lunes, 30 de enero de 2012

LEGALLY MARRIED "JEMI" cap.12



Mientras el camarero retiraba los últimos platos, Miley y Nick aparecieron de nuevo.
Ella se sentó junto a Joe y puso el maletín entre ambos. Nick, por el contrario, tomó asiento enfrente de Demi.  Su cara era un libro abierto.
–Te robaron el maletín –dijo Miley, yendo al grano–. Te robaron el maletín.
Demi ya se imaginaba lo que había ocurrido. Se volvió hacia Joe y lo fulminó con la mirada, exigiendo una explicación.
–Estaba en mi maletero –dijo él en defensa propia–. Mi maletero. Además, son mis diseños.
–Los diseños son míos –le dijo ella con firmeza.
–Pero yo te pago para que los hagas.
–Eso no te da derecho a robárselos –añadió Miley en un tono imperativo.
–Yo no discutiría con ella –murmuró Nick en un tono serio.
Miley le lanzó una mirada de advertencia, pero Joe no se dejó amedrentar.
–Me recuerdas a mi profesora de matemáticas –le dijo en un tono sarcástico.
–Pues parece que no aprendiste nada con ella –dijo la abogada.
–¡Me robaste el maletín! –exclamó Demi, reclamando la atención de todos–. ¿Todo esto de la cena era una estratagema? –sacudió la cabeza, contestándose ella misma–. Claro que sí. Eres un ser despreciable, Joe Jonas.
Si no le hubiera dicho a Miley que me habías invitado a este sitio… Y si ella no fuera tan suspicaz…
Harta de aquel pulso verbal, Demi decidió capitular.
–Muy bien. Adelante –dijo, señalando el maletín–. De todos modos no hay nada que puedas hacer para cambiarlos. Si no te gustan, ya puedes empezar a quejarte. Me trae sin cuidado.
Joe no perdió ni un segundo. Agarró el maletín, lo abrió rápidamente y extendió los diseños sobre la mesa.
–¿Es que has perdido el juicio? –exclamó de repente. Sus ojos relampagueaban.
En su despacho, el lunes por la mañana, Joe tuvo que hacer un gran esfuerzo para desterrar de su mente las fantasías con Demi. Estaba enojado con ella por aquellos extravagantes diseños, y ésa tenía que ser su prioridad, por su propio bien y por el bien de la empresa.
–…Diez millones de dólares –le estaba diciendo Esmond Carson desde el otro lado del escritorio.
Al oír la cifra, Joe volvió a la realidad.
–¿Qué? –preguntó.
Esmond buscó algo en el enorme archivador que tenía sobre el regazo. El hombre, cada vez más canoso, ya rondaba los sesenta y cinco años. Había sido el abogado y consejero legal de su abuela durante más de treinta años.
–Rentas, comidas, salarios de profesores, transportes… Todos los costes han sido inflados en los informes. La fundación tiene un saco enorme de facturas atrasadas. La cuenta bancaria está en números rojos. Así es como me di cuenta.
Joe no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Cómo se habían descontrolado tanto las cosas?
–¿Quién ha hecho esto?
–Por lo que sabemos, fue un hombre llamado Lawrence Wellington. Era el gestor regional en la ciudad. Y desapareció al día siguiente de la muerte de Sadie.
–¿Has llamado a la policía?
–Podríamos dar parte –Esmond cerró el archivador. Su expresión era impasible, tranquila.
–Por supuesto que vamos a informar de esto –Joe puso la mano sobre el teléfono.
Un malhechor le había robado el dinero de su abuela; o peor aún, había robado dinero de la fundación benéfica que ella había creado para ayudar a niños desfavorecidos.
–Puede que no sea una buena idea.
Joe se detuvo y levantó las cejas; ya tenía los dedos sobre los botones.
–Eso generaría mucha publicidad.
–¿Y?
–Podría ser un circo mediático. La fundación benéfica, el nombre de tu abuela… Lo arrastrarían todo por el fango. Los benefactores se pondrán nerviosos, los beneficios podrían caer; podrían cancelar algunos proyectos…
Nadie quiere que su nombre se vea relacionado con el de un criminal, por muy noble que sea la iniciativa de la organización benéfica.
–¿Crees que resultaría así? –preguntó Joe, sopesando las distintas posibilidades. Esmond podía tener razón.
–Conozco una empresa muy buena de detectives privados –dijo Esmond–. Con un cheque puedo sacar a la empresa de este aprieto. ¿Puedes asumir el coste?
«Menuda pregunta…», se dijo Joe a sí mismo.
Al igual que cualquier otra empresa de transportes del mundo, Jonas había visto menguar su capital líquido durante los últimos años. Tenía barcos parados en el puerto, y otros en dique seco, deteriorándose y acumulando enormes
facturas en reparaciones. Los clientes retrasaban continuamente los pagos porque tampoco disponían de capital efectivo y los bancos apenas daban créditos.
Y Demi… Diseñando el Taj Mahal en vez de un edificio de oficinas funcional y práctico.
–Claro –le dijo a Esmond–. Te daré un cheque.
Puso en contacto a Esmond con su director financiero y le pidió a Amy que llamara a Demi.
Mientras esperaba por ella, le dio la vuelta a la silla giratoria y contempló el paisaje urbano a través de la enorme ventana. No podía dejar que el legado de su
abuela se derrumbara en un abrir y cerrar de ojos.
Unos minutos después oyó como se abría la puerta. Tenía que ser Demi.
Amy hubiera anunciado a cualquier otra persona.
–Cierra la puerta, por favor –le dijo sin darse la vuelta.
–Muy bien –dijo ella, yendo hacia el escritorio.
Él se volvió lentamente, se puso en pie y rodeó el escritorio.
–Cierra, por favor –repitió él con contundencia.
–Joe, tenem…
Él pasó por su lado rápidamente y la cerró él mismo.
–Preferiría que no… –la voz de Demi se apagó.
Él se había dado la vuelta bruscamente y parecía atravesarla con la mirada.
La blusa que llevaba insinuaba unos pechos suaves y firmes, y tenía los botones del escote desabrochados, enseñando una pizca de piel color marfil y aterciopelada. Joe sintió un nudo en el estómago que se apretaba cada vez más, así que se alejó un poco de ella, dando unos pasos hacia el escritorio.
–Preferiría… –dijo ella, yendo hacia la puerta.
Él la agarró del brazo.
Ella miró el lugar donde la sujetaba con fuerza.
–¿Qué haces? ¿Es que vas a pegarme? –le dijo, molesta.
Eso ni siquiera se acercaba a lo que en realidad quería hacer con ella. La noche del viernes se había ido a casa con los músculos rígidos como piedras.
Había pasado casi toda la noche dando vueltas en la cama, sintiendo una extraña mezcla de rabia y excitación, y cuando por fin se había quedado dormido, allí estaba ella, en sus sueños, sensual y seductora, llamándolo y alejándose al
mismo tiempo.
–¿Te estoy asustando? –dijo, mirándola fijamente.
–No.
–¿Te molesta?
–Sí.
–Pues es tu problema –le espetó con indiferencia.
–Claro que es mi problema –ella apretó los dientes.
–Tú también me has hecho enojar.
–Pobrecito –dijo ella con sorna.
–¿Te estás burlando de mí?
–Yo soy la que manda aquí –le dijo ella, cruzando los brazos y descubriendo así una sección más generosa de su escote.
Él soltó una carcajada de sorpresa y trató de disimular la excitación que se apoderaba de él.
–Sé que yo llevo la voz cantante aquí y no hay nada que puedas hacer para obligarme a…
Él dio un paso adelante. La paciencia estaba a punto de agotársele y ella tenía que entrar en razón, de una forma u otra.
Las pupilas de Miley se dilataron y sus labios se entreabrieron.
–¿Obligarte a qué?
–Joe –dijo ella en un tono de advertencia, aunque sus ojos delataran la confusión y el temor que sentía en realidad.
–¿Obligarte a qué? –repitió él.
Ella no contestó, pero sí se humedeció los labios con la punta de la lengua.
Joe tragó en seco y dio otro paso adelante hacia ella, mirándole los labios.
Accidentalmente le rozó el muslo al acercarse.
Los labios de ella se suavizaron y su respiración se volvió más profunda.
Él inhaló su fragancia, exótica e irresistible, y entonces le acarició la mejilla con los nudillos.
Ella no lo hizo detenerse, sino que cerró los ojos y se frotó contra su mano.
Y entonces Joe ya no pudo aguantar más el aluvión de deseo. Ladeó la cabeza y, sin pensarlo siquiera, rozó sus labios contra los de ella; suaves, flexibles, calientes
Jemi beso <3 - arte Jemi fan
y deliciosos. Una explosión de sensaciones lo sacudió por dentro. De repente volvía a estar en el yate. La brisa marina los acariciaba y el cielo estrellado era el único testigo de su pasión. La rodeó con ambos brazos y ella hizo lo mismo; la piel enrojecida con el rubor de la lujuria. Ella encajaba en él a la perfección, acurrucándose contra él en todos los rincones de su cuerpo.
Joe la hizo moverse hacia atrás y la acorraló contra la pared del despacho.
Bajó las manos y la agarró del trasero, palpando sin pudor la firmeza de su carne, resistiendo la tentación de frotarse contra ella.
Ella encendía un fuego en el que nunca antes se había quemado. Le tocó el cabello, enredando los dedos en las finas hebras aterciopeladas, y entonces le sujetó el rostro con ambas manos, colmándola de besos al mismo tiempo, en el cuello, a lo largo de los hombros, en el borde de la blusa, el escote… Ella entreabrió aún más los labios, buscó su lengua húmeda y apretó los pechos contra su fornido pectoral, asegurándose de que él pudiera sentirlo. Y entonces se puso de puntillas y le devolvió el beso con la misma pasión, deslizando las manos por debajo de su chaqueta. Joe podía sentir aquellas manos pequeñas, calientes y vibrantes, a través del tejido de la camisa. Quería arrancársela a jirones del cuerpo, desnudarla y terminar aquello que siempre empezaban, pero que no terminaban nunca.
De repente se oyó el timbre de un teléfono. A través de la puerta llegaban ruidos provenientes de la oficina externa; la voz de Amy, alguien respondía…
Joe volvió a la realidad de inmediato, consciente del lugar en el que se encontraban. Haciendo un gran esfuerzo, se obligó a parar de inmediato. Sujetó la cabeza de Demi contra su propio hombro y respiró profundamente. Toda la ira que había sentido por ella un rato antes se había desvanecido.
–Lo hemos vuelto a hacer –dijo casi sin aliento.
Ella se puso tensa y trató de apartarse de inmediato.
–Es por esto que no quería cerrar la puerta.
Él la soltó, fingiendo que no era lo más difícil que había hecho jamás.
–¿No confías en ti misma? –le preguntó en un tono sarcástico. No podía dejarla ver lo mucho que le hacía perder el control.
–No confío en ti –le dijo ella por enésima vez.
Joe no pudo sino reconocer que aquello era justo. Ni siquiera él podía confiar en sí mismo.
–¿Por qué querías verme? –dijo ella, alisándose la blusa y peinándose con los dedos.
Joe le dio la espalda. Mirarla sólo le traería más problemas.
–¿Podemos sentarnos? –señaló dos sillas cercanas a los ventanales.
Sin decir ni una palabra ella tomó asiento y miró por la ventana, cruzando
las manos sobre el regazo. Las hormonas de Joe seguían en plena efervescencia, así que tuvo que respirar hondo varias veces antes de sentarse frente a ella.
–Acabo de hablar con el abogado de mi abuela –le explicó, sin mirarla a la cara. Tenía que convencerla para que desistiera de una vez de sus planes de
reforma. El tema era más importante que nunca y no podía permitirse otro intento fallido.
Demi se volvió hacia él y arrugó los labios.
–¿Qué quieres decir?
–Quiero decir lo que acabo de decir –Joe se rindió y la miró por fin.
–¿Qué ha ocurrido? –ella se inclinó adelante en la silla–. ¿Me han sacado del testamento? ¿Has encontrado algún vacío legal o subterfugio? ¿Me estás echando? –se puso en pie de un salto–. Si me estás echando, deberías haberlo
dicho antes de… –gesticuló con las manos–. Antes de…
–No te estoy despidiendo. Y ahora, ¿quieres volver a sentarte, por favor? – Joe se levantó.
–¿Qué está pasando? –Demi lo miró con escepticismo.
–Siéntate y te lo diré –él señaló la silla y esperó.
Ella lo fulminó con una negra mirada, pero finalmente volvió a su silla.
–Ha surgido un problema con la fundación benéfica de mi abuela.
Demi guardó silencio. Sus rasgos no revelaban emoción alguna.
–Un antiguo empleado ha desfalcado grandes sumas de dinero de la cuenta de la fundación.
Hizo una pausa para ver si ella reaccionaba, pero no fue así.
–Por tanto, voy a tener que transferir dinero de Jonas Transportation a la fundación. Si no lo hago, algunos de sus proyectos tendrán que ser cancelados; proyectos como las tutorías de refuerzo extraescolar, y también los comedores de beneficencia.
–¿Necesitas que firme algo?
Él sacudió la cabeza.
–¿Entonces de qué se trata?
–Jonas Transportation dispone en estos momentos de muy poco líquido y las cosas seguirán así por lo menos durante un año –Joe se preparó mentalmente–. A lo mejor tenemos que considerar seriamente un recorte de presupuesto para el proyecto de reforma del edificio.
–Oh, no, no puedes hacer eso –ella se cruzó de brazos.
–Déjame…
–Estás tratando de jugar con mis sentimientos.
–No estoy tratando de jugar con nada.
–Lo haces para pillarme desprevenida.
–Te estoy ofreciendo sinceridad y cordura –le dijo, y era cierto. Le estaba ofreciendo la cruda realidad.
–Hace un momento nos estábamos besando y ahora… –chasqueó los dedos
en el aire–. Me pides que haga esa clase de concesiones.
–Una cosa no tiene nada que ver con la otra –Joe sintió el latigazo de la rabia.
–Bueno, esta vez no funcionará, señor Joseph Jonas –le dijo, dando un golpe de melena–. ¿Un desfalco en las cuentas de la fundación de tu querida abuela? ¿Crees que me voy a creer eso?
–¿Crees que miento?
–Sí.
–Te enseñaré los extractos bancarios, los movimientos…
–Puedes enseñarme todo lo que quieras, Joe. Cualquier quinceañero con un portátil podría falsificar extractos financieros.
–¿Dudas de la integridad de mis contables?
–No. Dudo de tu integridad –le dijo ella, poniéndose en pie de nuevo. Lista para la batalla, levantó la barbilla.
Él volvió a levantarse con ella.
–Has probado la evasión, la coacción, las amenazas, el robo, la seducción…
¿Y ahora tratas de manipularme emocionalmente? –le preguntó ella, tocándose
los pendientes de oro que llevaba puestos.
Él apretó la mandíbula y se mordió la lengua.
–Por Dios, Joe. La pobre abuela, la fundación benéfica, unos pobres niños hambrientos… ¿Hasta dónde eres capaz de llegar? Me sorprende que no hayas añadido algún cachorro maltratado a la lista –se tocó el pecho con la punta del
dedo índice–. Voy a hacer la renovación y la voy a hacer a mi manera. Y, a cambio, tú consigues media empresa y unos papeles de divorcio. Es una ganga, así que deberías dejar de intentar cambiar los términos del acuerdo.
Furioso hasta la médula, Joe volvió a tragarse las palabras. Sabía que cualquier cosa que dijera no haría sino empeorar las cosas. Necesitaba un plan de emergencias, pero desafortunadamente ya se le habían acabado todos.
Demi se puso erguida y dio media vuelta. Un segundo después se oyó un portazo.
Joe aflojó los puños, cerró los ojos un instante y se dejó caer en el asiento.
Demi Lovato era imposible de convencer. Sospechaba de todo, estaba decidida y, además… era tan increíblemente sexy.
Estaba a punto de echar abajo un legado de más de trescientos años y no tenía ni idea de cómo detenerla.
–Demi me va a arruinar, y no hay nada que pueda hacer para detenerla – dijo, tomándose un buen trago de whisky.
–¿Y qué necesitas que haga exactamente? –le preguntó Nick, poniéndose serio de nuevo.
–Necesito que entre en razón.
–Joe, en serio. Deja de regodearte en tu propia miseria.
Joe respiró hondo.
–Muy bien. De acuerdo. Necesito que recorte el gasto del diseño, que me dé algo de una calidad razonable; un edificio de oficinas convencional. Nada de columnas de mármol, ni fuentes, ni palmeras, ni arcos de madera noble y, sobre todo, nada de acuarios gigantescos de agua salada.
Nick pensó en ello un instante.
–¿Y qué pasa con Sadie?
–¿Qué pasa con ella? –preguntó Joe, sin entender.
–Sadie le dejó la empresa a Demi.
–¿Y?
–Y Demi tendría que ser muy cruel como para no solidarizarse con los deseos de Sadie.
Nick levantó su copa para brindar. Los cubitos de hielo repiquetearon contra el cristal.
–Eso es exactamente lo que deberías hacer.
–¿Pero qué deseos, Nick? ¿Dónde están esos deseos? Mi abuela no dejó ningún deseo manifiesto.
–¿Crees que ella querría un edificio vanguardista y visionario?
–Claro que no.
Nick esbozó una sonrisa conspiratoria y se terminó la copa de un trago.
–Entonces enséñale lo que tu abuela querría. Enséñale quién era Sadie.
Joe levantó las palmas de las manos y sacudió la cabeza sin entender nada.
–Llévala a la isla –dijo Nick.

Bueno hasta aqui el maraton espero os haya gustado se lo decico a agus_destinyhope Gracias por tu comentarios... Saludos y Besoss!!!




1 comentario:

  1. AWWWWW GRACIAS POR TU DEDICACION :) JAJA QUE PUEDO DECIR ADEMAS DE QUE ME RECONTRAREMILSUPER ENCANTARON LOS CAPIS DE LAS NOVES! ESTUVIERON ESPECTACULARES! TENES QUE SEGUIR CON LAS NOVES ANTES DE QUE ME MUERA xD JAJAJA , BESOTESSS!!! Y SEGUILLLLLLAAAAAAAAA!!!

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