domingo, 9 de diciembre de 2012

Irresistibly Charming cap.13




No tardó mucho en empezar a hacer suposiciones. Si Nick fuera su
hombre ideal, si sus besos significaran algo para él, si no estuviera tratando de aprovecharse de la situación para acostarse con ella a la vez que tenía novia…
Demi había estado en lo cierto, admitió Miley en su corazón. Pero incluso al admitirlo, le costaba ignorar el hecho de que no solo había disfrutado de los besos sino que quería más. Quería más de todo lo que un hombre como Nick tenía que ofrecer.
Debía de ser un buen amante, como evidenciaban sus besos. Salvajemente apasionado, pero tierno y cariñoso a la vez. Brad había sido un amante egoísta e ignorante, despreocupado por su placer.
Mario no había sido mucho mejor. Ninguno de los dos la había besado de la manera en que la había besado Nick, como si fuera un hombre muriéndose de sed en medio del desierto y ella fuera el manantial que iba a devolverle la vida. Al mismo tiempo, ella había reaccionado de una manera como nunca antes lo había hecho.
Miley sabía que, si compartían cama esa noche y trataba de seducirla, acabaría siendo suya.
Aquel pensamiento la impactó. Tenía una novia, ¿no?
Pero eso no cambiaba nada. Por eso la lujuria era uno de los siete pecados capitales. Sacaba el lado más oscuro de la persona, borrando la conciencia en la búsqueda egoísta de los placeres carnales.
En aquel momento, al mirarlo, empezó a quitarle la ropa en su cabeza, imaginándoselo desnudo en la cama.
Su entrepierna sería grande, poderosa y fuerte.
Gritaría cuando la penetrara y gemiría cuando empezara a moverse. Ya podía sentirlo dentro, llenándola y llevándola a sitios en los que nunca antes había estado.
Miley nunca había tenido un orgasmo, pero con Nick lo tendría. De eso estaba segura.
Aquel pensamiento la dejó sin respiración. ¿Qué le estaba ocurriendo?
Gracias a Dios que no estaba enamorada de él, porque si así fuera, estaría perdida.
De repente se dio cuenta de que su abuela le estaba hablando.
–¿Qué has dicho, abuela? –dijo y se llevó la taza a los labios.
–Sugiero que lleves a Nick a dar un paseo por la finca antes de que se haga tarde. La cala se pone muy bonita con la puesta de sol.
–De acuerdo.
–Ven a verme cuando volváis –continuó su abuela–.
Quiero hablar contigo a solas, si a Nick no le importa.
–En absoluto.
–Bill no tardará en llegar a casa –dijo Dolly–.
Todos los sábados por la tarde va a jugar al golf y hoy me ha prometido volver a casa después de jugar.
Llegará poco antes de las cinco, al menos eso fue lo que me dijo. Quizá quieras echar una partida de billar después de cenar, Ryan, si es que juegas al billar.
–Por supuesto que juego.
Jane sonrió.
–Y apuesto a que muy bien también.
Nick sonrió.
–Se me dan muy bien casi todos los deportes y juegos.
¿Sería el sexo un deporte para él? ¿O sería un juego?
–Venga, cariño –dijo Nick poniéndose de pie–. Vamos a dar un paseo antes de que caiga el sol. 
De repente, Miley no quería estar a solas con él y menos aún en la cala, un lugar aislado, apartado de la vista de cualquiera. En cualquier caso, tenía pocas opciones, salvo ponerse de pie y hacer lo que le habían sugerido. Negarse resultaría extraño.
Nick la tomó de la mano, como sabía que haría, y no protestó. Sin duda alguna, daban la imagen de pareja enamorada, bajando colina abajo de la mano.
Pero el amor no tenía nada que ver con lo que Miley sentía en aquel momento.
Trató de decir algo, lo que fuera, pero no pudo. Nick tampoco dijo nada. Al llegar a la línea de árboles que rodeaban la cala, Nick soltó su mano y se giró para mirarla.
–Dime lo que estás pensando.
Respiró hondo y a continuación soltó el aire lentamente, mientras ordenaba sus pensamientos. De ninguna manera iba a decirle lo que de veras estaba pensando. Pero tenía que poner alguna excusa por la manera en que había reaccionado a sus besos.
–Estaba pensando que hace mucho tiempo que no salgo con hombres.
Él frunció el ceño.
–¿Me estás diciendo que es por eso por lo que te ha gustado tanto el beso que te he dado? ¿Porque te sientes sexualmente frustrada?
Ella mantuvo la mirada fría.
–Parece una explicación lógica, ¿no te parece?
–Cierto, pero no puedo decir lo mismo. Yo no he pasado cinco años sin estar con una mujer y te aseguro que me ha gustado mucho besarte, Miley. Quizá Delta tenía razón después de todo. Y tú también.
–¿Sobre qué?
–Dijiste que no conocía a las mujeres tan bien como pensaba. Erica se enfadó mucho cuando le comenté lo que iba a hacer este fin de semana. Me dijo que me gustabas.
–¿De verdad?
–Sí. Me enfadé tanto que corté con ella al instante.
–¿Eso hiciste?
No debía alegrarse por ello, pero no pudo evitarlo.
–Sí. No quise contártelo antes porque pensé que te incomodaría. Pero tenía razón, ¿verdad? Me atraes.
–¿De verdad? 
Estaba más contenta por momentos, hasta que recordó que gustarle a Nick no tenía importancia.
–Sí, de verdad. Pero no es una buena idea que me atraigas, Miley.
–¿Por qué? –preguntó sintiéndose decepcionada.
–Trabajamos juntos y no me gusta salir con compañeras de trabajo.
–Entiendo –dijo sin sonar muy contenta.
–De todas formas, no te gustaría salir con un hombre como yo. No soy lo que buscas ni lo que necesitas.
Miley sacudió la cabeza.
–Ya no estoy segura de lo que busco o de lo que necesito.
–Entonces, déjame que te lo recuerde. Quieres un hombre que te ame, que se case contigo y que te dé hijos. Ese hombre nunca seré yo porque yo no buscó eso.
Miley frunció el ceño. ¿Qué le habría pasado a Nick en el pasado para no querer arriesgarse a sentir algo por alguien? algo tenía que haberle pasado porque no era natural rechazar el amor. Todo el mundo buscaba amar y ser amado.
–¿Y a qué se debe eso? –preguntó sin poder resistirse–. ¿Qué tienes en contra del amor, del matrimonio y de los niños?
–Absolutamente nada, pero no son para mí. Está bien que tengamos esta conversación. Odiaría hacer algo de lo que ambos nos arrepintiéramos. Teniendo en cuenta las circunstancias, será mejor que le pidas a Dolly que me prepare otra habitación.
Miley contuvo la respiración.
–¡Pero no puedo hacer eso!
–¿Por qué no?
–Porque no puedo.
Nick la miró entrecerrando los ojos.
–¿Acaso es tu orgullo el que habla? no me digas que te has sentido atraída por mí todo este tiempo.
–No seas ridículo. Nadie se ha sorprendido más que yo por la manera en que he reaccionado cuando me besaste.
–Yo no diría eso –dijo Nick–. Yo mismo me quedé muy sorprendido. De acuerdo, entonces es un asunto de orgullo. En ese caso, no pediré una habitación separada, pero creo que dormiré en el suelo. Si compartimos cama, no creo que pueda apartar las manos de ti. Demonios, deja de mirarme así.
–¿Cómo te estoy mirando? –preguntó, tratando de parecer inocente.
No quería que durmiera en el suelo y menos aún que apartara las manos de ella.
–No intentes jugar conmigo, Miley. No juegas en mi misma liga. Delta solía decir que era un libertino.
–No creo que seas un libertino –dijo Miley, sintiéndose enfadada con Delta por decir algo tan desagradable–. Un libertino no se preocupa por los sentimientos de los demás. Es evidente que tú te preocupas por los míos al advertirme. Un libertino se aprovecharía de lo que quisiera sin pararse a pensar.
–¿Crees que se aprovecharía de esta situación?
Por un instante, su mirada se volvió tan fría que Miley se estremeció. Pero enseguida apartó la vista y se acercó al borde del acantilado. Ella se quedó mirándolo, sin saber qué decir o hacer, a la espera. Al cabo de unos minutos, el sol desapareció y empezó a refrescar. Él se giró y se acercó a ella.
–Volvamos –dijo él y, una vez más, la tomó de la mano.
Pero no había ningún afecto en su gesto. Se daba cuenta de que estaba enfadado, pero no sabía si con ella o con él mismo.
–Te prometo que no volveré a mirarte así –dijo mientras subían la colina.
–Muy bien. Y yo prometo no volver a besarte.


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