UN DESTELLO de furia cruzó por los ojos de
Nick, pero nadie pareció advertirlo
excepto Miley, y cuando él se volvió
hacia Hemsworth ya no quedaba en ellos nada de ese sentimiento en su
expresión, excepto un poso de burla.
—Te dije que teníamos un conocido común, ¿recuerdas? —le preguntó a Miley.
—Exacto: yo —dijo Liam con una sonrisa—. Y claro, cuando hace unos meses
me enteré de que el señor Jonas te conocía, estuvimos hablando mucho de ti.
Me sorprendió ver que no sabía demasiado de tu carrera como modelo.
«Y apuesto a que tú te encargaste de informarlo, con Dios sabe qué sarta
de mentiras», se dijo Miley con disgusto. Era igual que todos los demás ligues
de su tía: arrogante, vanidoso y, también como todos los demás, ávido de
dinero.
Al no haber logrado mantener el interés de su tía por él, se había
lanzado a por ella con una perseverancia agotadora, a pesar incluso de que ella
lo rechazaba una vez tras otra. Incluso se había presentado en un par de
ocasiones en el campus, y le había
costado mucho quitárselo de encima.
Alzó la mirada, aprehensiva, hacia los ojos de Nick, y tal y como
esperaba no encontró en ellos más que asco y desprecio. La llegada de Liam había matado la confianza que estaba empezando a crecer entre ellos. Aquella
hermosa mañana se convertiría tan sólo en un recuerdo. Jamás volvería a
repetirse.
Nick hundió las manos en sus bolsillos.
—No me comentaste nada de vuestro floreciente romance —le dijo a Miley en
un tono venenoso—, pero ahora que Hemsworth está aquí, tal vez tengáis ocasión
de retomarlo... cuando haya terminado de revisar mis libros de cuentas —añadió
con una sonrisa gélida en dirección a Liam—. ¿Y qué momento mejor que éste
para hacerlo? Sígame, iremos a mi estudio.
—Pero, Nick... si acaba de llegar —protestó su madre, para quien las
buenas maneras eran algo de vital importancia.
—No ha venido de visita, madre —le recordó Nick abruptamente—.
¿Hemsworth?
Aparentemente, Liam sabía que no le convenía soliviantar al ranchero
cuando había ese matiz áspero en su voz, porque le contestó al instante:
—Te veré después, cariño. Tenemos tantas cosas de qué hablar...
—Ya lo creo —masculló ella, dirigiéndole una sonrisa venenosa.
Nick ni siquiera se volvió a mirarla.
—¿De qué diablos va todo esto? —le preguntó Selena cuando se hubieron
marchado, y su madre y Taylor charlaban sentados sobre la marcha del rancho.
—Es ese tipo del que te hablé —gimió Miley mirando por la ventana—, el
que no hace más que perseguirme.
— ¡Cielos, ya recuerdo! —exclamó Selena—, ¡es aquel que fue a la facultad
a darte la lata! Pero, ¿cómo puede ser que conozca a mi hermano?
Miley se encogió de hombros
—Una desgraciada coincidencia, supongo — farfulló—. Oh, Selena, ¿qué voy a
hacer? AhoraNick creerá que hay algo entre nosotros, y sólo Dios sabe qué
cosas horribles le habrá dicho de mí.
Selena estaba empezando a unir piezas en su cabeza: el rubor de las
mejillas de Miley cuando había llegado de su paseo a caballo con su hermano, la
expresión inusualmente tierna en los ojos de él, los labios algo hinchados de
su amiga, las agujas de pino en su cabello..., de pronto todo encajaba.
— ¿Qué habéis estado haciendo en el bosque aparte de debatir acerca de la
economía mundial? — le preguntó irónica.
Miley se sonrojó profusamente, dando a su amiga la respuesta que quería.
—Ya entiendo —dijo Selena riéndose—. Ahora comprendo por qué Nick ha
estado tan insoportable últimamente —murmuró con aire pensativo—. Es más, mamá
dice que lleva así desde Semana Santa. Entonces pasó algo entre vosotros, ¿no
es verdad?, Después de que le tirarás ese cubo de pienso. Oh, Miley... —le dijo
emocionada con los ojos brillantes —, ¡si supieras cuántas veces he soñado con
que pudiéramos ser cuñadas algún día...!
—No digas bobadas —protestó Miley azorada—. Y no quiero que le digas nada
de esto a nadie: prométemelo, Selena.
Su amiga dejó escapar un largo suspiro.
—Está bien, está bien... —farfulló a regañadientes—: te lo prometo. Pero
sí que sientes algo por él, ¿no es verdad?
Miley bajó la vista.
—Sí —admitió en un murmullo apenas audible.
—¿Y mi hermano? —inquirió Selena.
Miley se encogió de hombros.
—¿Quién sabe lo que piensa o siente Nick? De todos modos ya no importa.
Siempre ha pensado lo peor de mí, y las mentiras de Liam no han hecho sino
aumentar su mala opinión de mí.
—Pero, ¿por qué iba a creer esas mentiras viniendo de alguien como Liam?
—repuso Selena frunciendo el ceño—. Yo creo que es lo bastante inteligente como
para reconocer un caso de celos y orgullo herido cuando lo ve. Si lo que Liam busca es vengarse de ti, Nick se dará cuenta.
—¿Eso crees? —contestó Miley escéptica, meneando la cabeza.
—Pues claro, mujer. Anda, vamos a la cocina a hacer algo de comer —le
dijo Selena—. Um... mamá, vamos a preparar el almuerzo —le dijo a la señora Jonas.—Lo sigo, señora Jonas.
Soltó a Miley, y le dijo antes de ir tras Nick por el pasillo:
—¿Necesitáis que os eche una mano? —se ofreció la mujer.
—Oh, no, no, no te preocupes. Sigue charlando con Taylor —le dijo su
hija, lanzando una mirada significativa a su enamorado, que se sonrojó un
poco—. No tardaremos nada.
—¿A qué venía esa mirada? —le preguntó Miley en un susurro mientras se
dirigían a la cocina. Selena inspiró profundamente.
—Es que... Taylor va a pedirle consejo sobre cómo abordar a Nick.
Quiere... quiere casarse conmigo —balbució—. ¡Oh, Miley, quiere casarse
conmigo! —repitió cerrando los ojos, como si hubiera recibido la mayor de las
bendiciones.
—Si puedo ser de alguna ayuda no dudes en pedirme lo que quieras.
—Gracias —murmuró Selena—. La verdad es que me hará falta toda la ayuda
que pueda conseguir. Sé que Nick dirá que soy demasiado joven, que Taylor no
podrá darme la clase de vida a la que estoy acostumbrada, que no me haré a
tener menos comodidades... ¡Pero yo lo amo! —exclamó obstinadamente—, y haré lo
que sea por pasar el resto de mi vida a su lado, aunque tenga que sacar agua de
un pozo o confeccionarme mi propia ropa. Quiero envejecer junto a él, ¡y voy a
luchar por ello, ya lo verás!
—Te creo —aseguró Teddi entre risas. Era muy parecida a Nick en ese
sentido, y estaba segura de que si alguien podía hacerle frente, era ella.
Nick le dijo a Selena que Hemsworth y él estaban muy ocupados, y le pidió
que les llevara simplemente unos sandwiches para almorzar, así que Miley se vio
ahorrada una más que segura confrontación, pero nada la salvó de la que tuvo
lugar durante la cena.
Liam estaba sentado frente a ella, y le sonreía como un sátiro, mientras
Nick la miraba furibundo desde la cabecera de la mesa.
—Creía que estarías trabajando este verano, Miley —murmuró Liam rompiendo el tenso silencio—. De hecho por ese motivo pedí que me asignaran
alguna auditoría en Nueva York.
Miley lo miró con frialdad.
—¿No me digas? —masculló, detestándolo por lo que le había hecho a su ya
de por sí frágil relación con Nick—. Pensé que te había dejado claro que cuando
estoy trabajando no tengo tiempo para salidas nocturnas.
—Oh, vamos, nena, no me vengas con esas —se rió el muy canalla. Sus ojos
adquirieron una expresión calculadora al notar que Nick estaba escuchándolos
muy interesado—. ¡Si no hay un sólo club nocturno de la ciudad donde no te
conozcan...!
Miley frunció las cejas y apretó la mandíbula.
— ¡Eso no es cierto! —le gritó.
—Bueno, no te pongas así, no pensé que te molestara tanto que se supiera
—contestó Liam, fingiéndose aturdido—. Además, en el fondo ha sido mejor que
no me mandaran a Nueva York como pedí —añadió en un tono desmoralizado—. La
verdad es que no puedo competir con la clase de hombres con los que sales. Soy
un simple currante, no un magnate.
Los dedos de Miley estrujaron la servilleta sobre su regazo, y por un instante
consideró el arrojarle su plato del
postre a la cabeza. Podía leer la burla en sus ojos. Liam sabía muy bien lo
que estaba haciendo, y Miley comprendió de inmediato que su primera impresión
había sido correcta: quería crucificarla por haberlo herido en su orgullo al
rechazarlo una y otra vez. Si no podía tenerla, se aseguraría que ningún otro
la tuviera, y Nick menos que nadie.
—No necesito salir con hombres ricos —le espetó.
— Mira, Miley, no estoy juzgándote —repuso Liam—, es perfectamente
comprensible. No tienes por qué fingir. Dilly no te da un centavo para tu
educación, y tienes que sacar el dinero de algún sitio.
Estaba plantando las semillas de la discordia, y estaban cayendo en suelo
fértil: la prejuiciosa percepción de Nick, ya distorsionada por sus mentiras.
—Con mis trabajos gano lo bastante como para mantenerme por mí misma
—insistió Miley.
—Bueno, eso desde luego debe ser cierto si estás tomándote libre todo el
verano... —concedió Liam— menos que hayas venido con intención de pescar un «pez»
mayor... —insinuó, lanzando una mirada furtiva a Nick.
La expresión del ranchero era de pura furia.
Con un esfuerzo titánico, Miley se llevó la taza de café a los labios,
conteniendo a duras penas las lágrimas. Era como si Liam le estuviera haciendo
pequeños cortes con un cuchillo invisible, y nadie pudiera ver las heridas.
Nick se levantó, arrojando la servilleta arrugada sobre la mesa.
—Si ha terminado, Hemsworth, deberíamos volver al trabajo —le dijo en un
tono odiosamente despreocupado, como si no lo afectara nada lo que había oído.
Miley lo observó salir del comedor seguido de Liam, que se volvió justo
antes de llegar a la puerta, con una sonrisa triunfal. La luz se extinguió de
los ojos de la joven, y de su alma, porque supo en ese momento que Nick lo
había creído. Había sido un error ocultarle que su tía no la ayudaba
económicamente, porque ahora, al haberse enterado por Liam, llegaría a la
conclusión de que efectivamente necesitaba dinero, y de que había estaba
intentando tenderle una trampa, sobre todo a la vista de su flirteo en Semana
Santa. Y lo peor de todo era que no había nada que ella pudiera decir en su
defensa, porque después de lo que acababa de oír, estaría convencido de que era
una mentirosa. Probablemente incluso estaría empezando a pensar que su
inocencia virginal era sólo fingida, y que lo que perseguía era arrastrarlo al
altar. Las lágrimas se agolparon en sus ojos castaños, enturbiando su mirada, y
tuvo que pestañear para contenerlas.
— ¡Qué... qué caliente está el café! —dijo riéndose, esperando poder
ocultar con eso el motivo real de que le lloraran los ojos.
Pero a Selena no podía engañarla.
—Propongo que entremos en el estudio y le echemos al señor Hemsworth el
contenido de la cafetera por la cabeza —sugirió—. ¡Menuda sabandija! ¡Y el
zopenco de mi hermano, ahí sentado, mirándote como si creyera todas esas
patrañas!
—Apoyo la moción de ir a echarle el café encima —dijo su madre. Era la
primera vez que Miley la veía enfadada—. Y lo pondré en la habitación de
invitados verde —añadió con una sonrisa maliciosa— el colchón de la cama está
lleno de bultos.
—En ese caso iré a buscar unas cuantas piedras para ponerlas entre el
somier y el colchón — dijo Miley, esbozando una débil sonrisa—, para que esté
más «cómodo». Hasta luego.
Salió alicaída del comedor, y los ojos de madre e hija la siguieron
entristecidos y preocupados.
Miley estaba esperando que Nick fuera a pedirle explicaciones antes o
después, y, en efecto, media hora más tarde salía al porche, donde la encontró
sentada a la pálida luz de la luna.
— Hemsworth me había hablado de lo buenos «amigos» que sois —la atacó
burlón, quedándose de pie frente a ella—, pero hasta hoy no había sabido si
creerlo.
—Y supongo que su actuación de esta noche ha acabado por convencerte
—farfulló Miley.
—¿Cómo dices?
—Da igual, déjalo —murmuró ella, poniéndose de pie y dándole la espalda—.
No es cierto que antes no lo creyeras, y sus palabras de esta noche sólo han
reafirmado la «maravillosa» opinión que tenías de mí.
—¿No vas a decir nada en tu defensa? —la desafió Nick.
—No —respondió Miley ásperamente—, no creo que supusiera ninguna
diferencia.
Nick observó la rigidez de su espalda, y una sombra de duda cruzó por sus
ojos, pero ella no pudo verla.
—Debes estarle muy agradecido a Liam: te ha salvado de mí justo a tiempo
—le dijo ella, mirándolo por encima del hombro y con los brazos cruzados—. El
bueno de Liam... es un verdadero caballero.
Nick se quedó callado un momento.
—Dime, ¿qué más cosas me has ocultado? ¿También era fingida tu supuesta inocencia?
—le preguntó con frialdad.
Miley había esperado aquella pregunta, y estaba preparada para
responderla. Si lo que quería eran mentiras, las tendría.
—Sí, Nick, todo ha sido mentira, todo —masculló irritada, volviéndose
hacia él con el corazón hecho añicos—. ¿No es eso lo que quieres creer? Al fin
y al cabo tú nunca te equivocas, y menos con las mujeres —le recordó, usando
sus propias palabras—. No quiero romper tus cuadriculados esquemas. Y entró en la casa dejándolo allí plantado. ¿De qué le habría servido
contradecir a Liam? De nada, se respondió, tratando de consolarse..
Hola Como estan?... espero qe muy bien y qe les guste el capi... hoy solo sera uno de cada nove... saludos
ME ENCANTO!!!!!!!!!!!!! ESTUVO BUENISIMO!!! SEGUILA PORFIS!!!! ESPERO EL SIGUIENTE CON DESESPERACION JAJA, BESOTES
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