lunes, 1 de octubre de 2012

A Great Love cap.29



Kevin y Danielle se casaron el viernes por la mañana, con sus familias amigos como invitados a la ceremonia, que fue breve pero muy hermosa. La joven apenas podía creer que aquello estuviera ocurriendo de verdad hasta que él deslizó la alianza en su dedo y la besó tiernamente en los labios.
Sin embargo, a pesar de aquella ternura, Kevin estuvo preocupado todo el tiempo durante el banquete de bodas que se celebró en el rancho, y solo Danielle sabía por qué: temía como a un miura la noche de bodas, atormentado como estaba por aquel incidente del pasado, y estaba convencido de que ella saldría huyendo.
La joven naturalmente estaba algo nerviosa, pero estaba segura de que todo iría bien. Solo tenía que lograr convencer a Kevin de que su fuerza no lo convertiría en un peligro para ella en la cama, y aquello era más sencillo pensarlo que hacerlo.
— Ha sido una boda preciosa, cariño — le dijo su madre, antes de que partieran a su viaje de luna de miel a Nueva Orleáns—. Espero que seáis muy felices.
— Gracias, mamá, lo seremos — le contestó ella, esbozando una sonrisa. La besó en la mejilla, la abrazó, y lanzó una mirada en dirección a su padre, que estaba hablando con Kevin y Joe—. ¿Qué me dices de papá y de ti? — le preguntó a su madre.
— Tiene que volver a Atlanta esta noche.
— Oh — murmuró la joven, entristecida por ellos.
— No me has dejado acabar — le dijo su madre de pronto, echándose a reír—. Me marcho con él a pasar unos días — le explicó—. Además, me ha dicho que va a pedir el traslado a
Houston, para que pueda venir a casa las noches que no tenga algún vuelo. Vamos a volver a ser una familia otra vez, Danielle, y cuando tu padre se jubile, y me ha prometido que va a hacerlo el año próximo, creo que yo también voy a dejar la inmobiliaria, y nos dedicaremos a recorrer juntos el país.
— Oh, mamá, me alegro tanto por vosotros... — suspiró Danielle, sonriendo entre lágrimas—. Todo esto parece demasiado bonito para ser cierto. ¡Soy tan feliz!
— Yo también, cariño — respondió su madre, secándole las lágrimas y besándola de nuevo —. Pásalo muy bien en vuestro viaje y cuídate.
— Tú también, mamá.
Minutos después, la joven estaba sentada en el coche con su marido, camino del aeropuerto.
— ¿Cómo te sientes? — le preguntó él suavemente, girando la cabeza para mirarla.
— Extraña, pero muy feliz, ¿y tú?
— Pregúntame mañana por la mañana — le contestó él con una risa seca.
— Oh, Kevin... — gimió ella meneando la cabeza—. ¿Acaso voy a tener que emborracharte y seducirte?
Pero él no se rió, y sus facciones se tensaron.
— No tiene gracia.
— Pero si no te tengo ningún miedo — insistió ella una vez más, con una sonrisa.
— Eso espero, porque esta noche tendrás que demostrarlo.
Danielle suspiró y renunció a tranquilizarlo, girando el rostro hacia la ventanilla y observando el paisaje. El día por el que tan largamente había esperado había pasado como una exhalación, y su
luna de miel estaba a punto de comenzar.
Tras instalarse en el hotel, Danielle y Kevin aprovecharon la tarde para explorar la colorida ciudad de Nueva Orleáns. Recorrieron el French Quarter y la calle Bourbon, y cuando empezaba a
anochecer regresaron al hotel y fueron al restaurante antes de subir a la habitación.
Durante la cena, Danielle trató varias veces de entablar conversación con Kevin, porque lo notaba cada vez más tenso, pero era como intentar hacer hablar a una pared.
Y si había creído que las cosas no podían empeorar, estaba equivocada: cuando finalmente se retiraron a la habitación, cerró la puerta detrás de ellos, le rodeó el cuello con los brazos y trató
de besarlo, pero él se apartó.
— No, no — balbució rehuyendo su mirada—, ahora no.
— Pero, Kevin, estamos casados — le dijo ella suavemente—. No pasa nada.
— Ya lo creo que pasa — masculló él. Agarró su sombrero y se dirigió a la puerta— Tengo una reunión de negocios. Volveré tarde, así que no me esperes despierta.
— ¿Una reunión de negocios? ¿En nuestra noche de bodas? — exclamó ella, fuera de sí.
Kevin era incapaz de mirarla a los ojos. Había dejado que la ansiedad se fuese acumulando en él, y había llegado a un punto en que se sentía aterrado ante la sola idea de tocarla. Aquella absurda excusa era lo único que se le había ocurrido en ese momento de desesperación para poder tener tiempo para calmarse y reunir el suficiente valor para enfrentarse a lo que tanto temía.
— Lo siento, es un cliente que vive aquí, en Nueva Orleáns — mintió—, y me dijo que era muy urgente — farfulló—. Volveré cuando pueda. Buenas noches.
Y salió de la habitación, dejando a Danielle boquiabierta. ¿Cómo iba a sobrevivir a un matrimonio en el que su marido ni se atrevía a tocarla?
Con las lágrimas rodando por sus mejillas, se puso el camisón, se lavó los dientes y se acostó, pero estuvo dando vueltas en la cama durante horas, hasta que finalmente se quedó dormida.
Entretanto, Kevin estaba sentado en la barra de un bar, tratando de convencerse de que no era King Kong. Aunque detestaba la bebida, tomó un vaso tras otro de whiskey, maldiciendo su estatura y su fuerza, hasta que el local se quedó vacío y el camarero le dijo que iban a cerrar.
Pagó lo que había consumido y regresó al hotel, preguntándose si Danielle se habría dormido.
A la mañana siguiente, cuando la joven se despertó, tuvo la sensación de que no estaba sola en la cama. Se dio la vuelta con cuidado, y comprobó que Kevin estaba tumbado junto a ella. Con
un suspiro, se incorporó un poco, apoyándose en el codo, y lo observó mientras. Así, dormido, parecía más joven, y menos fiero. Pobre hombre atormentado, se dijo. La verdad era que no podía
culparlo. Sabía bien que el ego era el punto más débil en los hombres, y aquel desafortunado incidente del pasado debía haber sido un golpe muy duro para el ego de Kevin. Pero no podían
seguir así.
No le parecía demasiado bien aprovecharse de él mientras dormía, pero el miedo irracional de Kevin a herirla hacía imposible cualquier otro proceder. Se quitó el camisón y se sonrió mientras
miraba el apacible rostro de Kevin. Con suerte, tal vez creería que estaba soñando.
Con mucho cuidado de no despertarlo, retiró la sábana, y se quedó sin respiración al ver que no llevaba puesto ni siquiera un pantalón de pijama. Nunca había visto a un hombre desnudo, pero no sintió en absoluto temor al verlo como él había temido que ocurriera. Era magnífico, como una escultura griega.
Se colocó sobre él, e inclinándose, comenzó a acariciarle los pezones con las puntas de los dedos. Se pusieron duros al instante, y pudo escuchar cómo se le aceleraba la respiración cuando comenzó a tirar de ellos con los labios. Sus manos se deslizaron por el ancho tórax, y fueron bajando hasta alcanzar los costados, las caderas... Al mismo tiempo, sus labios iban siguiendo la misma trayectoria descendente, besándolo, mordisqueándolo ligeramente. Justo cuando llegó debajo del ombligo, Kevin gimió, y arqueó la espalda sensualmente. Danielle movió la cabeza de un lado a otro para hacer rozar sus largos y dorados cabellos por las caderas y los muslos de su esposo, y él suspiró su nombre.
Alentada por esas muestras de agrado, Danielle comenzó a imprimir besos por toda la cintura de Kevin, mientras sus dedos descendían lentamente hacia el estómago y los poderosos muslos, pero de pronto, cuando más absorta estaba en ello, sintió unas manos en su cintura. Levantó la cabeza y vio que Kevin estaba despierto. La hizo rodar sobre el colchón, colocándose él encima de ella, y sin darle tiempo a decir nada, engulló uno de sus senos en la boca, lamiendo repetidamente el pezón con la lengua mientras succionaba.
Danielle se estremeció extasiada, sosteniéndole la cabeza contra su pecho. Las manos de Kevin estaban ya por todo su cuerpo, y de repente una se introdujo por entre sus muslos, haciéndole abrir las piernas.
Kevin la tocó del modo más íntimo que ella jamás habría podido imaginar, y Danielle inspiró, sorprendida por la repentina ráfaga de placer que le produjo el lento movimiento de sus dedos. Y
entre tanto, todo el tiempo, su boca iba alternando entre uno y otro seno, besándolos, lamiéndolos y mordisqueándolos con devastadora maestría.
Ella cerró los ojos, abandonándose a aquellas deliciosas sensaciones. Su cuerpo se retorcía debajo del de él, y de su garganta escapaban suaves gemidos a medida que la temperatura subía
más y más.



chicas el proximo capi es el final comenten mucho!!!!

2 comentarios:

  1. wow me encantoooo
    pobre daniiii siempre tiene que tomar las desiciones ellaaa,...
    pleasee sigue...

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  2. te odio ._.






























    okno


















    pero me quede con cara de :O
    y ¿para cuando el final?
    sube prontoo, tu sabes que amo
    Kenielle y eso de amenazar
    con matarte no funciono mucho
    así que trato de ser amable ?
    :3
    Jeee
    enserio, sube prontiin :) todas
    las noves estan muy interesantes
    xoxox

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