domingo, 9 de diciembre de 2012

Irresistibly Charming cap.15


–Miley, por el amor de Dios –dijo Nick, golpeando la puerta del baño–. ¿Por qué estás tardando tanto?
Había vuelto a la habitación a las seis y media y se había encontrado a Miley sentada en mitad de la cama, hablando con alguien por teléfono. Había asumido que era una amiga, una tal Demi, por la manera de hablar.
Nada le perturbaba más que las mujeres hablando por teléfono. Si las mujeres fueran tan directas como los hombres, entonces el mundo sería un lugar mucho más sencillo en el que vivir y la vida no sería tan complicada.
Miley había interrumpido su conversación para decirle que usara el baño primero y así lo había hecho, algo molesto por su falta de atención en él. Debería haberse alegrado de que dejara de mirarlo como si fuera un postre.
Se había duchado y afeitado de mal humor. Incluso se había cortado con la cuchilla, algo que hacía años que no le ocurría. También se había olvidado de llevarse la ropa, lo que le había obligado a salir del baño con la toalla alrededor de la cintura. Nick sabía que tenía un buen cuerpo, pero ¿qué había hecho Miley?
nada, no se había dignado a mirar en su dirección. En vez de eso, había tomado su ropa y se había cruzado con él de camino al baño, sin detenerse a mirar su pecho desnudo.
El ego masculino de Nick se había visto tan afectado que casi había
decidido abandonar su resolución de mantener las manos lejos de ella. Llevaba más de diez minutos imaginando lo que le haría cuando saliera del baño. Primero, la besaría hasta hacerla gemir. Luego, cuando se hubiera entregado a él, la tomaría en sus brazos y la llevaría hasta la cama.
Por desgracia, el paso del tiempo echaba a perder las mejores fantasías a la vez que aumentaba su impaciencia. Por ese motivo, después de que Miley llevara cuarenta minutos encerrada, Nick había empezado a llamar a la puerta.
–Dolly nos pidió que bajáramos a las siete y media para tomar el
aperitivo –dijo Nick.
–Me está costando arreglarme el pelo. ¿Por qué no bajas y me disculpas?
Bajaré en cuanto pueda.
–De acuerdo –dijo Nick, convencido de que una copa relajaría su
temperamento.
Miley suspiró aliviada al oír la puerta del dormitorio cerrarse.
No había tenido ningún problema arreglándose el pelo ni el maquillaje.
Llevaba ya un rato lista, pero no había tenido el coraje de salir del baño y enfrentarse a Nick con su vestido nuevo y sus zapatos.
Lo cual era una locura. Era lo que quería, ¿no?
Quería ver cómo se le oscurecía la mirada de deseo por ella, quería estar sexy para él.
Y lo estaba.
Demi le había dado instrucciones por teléfono sobre cómo comportarse si quería tener sexo esa noche.
Tenía que dejarse el pelo suelto, maquillarse los ojos y pintarse de rojo los labios. Y nada de ocultar el escote.
Miley había seguido todas las sugerencias y el resultado era espectacular.
No podía creer que era ella la que estaba al otro lado del espejo. Tampoco podía creer que Demi la hubiera animado a acostarse con un hombre como Nick.
Cuando Miley le había contado lo que había pasado hasta el momento, Demi se había sorprendido. Pero no porque Nick la hubiera besado, sino por haber dado un paso atrás.
–¡No lo entiendo! –había exclamado–. No tiene sentido y menos aún si ya ha cortado con su novia.
Miley le había explicado que tenía por norma no acostarse con mujeres con las que trabajaba. No le había contado a Demi la aventura que Nick había tenido con una clienta, puesto que había sido una confidencia que le había hecho.
–Pero no quieres salir con él, lo único que quieres es pasar una noche con él –le había dicho Demi con una nota de desesperación en su voz–. ¿No es así?
–Sí, claro.
–En ese caso, esto es lo que tienes que hacer…
A partir de ese momento, Demi le había dado un listado de instrucciones sobre cómo debía arreglarse y comportarse, sobre todo cuando volvieran a la habitación al final de la noche.
Miley se había estado riendo ante sus sugerencias cuando Nick había vuelto a la habitación. Entonces se había dado cuenta de que una cosa era hablar de técnicas de seducción por teléfono y otra ponerlas en práctica. Pero sabía que solo tendría esa oportunidad.
Así que en cuanto él había salido del baño, se había metido para poner distancia entre el objeto de su deseo y ella. Más tarde, después de que él saliera cubierto con tan solo una toalla, había mantenido la mirada desviada de aquel estupendo cuerpo masculino y había seguido el consejo de Demi de actuar con frialdad e indiferencia ante sus encantos.
–Tu abuela tiene razón –le había dicho Demi antes–. Hacerte la dura es lo mejor. En cuanto te vea con ese vestido y esos zapatos, no tendrás mucho más que hacer. Pero si se resiste, tendrás que tener un plan B.
El plan B implicaba hacer un striptease.
Miley tragó saliva al imaginarse ese último consejo de su amiga. No estaba segura de poder hacerlo. Con un poco de suerte, no haría falta. En ese momento, ni siquiera se atrevía a bajar.
Todo el mundo se sorprendería al verla, no solo Nick.
No estaban acostumbrados a verla vestida de aquella manera.
Ella tampoco. Hacía años que no enseñaba el escote, años desde que había pasado la noche en brazos de un hombre.
Miley frunció el ceño y reconoció que nunca se había sentido como se sentía en aquel momento. El pensar con lógica se había vuelto difícil desde que Nick la besara esa tarde. Su mente se había concentrado en un propósito:
Conseguir que le hiciera el amor esa noche.
¿De veras quería que le «hiciera el amor»? Eso conllevaba una vinculación emocional con un hombre.
Solo una estúpida se enamoraría de Nick Jonas.
«Así que dilo de otra manera, Miley Cyrus. Lo que quieres es tener sexo con él. Eso es todo. Y una vez que termine el fin de semana, no querrás volver a verlo».

–Nick, ve a ver qué es lo que está entreteniendo a esa chica –dijo Bill cuando dieron las ocho menos diez sin que Miley hubiera bajado.
Nick llevaba veinte minutos en el elegante salón, hablando con el primo de Miley y su atractiva esposa rubia y bebiendo una copa de whisky. La abuela de Miley no los acompañaba, pero se uniría a ellos para la cena según le habían dicho. Se le había pasado el enfado con la ausencia de Miley, pero parecía que su respiro iba a terminarse.
–Probablemente siga arreglándose el pelo –dijo, repitiendo la excusa que ella había puesto para no bajar con él a las siete y media.
–Sí, bueno, Dolly anunció que la cena iba a ser servida a las ocho –dijo Bill–. Y cuando Dolly dice a las ocho, es a las ocho.
Nick sabía que Miley no quería ofender a su tía ni a nadie de su familia.
Se suponía que ese fin de semana iba a impresionarlos.
–Iré a buscarla –dijo y cruzó la doble puerta que daba al pasillo.
Estaba llegando a la escalera cuando Miley apareció arriba. No pudo evitar quedarse mirándola. Luego maldijo entre dientes.
–Será mejor que bajes enseguida. Tu familia se está impacientando.
«Y yo también», pensó mientras la veía bajar la escalera.
Nadie la hubiera reconocido como la misma persona que aparecía cada viernes en su oficina. Al recogerla esa tarde, había pensado que estaba muy guapa, pero aquello era diferente.
Estaba impresionantemente guapa con aquel vestido corto rojo y aquellos
increíbles zapatos. No sabía en qué fijarse, si en su escote o en sus bonitas piernas. No queriendo incomodarla, la miró a la cara.
Parecía una artista de los años cuarenta o cincuenta con el pelo ondulado cayéndole sobe su nuca desnuda.
Había habido momentos en la vida de Nick en que se había arrepentido de lo que había hecho. Suponía que todo el mundo tenía cosas de las que se arrepentía.
En aquel momento, él se estaba arrepintiendo de haberle dicho a Miley que esa noche dormiría en el suelo.
–Creo que cometí un error pidiéndote que te compraras un vestido rojo – dijo cuando Miley terminó de bajar la escalera.
–¿No te gusta?
–Sabes muy bien que sí. Estás espectacular.
–Gracias –dijo Miley–. Tú también estás muy guapo.
–¿Con esto?
No era la primera vez que Miley lo veía con chaqueta y corbata.
Normalmente llevaba un traje negro, con camisa blanca y corbata gris o azul. Esa noche combinaba una chaqueta gris con una camisa de seda en color burdeos y una corbata de rayas burdeos y plateadas.
Parecía el hombre más irresistible de la tierra.
De repente, Miley se preguntó cuántos amantes habría tenido.
Probablemente cientos. Ella apenas dos.
Pero no iba a humillarse por conseguir que fueran tres. Al menos, eso esperaba.
¿Estaba segura de que no la rechazaría? Podía ver el deseo en sus ojos.
Lo único que tenía que hacer era convencerlo de que no era tan frágil como él suponía.
–Nick –dijo bruscamente cuando él se detuvo para abrir la puerta.
–¿Qué? –replicó él impaciente.
Miley tragó el nudo que se le había hecho en la garganta.
–Yo… no quiero que duermas en el suelo esta noche –dijo e intentó no sonrojarse, aunque no lo consiguió.
Nick entrecerró los ojos mientras la recorría con la mirada una vez más.
–Entiendo.
Miley se preguntó qué sería lo que entendía.
–¿Así que lo de ahí arriba ha sido una farsa? –continuó Nick.
–Sí –admitió y volvió a ruborizarse.
–No tienes por qué avergonzarte. Me siento halagado de que te importe tanto como para molestarte en hacer esos números. Sé que no es tu estilo. Aunque sinceramente, preferiría que fueras directa conmigo. Odio el engaño y la hipocresía. No hay nada malo con querer tener sexo, Miley, siempre y cuando no hagas un mundo de ello. ¿Estás segura de que es algo que quieras hacer? Piénsalo durante la cena y hablaremos más tarde, ¿de acuerdo?
Evidentemente, no esperaba una respuesta. Nick abrió la puerta, la tomó del codo y entró con ella en el comedor.
La cena fue un éxito. Todo el mundo pensó que estaba fantástica, incluso la tía Dolly. La comida estaba muy buena, el vino fue excelente y la conversación entretenida. Aunque Miley no habló demasiado, nadie pareció reparar en ello. Una vez dejaron de felicitarla por su aspecto, la atención recayó en Nick. Shane y Bill
lo bombardearon con preguntas sobre su carrera como futbolista. Jane parecía contenta solo de estar allí sentada contemplando a la pareja frente a ella.
Miley no estaba menos contenta. No pudo dejar de pensar en lo que Nick le había dicho. ¿Y si finalmente la rechazaba? ¿y si dormía en el suelo, dejándola en aquella enorme cama sola? apenas podía soportar seguir sentada en aquella mesa, escuchando las tonterías que decían y alargando la cena. ¿No se daban cuenta de que quería terminar cuanto antes? Tenía que saber qué era lo que iba a pasar. La incertidumbre la estaba matando.






Holaa!!!! Niñass!!!!
aki la mala de  Michelle reportandose 
sorry si ultimamente no e subido he tenido una semana de locos
asi contandoles de rapidito uno de mis primos se caso y ahi anduve en vueltas y asi y ayer fue la boda y todo y entre otras cosas como siempre el TRABAJO que poes doy gracias por tenerlo pero aveces no me da chance asi de nada.... entre otras cositass jiji
bueno esto es lo que subo por el hoy hare lo posible por esta semana hace lo mismo con las demas noves 
esperoo comenten asi mucho muchoooote !!!
las AMODORO de aqui al infinito y mas haya!!!!

3 comentarios:

  1. uff muy buena espero qe subad pronto mas capis. me qede cn la intriga :$ SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO SIGUELA PRONTO

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  2. esta padrisima!!!!!! no puedo esperar a ver que pasa despues de esto.

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  3. me encanto amiga !!
    esta buenisiisisma esta nove
    te quiero besitos :3♥

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