Iba a besarla, tal y como había hecho muchas veces. Sus labios se acercaron más y ella se humedeció los suyos propios, preparándose para un momento exquisito.
–No tienes que odiarme –susurró él–. Tienes que amarme –se detuvo a un milímetro de ella, apenas rozándole los labios–. Porque yo te amo, Demi. Te amo muchísimo –y entonces la besó, con dulzura y pasión, estrechándola entre sus brazos.
Ella se aferró a él, se acomodó contra él. La alegría más genuina la embargaba en ese momento.
Después de un largo minuto, se separaron por fin.
–Haz todos los cambios que quieras –le dijo él–. Venderé media flota si es necesario. Pero no vuelvas a dejarme. Nunca.
–He dejado el proyecto –le dijo ella.
–¿Qué? –dijo él, retrocediendo–. ¿Por qué?
–A Sadie no le hubiera gustado.
–Sadie no importa. El pasado no importa. Sólo importa el futuro, Demi. Y tú eres el futuro. Eres mi futuro.
Demi sintió una ola de felicidad con sólo imaginar lo que le deparaba la vida al lado de Joe; un hombre tan tierno y dulce.
–Has encontrado a mis abuelos –le dijo con la voz temblorosa.
–Sí. Sé que están enterrados en Nueva Jersey.
–¿Sabes dónde fueron enterrados?
–Sí.
–¿Te he dicho que te amo? –le dijo ella, sin poder contener las lágrimas.
–No. No lo has hecho. Y ya empezaba a preocuparme.
–Bueno, pues sí te amo.
–Menos mal –él respiró hondo y la abrazó con más fuerza–. Le dije a Nick que me diera una hora. Si las cosas no iban bien, también te iba a secuestrar.
–No harías tal cosa.
–Sí que lo haría. De una forma u otra, tú y yo vamos a empezar una nueva generación de pequeños piratas Jonas.
Demi se rió.
–Sadie estaría encantada.
–Sí. Y seguramente esté disfrutando del éxito de su plan. De hecho, casi la
oigo reírse desde aquí.
Demi volvió a mirar la foto de sus abuelos. Su abuelo era alto, su abuela tenía el cabello rizado y claro, y su madre parecía tan feliz con un cubo y una
pequeña pala de plástico…
–No me puedo creer que hayas hecho esto.
–Podemos ir a ver sus tumbas. Le cambié el yate a Nick por un helicóptero.
Nos está esperando en el helipuerto más cercano.
Demi lo miró, asombrada. Y entonces lo abrazó con todo su ser.
–Mejor vamos dentro de un rato, ¿te parece?
Él respiró hondo, le quitó la foto de la mano y la dejó sobre una mesa. Sus ojos se oscurecieron y se inclinó para besarla de nuevo.
–Mejor dentro de un rato –repitió él, tomándola en brazos y llevándosela al dormitorio.
Después de un secuestro que duró algo más de un mes, la boda de Nick y Miley se celebró en Serenity Island, en el jardín de la casa de los Miller, junto a la piscina. La novia estaba radiante y el novio no cabía en sí de felicidad. Toda la jet set de Nueva York estaba allí y, según la tía Ginny,aquélla era la fiesta más grande que se había celebrado en la isla desde los años cuarenta. Después del consabido brindis, cortaron una tarta de cinco pisos y entonces empezó el baile.
Joe se llevó a Demi a un lado.
–No podemos irnos ahora –dijo ella, corriendo sobre sus altísimos tacones. El vaporoso traje de dama de honor flotaba a su alrededor.
–Volveremos en unos minutos –le dijo él, abriendo la puerta del garaje.
–Joe –dijo ella, protestando.
–¿Qué?
–¿Estás loco?
–Loco por ti –dijo él, volviéndose rápidamente para darle un beso en la punta de la nariz.
–No es broma –dijo ella, tratando de sonar seria, sin conseguirlo.
Desde aquella tarde en el apartamento, y tras visitar la tumba de sus abuelos, estaba embriagada de amor.
–Yo no me estoy riendo –le dijo él, apoyado en el lado del pasajero del carrito de golf–. Sube.
–Ni hablar –dijo ella, cruzándose de brazos. No iba a abandonar a Miley el día de su boda.
–Muy bien. Como quieras –la levantó en el aire y la sentó en el asiento.
–¡Oye! –exclamó ella, arreglándose el vestido.
–Hay algo que quiero enseñarte –subió por el lado del conductor y arrancó.
–No me puedo creer que me estés secuestrando –dijo ella, quejándose.
–Es la sangre de pirata.
–No puedes hacerme desaparecer en mitad de una boda –se alisó la falda del traje y levantó la barbilla.
Joe esbozó una sonrisa pícara y la llevó hasta la propiedad de los Jonas.
Al entrar en los jardines del palacio, Demi se relajó un poco. Aquel lugar se había convertido en su sitio favorito, con su historia maravillosa y todos los recuerdos
agradables que guardaba.
Joe paró delante de la capilla, bajó del vehículo y fue a ayudarla.
Ella sacudió la cabeza, confundida.
–¿Es esto lo que querías enseñarme? –le preguntó. Había estado en esos
jardines unas cien veces.
–Paciencia.
–Tendré paciencia después de la recepción. En serio, Joe. Tenemos que volver.
Él la agarró de la mano y la condujo hasta los peldaños que llevaban al interior de la capilla.
–¿Qué estamos haciendo? –le preguntó ella, sin saber qué hacer.
Una sonrisa conspiratoria se dibujó en los labios de Joe. Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta del esmoquin y sacó algo.
Demi miró con atención. Era un anillo antiguo, de oro, con un zafiro en el centro, rodeado de diamantes.
–No sé cuántos años tiene –dijo Joe–. Pero creo que pudo pertenecer a Lyndall.
–¿Lo robó? –preguntó Demi, levantando la vista.
–Esperemos que no –los ojos de Joe brillaron y entonces la tomó de la mano, dando un paso adelante–. ¿Te casarás conmigo, Demi?
–Sí. Ya lo he hecho –dijo ella, sin entender nada todavía.
–Lo sé –dijo él, sonriente–. Pero creo que la primera vez no fue como debía ser –miró hacia la vieja capilla–. Es una tradición que los Jonas se casen aquí.
–¿Quieres que…? –dijo Demi, sintiendo un nudo de emoción.
–Eso es. Cásate conmigo, Demi. Aquí y ahora. Ámame de verdad cuando pronuncies los votos y prométele a mi familia que te quedarás a mi lado para siempre.
–Oh, Joe –dijo ella, sintiendo el picor de las lágrimas.
En ese momento se abrió la puerta y un sacerdote salió a recibirlos.
–Por aquí, por favor –les dijo, volviendo a entrar en la pequeña iglesia.
Sujetando su mano, Joe la llevó hasta el altar que Lyndall había construido para su propia boda, la primera boda que se había celebrado en la isla.
De repente se oyeron unos pasos detrás y Demi se volvió.
Eran Miley y Nick, todavía vestidos para su propia boda.
–Oh, no –exclamó Demi en voz baja.
–Insistieron mucho –le susurró Joe.
Cuando se detuvieron frente al altar, uno de los empleados del castillo le dio un ramo de flores a Demi. Rosas blancas. Del jardín de Sadie. Aquello no podía ser más perfecto.
Miley y Nick tomaron posiciones y Joe rodeó a Demi con el brazo para decirle algo al oído.
–Te amo mucho, Demi –le dijo con un hilo de voz.
–Y yo te amo a ti –susurró ella, con el corazón lleno de gozo.
–Entonces pongamos este anillo en tu dedo –le dijo él, acariciándole la mejilla y secándole las lágrimas.
FIN
Aqui esta el final de esta nove espero les haya gustado tanto como a mi muchas Gracias ;)
Aqui esta el final de esta nove espero les haya gustado tanto como a mi muchas Gracias ;)
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ESTA NOVE FUE HERMOSA!!! VOY A EXTRAÑAR MUCHO ESTA NOVE JAJA, BESOTESS
ResponderEliminarMichelle esta nove estuvo super interesante. Me la he leído en un solo día. Sigo poniéndome al día con tu blog :)
ResponderEliminarpd: JEMI me encanta
xoxox
esta padrisimo me emocione mucho, JEMI me encanta pero NILEY me fascina!!
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