Durante los días que siguieron, Liam seguía cada uno de sus movimientos
como un perro de presa, y lo único que la consolaba era que Nick lo estaba
haciendo sudar tinta. Sin embargo, era inevitable que en algún momento tuviera
que enfrentarse de nuevo a aquel canalla, y ocurrió de un modo inesperado, una
mañana que Selena y ella iban a ir a nadar. Había entrado en la casa para
recoger las gafas de sol, que se había dejado en su dormitorio, y escuchó un
largo silbido cuando bajaba las escaleras.
—Vaya, cada día estás más hermosa —le dijo Liam, mirando de un modo
lascivo el vestido amarillo claro que se había puesto, y debajo del cual sólo
lleva un traje de baño de dos piezas. Liam debía haber salido un momento, porque estaba apoyado en el marco de la puerta entreabierta del estudio, y no
estaba allí, a pesar de que la mesa estaba cubierta de papeles—. ¿Cuándo vas a
dejar de evitarme?
—Nunca —le contestó ella abruptamente—. Me duele la boca de decirte que
no quiero nada contigo. ¿Por qué no me dejas en paz de una vez?
—Porque de pequeño siempre me dijeron que podía conseguir todo lo que me
propusiera si insistía lo bastante —le contestó con una sonrisa autosuficiente.
— No a las personas —replicó Miley—, no se puede obligar a amar a las
personas.
La sonrisa de Liam se hizo más amplia.
—¿Quién ha hablado aquí de amor? —contestó, recorriendo su cuerpo con una
mirada lasciva.
Miley se puso rígida.
—Búscate a otra. Yo no estoy preparada para esa clase de relación.
—Eso dices —murmuró él—, pero yo sé que corren ríos de lava bajo esa
apariencia de reina de las nieves. Pondría el cuello, y si te mostraras un poco
más receptiva, hasta podría hacerte cambiar de opinión. No ha habido una sola mujer
que se me haya resistido.
—Pues mira por dónde te has encontrado con la primera —resopló Miley —.
Entérate: no quiero nada contigo —le dijo recalcando cada palabra—. ¿Tanto te
cuesta entenderlo?
—¿No será qué crees que puedes camelarte al magnate ranchero, verdad?
—dijo él en un tono despectivo—. Lo siento, cariño, pero yo te vi primero, no
voy a dejar que él se lleve el gato al agua sin siquiera habérselo trabajado.
—Vete al infierno.
—Puede que acabe allí, no te lo niego —le dijo Liam divertido—, porque
no soy un santo, pero te arrastraré a ti conmigo. Le he contado ciertos
detalles al señor Jonas, no muy halagadores me temo, de tu... estilo de
vida. Tú verás lo que haces, pero si insistes en despreciarme, pienso seguir
jugando sucio. Eres mía, y no voy a darme por vencido tan fácilmente.
—Eres... ¡eres escoria! —masculló ella con los dientes y los puños
apretados—. ¡Sal de mi vida!, ¡Déjame tranquila!
—Ojalá pudiera olvidarme de ti, lo digo en serio, pero no puedo hacerlo
—murmuró Liam—. Me tienes hechizado, Miley, me vuelves loco —y antes de que
ella pudiera reaccionar, la agarró por la cintura, atrayéndola hacia sí.
— ¡Suéltame, asquerosa sanguijuela! —le ordenó Miley dándole puñetazos en
el pecho e intentando zafarse sin conseguirlo.
—No, no lo haré —farfulló él—. Todos estos meses rechazándome... Has
hecho trizas mi orgullo. Ni siquiera permitías que me acercase a ti, te negabas
incluso a darme una oportunidad, a conocerme. Bien, pues creo que ha llegado el
momento de que nos conozcamos, ahora que hemos coincidido, y que vamos a estar
aquí unos días. Eres libre de no estar de acuerdo, pero si es así, me encargaré
de hacer que tu rico anfitrión acabe despreciándote. No he hecho que mi empresa
me mandara aquí para nada...
—¿Eso crees? —le espetó Miley, dándole un pisotón y logrando zafarse al
fin.
Liam se quedó sin aliento, y con el rostro desencajado, y justo en ese
momento apareció Nick, que, al ver la expresión dolorida en el rostro del
contable, y el cabello revuelto de Miley, sacó sus propias conclusiones.
—Hemsworth, mientras esté trabajando para mí — le dijo con una ira
apenas controlada—, le agradeceré que no se «distraiga» con nuestra invitada.
Laim carraspeó.
— Discúlpeme, señor Jonas, pero soy un hombre débil, y no he podido
evitar dejarme tentar —añadió con aspecto avergonzado, entrando en el estudio.
— Y tú —masculló Nick mirando a Miley con desprecio—, haz el favor de
contenerte. Es bochornoso. Debería haberme mantenido firme cuando le dije a Selena que no iba a dejar que vinieras aquí este verano. No sé a qué estaréis
acostumbrados en la ciudad, pero esta es una comunidad pequeña con un sentido
muy estricto de la moral, así que si vuelvo a pillarte en esta clase de
comportamiento indecente con tu «amiguito» bajo mi techo, saldréis de aquí por
piernas.
Y, antes de que Miley pudiera responderle como se merecía, entró en el
estudio y cerró de un portazo.
Minutos después, ella resoplaba furiosa, sentada con Selena al borde de la
piscina tras darse un chapuzón.
—¿Otra vez has tenido un encontronazo con mi hermano? —le preguntó su
amiga.
—¿Cómo lo has adivinado? —contestó ella con un suspiro hastiado.
—Oye, Miley —comenzó Selena al cabo de un rato—, he estado pensando...
¿crees que Nick esté celoso? Desde que llegó ese tipo está mucho más irascible.
Miley se puso roja como la grana.
—¿Nick?, ¿celos por mí? Imposible.
—¿Y si le dijeras la verdad? Esa mala experiencia que tuviste hace años,
y cómo se comporta tu tía contigo, y qué clase de persona es en realidad ese Hemsworth. ¿Qué podrías perder?
—Mi amor propio, mi dignidad, mi...
—Puedes vivir sin esas cosas —la interrumpió Selena—, pero, ¿puedes vivir
sin Nick?
Miley bajó la vista.
—Ya me iré haciendo a la idea. Al fin y al cabo llevo años haciéndome a
la idea de que nunca me verá como soy en realidad —farfulló.
—Pues yo estoy segura de que siente algo por ti —insistió Selena—, y tú
también lo piensas, estoy segura, pero te diré algo, a menos que le hagas ver
la verdad, es muy probable que acabe cerrándote las puertas de su corazón para
siempre.
Miley suspiró. Quizá su amiga tuviera razón. «Nada gana quien nada
arriesga», se recordó.
—Bueno, supongo que su opinión de mí ya no puede empeorar, ¿verdad? —le
preguntó, poniéndose de pie.
Selena sonrió.
—Creo que iba a echar un vistazo a las reses nuevas esta mañana, cuando
acabara con Liam—le dijo—. Búscalo en los establos.
—Vaya un sitio más romántico para arreglar una discusión —gruñó Miley sarcástica.
—Al menos tendréis privacidad —le respondió Jenna riéndose—. Yo lo
descubrí hace poco con Taylor —añadió prorrumpiendo en nuevas risitas —. ¡Y
ahora ve allí y pelea!
El camino hasta el establo le pareció a Miley más largo que nunca. A cada
paso que daba se preguntaba si no debería girar sobre los talones y regresar a
la casa. ¿Y si no la creía? ¿Y si le decía lo mucho que lo amaba y se reía de
ella? ¿Y si le echaba los brazos al cuello y la apartaba?
Cuando entró en la penumbra del establo tuvo que parpadear varias veces
para ajustar su visión, y de pronto vio una silueta que salía de uno de los pesebres.
Era Nick, que nada más verla se acercó, con una mirada tan hostil que empezó a
pensar otra vez que aquello era una locura.
—¿Buscando a tu amante? —le dijo en un tono burlón.
—Estaba buscándote a ti —respondió ella antes de que el coraje la abandonara.
Nick levantó la barbilla en un gesto orgulloso, y la miró con los labios
fruncidos, estudiando su esbelta figura envuelta en aquel vestido amarillo de
guingán. Se sujetaba por una banda fruncida de elástico sobre el pecho, y otra
en la cintura, y apenas le llegaba a las rodillas, dejando al descubierto sus
largas piernas.
Un destello de pasión apareció en los ojos de Nick, y aquella pequeña
grieta en su armadura le dio a ella el valor suficiente para acercarse a él. Al
menos no le era indiferente, se dijo. Luego, cuando puso sus manos sobre el
tórax masculino, esa impresión se reforzó. Podía sentir su corazón latiendo con
una fuerza inusitada, y su pecho subía y bajaba demasiado rápido para un hombre
que quería dar una imagen fría.
—¿Me escucharás ahora? —le dijo, mirándolo a los ojos—. Liam sólo
pretende desquitarse conmigo. Lleva meses queriendo que salga con él, y yo lo
he rechazado todas y cada una de las veces que me lo ha pedido. Está herido en
su orgullo, y por eso quiere vengarse. Es a ti a quien amo, Nick, no a
él...—murmuró. Se puso de puntillas, imprimiendo suaves besos en su garganta,
su barbilla, la comisura de sus labios... Armada con el recién adquirido arrojo
de haberse atrevido a decirle lo que sentía por él, le rodeó el cuello con los brazos,
enredó los dedos en su cabello, y posó sus labios sobre los de él en un beso
apasionado, pero él no respondió.
Unos dedos de hierro la agarraron por los brazos y la apartaron
cruelmente de él, con tanta fuerza que Miley se tambaleó ligeramente.
Retrocediendo hasta una viga de madera, ella se quedó mirándolo con los ojos
muy abiertos y expresión aprehensiva.
— ¡No te atrevas a volver a intentar eso conmigo! —le advirtió Nick en un
tono cortante como la hoja de una cuchilla—. ¡Dios!, Todo lo que Hemsworth dijo de ti era verdad, ¿no es cierto?—masculló mirándola de arriba abajo con
ojos acusadores—. Ésta eres tú sin máscara, ¿no es así? Libertina, lasciva,
proas... y yo, como un imbécil, tratándote como si fueras de porcelana por
miedo a asustarte... ¡asustarte! ¿Cuánto cobras por noche, Miley? —le preguntó
con una media sonrisa que hizo que a ella le entraran náuseas—. Tal vez podamos
llegar a un acuerdo.
Destrozada, Miley rodeó su cuerpo tembloroso con sus brazos y se dio la
vuelta para marcharse.
—¿No vas a decir nada? —se mofó él—. ¿Qué pasa?, ¿Esperabas que cayera
rendido a tus pies y te pidiera que te casaras conmigo? Pues lo siento por ti,
pero tendrás que ir a emplear tus artimañas con otro ranchero rico.
—Te equivocas conmigo —le espetó—, y creerías cualquier cosa que te
dijeran de mí siempre que fuera algo malo. No soy una ramera, igual que tú no
eres un hombre justo, y quizá algún día te des cuenta. Claro que tampoco
supondrá ninguna diferencia. Rico o no, no quiero nada de alguien cegado por
los prejuicios.
Y, con esas palabras, volvió
a darle la espalda y se marchó.
HAY DIOS TE JURO QUE ME DAN GANAS DE MATAR A LIAM!!!!!!!!! GRRRRRR LO ODIO! JAJA ME ENCANTO EL CAPI ESTUVO INCREIBLE! SEGUILA PORFISSS , BESOTES
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