miércoles, 25 de enero de 2012

LEGALLY MARRIED "JEMI" cap.6


A la semana siguiente, Demi y Miley subieron a la azotea del edificio Jonas. El sólido cemento repicaba bajo los tacones de Demi.
El edificio parecía encajar perfectamente en el entorno. Sin embargo, décadas de lluvia constante se reflejaban en el cemento, oscurecido por el paso del tiempo. Demi se preguntaba cómo hubiera sido trabajar en el mismo lugar
que todos sus antepasados.
Su madre había muerto durante el parto, con sólo diecinueve años de edad, y a su padre nunca lo había conocido. En su partida de nacimiento figuraba como
«desconocido». A lo mejor la joven Diana Lovato tenía familiares en alguna parte, pero no los había encontrado nunca. Lo único que Demi tenía era una foto borrosa de su madre y la dirección del hostal donde había vivido durante el embarazo. Si bien la rabia que sentía por Joe iba menguando a medida que pasaban los días, no era capaz de librarse de la envidia que despertaba en su interior cuando pensaba en lo afortunado que era. Él lo había tenido todo. Había nacido en el seno de una familia rica y poderosa que le había dado todo su cariño.
Jamás le había faltado de nada y había podido disfrutar de lo mejor que la vida podía ofrecer.
–Explícame por favor por qué no podíamos irnos directamente a Rundall’s a comer –le dijo Miley de pronto. Se había quedado un poco atrás con esos tacones tan altos que llevaba.
–¿Lo ves? –Demi se dio la vuelta y fue hacia atrás. Levantó el brazo y señaló el río Hudson, tan azul e inmenso–. Si consigo el permiso para añadir tres plantas, la vista será extraordinaria.
–¿Crees que será muy caro? –le preguntó  Miley, avanzando con cuidado, apoyándose aquí y allí.
–Muchísimo –dijo Demi, imaginándose los suelos de mármol y las paredes de cristal.
–Ésa es mi chica –Miley esbozó una sonrisa espléndida al llegar junto a Demi, que estaba justo al borde de la azotea–. Jonas ni se dará cuenta. Tiene más dinero del que su mente puede recordar.
–Eso parece –dijo Demi, recordando su ático lujoso.
–He hecho algunas comprobaciones –dijo Miley en un tono conspiratorio–. ¿Sabías que todo empezó con los piratas?
–¿Qué empezó con los piratas? –preguntó Demi, contemplando el bullicio de la calle que se abría a sus pies.
–La fortuna de la familia Jonas –dijo Miley–. Botines y ron. Piratas.
–Estoy segura de que eso es sólo un rumor.
–Claro que es un rumor –señaló Miley–. Ocurrió hace trescientos años. Por aquel entonces no existían las cámaras.
–¿Estás sugiriendo que he heredado dinero sucio? –Demi esbozó una sonrisa.
–Estoy sugiriendo que el hombre al que estás chantajeando desciende de ladrones y asesinos.
–¿Y eso te da miedo? –le preguntó Demi. Joe ya no la asustaba, o por lo menos no de esa manera. Todavía se estremecía un poco bajo su mirada furiosa y fulminante, pero lo que realmente la inquietaba era ese despertar sexual que se apoderaba de ella cada vez que él pasaba por su lado. Se había convertido en un elemento más de su rutina diaria: los correos, el café, los bocetos, Joe… Y
entonces todo dejaba de tener sentido. Un pensamiento único acaparaba su mente y sólo podía pensar en besarlo.
–Por Dios. No –le aseguró Miley–. Sólo digo que deberías estar alerta, pues debe de tener la espada escondida.
–Eso es una broma muy mala –Demi sacudió un dedo, a modo de reprimenda.
–¿Te has sonrojado? –Miley se acercó un poco más.
–No –dijo Demi, negándolo con un gesto y concentrándose en la barca color gris que en ese momento pasaba por el río.
–Te has ruborizado –Miley se inclinó hacia Demi para verle bien la cara–. ¿Qué está pasando aquí? Me estoy perdiendo algo.
–Nada. Apenas le he visto en tres días.
–¿Te estás enamorando de él?
Demi abrió la boca para hablar, pero entonces se detuvo. No quería mentirle a su amiga.
–Admiro sus cualidades en la distancia –dijo–. Igual que media ciudad.
–Hubiera sido un pirata muy apuesto –dijo Miley con una sonrisa pícara.
Apuesto. Demi recordó aquel día en el ático; sin corbata, con las mangas recogidas, la barba de medio día… Ésa era la palabra exacta para describirlo. Un pirata apuesto y rompecorazones.
–Prométeme que no se te va a ir la cabeza con todo esto –le dijo Miley, mirándola fijamente.
–Mi cabeza está donde tiene que estar y no se va a ir a ninguna parte –le dijo en un tono contundente.
Aparentemente satisfecha, Miley se inclinó hacia delante y miró hacia abajo por encima del muro. Un río de taxis, autobuses y camiones discurría sin cesar por la amplia avenida. Tres obreros con cascos estaban levantando una
barrera alrededor de una tapa de alcantarilla abierta. Un coche de policía con las luces encendidas se detuvo junto a la acera.
–Bueno, ¿has empezado ya a deshacer la maleta? –preguntó Miley.
–No –dijo Kaitlin, observando a los dos policías de uniforme que estaban entrando en el edificio.
Era un alivio dejar el tema de Joe de una vez.
–Voy a aprovechar para limpiar las alfombras y pintar.
–Te mereces un sitio al que puedas llamarle hogar –le dijo su amiga.
Demi sonrió.
–A lo mejor incluso compro esa mecedora tan cómoda.
La había visto muchos meses antes, en el escaparate de una tienda de muebles del barrio. Parecía tan grande y mullida que se había enamorado de ella desde el primer momento.
–¿Tú? –exclamó Miley, en un tono escéptico–. ¿Te vas a permitir un gasto frívolo?
Demi asintió con convicción. Durante su etapa universitaria trabajaba a media jornada. Había tenido que apretarse el cinturón hasta extremos insospechados y aún le costaba romper el hábito de austeridad.
–Primero la mecedora –le explicó a Miley–. Y después la cafetera de espresso.
–Me encanta oírte hablar así.
–Me gusta hablar así –admitió Demi, pero entonces su voz se apagó un poco. Aquel viejo sentimiento de soledad volvía a embargarla–. Puedo hacer que sea un auténtico hogar.
Miley la agarró del brazo y le dio un codazo.
–Ya lo has convertido en un hogar.
Demi deseaba creerlo con todas sus fuerzas, pero aún no estaba convencida. Además, ¿cómo iba a saberlo con certeza? A lo largo de su infancia había pasado mucho tiempo en centros de menores. Los trabajadores eran
bastante amables, pero iban y venían, cambiaban de trabajo, eran reemplazados… Miley le dio un abrazo al ver la expresión de su rostro.
–¿Vamos a comer?
–Claro –dijo Demi.
Miró a su alrededor por última vez y siguió a Miley hacia el interior del edificio. Cerraron con llave el acceso a la azotea y tomaron el ascensor rumbo a la tercera planta, lugar donde estaba el diminuto despacho de Demi.
–Ahí estás.
Joe estaba dentro del despacho, y su voz sonaba casi como una acusación.
–¿Qué estás haciendo aquí? –Demi se puso en guardia. Miró a su alrededor con ojos de sospecha y comprobó el escritorio, el ordenador, la estantería de libros… Su ordenador tenía contraseña y los bocetos del proyecto estaban bien guardados bajo llave.
–Tengo algo que enseñarte –dijo él. Estaba de pie detrás de la mesa de dibujo.
Desenrolló unos bocetos dibujados en azul y los extendió sobre la superficie.
Lindsay se quedó junto a la puerta, pero Demi avanzó unos pasos para ver mejor.
–No son míos.
–Son de Hugo Rosche –dijo Joe.
–¿Qué tiene de diferente ahora? –le preguntó, hojeando los bocetos y
advirtiendo las diferencias. Algunas paredes habían cambiado de sitio, la
recepción era más grande y había nuevas ventanas para la primera planta.
–También pintaríamos, cambiaríamos toda la moqueta y contrataríamos a un decorador –dijo él.
–¿Esto es una broma? –ella levantó la vista y lo miró fijamente.
Él frunció el ceño.
–Porque si lo es… ¡Ja, ja! –Demi soltó las páginas del boceto.
Él pareció ofenderse.
–No es una broma.
–¿De verdad me estás sugiriendo que use estos diseños?
–No tenemos por qué hacer cambios drásticos para mejorar el edificio.
–No soy decoradora, Joe. Soy arquitecta.
–Que seas arquitecta no quiere decir que tengas que echarlo todo abajo porque sí.
Ella se volvió y se apoyó en el escritorio. Cruzó los brazos y lo miró de frente.
–¿De verdad creías que iba a aceptar algo así?
–Creía que por lo menos lo tendrías en cuenta –le dijo él, levantando la barbilla con altanería.
–Acabo de hacerlo. Y no me gusta.
–Gracias por tener una mente tan abierta.
–Gracias por tenderme una trampa.
–Pagué mucho dinero por estos diseños –agarró los planos y empezó a enrollarlos de nuevo–. Y pagué mucho por los tuyos –añadió, alzando la voz–. Pero ahora tengo que pagar de nuevo por el mismo trabajo.
4649193115_32986ea813_b_largeMiley se inclinó hacia delante y entró del todo en el despacho.
–¿Prefieres echar a Demi y vernos en los tribunales?
Joe la fulminó con la mirada y después volvió su atención hacia Demi.
–Pensé que podrías usarlos como punto de partida.
–Muy bien –dijo ella, encogiéndose de hombros.
–¿Lo harás? –él se detuvo y abrió los párpados, desconcertado y lleno de sospecha.
–Como son prácticamente idénticos al diseño original del edificio, ya los he usado como punto de partida.
Miley soltó una carcajada de sorpresa.
Furioso, Joe sujetó los planos con una banda elástica y se dispuso a salir.
Demi se apartó de su camino sin dilación.

1 comentario:

  1. SOS MALA!!! PRIMERO ME DEJAS LA OTRA NOVE EN UNA PARTE SUPER INTERESANTE Y AHORA ME DEJAS ESTA HAY???? SEGUILA!!!! COMO SE TE OCURRE DEJARME LAS NOVES ASI??? JAJAJA ESPERO EL SIGUIENTE CAP DE LAS NOVES ;) , BESOTES!

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