lunes, 1 de octubre de 2012

I Don't Want To Love You Cap.12





Miley subió al coche, sujetando el vestido de algodón sobre su ya abultado abdomen.
Había llegado la primavera y, aunque aún hacía fresco y llovía de vez en cuando, aquel era un día precioso, con el sol brillando en el cielo.
Los últimos meses habían sido… agradables. Aceptar la amistad de Nick no había sido fácil y seguía sin serlo porque cada vez que se acercaban un poco, Nick se alejaba y levantaba un muro entre los dos.
Pero aquel día era especial y Miley esperaba que la relación diese un paso adelante. ¿Cómo no iba a ser así? Aquel día iban a «conocer» a su hijo. Por primera vez, iban a ver la vida que crecía dentro de ella.
–¿Estás nerviosa? –le preguntó Nick mientras la llevaba a la clínica.
–Un poco.
Él sonrió, alargando una mano para apretar la de ella.
–¿Sigues queriendo averiguar si es niño o niña? –Tengo que saberlo porque quiero establecer ese lazo lo antes posible… y pensar en un nombre. No puedo empezar a comprar ropita o decorar la habitación hasta que sepa si es un niño o una niña.
o decorar la habitación hasta que sepa si es un niño o una niña.
–¿Y ya has decidido qué prefieres? –La verdad, depende del día. Ayer estaba segura de que quería un niño, pero hoy prefiero una niña. ¿Y tú? 
Nick apartó la mirada y Miley lo vio tragar saliva.
–Me gustaría que fuese una niña.
–¿En serio? Pensé que todos los hombres querían tener un hijo.
–No, yo prefiero una niña. Una Miley en miniatura, con el pelo oscuro y los ojos azules como tú.
Ella sonrió, contenta. Pero un momento después llegaron al aparcamiento de la clínica y se le hizo un nudo en la garganta.
Tal vez eran los nervios, pero Nick no parecía cómodo en la consulta donde estaban haciéndole la ecografía. Parecía… atormentado y no dejaba de mirar hacia la puerta, como si estuviera a punto de salir corriendo.
Ni siquiera le prestaba atención a ella. Solo miraba la pantalla del monitor y parecía cada vez más nervioso.
Miley respiró profundamente cuando la enfermera empezó a mover un aparato sobre su abdomen, sobre el que había echado una especie de gel.
Guiñó los ojos para concentrarse en la forma que se veía en la pantalla y se le escapó una lágrima cuando la joven explicó que esa cosita que latía era el corazón.
Miley miró a Nick y lo vio tragar saliva, pero había tal angustia en sus ojos… 
– ¿Listos para saber si es niño o niña? 
–Sí, claro.
–Vamos a ver… con un poco de suerte, no será un feto tímido. Ah, ahí está. Nada de timideces, es un niño.
Miley se echó hacia delante, mirando con asombro el diminuto sexo del bebé.
–Dios mío, es un niño. ¡Vamos a tener un hijo! 
Su emoción desapareció al ver la expresión seria de Nick que, de repente, salió de la consulta, dejándola en la camilla con la imagen de su hijo en el monitor.
Nick salió del edificio porque necesitaba aire fresco. Necesitaba alejarse de allí.
La luz del sol hizo que guiñase los ojos y la opresión que sentía en el pecho era tan grande que apenas podía respirar.
Un hijo. Otro hijo.
¿Por qué no podía haber sido una niña? De ese modo no sentiría como si estuviera reemplazando el recuerdo de su primer hijo con otro. ¿Cómo iba a mirar a aquel niño sabiendo que había perdido a Colton? Nervioso, marcó el número de su chófer y le pidió que llevase a Miley a casa.
Estaba siendo un imbécil, alejándose de ella cuando más lo necesitaba, pero no podía seguir fingiendo. No podía sonreír y mostrarse emocionado cuando sentía que estaba muriéndose por dentro.
Nick se dirigió a su coche. Durante los últimos meses se había quedado más a menudo en la ciudad para estar cerca de Miley, pero en aquel momento necesitaba encerrarse tras la verja de su finca en Connecticut.
–¿Se ha ido? –exclamó Miley, sorprendida.
John parecía incómodo mientras la acompañaba hasta el coche.
–Creo que ha tenido que hacer algo urgente, señorita Cyrus.
–¿Cómo va a ser más importante que esto? ¿Y no podía haberme dicho que se iba? 
Cuanto más lo pensaba, más enfadada estaba. Aquel día debería haber sido especial. Deberían estar celebrándolo y en lugar de eso tenía que volver sola a casa sin saber qué demonios le había pasado a Nick.
Durante los últimos meses Nick parecía más animado e incluso lo habían pasado bien. Se habían hecho amigos y, por primera vez, Miley no miraba el futuro con miedo porque sabía que él estaría allí para ella y para su hijo.
Aparentemente, eso no era verdad.
¿Qué podía haberle pasado? John detuvo el coche frente a su apartamento, pero Miley no se movió.
–¿Dónde ha dicho que iba? 
–Creo que ha vuelto a Greenwich.
¿A su casa? ¿Ver la ecografía de su hijo lo enviaba corriendo a casa,
dejándola plantada en la clínica? Pues no, de eso nada.
–Llévame allí –anunció.
–¿Perdone? –Ya me has oído: quiero que me lleves a Greenwich. Llévame a su cueva.
–Tal vez sería mejor llamar antes, ¿no le parece? Al señor Jonas no le gusta que le molesten cuando está en la finca.
–Me da lo mismo lo que moleste al señor Jonas –replicó ella–. O me
llevas tú o pido un taxi.
Dejando escapar un suspiro de resignación, John volvió a incorporarse al tráfico. Pippa fue echando humo durante una hora y cuando llegaron a la entrada de la casa estaba de un humor de perros.
Nick iba a tener que inventar una buena excusa para tan repentina
desaparición.




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