Lo único bueno que tuvo el abrupto regreso de Miley a Nueva York fue que
su tía aún seguía fuera.
Había una escueta nota sobre la mesita del vestíbulo, diciéndole que lo
más probable era que estuviera en Mónaco hasta finales de septiembre.
Lo primero que hizo Miley fue llamar a la agencia de modelos, y le dieron
una alegría cuando le dijeron que tenían muchos trabajos para ella si quería
aceptarlos.
Estuvo tan ocupada que los días siguientes pasaron volando. No tuvo
tiempo ni de pensar en Nick. Hizo dos anuncios, un pase de moda, una sesión
fotográfica para un reportaje de sombreros en una revista, y otras para
distintos anuncios también de prensa. Al llegar el final de la semana estaba
reventada. El domingo, mientras se daba un baño para relajarse, empezó a hacer
cuentas mentalmente, sumando las cantidades que había ganado esos días. Tendría
bastante para pagar el siguiente semestre, y aún le quedaría para pagar el
billete de avión a Connecticut.
La temporada baja en la industria de la moda llegaría pronto, pero si se
esforzaba lo bastante en esas semanas, antes de que volvieran a empezar las
clases, tal vez lograra ahorrar como para arreglárselas con ese dinero y lo que
ganara con su empleo en la cafetería.
Aquella noche, tal vez por la tensión acumulada, tuvo muchas pesadillas,
en las que siempre aparecía Nick, y a las siete de la mañana se despertó
empapada en sudor y con las mejillas húmedas por las lágrimas. Se dio una
ducha, se lavó el pelo y, envuelta en su albornoz, se preparó un café bien
cargado. ¿Lograría alguna vez olvidar su crueldad, el modo en que la había
tratado, como si fuera una furcia barata?
Se secó el pelo, se puso unos pantalones beige, una blusa blanca y unas
sandalias de tacón, y se dispuso a preparar todo por si cuando fueran las nueve
y llamara a la agencia, tuvieran algo para ella. Se maquilló con esmero, se
limó las uñas y guardó en su bolsa las cosas que podía necesitar: peine,
cepillo, estuche de maquillaje, pañuelos de papel, pinzas y horquillas, algo de
ropa y unos zapatos. Cuando lo tuvo todo listo, suspiró, y se dirigió al amplio
ventanal, observando el despertar de la ciudad.
Sin poder remediarlo, su mente volvió a revivir lo ocurrido en su último
día en Gray Stag. ¿Por qué, oh, Dios, por qué Nick siempre tenía que pensar lo
peor de ella? Además, no acababa de comprender por qué Nick se había puesto tan
furioso con Liam. Los celos podrían quizá ser la explicación, pero era
imposible que Nick sintiese celos por ella cuando le tenía tan poco respeto para
tratarla como la había tratado. Claro que, si no estaba celoso, ¿por qué había
mandado a Liam de vuelta y le había dicho que informaría de lo ocurrido a su
empresa? Si con quien estaba irritado era con ella, ¿por qué castigar a un
hombre al que creía que ella había tentado?
Volvió a suspirar y meneó la cabeza mentalmente. ¡Qué difícil era matar
la esperanza!, se dijo deprimida. Durante el trayecto al aeropuerto, con Liam afligido al volante del coche que Nick les había prestado, había esperado en
vano que Nick hubiera ido tras ellos para disculparse y pedirle que no se
fuera, y no había ocurrido. No había vuelto a verlo desde que saliera del
estudio.
Luego, los primeros días de vuelta en Nueva York se había preguntado si
tal vez la llamaría, pero tampoco había ocurrido. ¿Y por qué iba a llamarla?,
Se preguntó con una risa amarga ante su propia ingenuidad. A Nick no le
importaba nada. Probablemente lo único que sentía era culpabilidad por su
brutal arranque... si es que su odio por ella se lo permitía.
Miley resopló irritada consigo misma por pensar en él cuando se había
prometido que no lo haría, y miró el reloj. Las nueve y diez. La agencia ya
debía haber abierto. Fue junto al teléfono y marcó el número. Mandy, la
secretaría, la informó de que había una posibilidad de trabajo esa misma
mañana.
—Lovewear necesita una modelo con tus características para anunciar su
nueva línea de vaqueros, pero tendrías que estar allí a las diez para una
entrevista. ¿No te irá muy justo a la hora que es?
—¿Bromeas? —le dijo Miley riéndose—. Si no puedo tomar un taxi robaré un
coche para llegar. ¡Gracias, Mandy!
Agarró su book y la bolsa, y salió a toda prisa del piso, maldiciendo la
idea de haberse puesto esas estúpidas sandalias de tacón mientras bajaba las
escaleras.
Corrió fuera del edificio, e hizo una señal al ver que justo en ese
momento pasaba un taxi, pero dio un traspié y en una serie de malabarismos por
no perder el equilibrio, acabó precipitándose sobre la calzada, justo delante
de un Cadillac. El conductor frenó en cuanto fue capaz de reaccionar, pero no
fue lo bastante rápido, y en esas milésimas de segundos, Teddi observó
impotente y con una calma inhumana, como se abalanzaba sobre ella, sabiendo que
no podía hacer nada. Luego sintió el golpe, un repentino y frío vacío,
aturdimiento y los gritos de la gente llegaron a sus oídos mientras se sumía en
la oscuridad.
Cuando volvió en sí notó dolor en el rostro y en su pierna derecha, y
molestias en todo su cuerpo, como si le hubieran dado una paliza. Y, para
rematarlo, sentía como si fuera a estallarle la cabeza.
—Ah, está usted consciente —le dijo con una sonrisa—. ¿Cómo se encuentra?
¿Se siente con fuerzas para hablar?
—Creo... creo que sí —murmuró Miley, notándose la boca pastosa. Se llevó
una mano al rostro, y sus dedos tocaron una especie de gasa fijada a su mejilla
con esparadrapo.
—No se preocupe —la tranquilizó la enfermera—. Se pondrá bien. Miley tragó
saliva.
—¿Qué más heridas tengo? —inquirió con el corazón en la garganta.
—No se preocupe por eso ahora. El doctor Forbes pasará a verla cuando
haga su ronda de visitas dentro de unos... cuarenta minutos —dijo consultando
su reloj —. Entretanto mandaré a alguien de administración para que le tomen
sus datos... si se siente usted con fuerzas para ello.
— Sí, estoy bien —farfulló Miley sin ninguna convicción—. Oh, ¿podría...
podría hacerme un favor? —le dijo a la mujer cuando estaba a punto de salir de
la habitación—. Iba de camino a una entrevista de trabajo cuando tuve el
accidente. ¿Sería tan amable de llamar a la agencia de Modelos Claire Román y
decirles lo ocurrido? Soy modelo.
—Claro. ¿Cuál es su nombre? No llevaba ninguna clase de documentación
encima.
Miley se tapó la cara con una mano y emitió un gruñido.
—Volví a dejarme el bolso en casa —miró a la enfermera—. Soy Miley Cyrus.
—Bien. Haré esa llamada inmediatamente, no se preocupe.
Los minutos parecieron pasar lentísimos hasta que el doctor Forbes, un
médico mayor, entró a verla.
— Su pierna derecha ha sufrido un daño importante —comenzó, sentándose al
borde de la cama—, así que tuvimos que hacerle una intervención quirúrgica y
también de cirugía estética. Tomamos un trozo de piel del muslo para hacer un
injerto; y por eso notará usted esa zona algo sensible y molesta, pero la piel
volverá a crecer, y las cicatrices de la pierna y el rostro desaparecerán con
el tiempo una vez le hayamos quitado los puntos.
Miley se había puesto blanca y parecía al borde de las lágrimas.
—Vamos, vamos... —le dijo el médico, dándole unas palmaditas en la mano—.
No es tan grave, chiquilla. No podemos garantizarle que su pierna quedará como
nueva, porque los ligamentos estaban desgarrados y llevará tiempo que se curen
por completo. Tampoco voy a mentirle, es posible que le quede una leve cojera,
pero si es necesario puede volver a operarse, por supuesto.
—Por supuesto... —repitió Miley, sin apenas oír lo que le estaba
diciendo, desolada como estaba.
—También sufrió una fuerte contusión al golpearse la cabeza —añadió el
médico—, como habrá imaginado si le duele la cabeza tanto como sospecho.
— Sí, me molesta bastante —añadió Miley, tocándosela.
—Le diré a la enfermera que le traiga un analgésico —dijo el doctor
Forbes levantándose—. Bien, trate de no preocuparse demasiado. Sé que a una
mujer hermosa que trabaja de modelo esas heridas deben parecerle el fin del
mundo, pero las cicatrices desaparecerán antes de que se haya dado cuenta, y
dentro de unas semanas estará andando otra vez.
Sin embargo, Miley no pudo evitar empezar a darle vueltas a la cabeza,
angustiada. ¿Qué iba a hacer? La factura del hospital sería formidable, y
aunque pudiera pagarla con lo que había ganado, no podría volver a trabajar en
bastante tiempo en las condiciones en las que estaba. ¿Cómo iba a arreglárselas
sin un centavo?
—De momento la tendremos aquí un mínimo de un día o dos —le dijo el
doctor—. Luego ya veremos.
—De acuerdo —murmuró Miley.
Cuando el médico se hubo marchado, la joven se recostó, y miró en
derredor con expresión desolada. Allí estaba, sola en una habitación de
hospital, sin nadie a quien le importase. La enfermera le había preguntado si
quería que avisasen a alguien más, pero ella le había dicho que no. Para su tía
aquello sería un contratiempo que la irritaría, Nick la detestaba, y le había
prohibido volver a acercarse a Selena.
Rompió a llorar, hundiendo el rostro entre las manos. Siempre había sido
fuerte, porque no le quedaba más remedio que serlo, pero en aquel momento se
derrumbó sin remedio. Todo parecía tan negro...
Un Maratón de 3 capis de cada Nove... espero os gusten... ;) Besos!!
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