domingo, 14 de octubre de 2012

White Lies cap.24





Una semana más tarde, Nick estaba sentado en la cafetería del Club de Ganaderos, esperando a Joe, mientras se decía que tener a Miley viviendo en su casa era la mejor manera de protegerla. Aunque, por otra parte, no estaba seguro de que hubiera sido la mejor idea.
Al principio, Nick había levantado sus defensas, buscando excusas para trabajar en el rancho, fuera de la casa, por las noches y, así, mantener las distancias. Pero vivir bajo el mismo techo hacía difícil negar el deseo que sentía por ella.
Era evidente que Miley no había estado segura de dónde debía dormir la noche que había regresado a casa de Nick. Habían pasado primero por casa de ella para recoger algunas cosas más y, después de instalarse en casa de él y darse una ducha, Miley se había ido a la cama en el cuarto de invitados.
Nick se había quedado fuera de la casa de forma deliberada hablando con el capataz de su rancho y, cuando había entrado y la había encontrado dormida en el cuarto de invitados, había intentado convencerse de que la elección de cama que Miley había hecho había sido correcta.
Luego, Nick se había duchado y se había acostado. Pero, al saber que Miley estaba durmiendo en otro cuarto, no había podido descansar bien. Sin embargo, había pensado que aquélla era la mejor manera de no poner en peligro su corazón de nuevo.
Sin embargo, la tercera noche, pensó que había llegado al límite. Había salido de la cama, había ido al cuarto de invitados y había descubierto que ella estaba despierta, con los ojos abiertos de par en par. Miley tampoco había podido dormir las noches anteriores.
Nick podía revivir con claridad aquella noche. Se había quedado parado en la puerta, mirando a Miley, queriendo no desearla y no sentir tanta debilidad por ella. Sin decir palabra, le había tendido la mano y ella había salido de la cama y había atravesado la habitación para recibirlo.
Nick suspiró pensando que, en ese momento, había descubierto una verdad innegable: Miley era y siempre sería parte de él. Entonces, había tenido que reconocer que la razón por la que siempre quería protegerla era porque le importaba todavía. Mucho.
Desde esa noche, Miley había compartido cama con él todos los días y Nick había disfrutado al despertarse junto a ella cada mañana. Y estaba empezando a acostumbrarse a tenerla en su casa, en su espacio. Estar bajo el mismo techo con ella le daba la posibilidad de conocer mejor a la nueva Miley, la que había crecido sin él. No podía evitar admirar a la mujer en que se había convertido, una trabajadora social que amaba su trabajo y comprendía lo que era ser una mujer amenazada. Una mujer que había sido maltratada.
Por las noches, Nick había dejado de buscar excusas para no estar en casa. Habían empezado a preparar la cena y limpiar la cocina juntos, a hablar de los eventos del día. Y sólo mencionaban a Whitman cuando era necesario. Había sido visto varias veces más en Somerset. Los Rangers de Texas habían sido informados también de la situación y de que Whitman había violado la libertad condicional. Aunque todavía no lo habían capturado, estaba seguro de que lo harían antes o después y se alegraba de que, mientras tanto, Miley estuviera a salvo.
–Siento llegar tarde. Me surgió un imprevisto –dijo Joe y se sentó frente a él en la cafetería.
Nick salió de sus pensamientos de golpe y no pudo evitar reír. Por la sonrisa de satisfacción que su amigo lucía, Demi debía de ser la razón de su retraso. Y él había empezado a comprender lo que era tener una mujer querida al alcance de la mano.
–No pasa nada. Sólo quería darte una copia del informe oficial de los bomberos y ponerte al corriente de mi investigación. He hablado con todos los empleados sospechosos y he ido descartando a cada uno de ellos.
Joe asintió.
–Eso imaginé. Ya te he dicho de quién sospecho.
Sí, Joe se lo había dicho varias veces, pero él seguía sin estar convencido. Había algo que todavía no encajaba.
Nick miró el reloj. Se había convertido en una rutina para él llevar a Miley al trabajo todas las mañanas y recogerla por las tardes y no quería retrasarse. Era una rutina a la que estaba empezando a acostumbrarse. Y que le gustaba, quisiera admitirlo o no. El trabajo tendría que esperar.
Miley por ninguna parte. Entró en la cocina para hacerse una taza de té. No era raro que Nick estuviera fuera de la casa, hablando con los hombres que se ocupaban de su rancho. Además, sabía que lo había estado utilizando como excusa para no estar juntos durante los primeros días en que habían ido a vivir a su casa.
Pero eso había cambiado. Nick había dejado de evitarla y compartían cama todas las noches. Sin embargo, Miley seguía sin querer dar nada por sentado y sabía que, cuando Liam fuera capturado, Nick esperaba que ella volviera a su propia casa. No sería bueno sentir apego por aquella hermosa casa, que le encantaba. Estaba a bastante distancia de la ciudad como para ser un remanso de paz y tranquilidad y, al mismo tiempo, sería un lugar excelente para criar a sus hijos.
Miley meneó la cabeza, decidida a dejar de lado sus estúpidos sueños. Lo que compartía con Nick era una relación física y nada más. Al oír pisadas, se giró, sabiendo que era él.
Nick entró por la puerta trasera, la vio y sonrió. Quizá no la amara pero no había duda de que se alegraba de verla, pensó Summer. Él cerró la puerta con llave y se quedó allí parado, mirándola. Cuando la había llevado a casa desde el trabajo, ella se había ido a dar una ducha. Y se sentía fresca pero, al mismo tiempo, caliente. Por la forma en que Nick la miraba, le estaba subiendo la temperatura a toda velocidad.
Sin decir palabra, Miley se acercó a él y le rodeó el cuello con los brazos. Luego, levantó la cabeza y lo besó. La respuesta de Nick fue inmediata y no perdió tiempo en demostrárselo. Él presionó con su erección contra el cuerpo de ella, haciendo que una poderosa oleada de excitación le recorriera todas las venas del cuerpo.
Momentos después, Miley apartó la cara y lo miró a los ojos.
–Tenemos que hacer la cena –dijo ella en un susurro.
–Después.
Y la levantó del suelo, dirigiéndose con ella al dormitorio.
Sus cuerpos se entrelazaron. Miley se movía con Nick mientras él la besaba detrás de la oreja y le susurraba lo mucho que le gustaba estar dentro de ella, haciéndole el amor, formando una unidad. El ritmo que él había marcado era perfecto y los dos flotaban hacia el clímax. Con cada nueva arremetida, Miley sentía un placer tan profundo que la dejaba sin aliento.
–¡Ahora!
Sincronizada con él a la perfección, Miley sintió que su cuerpo empezaba a convulsionarse en un orgasmo interminable. Gritó de placer, moviendo todos sus músculos al ritmo marcado por las firmes y rápidas arremetidas de él, levantando las caderas y utilizando sus muslos para apretarlo con fuerza.
Miley echó la cabeza hacia atrás cuando él la penetró en más profundidad, agarrándola de los muslos y llevándola una vez más al clímax, asegurándose de que los dos llegaran al mismo tiempo.
Y eso hicieron.
En vez de darlo por terminado, el cuerpo de Miley seguía caliente y sus músculos internos seguían moviéndose. Su deseo era tan hondo que no había forma de apagar la pasión que había entre ellos. Era como si ambos quisieran recuperar el tiempo perdido y satisfacer una necesidad largamente desatendida.
Entonces, cuando Nick empezó a moverse dentro de ella con rápidas arremetidas, Miley gritó su nombre mientras, una vez más, un torrente de placer la atravesaba.


1 comentario:

  1. diossssss amigaaa!!!
    que gusto que hayas vuelto
    extraañaba mucho tus noves C:

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