sábado, 1 de diciembre de 2012

The Last Nigh Cap.9


–Oh. Hola, mamá.
Bueno, no se alegraba tanto. Su madre no hacía más que vigilarla últimamente y era la última persona con la que quería hablar sobre Kevin. Sobre todo, después de lo que había pasado entre ellos esa noche. Desde que había decidido divorciarse de Kevin, su madre la había estado apoyando en exceso.
–¿Ha firmado los papeles ya? –preguntó su madre.
Danielle hizo una mueca. Su madre siempre iba directa al grano. No podía contarle la verdad, que Kevin la había chantajeado para que durmiera con él antes de firmar los documentos del divorcio.
–No, mamá. Todavía, no. Pero hemos tenido…una reunión esta noche. Kevin piensa cooperar.
–Pero, cariño, no entiendo dónde está el problema. No estás pidiendo demasiado. La verdad es que estás siendo bastante justa en tus peticiones en el acuerdo de divorcio. ¿A qué hay que esperar?
¿A qué había que esperar?, pensó Danielle. Ella tampoco sabía qué sentido tenía que se quedara dos semanas más en Somerset, pero tenía que inventarse algo para tranquilizar a su madre.
–Bueno, es que Kevin está muy ocupado.
–No ha cambiado –observó su madre con tono amargo–. Es igual que tu padre.
Danielle tragó saliva antes de seguir hablando.
–Mamá, tú sabes que me gustaba vivir en Somerset. Quiero retomar algunas amistades mientras estoy aquí. Me voy a tomar unas pequeñas vacaciones.
–Querida, relajarse en una casa de campo en Siena son vacaciones, no quedarte allí para suplicar a tu marido que te dé el divorcio. Estoy preocupada por ti, Danielle. Tú sola en Dallas te las has
arreglado muy bien. 
–También aquí fui feliz, mamá, hace tiempo.
Su madre se quedó en silencio y Danielle supo lo que pensaba. No podía culparla por ser protectora. Había sufrido mucho con la separación. Había amado a Kevin de veras y a ninguna madre le gustaba ver sufrir a su hija. Ella lo entendía.
–Lo sé, cariño, por eso es mejor terminarlo cuanto antes. Ya llevas arrastrándolo durante bastante tiempo.
–Estoy de acuerdo contigo, mamá. Y volveré a
Dallas en cuanto pueda. 
–Bueno, bien. Espero verte en casa pronto. Te quiero, cariño.
–Y yo a ti también.
Danielle colgó y respiró hondo, agradecida porque la conversación no hubiera durado demasiado. 
Cuando el teléfono sonó de nuevo, Danielle lo dejó sonar cuatro veces. Ya había hablado bastante ese día. Lo único que quería era irse a la cama y dormir.
Pero le pudo la curiosidad. Descolgó el auricular, esperando que no fuera su madre otra vez, con más consejos que darle.
–¿Hola?
–Hola, pequeña –la saludó Kevin con voz profunda–. ¿Qué estás haciendo?
–Me estoy quitando… Esto… me estoy preparando para dormir.
–¿Sí? Yo, también. Acabo de salir de la ducha.
La imagen mental de Kevin mojado y llevando sólo una pequeña toalla la asaltó. Se quedó sin respiración un momento, esperando que él no se diera cuenta al otro lado de línea.
Danielle se aclaró la garganta.
–¿Qué te pones para ir a la cama? –preguntó Kevin.
Era una pregunta demasiado audaz y Danielle rió.
–¿Te gustaría saberlo?
–Sí, Dani –repuso él con sinceridad.
–Nada.
Kevin dejó escapar un sensual gemido.
–No demasiado, quiero decir –continuó ella–. Sólo llevo una vieja camiseta de Luces de Baile.
–Puedo imaginarte con ella.
–Kevin, ¿por qué llamas tan tarde?
–Lo he pasado muy bien esta noche, Danielle. Sólo quería que lo supieras.
Ella se mordió el labio inferior y cerró los ojos, pero no pudo sacarse de la cabeza el recuerdo de cómo Kevin la había besado esa noche, cómo le había lamido los pechos, cómo la había mirado
con deseo mientras le había quitado la blusa.
–Gracias –dijo ella e hizo una pausa–. Ha sido una noche agradable. Me gustó montar a Atrapasueños.
–Sí, pensé que te gustaría.
–¿Por qué eres tan amable conmigo? –le espetó Danielle. No podía comprender sus motivos–. Nuestro matrimonio ha llegado a su fin.
Kevin no se lo pensó dos veces a la hora de responder.
–Sí, pero no hay razón para no ser amigos, Danielle.
No hay por qué terminar mal.
–Los matrimonios no suelen terminar muy felizmente, cariño.
Kevin se quedó un momento en silencio y Danielle se dio cuenta de que, sin pensar, lo había llamado «cariño».
–El nuestro podría ser diferente y acabar bien –señaló Kevin–. Bueno, ¿me imaginas mojado con sólo una toalla o no?
Danielle soltó un grito sofocado y rió. Kevin la había descubierto, pero prefería morir antes de admitirlo.
–Ya veo que, después de todo, no has perdido tu sentido del humor, Kevin.
–He perdido muchas cosas, Danielle –repuso él. Su buen humor, de pronto, se desvaneció–. Pero no mi sentido del humor.
Danielle no quiso ahondar en el tono serio con que él había empezado a hablar. De pronto, el pánico hizo presa en ella y buscó una salida.
–Kevin, tengo que irme a la cama.
–Sí, yo también. Duerme bien, pequeña. Que tengas felices sueños.
Danielle le dio también las buenas noches, de forma escueta. Sabía bien con lo que iba a soñar.
Malos o buenos, estaba segura de que sus sueños serían con Kevin.
Llevando nada más que una pequeña toalla.


capis Kenielle  dedicados a todas las que les gusta esta pareja 
en especial ami amada amiga Mari♥ 
las amooo niñass!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario