martes, 14 de febrero de 2012

The way you are Jemi cap.5


Pero, antes de que pudiera decir algo, llegó el camarero con el café. 
-¿Dónde están mis crepes? -le preguntó Joe.
 -Estarán aquí dentro de un instante, monsieur -le informó Henri con una apurada sonrisa y mirando fervientemente hacia la, cocina.
 -Será mejor que sea asÍ... . Henri se marchó y Demi tuvo dificultades para disimular una sonrisa. 
-Siempre te tomas las cosas así de a pecho, ¿no? 
-Aprendí muy pronto que ésa era la única manera de llegar pronto a la cima. No me gusta que nadie me haga de menos. No lo hagas tú nunca. 
-Ellos no estaban tratando de hacerte de menos –empezó a decirle.
 -y un cuerno -le contestó Joe sonriendo fríamente. -La forma de ver la vida entre la gente bien es distinta. 
-y tú y yo estamos muy separados en ese aspecto, ¿no? 
-OH, no lo sé -murmuró ella-. Solía pensar que me gustaría ir a pescar de vez en cuando, vestida con un par de botas viejas y una camisa usada. 
-¿Ah sí? Pues podríamos ir a pescar alguna vez si te apetece. Cuando ella le miró, con un cierto aire divertido, vio que él estaba sonriendo otra vez, Nunca antes le había visto sonreír tantas veces como ese día. 
-¿De verdad? -Te podría dejar algún pantalón vaquero viejo y también una camisa -le dijo mientras encendía un cigarrillo-. Después de todo, creo que deberías ganar algo con este trato. Tú me enseñas a mí lo que tengo que saber y yo, por mi parte, te enseño algunas otras cosas. 
Henri volvió con las crepes unos segundos más tarde, por lo que Demi estuvo ocupada durante bastante rato, intentando explicarle a Joe a forma de utilizar los cubiertos correctamente.
Cuando Joe se aburrió de oírla le dijo: 
-Bueno, ya está bien. Creo que deberías comerte tus crepes, estás demasiado delgada y no te vendrían mal algunos kilos de más. 
-Nunca me pude imaginar. que te fijaras en algo así. Él no sonrió. -Yo siempre me he dado cuenta de, un montón de cosas acerca de ti, Demi.
A Demi le costó un rato reponerse del efecto que le habían producido esas palabras y, cuando lo hizo, empezó a comerse sus crepes. La nata que se salió de una de ellas le manchó labio superior y ella se la quitó con la lengua. Cuando hizo eso, Joe se la quedó mirando con una expresión que ella no fue capaz de descifrar. 
-Ese es un gesto muy sexy, ¿lo sabías?
 -¿El tomar nata montada? -le preguntó ella riendo nerviosamente. 
-No digas tonterías. Sabes perfectamente a lo que me estaba refiriendo. Demi le ignoró y terminó de comerse su crepe. 
-¿Qué tal si nos vamos al cine antes' de volver al pueblo? 
-Lo siento. Tengo un montón de trabajo que hacer en, casa antes de irme a la cama. 
-¿Es que te pasas la vida trabajando? 
-¿ y tú' no? Creo recordar que ya hace mucho tiempo que no te tomas unas vacaciones.
 -Las vacaciones son para los ricos. A lo mejor todos tienen razón y no estoy hecho para ser ranchero. 
-¿ y qué otra cosa podrías ser? 
-¿Qué quieres decir? ¿Que soy demasiado bestia y estúpido para ser otra cosa que no sea ganadero?
Eso lo dijo en una voz tan alta que la gente de las mesas de alrededor se volvió para ver si su aspecto coincidía con la descripción que acababa de hacer de sí mismo. 
-Yo no he querido decir eso en absoluto y, por favor, ¿no podrías hablar más bajo? 
-¿Y por qué tendría que hacerla? -le preguntó levantándose y mirando desafiante a su alrededor-. ¿Qué demonios están mirando ustedes? ¿Quién ha escrito las reglas que dicen que hay que mirar hacia abajo, hablar con susurros y no hacer nada que se salga de lo ordinario en un restaurante elegante y esnob? ¿Es que te crees que los camareros de aquí conducen Rolls-Royces? ¿Es por eso por lo que les tienes miedo? ¿Es que te crees que el jefe de ellos tiene una villa en la Riviera? Comenzó a reírse ruidosamente. Demi pensó seriamente en meterse debajo de la mesa.
 -Esa gente no es ni mejor ni peor que los demás y, si pagas, tienes tanto derecho a estar aquí como el más puesto de estos caballeros, así que, ¿por qué tengo que dejar que estos monigotes me hagan de menos? El ganadero del otro lado de la sala; amigo de Carson, estalló en carcajadas. 
-¡Sí, demonios! ¿Por qué tenemos que dejamos pisar? –le gritó riéndose
-¡Díselo bien claro, Joe! Una señora sentada en una mesa cercana le miró. Es increíble la gente que dejan entrar ahora en este restaurante -dijo refiriéndose a Joe. Joe se volvió hacia ella. 
-Sí, ¿no es cierto? -añadió él con una mirada que hablaba por sí sola-. Y también es increíble la cantidad de gente que piensa que es mejor que los demás Sólo por la cantidad de dinero que tienen, ¿no es cierto, señora? .
La señora en cuestión se puso colorada, se levantó y se fue. -Por favor, siéntate -le suplicó Demi
-Siéntate tú si quieres, yo me voy. Si vienes conmigo, ya sabes. ¿Dónde narices está la, cuenta? -le pidió al tembloroso Henri-. La quiero ahora, no cuando a ti te apetezca. 
-¡Aquí la tiene monsieur! - Joe la cogió y salió a toda prisa hacia la caja, dejando que Demi se las arreglara sola. Ella se levantó tranquilamente de su silla y salió lentamente del comedor. Tenía que demostrar, que, a pesar de todo, ella era la señorita Bush de Charleston. Pero la serenidad era precisamente lo que no tenía en el momento en que se encontró con Joe en el aparcamiento.
 -¡Eres un idiota engreído, un salvaje!-empezó ella a decirle con los puños cerrados y los ojos brillantes por la furia. 
-A mí no me va la hipocresía. Entra, que te llevo a tu casa. 
-¡Nunca me había sentido tan violenta...! 
-¿Por que? 
-¿Que por que.- Él se la quedó mirando, Demi se había quedado rígida, Al lado del coche, sin abrir siquiera la puerta. 
-Bueno, entra -le dijo. 
-Cuando me abras la puerta -le dijo ella fríamente--. Teniendo o no en cuenta el movimiento para la Liberación de la Mujer, eso es de buena educación. Con un .suspiro de resignación, Joe dio la vuelta al coche y le hizo toda una demostración de cómo se abría una puerta, la ayudaba a entrar y volvía' a cerrarla. 
-¡No voy a volver a ir contigo a ninguna parte durante todo el tiempo que me quede de vida! -le dijo ella cuando se sentó a su lado y puso en marcha el motor..
-Tú empezaste -le recordó' cuando entraron en la autopista-. Haciendo resaltar mi ignorancia...
-Yo no hice eso. Me limité a preguntarte qué más podrías hacer. Te encanta el ser ganadero, siempre te ha gustado. No te sentirás a gusto con ningún otro trabajo y lo sabes.
 -Lo que querías decir era que no sería capaz de hacer ninguna otra cosa.
-¿Qué dices? Siempre estás a la defensiva conmigo, tienes la manía de interpretar mal todo lo que te digo.
-Yo soy un salvaje ¿recuerdas? ¿Qué se puede esperar de mí? 
-Sabe Dios. Y esto no..fue idea mía, así que no me preocupa si te dedicas a comer con los dedos durante el resto de tu vida. Después de eso, se hizo un largo e incómodo silencio. Él encendió un cigarrillo y se dedicó a fumárselo mientras pasaban los kilómetros. De vez en cuando, ella le miraba; tenía el rostro rígido y la mirada fija en la ,carretera. Parecía sentirse desgraciado y ella se sintió culpable por ello, Estaba claro que él quería a Ashley y que, sin un poco de educación, no iba a poder conseguida jamás. 
-¿Qué estudios tienes tú? -le preguntó .Demi de pronto. 
-Tengo un titulito en Administración de Empresas y una licenciatura en Económicas. 
Eso la dejó helada. Se le notó mucho. 
-Estuve estudiando mientras hacía el servicio militar en los marines. Pero de eso hace ya mucho tiempo. He vivido y trabajado muy duramente y no he tenido tiempo para relacionarme con la gente. Odio a los pretenciosos, a la gente que miente a los demás y pretende ser más que ellos, a los que se creen superiores por tener dinero... ¡A todos ellos! Además de que también odio esos sitios en los que solamente les importa tu cuenta corriente. ¡Dios, cómo los odio! . Debía haberse sentido la mayor parte de su infancia y juventud rebajado, humillado y explotado. 
Demi pensó que se había excedido. Le tocó muy levemente en el brazo y él se puso tenso incluso con ese ligero roce. 
-Lo siento -le dijo-. Siento haberme enfadado y haberte molestado. 
-Tengo muchas Cicatrices encima -le dijo él más tranquilamente-. No están a la vista y trato de olvidadas. Pero son muy profundas. 
-¿Sigues queriendo llevarme a pescar? 
-Claro. 
-¿Qué tal el lunes? 
-Pero tú trabajas el lunes -le recordó con una mirada de confusión, como si no se esperara que ella se lo pudiera tomar en seno.
 -Haré novillos. 
Él se rió suavemente.
 -De acuerdo, entonces yo también los haré. Esa noche, cuando ya estaba acostada, ella comenzó a pensar en esa súbita decisión que había tomado de darse un día de descanso, algo que no había hecho nunca, y marcharse a pescar O con Joe. También estaba extrañada de que él nunca hubiera mencionado el hecho de que hubiera estudiado en la universidad, como si se avergonzara de ello. En el fondo, sentía una cierta compasión por él.


Pequeño maraton!!!!!!!
espero hayan pasado un feliz 14 de Febrero
Saludos y Besos!!!!

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