sábado, 21 de enero de 2012

"Darling enemy" Niley♥cap.10


—Veo que conseguiste que viniera ese técnico, cariño —le dijo su madre.
—Oh, sí, un tipo muy amable —asintió Nick, mientras ojeaba los papeles sobre su regazo—. Voy a vender unas cuantas vacas, y necesitaba estos registros para decidir cuáles.
—Pero si mañana es domingo —le recordó Jenna extrañada.
—Ummm... —asintió él distraídamente—, pero Jake Harmone va a pasarse por aquí mañana por la mañana antes de ir a la iglesia para hacerme una oferta, y quería estar preparado. De ahí la urgencia —explicó.
De pronto alzó el rostro, y se encontró con que Miley  estaba mirándolo. La joven bajó la vista de inmediato, tratando sin éxito de calmar los acelerados latidos de su corazón.
—Bueno, como siempre, el héroe se queda con la chica —murmuró la señora Jonas levantándose y desperezándose—. Siento dejaros, pero las compras de esta mañana me han dejado baldada. Buenas noches a los tres — se despidió, besando a cada uno afectuosamente antes de subir las escaleras.
Selena empezó a cambiar de canal hasta casi volver loca a su amiga.
—¿Todavía escribes a máquina, Miley? —le preguntó Nick de improviso, sobresaltándola.
—Em... sí —balbució.
Nick dejó el vaso de whisky, y se levantó del sillón con el taco de papeles en la mano.
—Entonces, ven conmigo. Me ayudarás a hacer la lista de las reses que quiero vender.
Miley vaciló un instante, pero se puso de pie.
—¿No vas a cenar nada, Nick? —inquirió Selena, despegando los ojos de la pantalla, y observando curiosa el rubor de su amiga.
—Luego —respondió él, revolviéndole el cabello al pasar a su lado.
Selena le hizo un guiño a Miley, y una sonrisa picara se dibujó en sus labios cuando su amiga entró en el estudio detrás de su hermano.

NICK tenía una máquina de escribir en el estudio, y frente a ella se sentó Miley, y fue escribiendo lo que él le dictaba: los nombres de las reses, su número, peso, y otras características, acabando con cuántos terneros habían parido. Por fin, la joven dedujo que había decidido deshacerse de aquellas reses por su baja capacidad reproductiva.
—Esto se llama esclavitud —murmuró mientras se paraba a hacer una corrección.
—¿Perdón?
—Vender estas vacas sólo porque no sirven a tus propósitos... —farfulló Miley, meneando la cabeza—. Pobrecillas.
—Soy ranchero —le recordó él—, no el director de un centro de acogida para animales. Además, las vendo en vez de sacrificarlas precisamente porque considero que aún pueden ser útiles para la cría: son Herefords, pero ahora parirán terneros Angus negros purasangre.
—¿Angus negros? —repitió Miley con incredulidad—. Creo que el whisky se te ha subido a la cabeza.
Nick enarcó las cejas.
—¿Sabes algo acerca de la cría de ganado?
—Pues claro que sí —respondió ella algo ofendida. ¿Qué se creía, que era una ignorante en esos temas sólo porque era de ciudad?—. Primero necesitas un toro y una vaca, y luego...
Nick se echó a reír de buena gana.
—Me temo que es un poco más complicado —le dijo—. Verás, lo que mi comprador va a hacer con estas vacas es implantarles embriones de Angus negros. Así se consigue criar terneros purasangres a partir de vacas menos caras.
—Ya, y seguro que creéis que estáis mejorando la naturaleza —murmuró ella, frunciendo el entrecejo y arrugando la nariz.
—Bueno, ¿no pretendéis las mujeres algo parecido con el pintalabios, la sombra de ojos, el rimel...? —le espetó él—. Claro que tú no necesitas ninguna de esas cosas —admitió, estudiando su limpia y cremosa piel, y las espesas y largas pestañas que bordeaban sus ojos.
— Sólo me maquillo para las sesiones fotográficas y los desfiles —murmuró Miley.
La mención de su trabajo fue suficiente para romper la frágil cordialidad que se había establecido entre ellos. Las facciones de Nick se endurecieron de inmediato y un brillo peligroso relumbró en sus ojos grises.

—Oh, sí, los desfiles... No hace mucho vi en la televisión uno en el que salías tú —comentó con aspereza.
Miley rehuyó su penetrante mirada.
—¿De veras? Creo que puedo imaginar cuál fue tu opinión.
—Una de las blusas que posabas era casi transparente, y no llevabas nada debajo. He visto bikinis que enseñaban menos, la verdad.
A Miley se le subieron los colores a la cara. Tenía razón, porque mucho de los diseños de David Sethwick para la firma Velvet Moth eran prácticamente transparentes y muy sensuales, pero, dentro del mundillo, para los diseñadores las modelos tenían una función de meros maniquíes, de perchas en las que colgar su ropa para mostrarla, y ella y las otras chicas tendían a olvidar que lo que para ella era algo natural, una exigencia de su trabajo, para algunas personas prejuiciosas de fuera, como Nick, era exhibicionismo. Se preguntó cómo reaccionaría él si se enterase de hasta qué punto era inocente, del temor que tenía al contacto físico con un hombre.
—La alta costura a veces es un poco... sugerente —admitió con la mirada fija en las teclas de la máquina de escribir—, y trabajo principalmente con dos diseñadores de trajes de noche, y se supone que tienen que ser sensuales.
—Pues desde luego no irías conmigo a ningún sitio vestida así —gruñó él.
La sola idea de una salida nocturna con Nick hizo que Miley sintiera un cosquilleo en el estómago. De pronto se imaginó agarrada de su brazo, entrando en un inmenso salón de baile... y, con la misma rapidez, el ensueño se esfumó. Aquello jamás ocurriría.
—Pero a ti te encanta, ¿no es verdad? —le dijo Nick, sentándose en el borde de la mesa y mirándola a los ojos.
Miley se removió incómoda en el asiento. Su proximidad la hacía sentirse temblorosa.
—¿El qué? —inquirió sin comprender.
Nick la observó en silencio antes de contestar, admirando sus grandes ojos castaños, sus gruesos labios entreabiertos...
—Desfilar, posar —le dijo—, el glamour, los focos, la adulación de los hombres... No serías capaz de renunciar a ello aunque lo intentases, a pesar de ese cuento de que quieres ser profesora.
Miley  lo miró airada.
—¿Entonces para qué crees que llevo todo este tiempo preparándome en la universidad? —le espetó—. ¿Para recitar a Shakespeare mientras desfilo?
Nick se quedó callado.
—Bueno, he de reconocer que eso me tiene bastante perplejo —murmuró—, y aun creyéndome que quieras dedicarte a la enseñanza en un futuro, me cuesta comprender por qué querrías hacer algo así.
— ¿Por qué? Es una profesión tan honorable como otra cualquiera —respondió ella.
—¿Y dónde se supone que enseñarías?, ¿En la universidad?
—En la escuela primaria — corrigió ella, y sus ojos se iluminaron, como siempre que se imaginaba a sí misma delante de una clase de pequeños, ansiosos por aprender—. O mejor aún, en un jardín de infancia.
La expresión en el rostro de Nick cambió de incredulidad a sorpresa.
—¿Te gustan los niños?
Miley sonrió ampliamente.
—Oh, sí —asintió con sinceridad—. Me encantan. Sobre todo cuando están en esa edad en la que están empezando a abrirse al mundo que los rodea.
Mirándola a los ojos, Nick extendió una mano y tocó con ella la mejilla de Miley.
—Me tienes fascinado —murmuró en un tono ausente. Deslizó el pulgar por los suaves labios de Miley, separándolos sin dejar de mirarla—: mitad mujer, mitad niña... y de una belleza tan exquisita...
El corazón de la joven empezó a latir salvajemente cuando vio que él estaba inclinando el rostro. El aliento de Nick se mezcló con el suyo, mientras sus ojos grises descendían hasta la curva de sus labios, como atraídos por una poderosa fuerza magnética.
—Me temía que esto iba a ocurrir... —murmuró Nick—. Una vez no podía ser suficiente.
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1 comentario:

  1. COMO SE TE OCURRE DEJARLO HAY???? JAJAJA ME ENCANTO EL CAPI ESTUVO BUENISIMO COMO SIEMPRE! SEGUILAAA!! Y BESOTES

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