lunes, 30 de enero de 2012

"Darling enemy" Niley♥cap.19


Lo único bueno que tuvo el abrupto regreso de Miley a Nueva York fue que su tía aún seguía fuera.
Había una escueta nota sobre la mesita del vestíbulo, diciéndole que lo más probable era que estuviera en Mónaco hasta finales de septiembre.
Lo primero que hizo Miley fue llamar a la agencia de modelos, y le dieron una alegría cuando le dijeron que tenían muchos trabajos para ella si quería aceptarlos.
Estuvo tan ocupada que los días siguientes pasaron volando. No tuvo tiempo ni de pensar en Nick. Hizo dos anuncios, un pase de moda, una sesión fotográfica para un reportaje de sombreros en una revista, y otras para distintos anuncios también de prensa. Al llegar el final de la semana estaba reventada. El domingo, mientras se daba un baño para relajarse, empezó a hacer cuentas mentalmente, sumando las cantidades que había ganado esos días. Tendría bastante para pagar el siguiente semestre, y aún le quedaría para pagar el billete de avión a Connecticut.
La temporada baja en la industria de la moda llegaría pronto, pero si se esforzaba lo bastante en esas semanas, antes de que volvieran a empezar las clases, tal vez lograra ahorrar como para arreglárselas con ese dinero y lo que ganara con su empleo en la cafetería.
Aquella noche, tal vez por la tensión acumulada, tuvo muchas pesadillas, en las que siempre aparecía Nick, y a las siete de la mañana se despertó empapada en sudor y con las mejillas húmedas por las lágrimas. Se dio una ducha, se lavó el pelo y, envuelta en su albornoz, se preparó un café bien cargado. ¿Lograría alguna vez olvidar su crueldad, el modo en que la había tratado, como si fuera una furcia barata?
Se secó el pelo, se puso unos pantalones beige, una blusa blanca y unas sandalias de tacón, y se dispuso a preparar todo por si cuando fueran las nueve y llamara a la agencia, tuvieran algo para ella. Se maquilló con esmero, se limó las uñas y guardó en su bolsa las cosas que podía necesitar: peine, cepillo, estuche de maquillaje, pañuelos de papel, pinzas y horquillas, algo de ropa y unos zapatos. Cuando lo tuvo todo listo, suspiró, y se dirigió al amplio ventanal, observando el despertar de la ciudad.
Sin poder remediarlo, su mente volvió a revivir lo ocurrido en su último día en Gray Stag. ¿Por qué, oh, Dios, por qué Nick siempre tenía que pensar lo peor de ella? Además, no acababa de comprender por qué Nick se había puesto tan furioso con Liam. Los celos podrían quizá ser la explicación, pero era imposible que Nick sintiese celos por ella cuando le tenía tan poco respeto para tratarla como la había tratado. Claro que, si no estaba celoso, ¿por qué había mandado a Liam de vuelta y le había dicho que informaría de lo ocurrido a su empresa? Si con quien estaba irritado era con ella, ¿por qué castigar a un hombre al que creía que ella había tentado?
Volvió a suspirar y meneó la cabeza mentalmente. ¡Qué difícil era matar la esperanza!, se dijo deprimida. Durante el trayecto al aeropuerto, con Liam afligido al volante del coche que Nick les había prestado, había esperado en vano que Nick hubiera ido tras ellos para disculparse y pedirle que no se fuera, y no había ocurrido. No había vuelto a verlo desde que saliera del estudio.
Luego, los primeros días de vuelta en Nueva York se había preguntado si tal vez la llamaría, pero tampoco había ocurrido. ¿Y por qué iba a llamarla?, Se preguntó con una risa amarga ante su propia ingenuidad. A Nick no le importaba nada. Probablemente lo único que sentía era culpabilidad por su brutal arranque... si es que su odio por ella se lo permitía.
Miley resopló irritada consigo misma por pensar en él cuando se había prometido que no lo haría, y miró el reloj. Las nueve y diez. La agencia ya debía haber abierto. Fue junto al teléfono y marcó el número. Mandy, la secretaría, la informó de que había una posibilidad de trabajo esa misma mañana.
—Lovewear necesita una modelo con tus características para anunciar su nueva línea de vaqueros, pero tendrías que estar allí a las diez para una entrevista. ¿No te irá muy justo a la hora que es?
—¿Bromeas? —le dijo Miley riéndose—. Si no puedo tomar un taxi robaré un coche para llegar. ¡Gracias, Mandy!
Agarró su book y la bolsa, y salió a toda prisa del piso, maldiciendo la idea de haberse puesto esas estúpidas sandalias de tacón mientras bajaba las escaleras.
Corrió fuera del edificio, e hizo una señal al ver que justo en ese momento pasaba un taxi, pero dio un traspié y en una serie de malabarismos por no perder el equilibrio, acabó precipitándose sobre la calzada, justo delante de un Cadillac. El conductor frenó en cuanto fue capaz de reaccionar, pero no fue lo bastante rápido, y en esas milésimas de segundos, Teddi observó impotente y con una calma inhumana, como se abalanzaba sobre ella, sabiendo que no podía hacer nada. Luego sintió el golpe, un repentino y frío vacío, aturdimiento y los gritos de la gente llegaron a sus oídos mientras se sumía en la oscuridad.
Cuando volvió en sí notó dolor en el rostro y en su pierna derecha, y molestias en todo su cuerpo, como si le hubieran dado una paliza. Y, para rematarlo, sentía como si fuera a estallarle la cabeza.
Abrió los ojos muy despacio y vio a su lado a una enfermera rellenita, que estaba tomándole la presión sanguínea.
—Ah, está usted consciente —le dijo con una sonrisa—. ¿Cómo se encuentra? ¿Se siente con fuerzas para hablar?
—Creo... creo que sí —murmuró Miley, notándose la boca pastosa. Se llevó una mano al rostro, y sus dedos tocaron una especie de gasa fijada a su mejilla con esparadrapo.
—No se preocupe —la tranquilizó la enfermera—. Se pondrá bien. Miley tragó saliva.
—¿Qué más heridas tengo? —inquirió con el corazón en la garganta.
—No se preocupe por eso ahora. El doctor Forbes pasará a verla cuando haga su ronda de visitas dentro de unos... cuarenta minutos —dijo consultando su reloj —. Entretanto mandaré a alguien de administración para que le tomen sus datos... si se siente usted con fuerzas para ello.
— Sí, estoy bien —farfulló Miley sin ninguna convicción—. Oh, ¿podría... podría hacerme un favor? —le dijo a la mujer cuando estaba a punto de salir de la habitación—. Iba de camino a una entrevista de trabajo cuando tuve el accidente. ¿Sería tan amable de llamar a la agencia de Modelos Claire Román y decirles lo ocurrido? Soy modelo.
—Claro. ¿Cuál es su nombre? No llevaba ninguna clase de documentación encima.
Miley se tapó la cara con una mano y emitió un gruñido.
—Volví a dejarme el bolso en casa —miró a la enfermera—. Soy Miley Cyrus.
—Bien. Haré esa llamada inmediatamente, no se preocupe.
Los minutos parecieron pasar lentísimos hasta que el doctor Forbes, un médico mayor, entró a verla.
— Su pierna derecha ha sufrido un daño importante —comenzó, sentándose al borde de la cama—, así que tuvimos que hacerle una intervención quirúrgica y también de cirugía estética. Tomamos un trozo de piel del muslo para hacer un injerto; y por eso notará usted esa zona algo sensible y molesta, pero la piel volverá a crecer, y las cicatrices de la pierna y el rostro desaparecerán con el tiempo una vez le hayamos quitado los puntos.
Miley se había puesto blanca y parecía al borde de las lágrimas.
—Vamos, vamos... —le dijo el médico, dándole unas palmaditas en la mano—. No es tan grave, chiquilla. No podemos garantizarle que su pierna quedará como nueva, porque los ligamentos estaban desgarrados y llevará tiempo que se curen por completo. Tampoco voy a mentirle, es posible que le quede una leve cojera, pero si es necesario puede volver a operarse, por supuesto.
—Por supuesto... —repitió Miley, sin apenas oír lo que le estaba diciendo, desolada como estaba.
—También sufrió una fuerte contusión al golpearse la cabeza —añadió el médico—, como habrá imaginado si le duele la cabeza tanto como sospecho.
— Sí, me molesta bastante —añadió Miley, tocándosela.
—Le diré a la enfermera que le traiga un analgésico —dijo el doctor Forbes levantándose—. Bien, trate de no preocuparse demasiado. Sé que a una mujer hermosa que trabaja de modelo esas heridas deben parecerle el fin del mundo, pero las cicatrices desaparecerán antes de que se haya dado cuenta, y dentro de unas semanas estará andando otra vez.
Sin embargo, Miley no pudo evitar empezar a darle vueltas a la cabeza, angustiada. ¿Qué iba a hacer? La factura del hospital sería formidable, y aunque pudiera pagarla con lo que había ganado, no podría volver a trabajar en bastante tiempo en las condiciones en las que estaba. ¿Cómo iba a arreglárselas sin un centavo?
—De momento la tendremos aquí un mínimo de un día o dos —le dijo el doctor—. Luego ya veremos.
—De acuerdo —murmuró Miley.
Cuando el médico se hubo marchado, la joven se recostó, y miró en derredor con expresión desolada. Allí estaba, sola en una habitación de hospital, sin nadie a quien le importase. La enfermera le había preguntado si quería que avisasen a alguien más, pero ella le había dicho que no. Para su tía aquello sería un contratiempo que la irritaría, Nick la detestaba, y le había prohibido volver a acercarse a Selena.
Rompió a llorar, hundiendo el rostro entre las manos. Siempre había sido fuerte, porque no le quedaba más remedio que serlo, pero en aquel momento se derrumbó sin remedio. Todo parecía tan negro...

Un Maratón de 3 capis de cada Nove... espero os gusten... ;) Besos!!

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