domingo, 22 de enero de 2012

LEGALLY MARRIED "JEMI" cap.1


Joseph Jonas era la última persona a la que Demetria Lovato esperaba ver frente a su puerta. Aquel hombre alto, moreno y de ojos feroces era la razón por la que estaba haciendo la maleta, la razón por la que dejaba su apartamento de alquiler. Él era la persona por la que se veía obligada a abandonar Nueva York. De frente a él, cruzó los brazos sobre su camiseta de los Mets, polvorienta y vieja. Sólo podía esperar que sus ojos rojos no la delataran. Con un poco de suerte ya no tendría marcas de lágrimas sobre las mejillas.
–Tenemos un problema –dijo Joe en un tono tenso. Su expresión seguía siendo impasible y con la mano izquierda sostenía un pequeño maletín de cuero
negro. Llevaba un exquisito traje de firma y una impecable camisa blanca,combinados con una corbata roja de seda de la mejor calidad y unos gemelos de oro macizo. Como de costumbre,llevaba el pelo recién cortado y estaba recién afeitado.Sus zapatos, tan pulidos que parecían espejos, debían de costar una pequeña fortuna.
–No tenemos nada –le dijo ella, apretando los dedos de los pies dentro de
los acolchados calcetines que llevaba.
Iba vestida de manera informal. Sus vaqueros estaban un poco gastados,
pero no era ninguna desarrapada. Una mujer tenía derecho a vestir cómodamente
en su propia casa.
Joe Jonas, en cambio, no tenía ningún derecho a estar allí.
Demi empujó la puerta para cerrarla, pero él la sujetó con una mano,
bronceada y ancha. Tenía la muñeca fuerte y los dedos largos y estilizados. No
llevaba anillos, pero sí llevaba un reloj Cartier de platino con diamantes
incrustados.
–No estoy bromeando, Demi.
–Y yo no me estoy riendo –dijo ella. Los problemas del gran Joe le
daban igual.
Ese hombre no sólo la había echado de su puesto de trabajo, sino que
también le impedía trabajar en cualquier otra empresa de diseño de Nueva York.
Él miró por encima del hombro de ella.
–¿Puedo entrar?
Ella fingió considerarlo un momento.
–No.
Aunque fuera el dueño y señor de Jonas Transportation y también de
muchas otras empresas de Manhattan, no tenía ningún derecho a entrar en su
casa, la cual, en ese momento, estaba hecha un desastre, sobre todo por la
lencería que estaba bajo la ventana.
Él apretó la mandíbula.
Y ella hizo lo propio, manteniéndose firme.
–Es personal –dijo él, insistiendo. Cambió el maletín de mano.
–No somos amigos.
En realidad eran enemigos, porque eso era lo que pasaba cuando una
persona le arruinaba la vida a otra. No importaba que él fuera atractivo,
inteligente, triunfador, buen bailarín… Había perdido todos sus derechos a… todo.
Joe se puso erguido y entonces miró a ambos lados del viejo corredor de aquel
edificio de más de cincuenta años. La luz era mortecina y la moqueta estaba
raída. En esa sección del quinto piso había diez puertas, y la de Demi estaba al
final del pasillo, junto a la alarma de incendios y a la puerta de emergencia de
acero.
–Muy bien –dijo él–. Lo haremos aquí.
Demi retrocedió unos pasos, dispuesta a regresar al refugio de su hogar.
No podía ceder. Jamás volvería a hacer nada con él bajo ningún concepto.
–¿Recuerdas aquella noche en Las Vegas? –le preguntó él.
La pregunta la hizo detenerse en seco.
Jamás olvidaría la fiesta de empresa de Jonas Transportation, celebrada en
el Bellagio, tres meses antes. Cantantes, bailarines, malabaristas, acróbatas…
Aquello había sido un derroche de diversión destinado a entretener a la enorme
multitud, en su mayoría clientes de alto standing de la firma. Un hombre
disfrazado de Elvis se los había llevado de la pista de baile y los había hecho
participar en una boda falsa.
En aquel momento le había parecido muy divertido, de acuerdo con el tono
ligero del festejo. Obviamente, los martinis de frambuesa que se había tomado
durante la velada habían ablandado mucho su fuerza de voluntad y al final se
había visto arrastrada al estrado, más que dispuesta a representar aquella
ridícula parodia. Sin embargo, al volver la vista atrás, no podía sino avergonzarse
de sí misma.
–¿El papel que firmamos? –dijo Joe, continuando, al ver que ella guardaba
silencio.
–No sé de qué me estás hablando –le dijo, mintiendo.
En realidad se había encontrado con los falsos papeles de la boda esa
misma mañana. Estaban metidos en el álbum de fotos que tenía en el último
cajón del armario, debajo de una montaña de vaqueros. Era una estupidez haber
guardado aquel recuerdo sin sentido. Sin embargo, la ilusión de pasar una noche
colgada del brazo de Joe Jonas había tardado unos días en desvanecerse.
Recordaba muy bien el momento en que había guardado aquellos papeles.
Entonces todo parecía tan mágico; aquellos minutos en la pista de baile en
compañía de Joe… Pero no había sido más que una fantasía ridícula. Aquel
hombre había destruido su vida a la semana siguiente.
–Es válido –dijo él, respirando hondo.
Ella frunció el ceño.
–¿Válido para qué?
–Matrimonio.
Demi no contestó. ¿Acaso estaba sugiriendo que habían firmado unos
documentos reales?
–¿Es una broma?
–¿Me estoy riendo? –le preguntó él.
Y no lo estaba haciendo. En realidad Joe Jonas rara vez sonreía, y
tampoco era muy dado a hacer bromas. Aquella noche, al parecer, había sido una
excepción.
–Estamos casados, Demi –le dijo, sin pestañear.
Eso no podía ser cierto. Había sido una farsa. Habían representado un papel
sobre un escenario. Nada más.
–Elvis contaba con una licencia del estado de Nevada –dijo Joe.
–Estábamos borrachos –dijo Kaitlin, incapaz de creer semejante tontería.
–Archivó el certificado.
–¿Y cómo lo sabes? –preguntó Demi, con un remolino de ideas en la
cabeza.
–Porque me lo han dicho mis abogados –le dijo, y entonces miró hacia el
interior del apartamento con disimulo–. ¿Puedo entrar, por favor?
Demi pensó en las novelas de misterio que estaban tiradas en el sofá, las
revistas que descansaban sobre la mesita central, el montón de papeles del
banco, la tarjeta bancaria, los extractos bancarios… Recordó el paquete medio
lleno de donuts que estaba sobre la encimera de la cocina, la cajita de lencería
sexy, completamente a la vista. Si le estaba diciendo la verdad, no podía ignorarle
así como así. Apretó los dientes.
¿Qué importancia tenía lo que él opinara? ¿Por qué iba a importarle que
viera los donuts en la cocina? En cuestión de unos días, él habría salido de su vida
para siempre. Lo dejaría todo atrás, y empezaría de nuevo en otra ciudad; quizá
Chicago, o Los Ángeles. Al pensar en ello, sintió un nudo en la garganta y los ojos
volvieron a llenársele de lágrimas. Cuántas veces había tenido que empezar de
nuevo… Ya casi había perdido la cuenta. Todos aquellas casas de acogida… Jamás
había podido tener esa sensación de seguridad y normalidad que estaba a punto
de perder. Había vivido en ese apartamento desde su comienzo en la universidad,
y era lo más parecido a un hogar que jamás había conocido.
–¿Demi?
Ella se tragó todas las emociones.
–Claro –le dijo con decisión y seriedad, dejándole paso–. Entra.
Al entrar en la casa Joe reparó en el desorden de cajas de embalar que
estaban esparcidas por todo el apartamento. No tenía sitio donde sentarse, y ella
ni siquiera le ofreció una silla.
Pero, de todos modos, no iba a quedarse mucho tiempo allí.
Aunque intentara ignorarla, Demi no dejaba de mirar de reojo la caja de
lencería. Joe la siguió con la mirada y finalmente reparó en el camisón de seda
blanco y malva que su amiga Miley le había regalado por Navidad.
–Disculpa –dijo ella en un tono seco y fue a cerrar la caja.
–Claro –dijo él, en un tono ligeramente burlón.
Se estaba riendo de ella. Perfecto.
Las tapas de la caja volvieron a abrirse, y Demi se ruborizó. Se volvió hacia
él, desviando su atención. Sin embargo, por encima del hombro de él podía ver la
caja abierta de donuts. Tres de ellos ya habían ido a parar a sus caderas esa
misma mañana. Joe, por el contrario, no parecía tener ni una pizca de grasa en
su escultural cuerpo. Seguramente su desayuno consistía en una pieza de fruta,
cereales y proteínas; todo preparado por su chef personal, que utilizaría
ingredientes importados de Francia, o quizá de Australia.
Él dejó el maletín sobre un montón de DVDs y abrió la solapa.
–Mis abogados han preparado los papeles del divorcio.
–¿Necesitamos abogados? –Demi aún intentaba hacerse a la idea. Estaba
casada.
Con Joe. Su mente quería correr en distintas direcciones, pero sujetó bien
las riendas. Joe Jonas podía ser guapo, inteligente y rico, pero también era frío,
calculador y peligroso. Había que estar loca para querer casarse con él.
–En estos casos los abogados son un mal necesario –le dijo él, sacando
documentos.
Demi sintió como le hervía la sangre al oír aquel tópico sobre los abogados.
Su amiga Miley no era «un mal necesario»; nada más lejos. ¿Cómo reaccionaría Miley al enterarse de lo que le había pasado? ¿Se reiría, o acaso se enfadaría
con ella? ¿Se preocuparía? La situación era de lo más absurda.
Demi se sujetó el cabello detrás de las orejas y comenzó a juguetear con
un pendiente. Cada vez se ponía más nerviosa. Esperó a que Joe volviera a
prestarle atención y entonces habló.
–Creo que a veces lo que pasa en Las Vegas no se queda en Las Vegas.
Un músculo se contrajo en la mandíbula de Joe y Demi sintió un
agradable pinchazo de satisfacción al ver que le había hecho perder la
compostura, aunque sólo fuera por un instante.
–Convendría que te tomaras todo esto más en serio.
–Nos casó Elvis –dijo ella, sin poder contener la carcajada.
Los ojos de Joe relampaguearon.
–Vamos, Joe –dijo ella, intentando aligerar el tono de aquella
conversación–. Tienes que admitir que…
–Firma los papeles, Demi –le dijo él, sacando un sobre de entre los
documentos.
Ella quería seguir con la broma un poco más.
–Supongo que esto significa que no habrá Luna de Miel, ¿no?
Él contuvo la respiración y su mirada se desvió una fracción de segundo
hacia los labios de ella.
De repente una visión fugaz y potente irrumpió en los pensamientos de
Demi. ¿Se habían besado aquella noche en Las Vegas? Quizá… Instantáneas de
su boca, su calor, el sabor de sus labios llenos y vigorosos… Se imaginó que podía
sentir sus brazos fuertes alrededor de la cintura, apretándola contra él. Hasta ese
momento siempre había creído que sólo había sido un sueño febril, pero…
–Joe, nosotros…
Él se aclaró la garganta.
–Intentemos centrarnos un poco, por favor.
–Muy bien –dijo ella, apartando aquella imagen turbadora de sus
pensamientos.
Si lo había besado, aunque sólo hubiera sido una vez, entonces había sido el
peor error de su vida. Odiaba a Joe Jonas con todas sus fuerzas, y sólo quería
que saliera de su vida cuanto antes. Extendió el brazo y agarró el sobre.
–Sólo nos llevó cinco minutos casarnos, así que divorciarnos no nos llevará
mucho más tiempo.
–Me alegro de que lo veas de esa manera –él asintió con la cabeza y buscó
algo en el bolsillo de la chaqueta–. Pero, por supuesto, quiero recompensarte por
todas las molestias –le dijo, sacando un bolígrafo de oro y una chequera de
cuero–. ¿Un millón? –le dijo de pronto, abriendo la chequera.
–¿Un millón de qué? –Demi parpadeó, totalmente perpleja.
Él respiró con impaciencia.
–Dólares. No te hagas la ingenua, Demi. Los dos sabemos que esto va a
costarme bastante.
Demi se quedó boquiabierta. ¿Acaso se había vuelto loco?
Él esperaba, expectante.
«Un momento…», se dijo Demi. ¿Acaso estaba desesperado?
La mente de la joven volvió atrás como quien rebobina una película. Joe y
ella estaban casados, por lo menos ante la ley. Claramente ella se había
convertido en un problema para él, pero Joe Jonas rara vez debía de toparse
con un inconveniente que no pudiera resolver con un cheque en blanco.
«Uh, qué interesante», pensó.
Soltó una carcajada y puso el sobre encima de la mesa. No quería el dinero
de Joe, pero tampoco iba a rechazar la recompensa que sin duda se merecía.
¿Qué mujer lo hubiera rechazado? El divorcio no tenía por qué efectuarse en cinco
minutos. Ella iba a estar en Nueva York durante un par de semanas por lo menos,
así que, por primera vez en su vida, el señor Harper iba a conocer lo que era estar
a merced de otro.
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Primer capi.... con ven es Jemi pero habra pequeños momentos Niley espero os guste... mas tarde subo capi de la otra nove... Besos

1 comentario:

  1. ME GUSTO MUCHISIMO EL CAPI SEGUILA! JAJAJ ESPERARE EL PROXIMO CAP DE DARLING ENEMY DESESPERADAMENTE JAJJA , BESOTES

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