domingo, 14 de octubre de 2012
White Lies cap.25
–¿Sabes lo bonita que eres? Y estás todavía más guapa después de hacer el amor.
Miley lo miró y vio que Nick se había despertado. Estaba sonriendo y sus ojos estaban llenos de calor, el mismo calor que ella sentía en las partes más íntimas del cuerpo.
–Gracias.
En ese instante, Miley supo que iba a tener que sacar a relucir el tema que había estado intentando dejar de lado desde que había vuelto a verlo.
Su traición.
–Y tú eres un hombre muy atractivo, hagas el amor o no –repuso ella con suavidad y sinceridad. Tras una pausa, le preguntó lo que ansiaba saber. No podía seguir ocultándolo–: ¿Por qué hiciste esa apuesta?
Nick la miró con gesto confuso.
–¿Qué apuesta?
Miley estaba segura de que no era posible que no supiera a qué se refería. Pero, si él quería fingir que había perdido la memoria, ella lo remediaría.
–Hablo de la apuesta que hiciste con Lucas sobre lo que tardarías en llevarme a la cama,
De pronto, Nick se incorporó, mirándola con un gesto de furia incontenible.
–¿De qué demonios estás hablando? Nunca he hecho tal apuesta.
Miley se preguntó por qué lo estaría negando.
–No pasa nada, Nick. Ya no importa.
–Sí importa –repuso él con tono serio–. Sobre todo, si tú lo creíste.
Miley frunció el ceño.
–¿Por qué quieres negarlo?
–Porque nunca he hecho algo así. ¿Cómo pudiste creerlo?
Ella respiró hondo, mirándolo a los ojos.
–Porque Lucas me contó lo que hiciste. Él pensó que yo tenía derecho a saberlo.
–¡Lucas! –rugió él con expresión grave.
–Sí –replicó ella con convicción–. Sí, Lucas Stewart. Era tu compañero de patrulla entonces. ¿O también te has olvidado de él?
–No, no me he olvidado de Lucas. De hecho, hablé con él la semana pasada sobre el incendio que estoy investigando. Lo que dices no tiene sentido, Miley, porque Lucas sabía lo mucho que me importabas. No es posible que te dijera algo así.
A Miley empezó a darle vueltas la cabeza y tardó un momento en asimilar sus palabras. «Lucas sabía lo mucho que me importabas».
¿Estaba Nick diciendo que ella le había importado tanto como él a ella?, se preguntó. Las miradas de ambos seguían entrelazadas.
–¿Y Lucas te dijo eso? –preguntó él al fin, sin poder creerlo.
–Sí.
Nick la soltó y salió de la cama, incapaz de poder ocultar su furia. Miley tragó saliva, dándose cuenta poco a poco del impacto que había tenido en ellos lo que, en apariencia, había sido una mentira. ¿Pero por qué?
–Vístete. Tenemos que hablar y éste no es lugar para hacerlo –ordenó él, interrumpiendo sus pensamientos. Agarró sus vaqueros y se los puso–. Te espero en el salón.
Miley se quedó mirándole la espalda mientras él salía de la habitación.
Nick andaba de un lado para otro en el salón, con los puños apretados. ¿Por qué diablos le había dicho Lucas a Miley algo así? ¿Cómo podía haberlo hecho?
Nick recordaba muy bien que se había tomado una cerveza con Lucas una noche, después del trabajo, y que le había confiado lo mucho que Miley había significado para él. Lucas lo había escuchado, sin decir nada, sobre todo porque él no le había dado tiempo para hablar. Su corazón había estado lleno de amor en ese momento y había querido compartir sus sentimientos con alguien a quien había considerado un amigo.
Lucas y él habían sido contratados más o menos al mismo tiempo y, enseguida, se habían hecho amigos. Nick sabía que Lucas estaba resentido con las mujeres a causa de la traición de su ex mujer, pero lo había pasado por alto, diciéndose que no era asunto suyo.
En ese momento, sin embargo, empezó a darse cuenta de lo hondo que había calado el desamor dentro de Lucas. Había descubierto lo que su compañero le había contado a Miley. ¿Y qué sucedía con lo que Lucas le había contado a él acerca de ella y con el mensaje que le había encargado darle? Según Lucas, Miley se había ido de la ciudad con un hombre mayor. Y rico.
–Ya estoy aquí.
Nick dejó de dar vueltas como un león enjaulado y se giró. Miley estaba ahí parada, vestida con una de las camisetas de él. Tanto si lo había hecho a propósito como si no, el que se hubiera puesto su camiseta significaba mucho para él. Era como si, sin palabras, estuviera reconociendo el vínculo que había entre ellos, un vínculo que se había forjado hacía siete años y, por milagros de la vida, estaba en el presente en todo su esplendor.
Hacer el amor con ella durante las últimas semanas había servido para curar viejas heridas, se dijo Nick. Sin embargo, acababa de descubrir que esas heridas habían sido autoinfligidas por culpa de creer las mentiras de Lucas.
–Sentémonos y hablemos de esto, por favor. Estoy empezando a pensar que nos han tomado el pelo.
Nick la miró mientras ella se sentaba, intentando no fijarse en que la camiseta le llegaba por la mitad del muslo y en lo sexy que estaba. Debía concentrarse en lo que estaban hablando, se dijo él, una cuestión que debían analizar y resolver. En vez se sentarse junto a Miley en el sofá, lo hizo en una silla de cuero que había cerca.
–Para retomar la conversación que inicié en el dormitorio, quiero que sepas y quiero que creas que, en ningún momento, hablé con Lucas de nuestras intimidades en la cama. No hubo tal apuesta.
Miley lo observó. Los dos se miraron a los ojos con intensidad. Nick percibió en los de ella el deseo de creer lo que decía. Pero…
–Entonces, ¿por qué sabía Lucas lo de esa noche? –preguntó Miley–. Sabía que habías pasado la noche en mi casa.
Nick sopesó sus palabras.
–Debió de pasarse por tu casa y ver mi coche aparcado fuera.
Nick adivinó, por su expresión, que Miley estaba considerando esa opción y pensando que era posible. Sin embargo, sus ojos seguían albergando dudas.
–¿Por qué no me llamaste? –inquirió ella entonces–. Lucas me dijo que te habías ido de la ciudad y que estarías unos días fuera, pero nunca volví a oír de ti. Era como si, después de haber conseguido tu objetivo de acostarte conmigo, ya no hubieras querido saber nada más de mí.
Nick se recostó en la silla.
–¿No te dijo por qué tenía que irme de la ciudad con urgencia y adónde iba?
–No me dio detalles. Sólo dijo que te habían llamado por un caso de trabajo y que estarías fuera unos días.
Nick apretó la mandíbula.
–La razón por la que tuve que irme fue porque me llamaron para decirme que Frankie había tenido un accidente grave de coche y que estaban llevándolo al quirófano. Como soy la única familia que tiene, tuve que ir a Charleston. Durante un tiempo, no estuve seguro de si Frankie iba a sobrevivir. Me pasé día y noche a su lado en el hospital y no tuve el móvil operativo. Y, cuando te llamé, me saltó un mensaje que decía que habías cambiado de número.
Miley lo miró estupefacta. Antes de que ella pudiera decir nada, Nick adivinó que era la primera noticia que tenía del accidente.
–Lucas no me dijo eso –afirmó ella, enojada, poniéndose en pie–. Yo no lo sabía.
Nic se armó de paciencia para continuar con la historia.
–Cuando volví a la ciudad casi dos semanas después, cuando Frankie estuvo fuera de peligro, fui directo a tu casa desde el aeropuerto. Tu casero me dijo que te habías mudado hacía unos días y que te había ido a buscar un hombre mayor con un Mercedes, que te habías ido con él.
Miley asintió.
–Sí, era Karl Lindsey.
Nick hizo una pausa.
–Lucas me dijo por qué te habías ido.
Miley volvió a sentarse y Nick no pudo evitar posar los ojos en sus muslos un segundo, antes de volver a centrar la atención en su cara.
–Sí, Lucas se pasó por allí el día que Karl fue a buscarme y, por si tú te molestabas en preguntar por mí, le dije que había aceptado trabajar para Karl y que me iba a Florida durante un año.
Nick arqueó las cejas.
–¿Un trabajo?
–Sí, Karl era uno de los clientes habituales del restaurante donde yo trabajaba. Es escritor. Me ofreció trabajar como su secretaria, editando y organizando sus notas. Me había ofrecido el mismo trabajo antes, pero Liam me había obligado a rechazarlo. Como no había tenido noticias tuyas y después de que Lucas me contara lo que habías hecho, decidí aceptar la oferta del señor Lindsey, me mudé a Florida con su esposa y él…
–¿Su esposa?
Miley se quedó un momento en silencio, observando su expresión.
–Sí, Lola, su esposa. Pareces sorprendido.
Nick la miró mientras un profundo dolor lo atravesaba. Por primera vez, se estaba dando cuenta de que la confianza de ambos había sido hecha pedazos porque tanto Miley como él habían creído las mentiras de otra persona. Él no había dudado en pensar lo peor de ella y ella había hecho lo mismo. Su relación no había estado más que en los comienzos, en un momento muy delicado en el que la confianza, la fe y el amor estaban todavía formándose. No quiso pararse a pensar en lo fuerte que podría haber sido su relación si le hubieran dado la oportunidad de crecer.
–¿Nick?
Nick odiaba decirle lo que había pensado, lo que había creído, pero sabía que tenía que hacerlo.
–El mensaje que Lucas me dio, al decirme que te habías ido, fue que habías conocido a un hombre viejo y rico, que no podías perder el tiempo con un simple policía sin aspiraciones.
Miley se quedó mirándolo. Nick leyó dolor en su expresión y entendió el porqué. Igual que ella había creído las mentiras de Lucas sobre él, Nick había creído las mentiras de su compañero acerca de ella.
–¿Por qué nos dejamos convencer tan rápido de cosas tan horribles? –preguntó Miley en un murmullo casi inaudible–. Lucas no hizo más que jugar con nosotros –añadió–. Qué triste.
En lo que a Nick respectaba, era más que triste. Era patético. Habían perdido siete años. Entonces, dijo lo único que podía decir en ese momento.
–Lo siento.
Miley respiró hondo.
–Yo también lo siento.
Lo único que Nick pudo hacer fue quedarse allí sentado en silencio, preguntándose cómo se podía reparar un amor que había sido destruido por la mentira. Mentiras que ellos habían creído con mucha facilidad. Una voz en su interior le dijo que era mejor ir paso a paso.
–Miley, yo…
–No, Nick, creo que ambos necesitamos tiempo para digerir lo que ha pasado, para pensar en las mentiras que nos contaron y en por qué las creímos con tanta facilidad. No he tenido ninguna relación después de haber estado contigo, ni seria ni de otro tipo. Me he
acostumbrado a estar sola, a no compartir mi vida con ningún hombre. Ya no confío con tanta facilidad. Soy más cauta. Y la verdad es que no sé si eso puede cambiar.
Nick leyó entre líneas. Miley estaba insinuando que todo estaba dicho y hecho y que, a pesar de que habían vivido juntos las últimas semanas, llevándose muy bien, complementándose a la perfección, no estaba segura de que quisiera darle otra oportunidad. Su falta de fe y confianza el uno en el otro, tal vez, lo había echado todo a perder. Según sus palabras, no quería a un hombre en su vida. Las cosas habían cambiado. Miley había cambiado. Y, en cierto modo, él lo comprendía.
Durante años, Nick había mantenido las distancias con la mayoría de las mujeres y había sido muy selectivo a la hora de decidir con quién pasar el tiempo, sin permitirse ir en serio con nadie. Sin embargo, estaba dispuesto a que eso cambiara y se preguntó si ella también lo estaría. Su relación, pues él consideraba que lo que compartían era una relación, necesitaba ser reconstruida. Pero él estaba seguro de que podían hacerlo juntos.
Esa noche habían desvelado muchas mentiras. Pero Nick tenía algo más que aclarar: su asociación con el Club de Ganaderos.
–Miley, yo…
–¿Puedes llamar a las autoridades para saber si alguien ha vuelto a ver a Liam? –lo interrumpió ella.
Nick se dio cuenta de que Miley quería cambiar de tema. La complacería por el momento, pues la noche ya había sido demasiado abrumadora y no estaba seguro de cómo reaccionaría al descubrir otra mentira más. Una que él mismo había inventado, dentro de su plan para lastimarla. Se lo contaría en otra ocasión. Pronto. Al día siguiente.
–Sí, eso voy a hacer.
No había necesidad de decirle a Miley que pensaba matar dos pájaros de un tiro yendo en persona a Houston al día siguiente, para reunirse con el oficial de libertad condicional de Liam y para hacerle una visita a Lucas.
Entonces, la observó, preguntándose si ella sería consciente de lo que significaba lo que había reconocido hacía unos momentos. Era el último hombre con el que había hecho el amor. Ella no había deseado tener a ningún hombre en su vida durante siete años y, aun así, se lo había permitido a él.
En ese momento, lo único que Nick pudo pensar fue lo que habían vivido juntos. El calor. La pasión.
–Supongo que podríamos sentarnos aquí, mirándonos toda la noche –dijo Miley al fin–. Pero yo prefiero volver a la cama.
Nick se puso en pie, reflexionando sobre la gravedad de los errores que ambos habían cometido. Sin embargo, sabía bien que, en ese momento, Miley lo necesitaba tanto como él a ella.
–Entonces, no quiero impedírtelo por más tiempo.
Nick se acercó a ella. Todavía quedaba mucho de qué hablar, más mentiras por destapar. Pero, en ese instante, necesitaban estar juntos y los dos lo sabían.
Nick le tendió la mano y ella la aceptó. Juntos, regresaron al dormitorio.
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aaww que bueno que subiste michelle me encanto el capis!!!!! tienes que seguirla y tambien a las demas noves sobre todo la de I Don't Want To Love You que me encanta esa nove
ResponderEliminarsi amiga tienes qe seguirla me encantaron los caps qe subiste :D
ResponderEliminarestuvieron estupendos !!
ooww apuesto a qe nick tratara qe su relacion funcionee
aaaaaaahhhh ojala qe lo logre!!
nileyforever♥
Wedding Bells
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te amodoro !! C:
besitos
espero qe subas mas pronto !!
♥Wedding Bells ♥
me encantoooo
ResponderEliminarojala no se alejen mas miley y nick
sobre toodo cuando sepa que el es ricooo y que se quizo vengar de ella..
siguela porfiss