quería más. Lo miraba cuando estaba trabajando: lo admiraba cuando se quedaba dormido a su lado y lo espiaba cuando se dedicaba a acariciar a Floyd. Al principio
no había querido que se quedaran con el perro, pero ahora estaba encantado con él.
Sin embargo, ya no les quedaba mucho tiempo. Aquél era el último día de su luna de miel y pronto volverían a la realidad.
Aquella tarde, cuando el barco ancló en un puerto de Turquía, ella salió a cubierta y preguntó:
—¿Dónde estamos?
—Es una sorpresa. ¿Te encuentras en condiciones de ir a tierra?
—Sí, por supuesto que sí...
Miley hacía verdaderos esfuerzos por ocultar su tensión. Sabía que tendría que contarle lo del embarazo antes de que Nick lo notara. Pero a pesar de su ansiedad, también sentía un gran placer al pensar que llevaba un niño dentro.
Desembarcaron poco después. Pasaron por la aduana, donde les sellaron los pasaportes y entraron en el coche que los estaba esperando.
—No sabía que vendríamos a Turquía —dijo ella.
El coche avanzó por una carretera, entre villas y colinas frondosas.
—¿No te habías dado cuenta de que estábamos en el Egeo?
—La geografía no es mi fuerte —confesó—. Pero, ¿adónde vamos?
—A ver a tu hermana y a su marido —respondió él.
Miley se quedó helada.
—¡No estarás hablando en serio...!
—Tenía que conocer a Hope en algún momento, ¿no? Éste es tan bueno como cualquier otro.
—Pero está embarazada... no debería llevarse disgustos —alegó.
Nick la miró con sorpresa.
—Ya no está embarazada. Pensé que tu madre te lo habría dicho... aunque ahora que lo pienso, es posible que ella tampoco lo sepa.
—¿Es que ha perdido el bebé? ¿Cómo lo has sabido?
—Harry me lo contó. Tu madre me dio su número de teléfono y hemos hablado un par de veces antes de organizar este encuentro —respondió—. Tú hermana no sabe que vamos a visitarla, Liam me ha dicho que estaba... fuera de sí. Pensó que su humor mejoraría al verte.
—Dios mío... Por favor, no digas nada del contrato ni del dinero; te lo ruego.
Prométeme que no dirás nada. Liam no sabe lo que ha pasado.
Nick asintió con una frialdad tan extraña, que Miley desconfió y pensó que le ocultaba algo.
Poco después, llegaron a una elegante mansión de color blanco que estaba en lo alto de una colina y que tenía unas vistas preciosas al mar. Liam, un hombre
atractivo de cabello rubio, los recibió y los llevó a una terraza, donde Hope descansaba en una tumbona.
—¡Miley! ¡No puedo creerlo!
Miley pensó que su hermana estaría deprimida por perder el bebé, pero no parecía muy triste. De hecho, Nick dijo algo gracioso para romper la tensión y Hope estalló en carcajadas.
Miley se giró hacia Liam y le preguntó en voz baja:
—¿Qué tal está?
—Ha estado muy mal, pero es evidente que tu presencia la ha animado. No la había visto tan contenta en muchos días.
Habían pasado tantas cosas, que Milee ya no se sentía tan cerca de su hermana como antes; pero a pesar de ello acababa de perder su bebé y decidió que no haría
nada que pudiera empeorar su estado. Ni siquiera le contaría lo de su embarazo. No quería que recordara al hijo que ya no tendría.
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