba el aroma familiar de su piel.
—Yizihkom... —murmuró él.
—¿Qué significa?
Nick la miró a los ojos.
—Que uses tu lengua —respondió.
Miley se lo concedió y empezó a lamerlo. Sabía maravillosamente bien, y habría disfrutado de su sabor durante mucho tiempo si él no la hubiera tumbado en la
cama para volver a atormentar sus duros y sensibilizados pezones con un placer tan completo, que bastó para destruir el poco control que le quedaba.
Pero sólo habían empezado. De repente, él introdujo una mano por debajo de sus braguitas y encontró su clítoris. Miley arqueó las caderas y gimió sin poder evitarlo
cuando él se inclinó y comenzó a lamerla.
—Por favor... oh, por favor...
Nick le quitó las braguitas del todo y la lamió un poco más antes de apartarse para quitarse los pantalones y los calzoncillos.
Miley lo miró con deseo. Era un hombre magnífico, increíblemente atractivo. Y su erección, la primera que veía en toda su vida, le pareció fascinante.
—¿Crees que encajaremos? —preguntó ella, antes de darse cuenta de lo que había dicho.
Nick soltó una carcajada. La pregunta de miley le había parecido conmovedoramente ingenua para una mujer como ella: tras leer el informe de los psicólogos, estaba convencido de que era una mujer experimentada y
acostumbrada a los hombres.
—Me excitas tanto, que casi me duele —le confesó él.
Nick la penetró súbitamente, con dureza. Miley soltó un gemido de dolor.
bueno estos son todos los capis qe subire mañana subire de las 3 noves Muchoss Besos y Saludos espero les haya gustado!!
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! ESTUVO INCREIBLE LOS CAPISS!!! SEGUILA PORFIISSSS PORQUE ME MUERO POR LEER EL PROXIMO CAP JEJE , BESOTES
ResponderEliminarcomo te dije soy tu nueva lectora y desde ayer empese a leer !!
ResponderEliminary nose como decirtelo
asdjkgfaerygfwrygywrk!!wwwooowwww ME ENCANTO Y NO TUVE TIEMPOD DE COMENTAR POR K SE DEMORA MUCHO PERO ESTE EPISODIO ME FASCINO
ERES INCREIBLE
I♥NILEY & TU NOVELA
....... BESOS CDT TQ♥ MAYI