martes, 25 de diciembre de 2012

Irresistibly Charming cap.19


Nick se despertó antes que Miley. Sin pensárselo, se acurrucó contra ella, abrazándola por la espalda. Al instante tuvo una erección, haciendo desaparecer cualquier idea de darle la posibilidad de cambiar de opinión acerca de seguir con su relación sexual. Enseguida empezó a acariciarle los pechos, sacándola de su sueño, y se regodeó con la manera en que empezó a jadear.
Entonces se acordó de que no le quedaban más preservativos.
Maldijo enfadado y se levantó de la cama. Se fue al cuarto de baño y se dio una ducha, quedándose bajo el agua hasta que fue capaz de controlarse. Cuando salió envuelto en una toalla, Laura ya estaba completamente despierta y sentada en la cama, con una sábana cubriéndole los pechos.
–Siento lo de antes –murmuró él, dirigiéndose al armario para sacar algo de ropa–. Se me había olvidado que nos habíamos quedado sin protección.
Miley también sentía que hubiese parado.
–El baño es todo tuyo, aunque tendré que entrar para afeitarme –añadió Nick–. En otras circunstancias, prescindiría de ello, pero creo que a Dolly no le parecerá bien. Y a tu abuela tampoco.
–Seguramente tienes razón respecto a tía Dolly, pero a mi abuela no le importará. Le gustan los hombres con aspecto muy masculino.
«Como a mí», pensó Miley mientras se deleitaba contemplando la espalda de Nick.
Le gustaban sus anchos hombros y la estrechez de su cintura y caderas, los músculos de su espalda y de sus brazos, y la fuerza de sus piernas.
–En ese caso, no me molestaré.
Se quedó a ver cómo se vestía. Se puso los vaqueros negros del día
anterior y una camiseta blanca debajo de otra negra de manga larga. ¿Por qué los hombres estaban tan sexys vestidos de negro?
De pronto se giro, mirándola pensativo.
–Antes de que se me olvide, tengo que preguntarte algo.
El corazón de Miley se encogió.
–¿De qué se trata?
–¿Estás segura de que quieres seguir acostándote conmigo? Si prefieres dejar que sea una aventura de una noche, lo comprenderé.
Aquello pilló por sorpresa a Miley, que se quedó consternada. ¿Era su manera de poner fin a aquello?
–No te entiendo, Nick. Pensé que esta mañana seguías deseándome.
–Así es.
–Entonces, ¿cuál es el problema?
–No hay ningún problema por mi parte. Tan solo quería darte la oportunidad de cambiar de opinión. A veces las cosas se ven diferentes por la mañana. Las ideas son más claras.
–Muchas gracias, pero tengo las ideas muy claras –dijo Miley.
Odiaba que los hombres se comportaran como si las mujeres fueran
criaturas estúpidas.
–Espero que te des cuenta de que convertirte en mi amante no será algo perpetuo. Además, eso supondrá el final de nuestra relación profesional.
Miley estaba empezando a impacientarse.
–Está bien. Tengo mis normas acerca de tener relaciones con los clientes.
Nick arqueó las cejas.
–Ah, sí. Se me olvidaba que ya lo habías hecho antes. Claro que estabas enamorada de aquel cliente en particular. ¿Por eso terminó tan mal?
–Ya entiendo. Tienes miedo de que acabe enamorándome de ti.
–Algo así.
–Eres el hombre más arrogante que he conocido.
–Me agrada saber que no soy el más libertino.
–Eso es discutible.
Él sonrió.
–Me gusta cuando te pones insolente.
–¡Eso es porque te sientes más seguro!
Nick rio.
–En este momento, nada tuyo me hace sentir a salvo, Laura. Es por eso que quiero que lleves ese bonito cuerpo al cuarto de baño en donde no pueda ponerle las manos encima.
Miley intentó seguir enfadada con él. Pero ¿cómo hacerlo después de haber halagado su cuerpo, por no mencionar aquel deseo incontrolable por ella?
–Entonces, tendrás que darte la vuelta –dijo fingiendo altivez–. No quisiera que perdieras el control al ver mi bonito cuerpo desnudo.
–¿Tienes que recordármelo? –dijo girándose para darle la espalda–. Venga, arréglate. ¡Y vístete de una vez!
–No puedo. Tengo la ropa ahí, donde estás.
–En ese caso, métete en el baño tal y como estás.
Pero no estaré aquí cuando salgas. Estaré abajo, hablando en alguna parte con Dolly.
Nick respiró aliviado una vez Miley se hubo ido al baño. No se había equivocado con su comentario de que podía perder el control ante su desnudez.
Había hecho todo lo posible para mostrarse tranquilo y razonable al darle la oportunidad de cambiar de opinión y al recordarle que una relación con él no sería duradera.
Pero debajo de su fría fachada, había estado intentando ignorar las señales que su cuerpo le había enviado.
No estaba seguro de lo que habría hecho si le hubiera dicho que no, que no quería volver a acostarse con él. Tenía la sospecha de que su actitud quizá no hubiese sido muy noble. Solo la idea de saber que se la llevaría a la cama esa noche y muchas otras noches venideras, había puesto algo de cordura en su cabeza y control en su cuerpo.
Nick sacudió la cabeza al sentarse para ponerse los calcetines y los
zapatos. Hacía mucho que no sentía algo por una mujer tan fuerte como lo que sentía por Miley.
De hecho, no recordaba que le hubiera pasado alguna vez.
Cualquier otro hombre habría pensado que se estaba enamorando, pero Nick no. No era capaz de sentir amor desde que viera de cerca lo que el amor le había hecho a su madre. Por aquel entonces, Nick tan solo tenía doce años y se había prometido no enamorarse ni casarse ni tener hijos. Y no había ocurrido nada desde entonces que le hubiera hecho cambiar de opinión en ese aspecto.
Así que no, no estaba enamorado de Miley. Era deseo lo que sentía en aquel momento, un deseo que se había hecho más intenso al comprobar su falta de experiencia sexual. Estaba deseando que la noche llegara cuanto antes.


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