El sol empezó a ponerse. El jardín ya estaba en sombras y era difícil ver la expresión de Joe. Pero aunque no pudiera ver adónde miraban sus ojos, Demi podía sentirlos sobre la piel.
Se frotó el anillo que llevaba puesto.
–Vaya pedrusco –exclamó Nick. –¿Significa algo? –preguntó, sonriente.
Demi le habló de Wilmer. Trató de no dar demasiadas explicaciones, pero sentía que tenía que dejarle bien claro a Joe que estaba enamorada de otro hombre. Nick escuchaba con atención, sonreía…
–No está aquí, ¿no?
–Está aquí –Demi parpadeó y entonces se tocó el corazón.
–Pues tráetelo –Nick asintió y estiró los brazos por encima de la cabeza.
–¿Qué?
–Había pensado que podíamos salir un rato. Tiene que haber vida nocturna por aquí –miró a Joe.
Este se encogió de hombros con indiferencia. Nick le miró durante unos segundos y entonces se escurrió hasta el final de la silla.
–Claro que la hay –añadió con seguridad y se puso en pie. Miró a Demi–. Vente conmigo –le dijo, invitándola–. Sálvame de las tigresas de Balboa. Joe puede quedarse con el niño.
–Gracias –dijo Demi–. Pero tengo que cuidar de Harry.
–Joe es un canguro genial –dijo Nick, insistiendo–. Cuidó de mí cuando era niño.
–Y todavía lo hago.
–¿Estás segura…? –Nick se rio, pero no dejó de mirar a Demi ni un
segundo.
–Muy segura. Pero, gracias –Demi asintió, sin mirar a Joe.
–Qué pena –dijo Nick, recogiendo platos y condimentos.
–Gracias por la cena. Tengo que llevarme a Harry a la cama, pero primero os ayudo con los platos –Demi también se puso en pie y empezó a ayudarle a recoger.
Eran las primeras palabras que le había dirigido a Joe desde antes de la cena. Él levantó la vista hacia ella y entonces se puso en pie lentamente. Demi sintió que se le cortaba el aliento. Sus miradas se encontraron.
–Déjalo. Harry tiene que acostarse –mientras hablaba, quitó a Harry de la silla, lo tomó en brazos y lo llevó a la casa.
Una vez allí, le lavó la cara, las manos y el pelo. Demi fue detrás en silencio, llevando los últimos platos.
–Ponlos en la mesa. Yo me ocupo –dijo Joe, mientras secaba a Harry.
Después le hizo cosquillas y muecas–. Te veo mañana, chiquitín –hizo una pausa y entonces, de repente, puso al niño en los brazos de Demi–. Buenas noches.
No podría haberle dejado más claro que la estaba echando de allí. Un momento después le abrió la puerta y esperó a que saliera. Cat agarró a Harry con tanta fuerza que el niño empezó a retorcerse y soltó un gritito de protesta. Demi aflojó los brazos de inmediato.
–Buenas noches, entonces –dijo en un tono de pocos amigos y pasó por delante de él sin siquiera mirarle a la cara. No necesitaba mirarle. Él estaba tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo al pasar–. Gracias por la cena – añadió.
Nadie podría decir que había olvidado sus modales. Iba por la mitad del patio cuando la puerta se cerró. Un segundo después oyó que Joe le decía algo a Nick.
–Podemos ir a Tino’s si quieres conocer mujeres –le dijo, gritando.
Tino’s estaba lleno de gente. Incluso en un día entre semana, el ruido era ensordecedor. El local estaba abarrotado y la gente bebía sin parar. Nick se abrió paso entre la multitud, dirigiéndose hacia la barra.
–Yo buscó las cervezas.
Joe le dejó ir. Se apoyó contra la pared, justo al lado de la puerta, y
metió las manos en los bolsillos. En otra época solía pasar casi todas las noches allí, o en algún otro de los garitos de moda de la ciudad. Entró por fin y se preguntó si aguantaría siquiera a que Nick regresara con las bebidas. Miró a su alrededor… La misma vieja historia de siempre… Las chicas, exhibiéndose, y los chicos al acecho… De repente entendió por qué le gustaba más quedarse en su tienda, con la sierra y la lija, haciendo muebles. Se sentía viejo. Y también molesto. Nick se abría camino entre la gente, cervezas en mano, e iba directo hacia una chica que no parecía mucho mayor que Harry… Joe apretó los dientes. No por la chica, sino por Nick. Llevaba toda la tarde enfadado, desde el mismo momento en que había abierto la puerta y se había encontrado con su querido primo.
–Hola –Nick le había dicho–. ¿Me recuerdas?
Joe hubiera querido decir que no.
–La tía Malena me dijo que te había enviado un correo –le había dicho Nick al ver que él no reaccionaba–. Bueno, supongo que puedo dormir en una esquina por aquí –había añadido, al ver que Joe no tenía intención de invitarle a pasar.
Se había tentado de hacerlo. No quería dejar a nadie en la calle, pero lo que no soportaba era que su familia siempre diera por hecho que podía presentarse en su casa cuando quisiera. Era por eso que no quería más familia.
No necesitaba más gente haciéndole la vida imposible. Además, esa noche tenía otros planes. Se suponía que iba a cenar con Demi.
Habían cenado juntos, pero esa no había sido la velada que había
imaginado. Ella se había pasado todo el tiempo hablando con Nick. Y su primo se había pasado toda la comida flirteando con ella. Y entonces Nick la había invitado a salir…
Joe había sentido ganas de agarrar a su primo por el cuello, pero no
quería pensar en los motivos que le habían hecho sentir eso. Ella estaba prometida. No podía salir con nadie, y mucho menos con su primo mujeriego.
Encogió los hombros, trató de estirarse un poco contra la pared. El sitio estaba repleto de chicas guapas. Una de ellas, parada cerca de la barra, era pelirroja, igual que Demi, aunque tenía el cabello un poco más oscuro. Y había otras dos que tenían las mismas piernas largas, la misma figura esbelta…
Pero no hacía más que recordar cómo la había visto la noche anterior, en camiseta y braguitas…
Recordaba cómo había reaccionado su propio cuerpo, cómo reaccionaba cada vez que estaba cerca de Demi Lovato.
Irritado, se apartó de la pared.
Nick se había parado a mitad de camino y le había dado una de las cervezas a la chica.
De repente Joe sintió una mano suave sobre el brazo. Se dio la vuelta.
Era una morena sonriente que batía las pestañas sin cesar.
–Hola, soy Marnie. ¿Estás de paso por aquí?
–Algo así –dijo Joe.
–Yo también –se acercó más y se rozó un poco contra él–. Vámonos de aquí –sugirió, mirándole con unos ojos azules luminosos.
–Gracias, pero tengo que irme –sin mirar atrás, dio media vuelta y salió por la puerta.
Volvió a pie a la casa, caminando por la acera que daba a la orilla del mar.
Todo estaba tranquilo, en silencio… Nada que ver con el bullicio de las calles comerciales. Podía oír las olas rompiendo contra la costa y a lo lejos podía ver una boya, flotando en el agua. Se oía el ruido de los motores de uno de los últimos aviones que despegaban del aeropuerto de John Wayne esa tarde. Había dado ese paseo con muchas mujeres. Pero en el silencio de la noche solo los recuerdos
de una de ellas le acompañaban. Y esos recuerdos le ponían nervioso, ansioso…
Se fue a casa y se puso a trabajar en la estantería de libros para el abogado. Trató de perderse en el trabajo… Al final se rindió y se fue a la cama. Se acostó boca arriba y cerró los ojos para no mirar por la ventana hacia el apartamento del garaje. Trató de no pensar en la mujer que estaba allí… El reloj marcó la una de la madrugada. La una se convirtió en las dos. Y aún seguía despierto. De repente
oyó unos golpecitos sigilosos en la puerta de atrás. Seguramente Tino’s había cerrado ya y Nick debía de haber olvidado la llave.
Joe soltó el aliento, contó hasta tres y se levantó de la cama. Encendió la luz y abrió la puerta de par en par.
–Siento molestarte –dijo Demi.
Omg Joe esta celoso de Nick porque quiere con demi me encanto síguela saludos
ResponderEliminaraawww me encanto yo creo que alguien esta celosos aw me encanto!!!!
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