Las lágrimas rodaban por las mejillas de Miley. ¡Estaba echándola! ¿Tanto
la odiaba que no podía soportar su presencia ni un segundo más? ¿O era sólo una
venganza por que había herido su ego masculino al negarse a ser su amante?
Subió las escaleras de la entrada temblorosa, y después fue al piso de
arriba, a su dormitorio a hacer la maleta, preguntándose cómo iba a explicarles
su partida a la señora Jonas y a Selena. Contrajo el rostro irritada.
Debería ser Nick quien lo hiciese. ¡Bestia arrogante!
Sólo le llevó unos minutos guardar sus cosas en la maleta, y tras
cerrarla, salió de la habitación y cerró despacio tras de sí. Tenía que
procurar actuar como si no hubiera pasado nada, se dijo, no podía dejarle
entrever lo destrozada que estaba.
Bajó las escaleras, y se encontró a Nick hablando con Selena frente a la
puerta de entrada. El ranchero alzó la vista hacia ella al verla aparecer,
vestida con un traje pantalón de lino blanco y la camisola de tirantes que se
había puesto el día que la llevara a Banff. Un destello extraño pasó por sus
ojos grises, pero su rostro no dejó traslucir ningún sentimiento.
—Le estaba diciendo a Jenna lo de ese trabajo que te ha salido de repente
—le dijo, mirándola fijamente, como desafiándola a negar su mentira.
Miley se aclaró la garganta y decidió que lo mejor sería seguirle el
juego.
—Oh, sí, estoy tan entusiasmada... —le dijo a su amiga, forzando una
sonrisa radiante—. ¡Imagínate, dos anuncios para una firma de cosméticos...!
Nick pareció incomodarse, y Jenna entornó los ojos suspicaz.
—Pensé que era un desfile en Miami —le dijo, lanzando una mirada a su
hermano con el ceño fruncido.
Miley se pasó la maleta de una mano a otra.
—Um, sí, bueno, es un desfile y dos anuncios en Miami —murmuró.
— ¿Qué... está pasando aquí? —inquirió Selena, mirando a uno y a otro.
Nick agarró a Miley del brazo.
— Será mejor que nos vayamos o perderás el avión —gruñó arrastrándola
fuera—. Selena, volveré dentro de un par de horas —le dijo a su hermana,
cerrando la puerta tras ellos antes de que pudiera hacerle más preguntas.
—Podrías haber dejado al menos que me despidiera de ella y de tu madre
—protestó Miley enfadada, mientras la hacía entrar en el coche.
—Diles adiós con la mano —masculló él.
Se sentó al volante, puso en marcha el motor, y a Miley apenas le dio
tiempo a agitar la mano a las dos mujeres, que habían salido al porche y se
habían quedado allí de pie, aturdidas, viendo cómo el Ferrari se alejaba hacia
Calgary.
Miley observó el serio perfil de Nick. De pronto estaba dándose cuenta de
las implicaciones que tendría el haberlo rechazado: no volvería a verlo...
jamás. Las lágrimas empezaron a agolparse en sus grandes ojos castaños, y tuvo
que girar el rostro hacia la ventanilla para que él no lo advirtiera. Tenía que
ser fuerte. Había sobrevivido sola en el mundo mucho tiempo, y no tendría más
remedio que volver a hacerlo. Sin embargo, ¡qué duro resultaba tras haber
rozado el cielo con las puntas de los dedos, tras haber probado sus caricias y
sus besos...! El pensamiento de los solitarios años que la esperaban hizo que
sintiera una fuerte punzada en el pecho que la dejó por un instante casi sin
respiración.
Nick puso la radio, y un murmullo de música y noticias invadieron el
espacio cerrado mientras el Ferrari devoraba los kilómetros. Miley observó que
iba incluso a más velocidad de lo habitual, como si estuviera ansioso por
librarse de ella.
Unos minutos más tarde llegaban al aeropuerto. Nick estacionó el vehículo
en el aparcamiento y apagó el motor, y con él se calló la radio, dejando un
silencio tenso entre ellos. Durante unos segundos se quedó con las manos
asiendo con fuerza el volante, para luego soltarlo y recostarse en el asiento
mientras encendía un cigarrillo.
—¿Tenías que ponerte precisamente esa camisa de tirantes? —le preguntó en
un tono frío.
Miley evitó su penetrante mirada.
—Era la única limpia que me quedaba —respondió quedamente—. Las otras
pensaba lavarlas esta tarde.
—¿Te llega para el billete?
Miley tragó saliva.
— Por supuesto que me llega —mintió.
Había pensado pedírselo prestado a Selena, pero él ni siquiera la había
dejado despedirse.
Nick dio una calada al cigarrillo, mirándola con los ojos entornados.
—Por supuesto... —la remedó, riéndose entre dientes. Siempre era capaz de
leer en ella, como en un libro abierto. Sacó unos cuantos billetes grandes de
su cartera y se los tendió—. Ya me lo devolverás cuando empieces a trabajar de
nuevo.
Miley no pudo rechazarlos. Lo único que tenía en el bolso eran ochenta
dólares. El resto lo había gastado en la factura del hospital y comida. Sin
embargo, suponía un golpe durísimo para su orgullo tener que aceptar caridad de
él, y una lágrima de rabia e impotencia se deslizó por su mejilla. Volvió otra
vez el rostro hacia la ventanilla para que no la viera.
—Gracias —murmuró, recobrando la compostura.
Nick dio otra calada al cigarrillo.
—¿Te sientes en condiciones para volver a trabajar? —le preguntó.
—Creo que sí —contestó ella—, y de todos modos no tengo más remedio que
hacerlo si quiero volver a la universidad el próximo semestre. Al menos podré
hacer algún trabajo. De lejos y con maquillaje la cicatriz de la mejilla no se
verá.
Nick resopló y giró el rostro también hacia su ventanilla. El sombrero
parecía molestarlo, porque se lo quitó con muy mal genio y lo arrojó al asiento
trasero, pasándose una mano por el cabello.
—Esto ha sido idea tuya, no mía —le espetó acusador, mirándola con sus
fieros ojos.
Miley parpadeó.
—¿El qué?
—Volverte a Nueva York —gruñó él—, a tu maravillosa carrera de modelo
—añadió sarcástico—. Es lo único que te importa, ¿no es así?
Ella se mordió el labio inferior. Todavía estaba a tiempo de cambiar de
opinión, de aceptar lo que le proponía aunque no fuese lo que ella quería, pero
no podía, no podía sacrificar su orgullo, su amor propio... por unas cuantas
noches con él.
Miró por la ventanilla, observando con odio los aviones que despegaban.
Uno de esos aviones la alejaría de él para siempre. De pronto notó que los
dedos de Nick acariciaban su cabello, y se volvió, mirándolo a los ojos
desesperada. El instante durante el que permanecieron así, mirándose el uno al
otro pareció eterno.
—Ven aquí y bésame —le dijo Nick con voz ronca, atrayéndola hacia sí.
Dejando escapar un sollozo, Miley dejó que la abrazara, y Nick apagó el
cigarrillo antes de inclinar la cabeza y posar sus labios sobre los de ella.
Al cabo de unos segundos, la respiración de Miley se tornó entrecortada,
y le devolvió el beso con ternura, mientras trazaba con dedos temblorosos las
duras facciones masculinas.
—Bésame de verdad, Miley —le susurró Nick.
—No puedo —gimió ella, ocultando el rostro en el hueco de su cuello—. Oh,
Nick, ¡no puedo!
El proximo capí es el final espero os guste como a mi me gusto esta nove... Saludos...Y Besos!!!!!!!
me ha encantado!! :')
ResponderEliminarYa quiero leer el final!
Besos!
AWWWWWWWWWWWWWWWWW ESTUBO BUENISIMO EL CAPI!!! SEGUILAAA Y AWWWW YA VA A TERMINAR LA NOVE ? :'( ME ENCANTA ESTA NOVE ES HERMOSA JAJA ESPERO EL PROXIMO Y FINAL CAPI , BESOTESSS
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